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martes, 11 de febrero de 2014


CAPÍTULO XXIII. GOMEZ MUÑOZ RECUERDA  SU PASADO

 

 

Pasó la octava de día de  la Adoración de los Reyes  Magos, y los fríos habían hecho mella en el escribano. No salía apenas de su casa, aquejado de  unas calenturas que no se le curaban y una tos que retumbaba hasta la calle de las Cuatro Esquinas. No tenía otra manera de  olvidar lo pasado que  desahogarse  que llamar a  Antón.  Con el jarro y el tarro, parecía que, al menos, se le hacía más pasajera su vida. Había vivido  muy intensamente  este periodo invernal entre los fríos  y los desosiegos internos. Su   vida pendía de un hilo, podía  caer en un precipicio mortal  o mantenerse en la buena reputación de los vecinos de la Mota: toda radicaba en que, alguna vez, se le cogiera al descubierto, o, sin haberlo buscado,  se convertiría en un sambenito de la Inquisición  Se sentía acosado, algo  hostigado por las miradas de su entorno. Leonor Raxis no fue más que la  gota que colmó el vaso. Se lo había pasado regular  durante algunos días de la Navidad y, esperando a  su oficial, revivía los momentos más inoportunos. Pues, estas fechas tenían una connotación especial para un descendiente de hidalgos como don Gome. Le dejó una huella especial  el  recuerdo de sus antepasados junto con los de su esposa en los días anteriores a la celebración del Nacimiento de Jesucristo.  Fue, en concreto, el día 22 de diciembre cuando se preparó para el ayuno del día anterior de la Navidad, ocurrió en una comida familiar. Todo radicó en que su mujer, que sospechaba algo,  y le increpó como si quisiera ponerse el barro antes que le picara el tábarro,

-          Gome, ¿Sabes que soy de familia hidalga alcalaína?

-          -Claro que conozco todo sobre tu  linaje. Forman parte del reconocimiento de  la dote, que te otorgué.

-          Soy alcalaíno de puro cepa, de los conquistadores de esta tierra, de los Montes de la Isla. Es verdad que son importantes los Aranda, pero no dejemos atrás a mi familia, y su entronque con los Linares, Mazuelos y, ahora  hasta los Cabrera.

-¿Qué me vas a decir a mí!?No sabes con quien te estás metiendo, nada menos que los Muñoz,  aquellos valientes extremeños  que entroncan  sus raíces con los famosos guerreros de  villa de la   Albuera, lugar en el  que fueron derrotados los ejércitos del rey Alfonso  V de Portugal por  las tropas de Isabel.  Fue e febrero de 1479 cuando el  ejército portugués dirigido por el Obispo de Évora, entró  en Extremadura. No tenía más  objetivo que a ocupar y reforzar las plazas de Mérida y Medellín, controladas por su condesa, partidaria de Alfonso V.  Ya me contaban mis abuelos la grandeza de sus efectivos, nada menos que  unos 1.000 caballeros (entre  ellos se encontraban unos 250 leoneses y castellanos)  y a eso hay que añadir los peones y 180 caballeros de la Orden de Santiago mandados por su clavero Alfonso de Monroy, también partidario de Alfonso V. El  mismísimo  día 24 de febrero,  cerca del cerro de La Albuera se enfrentaron portugueses y las tropas isabelinas cuyo jefe era Alonso de Cárdenas…

-Ya, ya, ya , que eran de Isabel de toda la vida- le respondió su señora mientras se  dirigía a la cocina para prepararle unos caldos calientes en los pucheros de barro. 

  Para Gome tenía un aliciente especial  escribir monografías sobre sus antepasados  y  la de otros caballeros alcalaínos  con el fin  de que sirvieran  de testimonio para reconocimientos de hidalguías en la Chancillería de Granada. En una carátula de los folios tenía anotados Los Muñoz”. Y, en medio de unos círculos  los nombres de sus antepasados con algunas fechas:
 

 

 LOS  MUÑOZ DE ALBUERA

I JUAN                          ESTEBAN                     GOME MUÑOZ
capitán                    capitán                                   jurado y   capitán

Todos en  la Conquista  de  Granada y Alhambra          1470


II Gome Muñoz casado con Lucía Moya Monte, alcaláina  y padre  de
III. -Juana , Francisca, Ana y María y
IV. Francisco Muñoz  jurado casado con María Mazuelo , en Alcalá 1500 tuvo por hijos


VI. Ana y
VII Gómez Muñoz, escribano y jurado y  casado con Isabel Ordóñez, tuvo por Hijos Ana,  Teresa,  María
1)
 
En un folio aparte, aparecía una breve narración sobre la escaramuza de la Albuera, la patria chica de sus antepasados.

El maestre de  Santiago disponía de  unos 500 caballeros y 400 caballeros Sevilla), además de 100 infantes. El combate se mantuvo en tablas durante mucho tiempo, ya que la  infantería de Isabel  sufrió un duro revés  por parte de la caballería de las tropas de Alfonso V provocando el pánico y una gran desorganización en las tropas de Isabel. Pero con la llegada del  maestre de Santiago, os portugueses se retiraron y, según cuentan mis antepasados,  loas tropas de Isabel se  ocuparon de un gran  botín en el  mismo campo de  batalla y un número de  bajas  85 caballeros muertos, frente a los o 15 de Isabel.”. También, dicen las crónicas: “.  Sin embargo, la victoria isabelina en Albuera fue solo parcial porque el grueso del ejército portugués pudo refugiarse en Mérida y de allí continuar su marcha hasta Medellín, que también ocuparon, con lo cual los lusos alcanzaron los dos principales objetivos de su ofensiva. Los partidarios del rey Fernando, por su parte, pusieron sitio a ambas ciudades”.

            Gome miraba y remiraba sus papeles, mientras , de nuevo, increpó a su  esposa:

- Pero me debo sobre todo a la sangre derramada durante los años de la conquista de Granada. Los Muñoz fueron  compañeros de lucha con el marqués de Cádiz, con el conde de Cabra, con el conde de Tendilla, con ….

-Con

-Excatamente , comenzaron a llegar en  el intento de asalto de Loja. Allá avanzado 1583.    

            Y le mostraba un legajo con unos folios que  venían precedidos de un título “La conquista de Alhama”. Siempre que leía aquellos papeles, se sentía con un ardor guerrero especial, paseaba por la habitación con su espada y su casco simulando un desfile militar o una mascarada. Se levantaba y se volvía a  sentar para calentar sus pies, se acercaba al fogón de la chimenea, y vuelta a la lectura. Sabía que no eran de familia  aristócrata, pero se sentía muy orgulloso de los hermanos Muñoz, Juan, Esteban y Gome-  de donde le procedía su nombre, naturales de Albuera y que recibieron la llamada de la  reina Isabel para emprender la conquista definitiva del reino de Granada. Releía aquel día en que se enrolaron en los ejércitos de Extremadura y emprendieron  la marcha a tierras andaluzas. Aconteció tras las capitulaciones entre Castilla y Granada de los años setenta, en concreto en  la última  tregua de 1478. Y había sido por un hecho casi insignificante, Pues el motivo de la ruptura de la paz de las fronteras tuvo lugar tras  la toma de  Zahara  por los granadinos. No podía aguantarse  aquel desaire por parte castellana. Siempre  recordaba este acontecimiento  en estas fechas de invierno,  porque le contaban  que fue por la Navidad del 1481. La reacción fue inmediata,  los reyes previnieron todos los puntos de la frontera enviando adelantados a Écija y al sur de Jaén. Y lo que no podía olvidar: las penurias que pasaron los caballeros del  marques de Cádiz, del adelantado y  Diego de Merlo junto con el conde de Cabra  para tomar Alhama. Se entusiasmaba con  el resumen que había hecho  sobre la conquista de la ciudad. Leía y releía la astucia de los soldados en  las escalas  de las murallas, la resistencia de los moros alhameños, la mataza  a sangre y cuchillo por las calles de Alhama, el incendio de las mezquitas, el botín repartido entre los soldados, las ánforas de aceites que vaciaban en tierra como señal de venganza, las joyas entre las manos de los soldados castellanos, y los vanos intentos  y la reacción del rey granadino para recuperar Alhama. En ese momento se detuvo recitando un poema que corría de voz en voz:

Paseábase el rey moro
por la ciudad de Granada,
desde la puerta de Elvira
hasta la de Vivarambla
-¡Ay de mi Alhama!
Cartas le fueron venidas
que Alhama era ganada.
Las cartas echó en el fuego,
y al mensajero matara.
-¡Ay de mi Alhama!
Descabalga de una mula
y en un caballo cabalga,
por el Zacatín arriba
subido se había al Alhambra.
...
-Habéis de saber, amigos,
una nueva desdichada:
que cristianos de braveza
ya nos han ganado Alhama.
-¡Ay de mi Alhama!
Allí habló un alfaquí,
de barba crecida y cana:
-Bien se te emplea, buen rey,
buen rey, bien se te empleara
-¡Ay de mi Alhama!
-Mataste los Bencerrajes,
que eran la flor de Granada;
cogiste los tornadizos
de Córdoba la nombrada.
-¡Ay de mi Alhama!
Por eso mereces, rey,
una pena muy doblada:
que te pierdas tú y el reino,
y aquí se pierda Granada.

Pero lo que leía con mucho  más interés, y tenía subrayado con una tinta más negra  fue el pasaje aquel que describía el cronista real sobre los apuros de aquellos soldados de avanzadilla. Pues, mientras se encontraban cercadas las tropas del marqués y Adelantado en Alhama,  escribieron misivas  a las ciudades de Córdoba y Sevilla para que los socorriese y se lo comunicasen a los reyes. Acudieron el conde de Cabra  y sus tropas. Incluso, el duque de Medinasidonia que no había acudido en el primer momento, fue  a socorrer a los caballeros cercados que habían conquistado Alhama. No fue necesario un combate, el rey granadino  levantó el cerco y volvió a Granada .  Pero, de nuevo volvieron ye incluso entraron  en la fortaleza, que defendía los capitanes Diego de Merlo, Martín de Córdoba  Fernán Carrillo. Fracasaron en su intento. Pues el rey Fernando  acudió a Alhama con todos los personajes de la Corte dejó bien abastecida la ciudad y guarnecida con suficiente soldados. Entretanto, Isabel  hacía los últimos preparativos para entrar definitivamente en el reino de Granada. Pero, Alhama era una isla en medio  de otras ciudades controladas por los moros. Por eso, pensaron en atacar a Loja, ciudad cercana y enclave estratégico para el avance  y protección de Alhama.

Todo esto lo tenía recogido muy sucintamente, a modo de resumen, frases cortas, alguna expresión de entusiasmo bélico. Pero al hablar de Loja,  parecía como si Gome Muñoz quisiera poner un énfasis especial, recalcar que era un conquistador, un hidalgo que había conseguido todos los beneficios en este momento crucial. Con letras mayúsculas resaltaba este pasaje  Lo titulaba  “La tala de la vega por el rey Fernando y las tropas extremeñas acuden a Loja”. . Comenzaba aludiendo al repartimiento de pan, vino,  ganados, sal y puercos  que la reina Isabel había llevado a cabo entre todas las ciudades de Andalucía y Extremadura y en casi todas las tierras castellanas y  de las Órdenes Militares  en el mes de julio junto a las inmediaciones de Loja. Y , en letras que sobresalían a las anteriores ocupaban medio folio  aparecía el repartimiento de los caballeros y peones que le habían pertenecido a Albuera, como a  los anteriores pueblos  extremeños, castellanos y  de los señoríos vasco.  Y distinguía a los MUJÑOZ  sobresaliendo sus letras  en el renglón  dentro del listado extremeño. Escuchándose así mismo, se revolvía en cúmulo de preguntas retóricas y exclamaciones laudatorias.  

-Cuantas fatigas pasaron, comieron pan cocido en las brasas por falta de hornos ¡ Cuántos intentos fallidos y fracasos!  El peligro  se sentía por la posición estratégica que mantenían los 3.000 soldados que en Loja defendían la fortaleza. En todos los intentos quedamos  derrotados. Tuvimos que desistir. A partir de este momentos,  los Muñoz se enrolaron en todas las campañas de ayuda a la ciudad de Alhama, siempre que los necesitó la corona;  en las tropas reales cuando llevaron a cabo talas de los campos y pueblos de la Vega incendiando alquerías de moros; se convirtieron en capitanes de frontera recibiendo buenos emolumentos y sueldos, sobre todo, tras la Bula de la Cruzada que el Papa concedió en 1483. Fueron testigos y, muchas veces, sufrieron en sus propias carnes encerronas, celadas y  hasta heridas  en sus propios cuerpos por la conquista del reino. Escucharon historias inverosímiles, aventuras sin par  y  relatos inauditos de a soldados que compartieron el triunfo final e   intervinieron en los momentos de la conquista de Granada.

-Pasa, pasa páginas-le dijo la esposa- Pues no fue para tanto, muchas de ellas fueron del conde de Cabra, conde de Tendilla, el Márquez de Cádiz, don Pedro de Silva, los l Adelantados Mayores de la frontera, el Señor de Aguilar y de la sangre de muchos soldados de las ciudades de Écija, Jerez y otras andaluzas,..pasa, pasa folios.

 

Gome lo tenía todo anotado como si fuera descendiente de un capitán todoterreno o un cronista de los mismos reyes. Lo tenía por capítulos que parecían copiados de algún manuscrito y  fue pasando legajo  como si se tratara de capítulo tras capítulo deteniéndose en los que más le llamaban la atención. Lo hizo primero  con “Como  el Rey pasó real sobre la ciudad de Loja e lo que allí pasó”. Luego,  no le dio importancia a varios registros  referidos a la tala de la vega de Granada, la caída de Cañete, la  previsión de la frontera con nombramiento de capitanes. Se detuvo algo más en los acontecimientos de 1483: sobre el gobierno de las hermandades  y algunos conflictos en Galicia por parte de los reyes, la situación en Italia, las ayudas del clero para la guerra,  de los intentos de emparentar su familia con la reina de Navarra a través del Príncipe Juan,   la conquista de las Canarias, varias talas y apresamiento del rey Boabdil por el Alcaide de los Donceles y el Conde de Cabra, las ofensivas y contraofensivas en territorio granadino con la toma de Tajara, Zahara, ye l nombramiento de Conde de Tendilla como alcaide de Alhama. Los registros de 1484 quedaron reducidos a  la llegada de los reyes a los asuntos del Rosellón  y Cerdeña, el la s cortes de  Tarazona,  y se centró en dos asuntos de talas en tierra de moros y la conquista de Álora y Setenil .

Le cortó su esposa Isabel y le cantó este bello romance sobre la conquista :

Álora, la bien cercada,
tú que estás en par del río,
cercóte el Adelantado
una mañana en domingo,
de peones y hombres de armas
el campo bien guarnecido;
con la gran artillería
hecho te habían un portillo.
Viérades moros y moras
todos huir al castillo;
las moras llevaban ropa,
los moros harina y trigo,
y las moras de quince años
llevaban el oro fino,
y los moricos pequeños
llevaban la pasa y el higo.
Por cima de la muralla
su pendón llevan tendido.
Entre almena y almena
quedado se había un morico
con una ballesta armada,
y en ella puesto un cuadrillo.
En altas voces decía,
que la gente había oído:
-¡Tregua, tregua, Adelantado,
por tuyo se da el castillo!-
Alza la visera arriba,
por ver el que tal le dijo;
asestárale a la frente,
salido le ha al colodrillo.
Sacóle Pablo de rienda,
y de mano Jacobillo,
estos dos que había criado
en su casa desde chicos.
Lleváronle a los maestros
por ver si será guarido.
A las primeras palabras
el testamento les dijo.   

 

Como si quisiera hacer un ditirambo en forma de égloga pastoril, le respondió advirtiéndole que no se refería a la conquista de Setenil, si no a una escaramuza de un mozo de Cañete que  se dio de bruces por su intrepidez.

 —-¡Buen alcaide de Cañete,
mal consejo habéis tomado
en correr a Setenil,
hecho se había voluntario!
¡Harto hace el caballero
que guarda lo encomendado!
Pensaste correr seguro
y celada os han armado.
Hernandarias Sayavedra,
vuestro padre os ha vengado,
ca cuerda correr a Ronda
y a los suyos va hablando:
-El mi hijo Hernandarias
muy mala cuenta me ha dado;
encomendéle a Cañete,
él muerto fuera en el campo.
Nunca quiso mi consejo,
siempre fue mozo liviano,
que por alancear un moro
perdiera cualquier estado.
Siempre esperé su muerte
en verle tan voluntario,
mas hoy los moros de Ronda
conocerán que le amo.
A Gonzalo de Aguilar
en celada le han dejado.
Viniendo a vista de Ronda,
los moros salen al campo.
Hernandarias dio una vuelta
con ardid muy concertado,
y Gonzalo de Aguilar
sale a ellos denodado,
blandeando la su lanza
iba diciendo: -¡Santiago,
a ellos, que no son nada,
hoy venguemos a Fernando!
Murió allí Juan Delgadillo
con hartos buenos cristianos;
mas por las puertas de Ronda
los moros iban entrando,
venticinco traía presos,
trescientos moros mataron,
mas el viejo Hernandarias
no se tuvo por vengado.







 

            Don Gome  las consideraba como cosas normales que pasaban en la frontera,  un vivir como si  fuera un modo de acaparar riquezas con botines  y  raptos de ganados y rellenar los registros de honores. Pero le dijo a su señora:

-Déjame que prosiga hasta la conquista de Granada.

-Pues no te faltan años, deberás bajar a la bodega y en la alacena  a traerte nuevos legajos.

-Por ahora puedo seguir el hilo.

            Y miró la portada del año  1585, Sus primeros -titulares versaban sobre las revueltas y la división entre los moros de Granda, en concreto entre Boabdil y su tío.  Se detuvo en  la toma de Almería por el hermano del rey y  en una tala del Conde de Cabra  que pasó por Alcalá la Real, a través de las Ventas del Carrizal y el Cerro de las Ginetes. No le interesó mucho un apartado sobre los corregidores que habían llevado a cabo la reina para controlar los desmanes de los nuevos pobladores de los pueblos.  Pues, había tenido tantos conflictos con la usurpación de tantos reinos por parte de aquellos descendientes de los conquistadores de la ciudad, se habían comido la mayor parte de la tierra roturando campos, montes y valles sin control alguno. Y habían llegado hasta la muerte del corregidor alcalaíno Bartolomé de Santacruz. No quería saber nada de este tema, pues todavía coleaba el asunto. Su interés radicaba en darle en cara a su esposa con las conquistas de los reyes insinuando que ellas, los Muños intervinieron con sus armas y eran más  famosos que sus antepasados. Primero se fijó  en la preparación que hizo la reina con las tropas desde la ciudad de Córdoba y  enumeraba todos los grandes capitanes y alzaba la voz cuando manifestaba  el duque de Plasencia o algún noble de Medellín, ciudades cercanas a Albuera. Citaba una conquista y, al instante, se intercambiaban  versos que corrían por los rincones de Andalucía. Citó la conquista de Coin,  Benamaquez y Cartama. Y le dijo Isabel:

-Ah, la de la  Historia de Abindarraez y  Jarifa. Te recito:

En Granada fui nacido,
 
De una mora de valía
 
Y en Cártama fui criado
 
Por triste ventura mía.
 
Tengo dentro de Coín
 
Las cosas que más quería
 
Que es mi bien y mi señora
 
La muy graciosa  Jarifa.

-Isabel, nada tiene  que ver con la conquista de esta villa, esto es anterior. No nos enredamos a tiempos de los Zegíres y los Abencerrajes. Déjame, dejame con mis papeles.

Don Gome siguió repasando registros: la toma de de Ronda y pueblos de alrededor y la ciudad de Marbella.

Bajó la bodega  para recoger  un nuevo paquete de legajos mientras recitaba el romance de amor de Abindaraez y Jarifa. Hablar del amor lo volvía loco. ,

 1) Estas ramas de los Muñoz se lo debo a Manuel Hidalgo Pérez, que editará próximamente un artículos sobre varias familias hidalgas alcalaías. Gracias por su gentileza.

1 comentario:

  1. Gracias a usted por éste magnífico blog lleno de multitud de crónicas, datos y episodios históricos, tan interesantes para los apasionados de nuestra historia local y que, con asiduidad y constancia, mantiene actualizado.

    Un abrazo.

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