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domingo, 29 de octubre de 2023

ALFONSO LÓPEZ MARTÍN, UN ACADEMICO CHARILLERO

 

ALFONSO LÓPEZ MARTÍN, UN ACADEMICO CHARILLERO

 



 

 

            La Mota es una ciudad amurallada, con su fortaleza y sus arrabales, según me cuentan en el nuevo diccionario adaptado militar. Pero, es el símbolo de los alcalaínos, los presentes y ausentes; une más que otras insignias, entes y creencias. No hay persona de nuestra diáspora que, al volver a su tierra, no suba a su interior y disfrute de este conjunto majestuoso, y brillante como una patena. Tuve la suerte, por los años noventa, de acompañar a Alfonso López Martín. Le mostramos  aquella ciudad que se reconstruía tras muchos años de no haberla contemplado en su retina. Y, en medio de la conversación, Alfonso con su verbo bondadoso y su pausado diálogo que se había aclimatado en tierras americanas, me ofreció la biografía de un emigrante que pasó del anonimato pueblerino al reconocimiento público de una población que le consideró como su maestro. No le faltó tiempo para manifestarme que estaba honrado de haber nacido en tierras charilleras  del municipio alcalaíno, y de gozar del fervor y afecto vecinal  que le dispensaban sus paisanos aldeanos, con los que compartimos aquella visita.  No era considerado públicamente ni con los parámetros de éxito histórico o social, como otros famosos charilleros  que habían triunfado a lo  largo de la literatura, como  el poeta andalusí  Ben Jakán, ni como  el diputado Paco Parras, que logró cierta popularidad en el mundo sindical y político en los primeros años de la transición democrática por tierras catalanas. Pero, en aquel día, Alfonso fue , al menos para sus acompañantes de aquella visita , el gran descubrimiento de un famoso personaje de nuestra comarca de la Sierra Sur.

Había nacido un 14 de febrero de 1933 en Charilla, aldea de Alcalá la Real,  y marchó a tierras americanas en 1966, donde se casó con María Eugenia Meoño Bonilla de la que tuvo dos hijos Alejandro y Esteban, que hasta estos días mantiene los vínculos y visitas por estas tierras del Sur desde tierras americana, así como una defensora y divulgadora del entorno de su marido .

 

 En nuestro caminar por Despeñacaballos y las plazas de la Mota, desgranamos sus experiencias como catedrático de Lengua  y Literatura y sus investigaciones en los diversos terrenos de la Lingüística y Estudios Interdisciplinares Culturales en la Universidad de Costa Rica,  y su agradable estancia en tierras en san Pedro de los Montes de San José de la misma ciudad. Y, al llegar a las puertas de  la  abadía, me quedé con su alma de hispanista universal cuando me comentaba el gran elenco de estudios y artículos dedicados a los estudios gramaticales  y  filosóficos. Me citó, en concreto, Psicogénesis del lenguaje según Andrés Bello ( 1971), Concepción del lenguaje en el Fausto de Goethe (1973), Protágoras, filósofo del desarrollo( 1973),  Los sofistas: el no-ser a la Palabra ( 1975), El estoicismo en el pensamiento Kantiano ( 1976), Entrevista con el Doctor Leopoldo Zea ( 1978), Andrés Bello por los años ochenta sobre la Academia, El problema metodológico de las enseñanza clásicas( 1990) La lengua castellana ante el V Centenario del descubrimiento de América(1990),y una gran cantidad de artículos dedicados a teorías gramaticales,  y partes  de la oración. Además,  a partir de esta fecha, se dedicó  a una nueva etapa muy versátil periodística en los diaios costarricenses de La Prensa Libre, La Nación, La República y Diario Extra.

 

       Dentro de la iglesia abacial de Santa María la Mayor,  me refirió sus libros publicados que comprendían una gama variada  que se extiende  desde el mundo clásico como las traducciones del El Critón de Platón o La defensa de Sócrates hasta los muy numerosos estudios sobre el uso  y aprendizaje del lenguaje y la lengua española  sobre todo en Iberoamérica    (Problemas del lenguaje cotidiano  I y II, El mundo de las palabras, El idioma: cómo es y cómo hay que usarlo, Palabras por las que pregunta usted, editado en 1997 ). No cabe duda que peribimos si admiración por el gramático  Bello y nos citó su producción sobre este autor: Andrés Bello, gramático y filósofo, Andrés Bellos y los errores idiomáticos,  y  La redacción de la frase según la gramática de Andrés  Bello. Este lingüista, que para Alfonso, “es un ideólogo, en parte ecléctico, pero frente a todos  los autores y corrientes, manifiesta una actitud crítica y un espíritu independiente y original”

 

            Al bajar de la Mota, quedamos en la plaza del Ayuntamientos, y me entregó una selección de sus últimos  libros publicados de los que  tengo la fortuna de guardar como oro en paño  y  auténtico tesoro de un alcalaíno universal.

 

            Posteriormente, tuve noticia que había sido nombrado miembro de la Real Academia de la Lengua Española de Costa Rica sustituyendo a su anterior profesor Arturo Agüero. También me pude enterar de que era miembro del Instituto o Costarricense de Cultura Hispánica  y la International Writers Association.

 

            Su bondad natural, que había mamado de las aguas charilleras, se resume en  estas palabras que nos sirven de recordatorio y enseñanza. “Tanto para Kant como  para el estoicismo  consiste en un ideal de estado de serenidad espiritual , según el cual el mal  no reside en la persona que lo hace, sino en nosotros mismos. Lo que caracteriza tanto al estoicismo como el Kantismo es que son dos sistemas morales de acción. De ahí el éxito que tuvieron en sus respectivas épocas. Los dos sistemas  se apoyan en concepciones físicas análogas: la física estoica para una, la de Newton en el otro. Ambos sistemas morales salvaron a los espíritus sano de cada una de las Épocas del  epicureismo, en el primer caso: el sentimentalismo blandengue en el otro”.

 

            Alfonso murió en los primeros días de Septiembre de 2005 a los 72 años en Costa Rica. La prensa de este país lo recordaba como un español que conquistó, palabra a palabra, a los costarricenses . Aludía un conocido programa televisivo que me refirió el día de la visita cuando llegamos a las Casas de Cabildo de la Mota, denominado El Mundo de la Palabra. Me regaló,  incluso, un video para que lo presenciara en vivo. Esta actividad no era sino fruto de su experiencia  en radiotelevisiva  con el Fascinante mundo del lenguaje en Canal 6, La filosofía de Andrés Bello en radio Universitaria y Dime cómo hablas en Radio Continental.

 

Obtuvo muchas distinciones como la de Caballero de Isabel la Católica en 1977 y Premio de la Unión Cultural Americana 1n 1993, pero me quedo con estas palabras de  su amigo y colega filósofo Adolfo Constenla “Alfonso ha sido desde hace muchísimos años quien ha dedicado con mayor entusiasmo y constancia en nuestro país a la difusión  y discusión de las normas idiomáticas y lo ha hecho en los diarios, en la radio y en la televisión”. No podía ser de otra manera, de tal tierra  un hombre honrado, muy culto  y amable en excelencia y palabra.

 

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