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jueves, 16 de octubre de 2014

EL ABAD ALONSO DE MENDOZA. LA CULTURA Y LOS LIBROS DE AQUEL TIEMPO.


 
 
 
 
 
 
 
 
La cultura en tiempos del  Abad Alonso de Mendoza
 


La mayoría de la población se hallaba sumida en el analfabetismo, como demuestra que muchos soldados tuvieron que alistarse en la milicia de estos sectores . No obstante, la ciudad mantenía una Colegio de Niños, que impartía las primeras letras y cuentas a los niños de la población[3]; También  el propio abad y el cabildo, preocupados  por una mayor formación de los habitantes de la comarca, renuevan el contrato de un Preceptor de Gramática, que le enseñará a los jóvenes la formación latina y moral tan necesaria para la educación de la población, porque los hijos de muchos caballeros emigraban a otras poblaciones a estudiar dichos estudios. En manos del abad estaba el control de la contratación de una persona tan influyente en la formación de los jóvenes y se comprueba en la contratación del preceptor del año 1598: "comunicándolo con su Sª el Sr. Abad  para que examinándole hallándole ydonio para ello y aprovándolo su Sª se le asentase el salario que esta ciudad suele dar y esto hiço y su Sª lo examinó y aprobó y ansí començo a leer desde quince días del presente mes"[4]. El acuerdo del diecisiete de agosto de 1599 obligaba al pago dieciocho mil maravedís y medio cahiz  de trigo por parte del abad y dieciocho mil por el ayuntamiento. Son varios los acuerdos entre las dos instituciones en los que se comprometen a sufragar  los gastos de mantenimiento del profesor así como el alquiler de la vivienda, obligándole a residir en la fortaleza de la Mota.  Fueron profesores de Gramática , Bernardo de Espés, Esteban de Villegas, Antonio Blázquez, presbítero, ligado a una familia  famosa de  escribanos, Pedro de Ayala, Luis de Prados, Francisco de Villalta, Espinosa, y otros provenientes de ciudades importantes como Antequera, Granada y Córdoba, donde se acudía para recabar informes a la hora de contratarlos para la ciudad.
Algunos años de la primera decena del siglo diecisiete seimpartieron las clases en el Convento de San Francisco, porque solicitaron a la ciudad y al abad para que les librara de la pobreza y, al mismo tiempo, como una oferta de sus clérigos a la población; no debió tener mucho éxito la iniciativa que de nuevo volvió al control de los estamentos anteriores ante las quejas de los vecinos. La cantidad  en la que participa la abadía ascendía a doce mil maravedís, mientras el resto lo sufragaba el Cabildo .
Una iniciativa del regidor Pedro Veneroso,que ocupó todo el año 1603 y 1694, a saber, la creación de un Colegio de la Compañía de Jesús, no llegó a plasmarse a pesar de los esfuerzos de los dos cabildos, el eclesiástico y el civil,[5]


El propio abada apoyó la iniciativa de los regidores y escribió una carta que decía : "Lo que a v.mds. podría responder a lo escrito, es que beso las manos a su Señoría, y en lo que se me propone de procurar que vengan aquí los Padres de la Compañía de Jesús, siendo cosa que yo e mobido y deseado mucho, así no podré de dejar de acudir a ellay en lo que la Iglesia aia ministros de esta ciudad para buena enseñanza decostumbres e Letras no abrá que rrepara, que con eso e , si pudiere ser más, se acudirá al Collegio si se fundare . Ela Abad Alonso de Mendoza.".[6]
 
 
 
 
También, dentro de esta faceta, hay que señalar que cinco jóvenes  disfruten del beneficiado de la Universidad de Baeza, aunque a veces se llegara a conflictos por la necesidad de trigo en la ciudad, como en el año 1598 y se tuviera que recoger el trigo de este beneficio para alimento.[7]    No era extraño  tampoco que algunos regidores y caballeros de la ciudad tuvieran un alto grado de intelectualidad como Antonio de Gamboa y Luis Alfonso de Aranda, en los que se percibe esa pasión de la romanidad, manifestada en la búsqueda arqueológica e histórica del origen de la ciudad de la Ciudad dentro de la tradición grecorromana. Este último debió mantener buenas relaciones con el abad con el que mantenía incluso relaciones comerciales.[8]
Como buen humanista era perfecto conocedor del latín y griego. Conservaba manuscritos, cuando escribe en su inventario que poseía " un libro de mano  con letra antigua". Así en su biblioteca aparece la obra de Virgilio con sus comentarios, las obras de Luciano de Samosata y la Moral de Plutarco dentro del mundo de los clásicos o de los nuevos escritores renacentistas de lengua castellana como Antonio de Nebrija cuyo Tratado sobre los cincuenta lugares de la escritura  y un libro  Sobre la Exposición de los psalmos  pertenecían a su biblioteca particular. Tampoco olvidaba en sus estante la presencia de los renacentistas europeos relacionados con la península como Erasmo de Rotterdan de quien había escogido como obra predilecta Los Adagios y  también disponía de una edición de todas sus obras en nueve tomos.. o Abundan los tratados de patrística, de pastoral y teológicos.
 


La Biblia está recogida en su estantes con un cuerpo  del Tesoro de la Biblia y un cuerpo del Génesis; en comentarios como  Alussiones del Nuevo Testamento al Viejo de Gaspar de Salcedo, en  Sobre la Biblia y la glosa ordinaria  de Nicolás de Lira ( seis tomos) y en Comentarios sobre los cinco libros de Moisés de Cayetano ; de Guillelmo Pepino  Exposición sobre el Exodo y sobre los siete salmos; abundan  los libros salmísticos como  Sobre el Salterio de Juan Bautista Mantuano; un Apéndice del Salterio en cuatro lenguas, Sobre el Salterio  de San Jerónimo, y otro Incógnito sobre los Psalmos,  y Sobre los salmos de  Agustino Esteuco  y de Titielman. Alejandro de Alés  Sobre los Salmos.  Felipe de Greve Sobre el salterio de David. Historia de Caín de  Tomé de Bío. Ysitio sobre el Levítico , Comentarios sobre Isaías. La Historia de Josué  de Andrea Massio (i v.); Comentarios sobre Oseas ,  de León de Castro. De  Tetelmann, contemporáneo de  Erasmo Sobre Job. Palabras de Salomón de Cayetano; Comentarios sobre el Eclesiasasaaaastés.y  Gaspar Graffar   tés y Comentarios sobre los profetas.
Adentrándose en el Nuevo Testamento poseía  una obra general Sobre los evangelistas y Epístolas de San Pablo de Theophilacto.[9]  o la de Pablo de Palacios  Sobre los santos evangelios. y la de Juan de Granada Sobre las palabras del evangelio. El epistolario  comprendía  Sobre las Epístolas de San Pablo,  de fray Domingo de Soto famoso teólogo domínico español; Nicolás Grande  Sobre la epístola de San Pablo a los hebreos . Varios tratadistas comprendían la bibliografía sobre los evangelistas. De San Juan,  Miguel de Palacios Sobre el evangelio de San Juan ; de San Mateo, don Francisco de Toledo otra obra del mismo título; Genealogía de Nuestra Señora sobre San Mateo; Sobre San Mateo,  de Pheros, y Sermones sobre el evangelio de San Mateo,  de San Isidoro de Sevilla; de San Marcos, Comentaria sobre San Marcos. De  San Lucas, un libro sobre este evangelista. Muy específico es el tratado sobre los evangelios de la resurrección y pasión. Completan el elenco neotestamentario el tratado Sobre los actos de los apóstoles  de Juan  Enrico   o  El misterio sobre los doce capítulos de los actos de los apóstoles  de Juan Osme. Sobre el apocalipsis  de Ribera. O los dos libros de Comentarios de  Pereira.
 
Dentro de la patrística, abundan las obras con seis cuerpos o volúmenes de Ystoria de los Santos Padres , las obras de San Cipriano con adiciones ( probablemente se encontrarían De unitate ecclesiae, De lapsis y De exhortatione martyrii)[10]                    
San Gerónimo se encuentra muy representado no solo con su Salterio sino también con La Sagrada Escritura  en nueve volúmenes y  Sobre la Elepción apostólica. Las obras de los padres de la Iglesia Griega como San Eusebio, San Basilio, San Gregorio Nacianceno y Gregorio de Nisa eran conocidas por el abad.[11] A esto hay que añadir la obra de San Ambrosio y la de San Juan Crisóstomo en cinco tomos. La Escuela de Alejandría debió ser estudiada en los libros de Clemente de Alejandría.


Los dogmas se hallan entre sus libros con tres cuerpos de pergamino acerca de la Santísima Trinidad del Abad Ruperto.
 
Muy preocupado por las nuevas corrientes que se apartaban de la iglesia católica con la reforma de Lutero, las herejías y el mundo de la predestinación, abundan los tratados antiguos como los modernos sobre esta temática. Aparece entre otros el religioso neerlandés Pedro Canisio cuya obra se divulgó bastante a finales del siglo XVI con su  Catecismo doctrinae christianae, es un claro exponente de  esta corriente al ser portavoz del catolicismo frente al protestantismo en los paises del Centro de Europa. Autores como Alfonso de Castro, considerado como el iniciador del derecho penal de España, está representado en su biblioteca con su obra Adversus omnes haereses, en la que defendía la tesis la necesidad de defender el castigo contra los herejes para defender la unidad religiosa.[12] De Epifanio poseía  Contra las ochenta herejías. O todas las obras sobre el Adamisco.
E, incluso dos libros sobre Orígenes. En la misma línea jansenista que se iniciaba por el momento está Francisco de Cartagena con su tratado  De predestinación. Muy en consonancia con los tiempos que trataban de interpretar las profecías y prodigios que acontecían como los plomos de Sacromonte, temblores de tierra , efectos solares , según aparece en el libro de Henríquez de la Jorquera, era el libro de su Biblioteca, de Juan de Orozco Covarrubias  Tratado de la verdadera y falsa profecía.
Poseía dos Sumas Teológicas, una  de  Cayetano y otra de Armijo.                         
     Aparecen obras de escritores coetáneos extranjeros como Cornelio Jansenio, partidario de los agustinos en su disputa con los jesuitas, escribió una obra juvenil que debió leer el Abad Mendoza, titulada Sobre los santos, - cosa que manifiesta su preparación en los temas antes de que surgiera la corriente del jansenismo y la reforma preparada por el jansenismo.
Prácticamente disponía de toda la obra de Santo Tomás con dieciséis tomos de libros.
También son frecuentes los escritores  españoles de su época.
Entre los teólogos y  juristas españoles, lo mismo aparecen el Tostado, con su obra básica los Comentarios sobre la Biblia.   Destacamos al Padre Suárez con sus Comentarios, las Disputas, y A cerca de la Compañía  . Martín Martínez  con sus Questiones Teologales Navarrete que escribió una serie de  Trenos.  O manuales como el Soto de Justicia. De iure. La obra de San Gregorio Magno estaba representada por la Biblioteca de los Santos Padres. 


Conocedor y participante en sínodos y cónclaves eclesiásticas por sus conocimientos teológicos, aparecen en sus estanterías libros y tratados sobre concilios, sobre todo, el Concilio de Trento. De Fernando de Mendoza se encuentra en su biblioteca  De la Confirmación del Concilio Iliberitano.  Dos actiones del Concilio Provincial  de Toledo  en dos libros pequeños, el segundo tomo sobre los Concilios Generales. O  Sobre el Concilio Tridentino de Fray Domingo de Soto.  Una edición del Concilio de Trento. O  la obra de Francisco de Sosa sobre La Nueva Constitución de Clemente Papa Octavo. Otro Concilio  Tridentino.
En un tiempo que la devoción Mariana se desarrolló con gran intensidad con la defensa del futuro dogma de la Inmaculada Concepción, cuyos defensores se encontraban entre los teólogos y obispos de Granada y Sevilla, sobre todo el arzobispo Pedro de Castro con el que compartió el veredicto de los plomos de Sacromonte, no podían faltar tratados ni imágenes de María. Ya sabemos que fue uno de los patronos de la advocación de las mercedes en el altar privilegiado. Sus estantes estaban repletos de obras marianas. Desde la tradición patrística como  La vida de Nuestra Señora recopilada de varios padres  hasta anónimas como Las Meditaciones de vida de Nuestra Señora y Sermones de Nuestra Señora por todas las festividades ,pasando por Las alabanzas de Nuestra Señora de  Federico Neusseo....
También era conocedor de los místicos extranjeros y españoles. Entre sus libros se encontraban las Obras Espirituales  de fray Alonso de Orozco [13] o La luz del alma cristiana  de Fray Felipe de Meneses. Anónimo como Libro para alegrar el alma. Don Antonio de Guevara con el libro Monte Calvario.
Autores como Ruperto, Hugo de San Vitor ( tres volúmenes), Irineo con cinco libros, Theo Philato , San Theodoreto ( dos volúmenes) la Lection de  Fray Francisco de Soto[14], Fray Martín de Roa con sus  Lugares singulares, de Agustino Esteuco, Pedro Lombardo  sobre Sentencias. La Orden del Mundo de Jacobo Salomon. Fray Vicente Justiniano un tratado  Sobre las imágenes de Santa Catalina de Siena. Las Obras de Aurelio Agustino. Francisco de Cefiro Explicación de diversos lugares. Obras de Flaminio. Juan Martín Sobre los divinos nombres.
  Sobre la liturgia de la Iglesia un manual de los Ritos, y libros de enciclopedia religiosa como Vocabulario religioso. Calendario perpetuo del breviario romano. Abecedario espiritual en su tercera edición en cinco libros. Tabla del Calendario romano. Manuel de confesar. confesar de  Doctor Navarro. Indulgencia de Medina. Breviario romano.
Medina.
En cuanto
 
Genealogía  de gentiles, varones y mujeres de la Santa Escritura.    


Abundan los libros de pastoral como  Sermones de las Alabanzas  de Fray Roberto, Sermones de Rosario, Sermones de Quaresma,  de Gaspar Sánchez., Del modo de oír confesiones  de Martín de Frías. Juan de Orozco de Covarruvias Oficios propios de los Santos. Las semblemas. Libro pequeño de sermones. Discurso de la virtud de la paciencia. Conciliación de lugares dificultosos de Fray Marcos de Cámara. Sermones de  León Pontífice. Pedro Menzón Homelias sobre los evangelios.


Para consulta disponía de
un diccionario de Berlingau en tres tomos. Tratado de guardar sacerdotal de Nicolás.

Gerónimo Regio Sobre la elección de los Obispados.

Libros exóticos se encuentra en el tratado de las gentes septentrionales de Olao Magno.o descubrir el secreto de Fray domingo de Soto. El Tratado



[1]AHPJ. Legajo 4743. Folio 464. Escribano Alonso Ramírez. Año 1599.
[2] AMAR. Acta de cabildo del diez de mayo de 1607. El motivo era la necesidad que tenía la iglesia de labrar la esquina de una obra nueva que ha hecho para la capilla mayor y la renovación de las campanas. Demuestra que los bienes no eran tan prolíficos para emprender obrasde envergadura.
[3] Era el maestro de escuela Juan de Tovar Valdés en el año 1616, deudor del abad de dos fanegas de cebada, lo que nos hace comprender la situación de penuria económica de aquellos enseñantes.
[4]AMAR . Acta de Cabildo del veinticuatro de abril de 1597.
[5] AMAR.Actas de finales del 1603, veinte y veintisiete, de enero de 1604.
[6]AMAR. Traslado de la carta del abad en la acta del veintitrés de dicembre de 1603.
[7] AMAR .Acta de Cabildo del veintisiete de noviembre de 1598, donde se inicia el conflicto con este colegio por haber substraído el trigo destinado a dicha beca. A partir de este momento se inician una serie de conflictos y excomuniones de los regidores y mayordomo que llegaran hasta el Juez Eclesiástico.
[8] En su inventario de deudas le debía ciento cincuenta reales con escritura ante Alonso Ramírez el 17 de diciembre de 1608.
[9] Teólogo bizantino, del siglo XII, discípulo, comentarista del Nuevo y Viejo Testamento, cuyos objetivos eran conciliar a los latinos con los griegos. Escribió también Libro de los errores de los latinos.
[10] Obispo de Cartago y mártir de principios del siglo III p.c., retor convertido al cristianismo . Sus planteamientos doctrinarios sobre la excesivas indulgencias sobre los apóstatas y el bautismo realizado por los herejes.
[11]  A Gregorio Nanciaceno se le conocía por el teólogo forma con san Basilio y san Gregorio de Nisa los tres grandes capadocios que proporcionan a la teología trinitaria su sistematización y formación clásicas. Obispo de Sásima en 372, y de Constantinopla, participó en las disputas entre arrianos y nisenos. Su obra más importante era  Sermones Teológicos. También destacó como poeta. Gregorio de Nicea era hermano de San Basilio fue obispo de Nisa en 376. Escribió tratados dogmáticos ( Contra Eunomio y Gran catequesis) de mística ( Vida de Moisés, Homilías sobre el Eclesiastés y el Cantar de los Cantares); todos ellos encuadrados dentro de la corriente monástica.
[12] Franciscano, profesor de la Universidad de Salamanca, intervino en el Concilio de Trento, y fue predicador real por orden de Felipe II; también fue arzobispo de Santiago de Compostela; además de la obra citada, destaca De iusta haereticorum punitione. Murió en 1558. Defensor de la pena de muerte y del castigo como medida ejemplarizante y rehabilitadora.
[13] Escritor español nacido en Toledo 1500 y muerto en 1501. Estudió  Teología en Salamanca y pertenecía a la Orden de San Agustín. Consejero de Felipe II y prior de varios conventos. Gran prestigio como predicador y asceta. Sus principales son   Vergel de oración y monte de contemplación, Desposorio espiritual y regimiento del alma, y Las siete palabras que la Virgen Nuestra Señora habló, y  la famosa obra de  Los siete nombres de Cristo,
[14] Aparece confundido con Fray Domingo de Soto, teólogo español que estudió en Alcalá, discípulo de santo Tomás de Villanueva y domínico, ejerció la cátedra en Salamanca. Participó en el Concilio de Trento. Confesor de Carlos V. Defendió a los indios. En la biblioteca del abad se hallaba Comentarii in quartum sentententiarum y In libros sententiarum Comentarii.

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