Parece como
si viviéramos el momento final de un
apocalipsis mundial. Asistimos a un triste espectáculo, en el que todos los
personajes principales de una tragedia griega se han hecho realidad en este tiempo; y, para colmo de males, la
trama e intriga de los acontecimientos que
presenciamos no pueden quedarse atrás a la que vivieron los antiguos
atenienses en muchos momentos de su historia. Para colmo de males, no se
afronta con los mismos sentimientos
porque la evasión de aquellos
tiempos, o, más bien la catarsis clásica radicaba en que el celestial mundo del
Olimpo andaba revuelto entre unos dioses sumamente pasionales y los humanos
eran, más o menos, marionetas de la acción dramática de aquellos dioses, que
lograban al final de su drama la
purificación colectiva de aquel pueblo.
Pero, ahora
corren malos tiempos con la crisis que no se va ni aunque se le apliquen los plaguicidas más
poderosos del mundo de la química, las
medidas más radicales que puedan arbitrarse. Pues los dioses actuales no son deidades sino que son frutos de los hombres e
instituciones de carne y hueso: a Hermes
le ha sustituido sin paliativo alguno Don Dinero; a Plutón, dios de los
infiernos y de la riqueza, le ha
usurpado el sitio el Capital; y Penia,
la personificación de la pobreza y la necesidad, la más odiada y marginada por
todos los helenos, se ha extendido por
muchos rincones del mundo, desarrollando la nefasta palabra de la
Exclusión Social en muchas familias que no encuentran ni el
mínimo sustento para vivir.
Parece como
si nos hubiéramos quedado en el aspecto más trágico del teatro griego y no
quisiéramos embaucarnos o comprometernos
en plasmar otros mitos más cercanos a la comedia, el teatro auténtico de la vida en medio de una sociedad feliz, de modo que hemos abandonado, de la noche a la mañana, las premisas de la sociedad del bienestar para
todos. Tristemente , parece como si los directores de este teatro universal
dirigieran los hilos de la escena conduciendo a las personas a la desesperanza.
Se multiplican por doquier los dioses del infortunio y la desgracia, y como setas, nos rodean las compañeras de
Penia: la diosa Aporia, que no es sino la reencarnación de la suma "dificultad" para conseguir
acuerdos y consensos; la Amekhania , el desamparo , crudo y duro, por el que pasan muchas personas ante la
mirada pasiva de los poderosos; y la Ptokhenia. que conduce
a la "mendicidad" real de los pobres o la larvada en las reformas
abusivas de las relaciones laborales.
En una
sociedad tan laica, y la mayoría de las
veces tan hipócrita a la hora de
ejecutar los principios y creencias, suena a musical celestial estas citas
bíblicas " Al que recogía mucho, no
le sobraba; y, al que recogía poco. no
le faltaba" . Pues esta frase parece una incongruencia o la exposición del mundo al revés, y, sin embargo,
es una receta paulina con la que, con su aplicación, se alcanzaría la igualdad universal y se superaría esta tragedia de fondo griego,
porque la abundancia de unos pocos ( por cierto un pequeño tanto por ciento de
toda la humanidad ) podría remediar la pobreza mundial y , de
esta manera se conseguiría la igualdad.
Se
necesitan nuevos parámetros para emprender un nuevo mundo. Pues, a estas altura
no es de extrañar que se repita la tragedia griega en otras muchas ocasiones y
momentos que vamos a vivir; además, ante
nuestras mismas narices y presencia, es
una pura y cruda realidad este paisaje de mucha gentes: familias que no pueden
pagar ni la luz ni el agua ni el butano
y viven del alimento caritativo; personas
que no tienen ni un euro para arreglar un simple trámite burocrático; niños que quedan sin una vacuna preventiva; jóvenes
que deben emigrar a otras tierras, víctimas del cruel azote del paro juvenil en
nuestras tierras...
Parece que
vivimos los resultados de aquella fiesta
de Afrodita, diosa de el Amor, más bien
de la ficticia felicidad, y, somos víctimas de un matrimonio circunstancial de
su convite, el de Penia
( la Pobreza ) que se casó
con Poros ( la oportunidad y el ingenio) . Y ha engendrado un pequeño dios, eros, ese mundo feliz que
ilusoriamente hemos disfrutado y que ,
por otro lado , tenía encerrado otro ser que atentaba contra el bienestar y la
prosperidad. Se reclama la venida de Plutón, pero no el de los muertos sino el
de la riqueza o prosperidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario