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miércoles, 5 de junio de 2019

LOS ÚLTIMOS AÑOS DE LA VIDA DE PABLO DE ROJAS


Capítulo aparte y difícil de investigar es la gran gama de obras que debió contratar para los pueblos de la provincia granadina y otros lugares de la Andalucía Oriental. Está constatada su presencia artística, al menos en obras atribuidas, en Priego, en Lucena, en Antequera, Huétor Vega, Albolote,  y pueblos de Almería,                    











    
En los últimos años de su vida, poco a poco, Pablo de Rojas  dio paso a la labor escultórica a su discípulo Bernabé de Gaviria, con el que las iglesias, principalmente las de la provincia, contrataron muchas obras. Este es el caso de la parroquia de Íllora que repite el conocido motivo de la Encarnación. Curiosamente, el hecho de que no se haya podido afianzar la fecha de su fallecimiento hasta hace unos años en torno al 1611, rechazaba algunas atribuciones de los años comprendidos entre el 1608 hasta el 1613. Hoy con toda seguridad podemos asegurar que en 1611 ya había fallecido porque sus sobrinos de Sevilla y de Alcalá acudieron a recoger la herencia de sus bienes distribuida en unos cincuenta ducados a cada uno por esta fecha a Granada. Su viuda doña Ana de Aguilar llevó a cabo la partición de bienes y el reparto de la herencia entre todos sus sobrinos que acudieron a Granada y entre los residentes en ella, que provenían en su mayor parte de sus cuñads  Melchor y Nicolás.
 Por eso, un nuevo replanteamiento nos permite reconsiderar muchas obras atribuidas a su discípulo Bernabé de Gabiria como la de los doce apóstoles de los intercolumnios de la girola de la catedral de Granada, realizados entre los años 1612 y 1614: Pues deben ser atribuidos al discípulo anteriormente mencionado, a Martín de Aranda y Alonso de Mena, como lo hicieron algunos críticos, sin olvidar lo que manifestaron  otros, que, sin embargo, ya intuían los trazos de la impronta artística de Pablo de Rojas,- como Gallego Burín en la figura de San Juan Bautista asemejándola a la de la parroquia del Zaidín-, o la crítica de María Elena Gómez Moreno que hacía tan importante dicha obra, que por sí sola revalorizaba a Bernabé de Gaviria. Por ello, compartimos el criterio de Domingo Sánchez Mesa que debió ser una obra de Gaviria, aunque Pablo de Rojas debió intervenir dando modelos o trabajando algunos de ellos, pues le ocurrió el momento del fallecimiento. Y nos apoyamos en la amplitud de volúmenes y desenvoltura de composición de las obras, lo que hoy día se ha ratificado en recientes publicaciones coordinadas por el profesor Lázaro Gila Medina.
En algunas imágenes, sobre todo, los crucificados se percibe, al final de su vida, una evolución hacia un modelado más naturalista, sin corona y más expresivo y dramático que el de la Catedral de Granada. Claro representante de esta nueva variante son los crucificados atribuidos de la antigua parroquia del Corpus Christi y el del Sagrario ( sin embargo, este último recientmente se le atribuye a Gaviria). Incluso sus discípulos han asimilado este sentimiento trágico de concebir la imagen del Crucificado como el del Convento de los Ángeles. Recientemente, algunos autores le atribuyen el Cristo de la Salud, en la que participó en la policomía su sobrino Pedro de Raxis. Con estas palabras desvela esta obra anónima y desconocida el profesor Antonio Pérez Pineda:

"La obra se corresponde a una etapa evolutiva de Rojas, en la que los rasgos de inflexión que caracterizan la tipología reconocida de su estilo, acaban serenándose y haciéndose más equilibrados....la armoniosa encarnadura del desnudo, resulta en los pálidos matices más característicos de la paleta de Pedro de Raxis, el Viejo, responsable de aplicar estofa a todas las esculturas del tallista alcalaíno( Pablo de Rojas) es uno de los factores más distintivos y subyugantes de la presente pieza”.


Entre sus epígonos, muchos críticos consideran a Alonso de Mena como continuador de sus tipos de modo que su huella se manifiesta en muchos temas. El profesor Bernales, incluso, refiere que debería haber contactado con él algunos meses. Hoy día pude asegurarse que los últimos años del maestro coincidieron con los del discípulo, pues hay que tener en cuenta que Alonso de Mena nació en 1587, de familia de un tipógrafo granadino que evidentemente lo puso  en contacto con Pablo de Rojas que no murió hasta el 1611 Precismmente estos años fueron esenciales para su aprendizaje de Mena  hasta que en 1604 probablemente estuvo con Andrés de Ocampo, pues desde los diez  frecuentó otro taller que compartió obras de Pablo que era del de Martín de Aranda.   Sin embargo, en este mundo tan interrelacionado de artistas, no es de extrañar que se compartieran ideas y talleres a la hora de realizar obras mancomunadas hasta tal punto que sus discípulos fácilmente convivieron  unos con otros, cosa que nos hace comprensible que figuras del Crucificado como la de la sacristía de la Catedral de Granada se le haya atribuido a Martínez Montañés, cuando, de todos, es sabida la huella de los hermanos García, que a su vez se verían influenciados por la gubia pablesca.
Todos ellos, miembros de la escuela granadina, - Pablo de Rojas, los hermanos García, Bernabé de Gaviria y Alonso de Mena, representan una primera etapa protobarroca con la que aún perviven propuestas formales del manierismo bajorrenacentista y en la que estos imagineros inician la escala del naturalismo. En Sevilla, con Juan Martínez Montañés, el discípulo de Pablo de Rojas, se consiguen las cotas principales de este impresionante naturalismo basado en una formación romanista y en su herencia clásica.





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