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jueves, 10 de octubre de 2024

OCTUBRE, MES DE LA VENDIMIA

 







Si nos remontáramos a siglos pasados, los días del mes de octubre alcalaíno olían al espeso olor de mosto en todos los rincones de la ciudad de la Mota. Desde los lagares de la ciudad a los de los cortijos y casas de las viñas extendidas por todo el territorio de aquella abadía, en la que la vid ocupaba el lugar del olivo. Era una fuente de riqueza alcalaína que se exportaba a otros lares con sus variantes de vinos( torrontés, albiño, albariño, tinto, de estrujón, y de yema, o de todos los vidueños). Competía con otros vinos de tierras cordobesas y se expandía su mercado en muchas ciudades andaluzas, sobre todo de Granada, Málaga, y Jaén) gracias a los privilegios reales que les permitía abrir pósitos,  puestos, tiendas y tabernas  para almacenar y hacer transaccionales comerciales.






Quedan testigos que pueden dar testimonio  de las últimas generaciones de aquel emporio vitivinícola que se reflejaba en muchos aspectos de la sociedad alcalaína, ya que recibió un golpe mortal con las medidas contra su producción a partir de mediados del siglo XX. No sólo el vino definía los meses del año, sino que era esencia de este pueblo. El tejido urbano de la ciudad a las faldas de la Mota se  expandía con los hitos de las tabernas y bodegones populares en las calles más importantes de la ciudad y en las aldeas del municipio alcalaíno, creando un clima de relaciones sociales que marcaban a los vecinos. Eran el centro social y de ocio que se ofrecía a los vecinos para completar las horas de juego; el lugar de encuentro para ajustar cuentas o saldar los salarios de las faenas agrícolas y de otros sectores; el puesto de venta o compra, en su caso, de bebidas fundamentales para el alimento humano. Creaban  trama urbana y red social que definía barrios enteros y mantenían en pie muchas viviendas que poco han dejado desangelado el casco antiguo tras su abandono. Crónicas y relatos completos podrían escribirse de aquellas tabernas de Caniles, el Atranque,  o de Callejas, Moruno, o del bodegón de los Muertos o el Noni, así como de otras aldeas que se mantuvieron hasta finales del siglo pasado. En ellas, se vivieron momentos fundamentales de la historia de la España y  hasta fueron la alternativa a los casinos y a las sedes de partidos y sindicatos. Hasta en sus últimos años  pudieron disfrutar de ser el rincón de orgullo gastronómico y de encuentro para el peregrinaje de las distintas tabernas en los encuentros sociales, que ofrecía al visitante una marca virgen el vino del terreno. No es añorar estos tiempos sino rendir un homenaje a estos lugares y a sus propietarios que no han podido ser sustituidos o, más bien, han sido engullidos por la nueva sociedad  anónima de las redes sociales arrastrando, en su deriva, unas nuevas relaciones que deberían haber sido sustituidas por otras que mantuvieran estos rincones.

          Pero, todavía el mes de octubre recuerda a Baco. En muy pocas bodegas tradicionales, yo  en  los rincones de viviendas rurales todavía  se almacena el vino de pequeños predios que se levantan en algunas hazas del campo  para consumo propio.

Las nuevas variedades son fruto de este  fértil suelo de la Sierra Sur de Jaén, comarca que genera además de un extraordinario aceite de oliva virgen extra, grandes caldos dentro del sector vitivinícola. La morfología de la Sierra Sur está marcada por campiña y serranía. Estas  zonas llanas y lomas suaves son protagonistas del olivar, pero también de la tradición vinícola en la comarca se remonta a tiempos muy antiguos, incluso anteriores a la época musulmana y prácticamente desaparecida hasta el inicio de este proyecto en el año 2000. No podía ser menos, ya que La gran diversidad de tipos de suelo, arcillosos, calcáreos y de pizarra, junto con las diferencias de altitud en los cultivos, desde los 950 hasta los 1250 metros en los que se ubican nuestros viñedos, dan como resultado uno de los mejores entornos para el cultivo de la vid. Nueve tipos de uva son cultivados en estas tierras: Tempranillo, Syrah, Merlot, Cabernet Suavignon y Chardonnay además de otras variedades autóctonas como Jaén Blanco y Jaén Negro.

 E, incluso, se ha dado un gran paso con algunas bodegas que lograron hacer presentes  en el enoturismo, comercio y en los vinos de  nuestra tierra. Las bodegas de Marcelino Serrano, desgraciadamente fallecido hace pocos meses, son un testimonio de una persona que creyó y expandió este producto de nuestra tierra, con sus vinos tintos de su mismo nombre,  Mis Raíces Glosa o Privilegio de los Reyes Católicos,  los blancos y rosados de Blanca María.. Los caldos de Campomeno constituyen este importante tronco de un producto que nos identifica y endulza los paladares de muchos vecinos y personas alejadas de nuestra tierra. E, incluso, todavía, se sienten  audaces y emprendedores a renovar sus viñedos, mejorar sus caldos, e, incluso ampliar su mercado. Es el caso de Bodegas Campoameno que ha crecido con  40  nuevas ofertas de vinos. Entre sus vinos  los diversos tipos  de IGP Vino de la Tierra de la Sierra Sur de Jaén,  y  ha añadido  su  tienda con IGP Vinos de la Tierra de Castilla, D.O. La Rioja, D.O. Rueda,  y D.O. Ribera del Duero. El abanico de los tradicionales vinos del Terreno, Frizz, espumosos Matahermosa, Campoameno, Marqués y Alto Campoamenos, se ha ampliado con los  vinos riojanos  Cinco Oros, los manchegos Pulpo, Mar y Luna, El Gallito, La Mona, The Man Eater y Cal y Canto, los  Ribera del Duero y Rueda  la Melendra, y , el varietal Sal de Fiesta.

 

 

 

 

 

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