Siempre la fiesta del
Corpus tuvo una relevancia especial en los pueblos del Sur. Desde la
participación de todas las cofradías, la presencia de los diablillos, la escenificación
de autos en tablados y los recitados hasta la intervención de danzas caracterizó
el desarrollo de la festividad sacramental. Hemos podido comprobar todos estos
aspectos en mi artículo de Toro de Caña El ocio de la vida cotidiana de los siglos XVI y XVIII. Pero, no caímos
en la cuenta de algunos aspectos participativos ni organizativos de las danzas.
Este es el caso del Castillo de Locubín. Por un documento ante Juan Bautista Cano
de once de mayo de 1617, se han podido encontrar varias danzas que realizaban los
vecinos castilleros en esta fiesta, e incluso la capacidad para desarrollarlas
en otros pueblos distintos de la abadía. Se denominaba popularmente como PUENTE DE SEGOVIA, y debió ser una
danza de zancos, pañuelos y paloteo. Se comprometían a contratarlas para las
fiestas del Corpus y el Domingo de la Octava de ese año en la villa de Martos, mediante el contrato
firmado con su comisario de fiestas Francisco de Santiago. Los danzantes Gabriel del
Salto, Juan de Extremera, Juan de Aguayo, Diego de Basco, Juan de Abril, Juan Jiménez,
Miguel de Almirón ,Martín de Sánchez y el carpintero Francisco
de Aguayo, como principales y Bartolomé
Romero como su fiador; se obligaban
proporcionar y realizar desde las ropas hssta todo lo que fuera necesario para estos días festivos y cobraban con el
precio de 30 ducados, adelantando 130 reales.
Por la misma fecha firmaba, con las mismas cantidades
y el mismo comisario marteño, otra escritura y en las mismas condiciones contratando con varios vecinos del
Castillo la DANZA DE LOS NEGROS, una
danza étnica. Lo hacía con Juan del Salto, Juan Berrueco y Juan de Aranda, Andrés
del Salto su fiador, Pedro Marcos y Bartolomé Romero, en nombre de Pedro Cobo y
Juan del Fresno.
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