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viernes, 1 de julio de 2016

EN IDEAL ALCALÁ LAREAL. ENTRE FIESTAS Y FERIAS.


ENTRE FERIAS Y FIESTAS

            Entre ferias y fiestas se presentan los próximos meses, en los que se intensifica cuantitativa y cualitativamente el calendario festivo. Si existiera las antigua tabla municipal de fiestas, habría que multiplicar los paneles de exhibición al público y ampliar los rincones de su presencia, porque se inician los actos festivos con la feria de junio y, ni siquiera, se acaba con la feria de septiembre, porque algunas aldeas prolongan el disfrute del ocio con la festividad patronal de la Virgen del Rosario. El vecino, por junio, se duerme con la noche de San Juan entre embrujos y brujas, continua, en julio,  con los días de convivencia vecinal del Campero y Huerta de Capuchinos; en la segunda semana de este mes, el festival de Etnosur hace retumbar el cielo alcalaíno con timbales y chirimías folclóricas; y se cierra con la romería santanera que hace rememorar su antiguo patronazgo. Y, en agosto, festivales y la Patrona de la ciudad. Y como mimbre que zurce este itinerario del ocio las fiestas aldeanas: algunas que mantienen la tradición como la Coronada, San Roque o San Jerónimo; y otras desplazadas del calendario cristiano que han trasladado sus encuentros a la época festiva como en La Rábita el día del Carmen.
             A este calendario se añaden varias muestras artísticas y la fiesta de la democracia, la cita electoral. En cuanto las primeras, la exposición del certamen artesanal de Unicaja dignifica el reconstruido convento trinitario con una muestra de alto nivel artístico de las piezas exhibidas, en las que el hierro, el barro, y otros materiales se modelan plásticamente y ofrecen muy buenos atrevimientos formales; por otra parte, el antiguo templo convertido en Aula Magna, y, en este caso, recinto expositivo, ofrece a los alcalaínos una muestra con motivo del III centenario del Nacimiento de Carlos III. En este caso, se presenta como una lección histórica de un periodo que permite contrastar el mundo de la ciudad neoclásica  con la actual y constatar  la incidencia de la política del despotismo reformado en la ciudad de la Mota. Desde el poder municipal hasta los reales( con los corregidores de los cursus honorum) y religioso ( los abades ilustrados), se proyecta una ciudad que se racionalizó urbanísticamente en sus ejes principales del Llanillo y calle Real, asentó en el llano los principales  edificios públicos y religiosos, y modernizó la ciudad con espacios libres como el Paseo Público, y nuevos edificios de corte del barroco clásico y neoclásico sirviendo de ejemplo el Palacio Abacial, las Angustias y las casas hidalgas, pasando por una reforma  profunda en el término municipal desde el punto de vista territorial y económico. No puede pasarse por alto, el auge de la agricultura en detrimento de la  ganadería con el repartimiento de más de diez mal fanegas de tierras, dando lugar al definitivo asentamiento de los núcleos rurales de las aldeas y a la propagación de nuevos productos importados como el maíz en las hortalizas, y en secano el olivar de tiempos remotos  que sustituirá con el tiempo al famoso viñedo alcalaíno del torrontés y balad. No olvida la muestra con su perspectiva generalista de la política real-interior y exterior-  plasmada a través de las pragmáticas reales, acuerdos de los libros de cabildos y documentos  de archivos. La huella artística recoge, sobre todo,  el mundo de los pintores Melgar y Jiménez, destacando la influencia de la Real Academia de Bellas Artes promocionada por los  borbones.
            Pero, se ha introducido, por estrambote  más que por matute, una nueva fiesta,  la fiesta de la democracia, esta cita electoral del 26 de junio, algo inédito en la joven democracia española que hasta ahora había conseguido la alternancia de gobierno regularmente desde 1977. Algo inédito, y a la vez provocado, porque se ha estado luchando contra el bipartidismo y se consideró más conveniente un polipartidismo táctico sin creer en la conformación de gobiernos de consenso. Se mantuvo el sentido maquievélico de buenos y malos , sin ninguno tender la mano y procurando echar el pulso a la propia sociedad, que pide cambios , consensos y colaboraciones interpartidistas. Y eso que siempre se aboga al carácter festivo del día de los comicios y , en estos tiempos, a la oportunista sonrisa del país. Es verdad que la sociedad española se distribuye en grandes bloques generacionales que se han configurado a lo largo del espectro actual de los votantes y ciudadanos, entre los diversos grados que disfrutan de la  sociedad de bienestar: desde los que presenciaron y vivieron los tiempos de la Dictadura con sus filias y fobias hasta los que los desconocen y no tienen punto vivencial de agravios comparativos, y lo más lejano a su experiencia civil es el gobierno de Felipe González, pasando por los movimientos antisistema e indignados. Cuatro grupos, cuatro posturas, cuatro enfoques...pero quedémonos con la fiesta cívica y el ejercicio del voto. Y si sirve de criterio, que el bien común sea el faro de dilucidar las dudas. O como suele decirse,  tengamos la fiesta en paz.    












   

    

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