Gonzalo Cejudo escribía un artículo en forma de relato sobre el teatro. Se había centrado en sus comienzos, sus corrales de comedias, comediantes, medios de transporte y otros aderezos de su entorno. Le llamaban la atención los autores de comedias, que generalmente correspondían con los directores de las compañías de teatro, y frecuentaban los pueblos de la Abadía, tras su paso por ciudades sevillanas y cordobesas, y, en otras ocasiones, procedentes de Granada. Desgajaba la margarita si se había desarrollado por estos lares el mundo teatral dentro de recintos cerrados antes del siglo XVII. Y descubrió, hace unos días, que .en los últimos años del siglo anterior, pasaron autores de comedias que habían interpretado obras de Lope de Vega en el Corral de Comedias de la sede abacial, un recinto relacionado con la Cofradía de la Veracruz. Pero mira por dónde que les vino a sus manos un documento que le adelantaba de nuevo en la llegada de grupos teatrales antes de los años veinte, que los había recogido en un artículo de la revista Toro de Caña.
Le apareció un
comediante con nombre de tradición teatral, Jerónimo de
Calderón. Y comenzó a indagar sobre sus orígenes y su entorno. Se
hallaba en Alcalá la Real, por el mes de junio de 1610, y, hasta ahora, no
aparecían sobre su vida sino otras noticias de un archivo portugués de
la ciudad de Torre do Tombo, en su registro notarial de 7 de febrero de
1614, un contrato para la constitución de su compañía de este
actor. Aún más, en los prolegómenos de este legajo, se declaraba a
Jerónimo natural de Madrid y casado con María Ramírez. El documento daba
unos datos muy interesantes, ya que identificaba a los miembros de su
compañía: su hija María Calderón; Cosme de Salazar; Antonio Rodríguez; Jerónima
de Vargas; Tomás de Rojas; Ginés de Bracamonte; Francisca de Barrio, Juan
Bautista de Villalobos, Francisco de Morales, y Francisco de la Cruz.
En primer lugar, releyó y se fijó en la actriz María Calderón. Y le vino a la mente un curioso personaje que había escuchado en una visita turística a un convento de Madrid: La Calderona, un personaje lleno de intriga y misterio. Recordaba que el guía hacía coincidir con el apodo el nombre de aquella mujer. Había sido amante de Felipe IV y madre de su hijo Juan José de Austria, nacido el 7 de abril de 1629. Pero comentaba que todos los datos sobre su biografía de La Calderona permanecían envueltos en un halo de leyenda; fue la comidilla de la Corte por esta relación amorosa, recogida en sátiras y crónicas de la época.
Dudaba Gonzalo si podía identificar este personaje con María Calderón o
existía otra Calderona, o no era ninguna de las dos, cuando releía una y otra
vez el documento notarial del escribano alcalaíno Alonso Sánchez de Córdoba.
Pues, la mayor parte de los testimonios del siglo XVII la nombraban
simplemente como La Calderona, pero, a fines de
este siglo, la condesa de Aulnoy la identificó con el nombre de María
Calderón. Y lo que no engendraba duda alguna fue el documento, único
e incontestable, de la partida del bautizo de Juan José de Austria, que
tuvo lugar el 21 de abril en la iglesia de San Justo y Pastor de Madrid, donde
ni se mencionan los nombres de los padres, y se cita a un niño con la expresión “hijo de la
tierra”, expósito, los de apellido de la Cruz en muchos lugares, equivalente a
hijo de padres desconocidos.
Pero el nuevo documento alcalaíno le renovó esta
versión , por la falta de credibilidad de las pruebas anteriores, y
comenzó a dudar sobre la identificación de La Calderona con
María Calderón. Y eso que había sido asumida por importantes estudiosos. No
ponía en duda sus conclusiones, pero cuestionaba algunos pasajes que han
contribuido a historia la vida de esta actriz, como Pellicer en el siglo XIX o
Rennert en el siglo XX.
Por eso Gonzalo acudió a a las fuentes directas y
cercanas a los hechos de la Calderona, y recogió los datos de Genealogía,
origen y noticias de los comediantes de España, entre 1700 y 1721,
confiaba en este anónimo autor de elenco de actores, que, en dos
volúmenes, como buen conocedor del mundo teatral, distinguía expresamente entre
dos actrices con apellido Calderón. La que más ases de la baraja tenía en la
mano era la apellidada Calderón, pero más conocida como La
Calderona, y el citado anónimo confesaba “fue
(sin auerse podido aueriguar el nombre ni con quién casó) la madre del Sr. don
Juan de Austria, y luego que parió la puso en un combento de un lugar de la
Alcarria el Rey Phelipe IV en donde murió abadesa, y al tiempo que estava
preñada estubo representando en Valencia”. Pero también, recogía a otra actriz
llamada María Calderón, que según esta fuente sería hermana de La
Calderona, y que fue también célebre actriz y “acauó sus días
miserablemente”.
Aunque el documento alcalaíno se apartaba de la
fecha de las relaciones amorosas entre La Calderona y
Felipe IV en 1627, completó todos los datos de este
acontecimiento que marcó la vida de esta actriz. Y anotó que, cuando debutaba en el teatro de comedias madrileño El
Corral de la Cruz, el rey, asiduo de fiestas y representaciones teatrales, se
encontraba el público y desde el primer momento quedó prendado de la artista.
Algunos aluden que esta había acudido a Palacio para representar
ante el Rey una comedia, con la edad aproximada de dieciséis años. Y no pasó
por alto sobre los rumores de sus anteriores relaciones con Ramiro Núñez
de Guzmán, II duque de Medina de las Torres. Y, en una nota aparte,
escribió que había sido amante, y como fuente de este rumor trajo a
colación esta conocida sátira de la época: “Un fraile, y una Corona, / un
Duque, y un Cartelista / anduvieron en la lista / de la bella Calderota”.
A partir de este momento se vio obligada la Calderona a abandonar
los escenarios en pleno éxito entre algunos incidentes de modo que causó el
enfado de la reina Isabel de Borbón cuando el rey cedió a María un
palco distinguido de la Plaza Mayor de Madrid para asistir a las
festividades y espectáculos. Y la actriz fue puesta en lugar más discreto
de la Plaza, que el pueblo bautizó como «balcón de Marizápalos», otro de los
nombres con los que se la conocía alusivo a uno de sus bailes más famosos.
Pero continuó el hilo de la Calderona y siguiendo
varias fuentes y, como es lógico, la mencionada Genealogía, anotó
que, tras el nacimiento de Juan José de Austria, La
Calderona ingresó de en el convento benedictino de San Juan
Bautista de Valfermoso de las Monjas (Guadalajara), del que, según la
tradición, llegó a ser abadesa.
El documento alcalaíno era un auto judicial en el que
se había presentado, ante el alcalde mayor de Alcalá la Real, el
egabrense Alonso de Cárdenas y Clavijo, licenciado y presbítero de la
ciudad de Cabra, donde se había presentado el comediante Jerónimo de Calderón .
Debía allí realizar algina función teatral, pues pernoctó en la ciudad, donde
Jerónimo entró a la casa del cura y, según las declaraciones de este,
estupró y raptó, a su criada Isabel de Cárdenas; incluso le robó 50
ducados. Curiosamente, el nacimiento de esta niña coincidía con el de la
Calderona en 1611, más tarde en Madrid. Y no es de extrañar que se forjara otra
leyenda con la de María Inés Calderón, una niña expósita
que había aparecido en las puertas de la casa de Juan Calderón, hombre
vinculado al mundo del teatro, quien la adoptó como propia, allá por el año
1611. Pero, los datos de esta relación amorosa se explicitaron en el documento alcalaíno,
donde dieron fe otro presbítero de Cabra Gaspar de Montenero y el vecino
egabrense Juan de Ahabastrro, Lo curioso del acontecimiento en el que se insiste
en la acción de estupro y se constata que se hallaba preso en la cárcel
alcalaína el comediante Gerónimo Calderón. Al poner manos el alcalde mayor Licenciado
Meneses, se requería que se le devolviera a la cárcel de Cabra; pero ya pasado
un tiempo se consideró que se le pagaran 200 reales de costos del pleito y
zanjar el asunto de modo que se soltara al comediante. El cura egabrense
acababa el pleito en paz, cobrando los gastos y concediendo perdón a los dos
amantes Isabel de Cárdenas y Jerónimo Calderón
Juan José de Austria nació en la madrileña calle
Leganitos , domicilio de Don Ramiro Núñez, en 1629. Fue
entregado a Magdalena, mujer de origen humilde, que se trasladó con el niño
a León, donde pasó los primeros años de su vida y donde fue confiada su
educación al poeta Luis de Ulloa, gran amigo del conde-duque de
Olivares. En 1642, el
rey Felipe IV reconoció a don Juan
José de Austria como hijo suyo.
De
los cerca de quince años que fue monja llegó a ser abadesa entre los años 1643 y 1646 año en que murió seguramente la
Calderona.
Cuenta
la leyenda que la Calderona huyó del convento y acabó sus días en la sierra que
lleva su nombre situada al norte de Valencia en el camino de Aragón.
El documento alcalaíno corroboraba que su vida
profesional de La Calderona se truncó prematuramente por
el nacimiento de este hijo. Pero ya era famosa, porque el mismísimo Lope de
Vega se refería a ella, por medio de una carta a Luis Fernández de Córdoba y
Cardona, VI duque de Sessa, en la que participaba, en junio de 1628, en
la representación de los autos del Corpus de Madrid, junto con la famosa actriz
María de Córdoba, más conocida como Amarilis. Lo que no
apoyaba y fue lo que Gonzalo Cejudo escuchó por primera vez en Madrid
sobre esta actriz, era la existencia de un retrato de La
Calderona. No olvidaba a aquel guía atrevido que relacionaba, sin fundamento,
su imagen con un retrato de una dama peinándose, conservado en el convento de las
Descalzas Reales de Madrid.
Sobre
la coincidencia de la Calderona con su hermana Juana, cantante y
actriz, a la que también se le atribuía relación con el rey Felipe IV, el documento
alcalaíno tampoco refiere nada de esta leyenda
basada en el gremio de actores: certifica la muerte de la actriz María Calderón
en Madrid en 1678 y de las limosnas que le pagó el gremio los últimos años en
los que vivió en la pobreza. Por lo que se cree que La Calderona, la que había
tenido un hijo con el rey y había sido monja no era María Calderón, sino su
hermana Juana (de María dicen, “la hermana de La Calderona. María acabó en un
convento en Guadalajara y Juana (la Calderona) enviudó dos veces y debido
seguramente a un ictus, le quedó paralizada una parte del cuerpo no pudiendo
volver a trabajar como actriz. Acabó viviendo en la indigencia y en el olvido
en Madrid.
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AHPJ. Legajo 4949. Folio. 108. Alonso Sánchez de Córdoba,
F. Lope de Vega, Epistolario, ed. de A. González de
Amezúa, Madrid, Real Academia Española, 1935-1943, 4 vols.
A. González de Amezúa, “Unas notas
sobre la Calderona”, en VV. AA., Estudios Hispánicos. Homenaje a
Archer M. Huntington, Wellesley (Massachusetts), Spanish
Department-Welleslley College, 1952, págs. 14-37;
A. Rennert, The Spanish
Stage in the time of Lope de Vega, New York, The Hispanic Society of
America, 1963; N. D. Shergold y J. E. Varey (eds.)
Genealogía, origen y noticias de los comediantes de España, London,
Tamesis Books, 1985 (col. Fuentes para la Historia del Teatro en España, vol.
II)
M. C. d’Aulnoy, Relación del
viaje de España, ed. y trad. de P. Blanco y M. A. Vega, Madrid,
Cátedra, 2000;
T. Ferrer Valls (dir.), Diccionario biográfico de actores del
teatro clásico español, Kassel, Reichenberger Ediciones, 2008.
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