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viernes, 8 de abril de 2022

EN ALCALÁ LA REAL INFORMACIÓN, ENTRE LA SEMANA DE PASIÓN Y VIRGEN DE LA CABEZA

 


ENTRE 
LA  SEMANA DE PASIÓN Y VIRGEN DE LA CABEZA

Se ansía la llegada del mes de abril por Andalucía, y, especialmente por las tierras de Jaén. El invierno invita al encerramiento, y, más aún se obliga a las personas a retiros y confinamientos por la pandemia y conflictos sociales. Parece como si con el mes de abril la naturaleza sufriera una metamorfosis o transmutación, y el grano de simiente, oculto bajo tierra, floreciera; por otro lado, que el tiempo nuevo hiciera sonreír al  cielo  y el sol estallara con una alegría que borrara a las nubes cenicientas y cárdenas de los meses invernales. Comienza con la Semana de Pasión, que sintoniza y empatiza con el tiempo estacional durante ocho días:  se siembra con el gozo del Domingo de Ramos; de lunes a viernes se vive la tragedia; y  resucita el fin de semana con el Domingo de Resurrección. La música y el arte en la calle; en los templos, los cultos y la oración entre la mayoría de la población cristiana; en una sociedad laica, se desborda el turismo interior y la visitas a los diversos rincones de España. Parece como si se hubieran olvidado  dos años de enclaustramiento y recogida obligada.
De nuevo, las calles de la ciudad de la Mota  albergarán el itinerario de pasos  de Semana Santa. Entre bandas y agrupaciones musicales, que entonan nuevas marchas dedicadas a las imágenes de Alcalá la Real, e, incluso a los insignes imagineros. Entre filas nazarenas que se visten de blanco el Domingo de Ramos; de verde esperanza oliva en la noche de la Oración en el Huerto del Martes Santo; el jueves se tiñen de púrpura roja con la Humildad y Dolores en el Jueves Santo; y, en el Viernes Santo destilan morado con Jesús Nazareno y vasos de tinte negro con la Salud y Angustias. Callan y transmiten silencio en el Santo Entierro en la madrugada del Viernes Santo, y resumen toda la tragedia pasional con el Viacrucis de la fortaleza de la Mota. Se llenan de vida en el diálogo dramático de los pasos vivientes de los hermanos del Ecce Homo, se acerca el nudo de esta pasión entre Judas y Jesús con los personajes malignos de sayones, reos y verdugos y  la tropa que  representa a Anás, Caifás, Longinos, Cirineo, y el apostolado. Un niño, muy despierto, el de la antigua Jineta, mide los pasos del desenlace, es el Lazarillo. Pues, luego llega la Resurrección por las calles nuevas esperando a la Madre del Alba y Rocío.
Al final, las calles se visten romeras y se hacen abril de Sierra Morena. Banderolas se despliegan espantando toda adversidad y las  insignias de la Virgen de la Cabeza conducen hacia los aires puros del mes de mayo.
 Y, sumergido entre la semana grande y el final romero, me vienen los versos:  Pero nadie te ha visto/ llegar, abril. A nadie puedo pedir consejo/para esperarte. Nadie/conoce tus andenes, /sino —acaso— este ciego/
que pugna por hallar/a tientas, en mis versos, /el secreto botón/
que pone en marcha al mundo/cuando vacila el sol/ y dudan los inviernos...

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