Archivo del blog

viernes, 4 de agosto de 2023

MAXIMILIANO DE AUSTRIA EN LA REVISTA HISTORIA Y LA ESCALERA DE GINÉS MARTÍNEZ DE ARANDA

 

LA LÁPIDA DE MAXIMILIANO DE AUSTRIA

Se han hecho anteriores publicaciones sobre la biografía y figura, incluso la lápida de Maximiliano de Austria. Entre ellas la de Carmen Juan, Ester Dabán y Ana Goiz[1], la presenta publicación no pretende sino una serie de digresiones  basándonos en la lápida, que se encuentra colgada en las paredes del claustro de la catedral  de Santiago de Compostela. Y, a ello añadimos las relaciones con el  maestro de obras Ginés Martínez de Aranda que le acompañó en su etapa de la abadía de Alcalá la Real, y en  su gobierno de los obispados de Cádiz, Segovia y Santiago de Compostela.

UBICACIÓN DE LA SEPULTURA Y LA  LÁPIDA

El lugar que señaló el Cabildo para la sepultura de Maximiliano de Austria   se ubicó  entre el Coro y el Presbiterio, a continuación de los arzobispos Gaspar Avalos de la Cueva (1542-1545), Cristóbal Fernández Valtodano (1570-1572) y Juan de Yermo (Liermo) y Hermosa (1582-1584) (también arzobispo de Mondoñedo):   a seguida de las de D. Gaspar de Abales, D. Cristóbal Fernández de Valtodano y D. Juan del Yermo”.

 

DESPCRI`PCIÓN DE LA LÁPIDA

 

Su féretro se cubrió con una lápida de bronce, que la calificaron los  cronistas “Cubrióse la huesa con una magnífica lámina de bronce”, que fue realizada en enero de 1616  por  el broncista Bruvellue. Se compone del  escudo esculpido en bajo relieve  con sus  cuarteles  donde aparecen en el primero  y cuarto   las tres barras horizontales y en los segundo y tercero  dos leones rampantes, además de la corona y la cruz, orlado con el capelo de arcipreste. En muy mal estado, pues debido a sufrir el deterioro del paso  de personas sobre ella  en el culto  no quedan impresas ningunas de los relieves. En su orla, se cierra  el escudo con una cenefa donde se grabó de realce la siguiente inscripción:

 

 MAXIMILIANUS AB AUSTRIA, MAXIMILIANI ROMANORUM IMPERATORIS EX FILIO NEPOS, HUÍUS COMPOSTELLANAE ECCLESIAE ARCHIEPISCOPUS, SUAEQUE IMMUNITATIS AC PATRIMONII ACERRIMUS DEFENSOR AC RESTITUTOR, CLARUS lVSTITIA ET CHARITATE. OBIIT KLS. lULII 1614

y en la parte central la esquela :

 MORS SCEPTRA LIGONIBUS AEQUAT´

Su traducción:

 

MAXIMILIANO DE AUSTRIA, NIETO DEL HIJO DEL EMPERADOR DE LOS ROMANOS, ARZOBISPO DE  ESTA IGLESIA COMPÒSTELANA,  ACÉRRIMO DEFENSOR DE SU INMUNIDAD Y DE SU PATRIMONIO, FAMOSO POR LA JUSTICIA Y CARIDAD, MURIÓ EL UNO DE JULIO DE 1614. 

LA MUERTE IGUALA LOS CETROS  CON  LAS AZADAS 

 

 

MORS SCEPTRA LIGONIBUS AEQUAT´

 

 

El emblema de la “mors sceptra ligonibus aequat” pertenece a la obra al capítulo 139 de De norte [Col. 1442B]" de  la obra Carmina miscellanea, tam sacra quam moralia, sive libellus qui dicitur floridus aspectus, . escrita por Hildebertus Cenomanensis. Texto concreto : MORS SCEPTRA LIGONIBUS AEQUAT, recogido por s: Petrus Blesensis, Epistulae, 169 [Col. 0464D] Petrus Blesensis, Epistulae, 178 [Col. 0472B]  y Petrus Blesensis, Epistulae, 207 [Col. 0489B]. El autor expresa con esta divisa la igualdad entre todos los hombres después de muertos, y se la dirige a aquellos hombres ricos que consideran que los pobres no son dignos de mirarlos; considera también que los reyes y príncipes deberían tenerla siempre delante de sus ojos para vivir bien. Suele ir acompañada de un grabado en el que  sobre un montículo  descansan, cruzados en "X", un cetro y una azada sobre los que aparece, suspendida en el aire, una calavera.

La imagen del cetro y la azada unidos bajo la calavera nos recuerdan que la muerte iguala a ricos y pobres; constituye un aviso contra los hombres ricos desavisados que, olvidando el poder igualatorio de la muerte, desprecian a los pobres. Diversa ornamentación de flores y hojarascas envuelven el escudo. En un extremo de una flor del tercio bajo aparece la firma del autor Fecit in anno 1616  F. L Bruvellue.

 

EPITAFIO SOBRE  SUS TÍTULOS

, MAXIMILIANI ROMANORUM IMPERATORIS EX FILIO NEPOS,

En cuanto el epitafio, se puede n distinguir dos partes, la biográfica de su cargo eclesiástico de la parte laudatoria  que ensalza  sus virtudes. Partimos de los textos del canónigo  Antonio López Ferreiro[2] Historia de Historia de la S.A.M. Iglesia de Santiago de Compostela, en su tomo VIII.  De la primera se define nieto del emperador, y en palabras del autor de la Iglesia Compostelana, podemos recoger esta digresión referente a esta primera frase tan frecuente en las epigrafías latinas:” nieto del Emperador de Alemania, Maximiliano II, e hijo del Archiduque Leopoldo, que lo había tenido en una señora catalana, D/ Marina Ferrer. Nació nuestro arzobispo en Jaén el 13 de noviembre de 1555. Encargose de su crianza y educación el Rey Felipe II; y para ello le puso en Alcalá de Henares, dándole por ayo a Juan de la Serna y por maestro en letras y costumbres al Doctor Palacios, capellán de los Reyes nuevos de Toledo. Su padre, el Archiduque Leopoldo, le había comprado para su sustento la villa de Fuenteovejuna; pero Felipe II la incorporó en la Real corona, y, en compensación, le consiguió una pensión de dos mil ducados sobre las Mitras de Jaén y Córdoba. Según el Cardenal Hoyo, en la nota biográfica conque encabezó su Acta de Visita, en un principio se le dedicó a la carrera de las armas, en la cual llegó a hacer grandes progresos, que llegaron a infundir recelos en el ánimo de Felipe II. Según Hoyo, el prudente Monarca envió personas que espiasen la capacidad Acaso de esta época data el gran arsenal de armas de todas clases que poseía D. Maximiliano. De él hizo donación en el año 1604 a D. Antonio Urano Uaclis y a su esposa D.-' Magdalena Esberta o Esbelta.
HUÍUS COMPOSTELLANAE ECCLESIAE ARCHIEPISCOPUS

En cuanto su carrera eclesiástica, solo se cita en la lápida su cargo de arzobispo de Santiago, pero, siguiendo al mismo autor de la historia compostelana: y aptitudes del joven alumno, y viendo que éstas sobresalían en gran manera de lo ordinario, procuró dar otro rumbo a su carrera, inclinándole a la eclesiástica. Hoyo añade que D. Maximiliano «era meritísimo, no sólo de las dignidades que tuvo, sino de ser Emperador y Señor de muchos imperios y Reinos.» Indudablemente en esto puede haber mucho de exageración; pues el Cardenal Hoyo era uno de los más íntimos familiares del arzobispo. Lo cierto es que en el año 1582 Felipe II lo presentó para la Abadía de Alcalá la Real, y en el año 1596 lo propuso para la Iglesia de Cádiz, considerando sin duda que era muy capaz para reparar los estragos y ruinas que en dicha ciudad acababan de hacer los ingleses. Vacante en el año 1601 el Obispado de Segovia, propuso el Rey Felipe III la traslación de Don Maximiliano a esta Sede, la cual traslación no fue más que un paso para la Iglesia de Santiago. En 4 de diciembre de 1602 fue presentado para la Sede Compostelana; y confirmada la gracia por Clemente VIII en 21 de abril de 1603, por poder tomó posesión en su nombre el Cardenal mayor Dr. D. Antonio Rodríguez el 22 de Austria. Pasó después a Pontevedra, en donde se detuvo hasta mediados de septiembre. Entretanto en Santiago se iban haciendo los preparativos para el recibimiento. En 29 de Julio acordó el Cabildo «que el fabriquero la noche que viniese Su Ilustrísima haga encender luminarias en las torres como se acostumbra, cohetes y algunas invenciones de fuegos.» El 11 de agosto se hizo una información acerca de la forma que solía guardarse en el recibimiento de los Prelados y acerca del lugar que correspondía a los Regidores. En 16 de agosto se dispuso que todos los Canónigos fuesen a recibir al arzobispo «en sus muías bien aderezadas y que se repartiesen 200 ducados de Inter presentes.» El 17 de septiembre se ordenó que al recibir a Su Ilustrísima fuesen delante los Prebendados más dignos y antiguos, y que hiciese el razonamiento, en nombre del Cabildo, el Vicario del Deán, Canónigo Vibero. El 8 de febrero de 1603 había nombrado el Cabildo a los Canónigos Vibero y Polanco para que fuesen a cumplimentar al arzobispo electo. Protestaron contra este acuerdo los Cardenales Landeras, Durana y Barros, pues pretendían que debía de ser nombrado un Dignidad porque así lo exigía la «grandeza de esta Iglesia, una de las más insignes de la Cristiandad» y así se había hecho siempre; y con tanto calor tomaron el asunto, que en marzo siguiente presentaron querella de fuerza contra el Cabildo. Don Maximiliano contestó con una carta afectuosísima, fechada en Segovia, a la enhorabuena del Cabildo< En 14 de Julio el Cabildo había nombrado al Maestrescuela Doctor Aldana y al Canónigo D. Lope de Mendoza para que fuesen a cumplimentarle.  Hizo su entrada el 18 de Septiembre; «se humilló con ambas rodillas viniendo de camino ante el altar de la Santísima Trinidad, que está a la puerta del Obradoiro, y el Cardenal Durana le tomó juramento de guardar y cumplir las constituciones, estatutos, concordias, loables costumbres, privilegios y exenciones de esta Santa Iglesia

SOBRE SUS VIRTUDES

 SUAEQUE IMMUNITATIS AC PATRIMONII ACERRIMUS DEFENSOR AC RESTITUTOR

INMUNITATIS DEFENSOR

Destaca su tratadista que era; Afanoso por dar comienzo al ejercicio de su alto ministerio, a fines de mayo de 1604 trató de convocar Sínodo diocesano. En 31 de dicho mes nombró el Cabildo al Cardenal Acuña, a los Doctores Villafañe y Andrés Sánchez y al licenciado Sanz del Castillo «para que asistan con su Señoría Ilustrísima a tratar de las cosas tocantes al Sínodo. Y  lo data el principio de los archivos parroquiales en este Arzobispado. Entre las visitas de 1604, a principios de octubre, la Catedral  con la presentación de los libros de  las Actas Capitulares, en 17 de septiembre el arzobispo con  la apertura del busto-relicario de Santiago Alfeo para tocar unos rosarios que había enviado la Reina Doña Margarita. Maximiliano celebró  también Sínodo en Zamora en Noviembre de 1611. Visitó la Diócesis en 1607, y publicó varios mandatos, entre ellos el de «que los escribanos no hagan notificaciones en la Iglesia durante la Misa de que todos los domingos del año que el Rector saliere a la ofrenda le vayan a besar la mano los feligreses, según es costumbre de todo este arzobispado sopeña de cuatro es. y excomunión mayor”.  El arzobispo conservó su inmunidad  ordenando en las pretensiones de asientos en la Capilla mayor y, a  petición del Fiscal eclesiástico publicó edictos para que si alguna persona se creyese con derecho a poner sillas y estrados en la Capilla Mayor compareciese dentro de seis días, y se le oiría y haría justicia. E instituyó el juzgado de libertades e inmunidades eclesiásticas, que confió al Dr. Filgueira.  Y  el Juez proveyó un auto por el que se prohibía bajo censuras el poner sillas, almohadas o estrados en la Capilla mayor. A su vez la Audiencia puso Juez en la ciudad de Santiago, desterró al Doctor Filgueira, y el Aguacil mayor desde el 3 al 7 de agosto embargó bienes del arzobispo por valor de 1.400 ducados. Llegadas las cosas a este punto, D. Maximiliano juzgó que estaba en el caso de poner en conocimiento del Rey, todo lo que pasaba, y pedirle personalmente que hiciese justicia. Nuestro arzobispo halló muy afable acogida en el Rey D. Felipe III, que le dispensó grandes atenciones, Y a mediados de febrero del mismo año 1607 ya pudo escribir al Cabildo anunciándole «el buen suceso de los negocios que lo habían llevado a la Corte, y el despacho de la Provisión que en razón de esto se libró. ». También   Maximiliano en la Chancillería de Valladolid obtuvo del mismo Tribunal en grado de revista la revocación de la sentencia contra la Iglesia. En sesión capitular de 25 de diciembre de 1612 se leyó una carta del Prelado en que daba cuenta «del buen suceso del pleito de Valladolid sobre los Votos

RESTITUTOR PATRIMONII

. El 19 de enero de 1613 ya se hallaba de vuelta en Santiago el arzobispo D. Maximiliano: y el Cabildo para testimoniarle su gratitud, en sesión de 13 de abril acordó instituir a su intención una fiesta y un aniversario. La fiesta que se instituyó fue la de San Bricio, cuyo cuerpo D. Maximiliano había donado a la Iglesia. Nuestro arzobispo fue gran protector de la Orden de San Francisco. Reedificó y dotó el Convento franciscano de San Simón que habían saqueado y destruido los ingleses el año 1584. En agradecimiento la lo nombró Patrono de este Convento ; mas en su testamento quiso dejar libres al Padre Guardián y Religiosos de las trabas que pudiera ocasionarles tal patronato. Al Convento de San Francisco de Santiago «ayudó como dice Gil González, con larga mano con que pudo edificar su claustro en la forma que hoy se goza».

En el año 1611 reedificó y ensanchó el hospitalillo de Santa María Salomé, que se había arruinado. Acerca de esta obra, dice el Visitador Hoyo: «Habiéndose caído una noche (el hospital), el Limosnero de D. Maximiliano le levantó, le engrandeció y dispuso para recoger los muchachos y muchachas que de noche quedaban por las calles llorando, en lo que gastó 1.300 ducados

Notabase en Santiago la falta de un Seminario fundado según la intención del Santo Concilio de Trento. al ordenar que en cada Diócesis se estableciese un centro de enseñanza eclesiástica. Gestiones que debieron de quedar sin efecto, acaso por el hambre que luego sobrevino, y por las grandes cantidades con que tuvo que contribuir el Estado eclesiástico para el sostenimiento de la Armada en Galicia.

 CLARUS lVSTITIA

 El año 1614 el Cabildo compostelano mereció ser una de las Corporaciones que fueron consultadas acerca de un negocio gravísimo de Estado, la expulsión de los Moriscos. «En este Cabildo —se lee en el Acta capitular de 27 de mayo de 1614— los dichos señores nombraron a los Sres. D. Luis Enríquez de Castro, Chantre, y al Sr. Dr. Villafañe para que digan a su Señoría Ilustrísima lo que al Cabildo parece sobre la consulta de Su Majestad sobre la expulsión de los Moriscos.»

PATRIMONII

Varias obras de consideración se emprendieron entonces en la Catedral; pero las principales fueron: el coro actual, la escalinata del Obradoiro, la Puerta Santa, y las escaleras y allanamiento de la plaza de la Quintana. En septiembre de 1603 se adoptó definitivamente la traza que debía llevar el cerramiento del Coro, el cual debía alargarse por la parte de atrás casi un intercolumnio. La obra nada tiene de estética; un murallón interrumpido de trecho en trecho por arcos, por pilastras estriadas y por ventanas ciegas y hasta con su correspondiente cornisón.. En 28 de enero de 1604 se acordó, «que se prosiga la obra del Coro y que se empiece a sentar la piedra del trascoro, y que esto se haga pronto, y se acabe y asiente el Coro para que el Sr. arzobispo y Cabildo no estén fuera de él.» En el cerramiento del trascoro se hicieron tres arcos ciegos; en el del centro, que era donde antes estaba la puerta principal del Coro, se colocó el altar de San Jorge. El encargado de estas obras fue el maestro Ginés Rodríguez, a quien el Cabildo había nombrado en 17 de noviembre, en lugar de Gaspar de Arce, que había sido despedido. Sin embargo, fue de nuevo admitido en Abril de 1606-

GINÉS MARTÍNEZ DE ARANDA

El historiador le llama de esta manera a Ginés Martínez de Aranda, que desde los años ochenta del siglo XVI a estuvo ligado a Maximiliano de Austria, que incorporó de nuevo como maestro de obras en los primeros años de su estancia en Santiago de Compostela. Es ilustrativo un primer testamento recogido de los archivos alcalaínos que recoge el intermedio entre el periodo episcopal. De la obra de Ginés desde su acompañamiento a Maximiliano a Cadiz, su breve estancia entre el Castillo de Locubín y Alcalá la Real antes del obispado de Segovia[3]. No se le olvidaba que había dejado en una arquilla a un criado del obispo de Cádiz, don Maximiliano, una ropa y camisa. Lo redactaron, estando enfermo de cuerpo, pero sano de alma(entendimiento), y declarándose maestro mayor de obras de la ciudad de la Mota y vecino de ella como Ginés Martínez de Aranda. Tras la fórmula de rigor de testimoniar con fórmula simple sus creencias católicas, inicia una serie de mandas, que aportan los datos biográficos. Nos descubre datos muy interesantes de su biografía tras su estancia desde 1595 en Cádiz con el abad Maximiliano de Austria. Ya comenzaba a invertir en ganancias y adquirir tierras y bienes, entre ellos una alameda de Jerónimo Nava en la Ribera del Nacimiento del Río del Castillo de Locubín por la cantidad de diez ducados. Pero resulta muy interesante para conocer las obras de esta etapa del maestro de obras baezano y asentado en las tierras de la abadía de Alcalá la Real (Castillo y Alcalá).Citaba a sus hermanos Juan y Francisco, a los que dejaba unos vestidos de paño, uno vellorí y otro ferreruelo.  Como maestro de obras, por la parte civil estaba realizando y le acompañaban Miguel de Bolívar y Bernardo Sánchez el molino del licenciado Carvajal, abogado de la Real Chancillería de Granada, en Alomarte del término de Íllora.. Con Bernardo Bonmar, contrató y construyó un molino con su casa en Milanos de Montefrío de Granada por 150 ducados, y trabajaba en la obra Bastián Pérez.

 

Por la parte religiosa, realizaba una parte de la obra de la ermita de San Bartolomé, que los maestros Miguel de Bolívar y Juan Sánchez habían tasado en 20 ducados, que concedió como limosna para obra de la iglesia. Y también llevaba a cabo el avanzado de la Iglesia Mayor de Alcalá la Real a la parte de la tribuna y torre para ganar "cierto viraje que tenía de más abancamiento en la parte de la capilla mayor, porque con ello se conseguía que la obra quedar más perfecta y más sigura"

 

Su maestría era compartida en obras y enseñanza a aprendices, entre los que cita a Cosme (desde 1595 a ducado y medio al mes), Damián, hijo de Juan López de Elvira (le ajustaba las cuentas que le debía del vestido con la casa de Juan Francés). Este nuevo documento amplia la biografía artística de Ginés desde el punto de vista de la arquitectura civil con la labor de construcción molinera, así como su escuela de cantería y sus colegas. También, se expande su obra por tierras granadinas, aunque sabíamos que había trabajado en la catedral de Granada. Es muy interesante que se rellena la etapa desde que marcha a Cádiz y regresa sin olvidar su labor como maesto mayor de obras de la ciudad de Alcalá la Real, donde se avecina. Tras esta etapa,  marchó a Santiago de Compostela con Maximiliano y se comprometió, donde,  además de viajar a la costa para dictaminar sobre las fortalezas de la mitra, se ocupó de las obras de la Catedral, de la iglesia del monasterio benedictino de San Martín Pinario, de las obras del claustro del convento de San Francisco, y diseñó el colegio de San Clemente. algunos aspectos de las obras

 

        OTRAS OBRAS DE PATRIMONIO ARTÍSTICO

Entretanto los dos escultores Juan Dávila, autor de los planos, y Gregorio Español, fueron labrando la sillería, Dávila la del lado de la Epístola y Español la del lado del Evangelio; y aunque según el contrato tenían que darla hecha en dos años, que vencían en 29 de Septiembre de 1608, en 11 de Julio de 1608 ya debía estar terminada, porque con esa fecha el Canónigo fabriquero Licenciado Alonso López se obligó a pagar a ambos escultores 81.676 reales que importaron las cincuenta y cinco sillas altas y bajas que habían hecho a razón de 135 ducados por cada silla alta y baja . En el friso que separa las dos series de sillas altas y bajas, al lado de la puerta de la Epístola, se embutió la siguiente inscripción: lOANNES DAVILA ARQVITECTVS TVDEN. DIÓCESIS FECIT ANNO,1608. La obra de Dávila es indudablemente más perfecta que la de Español. Sus imágenes tienen más movimiento, más vida, que las de enfrente, algunas de las cuales parecen figuras de cera. En los respaldos de las sillas bajas están esculpidas en bajo relieve bustos de Santos Pontífices, Doctores, Confesores y Vírgenes. En los respaldos de las sillas altas aparecen talladas de cuerpo entero las imágenes de Nuestro Señor Jesucristo, la Santísima Virgen, los Apóstoles, Evangelistas y los Mártires Para la gran obra de la Historia del Apóstol Santiago, que en el año 1610 publicó D. Mauro Castellá y Ferrer, contribuyó largamente el Cabildo, y dio al autor toda clase de facilidades. E

. Deseaba el Cabildo hacer unos mecheros adecuados a la grandeza de su Capilla mayor; y a este fin el 28 de agosto de 1604 ordenó que se entregasen al Sr. Sanz del Castillo «los báculos (excepto el del Sr. Velázquez) y guiones y otras piezas de plata que no eran de provecho para que las vendiese en Castilla, y del producto hiciese hacer unos blandones muy suntuosos para delante del Altar mayor por la necesidad que había de ellos.  La piedad del Rey Felipe III excusó al Cabildo de estas gestiones y de este desembolso. El 1610 fue año de Jubileo; y el religioso Monarca hizo propósito de venir a visitar el Santo Apóstol; y tanto lo hizo, que el Cabildo se creyó en el caso de disponer lo conveniente para recibir al regio Peregrino.

La iglesia compostelana en el siglo XVII consiguiente, entre los dos tramos quedaba una pequeña plazuela y un gran arco, por el cual se entraba directamente en la llamada Catedral vieja. Mas, a principios del siglo XVII se pensó en reducir esta entrada; y a este efecto, en el hueco que quedaba entre los dos tramos de la antigua escalinata, se metió otra, que va siguiendo paralelamente el mismo curso y desarrollo. De esta manera quedó cubierto aquel espacio, y la entrada reducida al estrecho corredor y á la puerta, sobre cuyo tímpano se ve hoy esculpido el escudo de armas de D. Maximiliano. Comenzaron los trabajos en 29 de Marzo de 1606; pues en dicho día se mandaron prestar á la fábrica 2.000 ducados «para que se haga luego la escalinata de la puerta principal de esta Santa Iglesia», y se acordó que se consultasen los planos con su Señoría Ilustrísima.

Terminada esta obra, se hicieron nuevas puertas para la Iglesia alta, cuyos clavos, aldabas y goznes, que son de bronce, se mandaron contratar en Cabildo de 17 de Marzo de 1608 . Sobre las puertas antiguas estaban esculpidas las armas del Sr. Fonseca, las cuales desaparecieron con la obra nueva.

 Hízose también por entonces la actual portada de la Puerta Santa: en la cual portada se embutieron muchas de las piezas extraídas del antiguo Coro, como los respaldos de las sillas en que estaban esculpidas de relieve imágenes de Patriarcas, Profetas, Apóstoles, etc.. y doseletes de las mismas sillas . Ya desde el año 1596 había dispuesto el Cabildo allanar la plaza de la Quintana, antiguo cementerio de la Catedral y a la vez plaza de abastos de la ciudad; y aun en 26 de abril de dicho año se ordenó allanarla «con todas las sepulturas y se quite la inmundizia que estás obre las sepulturas y se ponga a nivel a costa de la fábrica con brevedad y se comunique con su Señoría. “A pesar de esto, la obra se fue difiriendo hasta el año 1604, en que a 19 de Julio, se acordó que del alcance que resultó contra el Cardenal Fabriquero se tome la suma necesaria hasta completar los mil ducados que había dejado el Sr. Sanclemente para allanar dicha plaza. Sin embargo, la obra no se remató hasta 21 de abril de 1611, en que por 1.100 ducados se adjudicó al mejor postor, el maestro Francisco González de Araújo. Según las condiciones acordadas, efecto del desnivel.

Las tres estatuas de Santiago y susdos discípulos San Atanasio y San Teodoro, que coronan la portada, se labraron en el año 1694 por el escultor Pedro do Campo, que por ellas y por la estatua de Santiago a caballo y las de cuatro moros que estaban sobre la portada de la Quintana recibió la módica cantidad de unos 3.500reales.

La plaza debía quedar dividida en dos partes separadas por una escalinata de once peldaños. El rematante se obligaba a poner en el mismo estado en que estaban con sus pedestales de escaleras, los cruceros que hubiese necesidad de desmontar para la obra. Entre otras cosas se obligaba también a aumentar en dos pasos las escaleras de la inmediata plaza de la Platería para ir disminuyendo el desnivel, y a embaldosar la parte de abajo de sepulturas, de manera que tres piedras agan vna, que de largo tres agan dos varas y media, y de ancho cada vna tres quartas y media, mui bien labradas y escodadas y sin quebrantadura ninguna; y puestas las dichas sepulturas a cordel y mui derechas, y a todas partes correspondan axidres sin que falte cosa alguna» .

En el año 1607 se hicieron dos cajas nuevas para los órganos, grande y pequeño, de la Iglesia; y la persona en quien se remató la obra de pintura, dorado y estofado de dichas cajas, fue el pintor Juan de Altamirano, vecino de Santiago, que puso la obra en 300 ducados y dio por fianzas por escritura otorgada en 30 de Junio de 1607 a Gregorio Freiré de Neira y al pintor Juan de Moreiras –

En 18 de Abril de 1612 Francisco González hizo dejación de esta obra. Aunque, como acabamos de ver, Francisco González de Araújo hizo dejación de la obra, no por eso quedó ésta en suspenso pues en 22 de Diciembre de 1616 se nombró una comisión para acabar de alla nar la Quintana sin perjudicar los cimientos del Convento de San Payo- en 1687 aun se pagaron 800 reales á dos carreteros por la tierra que habían sacado de la Quintana. En el año 1603 también el Convento de San Pelayo levantó una pared en la parte de la Quintana. Don Maximiliano, para que sirviese de muro de sus- tañimiento al antiguo refectorio, que amenazaba ruina, mandó construir el grueso paredón sobre que des- cansa el corredor o galería de Palacio que mira a la plaza del Hospital. Por su parte el Cabildo en 11 de septiembre de 1614 contrató con el maestro Francisco González de Araújo en 2.500 reales la construcción del balcón o corredor que sale también a la plaza del Hospital. Este balcón había de ser de piedra buena de grano y con- forme a la traza que había dado el Maestro de obras de la Catedral Jácome Fernández. Le había de dar hecho para el día de Pascua del año siguiente 1615. Después, a 7 de Marzo de 1615 se ajustó con el maestro herrero Pedro do Canto, vecino de Santiago, el antepecho de balaustres de hierro para el corredor o solana, «que se hace pegada a la pared de la iglesia que sale a la plaza del Hospital a razón de 32 Mrs. por li- bra de hierro» (2). Al año siguiente se hicieron otras andas nuevas (que deben ser las que actualmente se usan) para sacar las Santas Reliquias en las procesiones. Para ello se mandó deshacer la cruz de plata dorada antigua, y venderlos cálices pequeños de oro (quedando otros dos mayores) y algunas sortijas viejas. So hizo también «una custodia con su veril muy curiosa en que se ponga el Stmo. Sacramento en otra forma que, hasta aquí,» para evitar que el Cardenal hebdomadario «se ponga de pie en el altar mayor para ponelle y quitalle»

 

ET CHARITATE.

Mas el huésped funesto, que tantos estragos había causado en el siglo anterior é impedido el desarrollo de tantas obras benéficas, también visitó cruel nuestro reino en los primeros años del siglo XVII. En 7 de mayo de 1614 el Cabildo designó al Cardenal mayor D. Luís Rodríguez de Castro, para que en unión con el Canónigo D. Agustín de León atendiese al sustento de los pobres que cupiesen al Cabildo, guardando la misma forma y orden que se había tenido en el año 1607 (3) en el socorro de los menesterosos, y se mandó al Mayordomo, que, para comprar pan, carne, y todo lo demás necesario, entregase a buena cuenta 600 ducados. Por su parte el arzobispo en esta ocasión extremó su caridad. Según Gil González, en el tiempo que vivió de este año, sustentó más de seis mil pobres; y a muchos labradores proporcionó granos para sembrar. Además de estas tan urgentes, otras atenciones ocurrían que el Cabildo no dejaba preteridas. No hablaremos ya de limosnas anuales que daba a los conventos de San Francisco, Santo Domingo, San Lorenzo, San Simón de Redondela, etc.; otras ocasiones se le ofrecieron, en las cuales el Cabildo no desmintió su generosidad y desprendimiento. En enero de 1606 donó 200 ducados a los pobres irlandeses que estaban en la Coruña. No eran sólo irlandeses los que venían bus-car refugio a nuestro país, sino también ingleses. A fines del siglo XVI tomaron el hábito a un tiempo en el Convento de San Martín de Santiago cuatro o cinco seminaristas de dicha nación, y entre ellos el Venerable. Fr. Juan de Marvina, martirizado en Londres el 10de diciembre de 1610. En junio de 1607 se contribuyó con 1815 reales para la canonización de San Ignacio y en el año 1610se entregaron al P. Carmelita Fr. Antonio de la Encarnación, Prior del Convento de Palencia, 500 ducados para el expediente de canonización de Santa Teresa. La beatificación de San Ignacio también se celebró en el mismo año 1610 con gran solemnidad en Santiago.

 

 

 

 

. OBIIT KLS. lULII 1614

 

 

 

La gran carestía del año 1614 coincidió con una grave enfermedad que aquejó al arzobispo y, hasta tal punto, que le llevó al sepulcro. Hizo testamento Don Maximiliano el 25 de junio de dicho año 1614, y en el remanente que quede, después de satisfechas sus deudas y legados, instituye heredera universal a su alma y quiere que todo se emplee en redima- cautivos «prefiriendo a los niños, mujeres y gente simple de quienes se puede temer que dejen la santa fe católica. > Dos días después hizo un primer codicilo en que, entre otras cosas, declaró lo que debía de hacerse con ciertos objetos, como libros, pinturas, etc. que paraban en su poder. Por el segundo codicilo, hecho en 29 de junio, facultó a D. Martín Carrillo y Aldrede para la ejecución de ciertos encargos que de palabra le había encomendado. Respecto a su sepultura, quiso que se hiciese *en la parte y lugar que los señores deán y cabildo de la dicha nuestra Sta. iglesia, nuestros hermanos, fueren servidos, de quienes fío que me currarán y harán toda merced, como se la merece el singular amor que yo les he tenido y tengo, en común y en particular.» Falleció D. Maximiliano el 1.'"' de Julio de 1614 entre cuatro y cinco de la mañana. En el Cabildo que se celebró el mismo día se leyeron su testamento y codicilos, cuya lectura terminada, entró el alcalde Diego de Pardiñas para hacer entrega de las llaves de la ciudad. Según Gil González, poco tiempo antes que le sor prendiese la muerte pidió al Rey Felipe III, pero sin éxito, que se le aceptase la renuncia del Arzobispado. El lugar que señaló el Cabildo para la sepultura de tan ilustre Prelado fue entre el Coro y el Presbiterio, seguida de las de D. Gaspar de Abales, D. Cristóbal Fernández de Baltodano y D. Juan del Yermo. Cubrióse la huesa con una magnífica lámina de bronce, sobre la que se grabó de realce la siguiente inscripción: MAXIMILIANUS AB AUSTEIA, MAXIMILIANI EOMANORUMIMPERATORIS EX FILIO NEPOS, HUÍ US COMPOSTELLANAE ECCLESIAE ARCHIEPISCOPUS, SUAEQUE IMMUNITATIS AC PATRIMONII ACERRIMUS DEFENSOR AC RESTITUTOR, CLARUS lüSTITIA ET CHARITATE. OBIIT KLS. lULII 1614 MORS SCEPTRA LIGONIBUS AEQUAT.

 

 


Realizamos y publicamos un primer artículo   sobre  el primer testamento de Ginés Martínez de Aranda, y  lo que nos presenta la historia, he descubierto,  uno nuevo. Así  lo manifestábamos en aquel ,
 que consideramos el primero de los tres que llevó a cabo.


 

 

 

1   Son varios los artículos que he escrito sobre el maestro de obras Ginés Martínez de Aranda. Desde el descubrimiento de su testamento y la partición de sus bienes hasta su última etapa en tierras alcalaínas dirigiendo las obras de la sacristía de la Iglesia Mayo. Unos los fueron pòr los años ochenta en revistas locales, como las del programa de ferias del periódico Jaén. O le dediqué varios artículos en el periódico provincial Jaén. Decía en uno de los últimos publicados: “ A la hora de desvelar enigmas de  la  biografía  de los personajes o artistas de Jaén, juegan un papel fundamental las fuentes documentales relacionadas con sus momentos culminantes de su trayecto vial. Si las partidas de bautismo o los certificados nacimiento dejan en entredicho muchas hipótesis promovidas por el simple comparativismo, las partidas de defunción abren una abanico informativo que encuadra a los personajes desde su entorno familiar o generacional hasta su estilo y modo de vida ( hacienda, tendencias, estudios, cultura...). No podemos obviar ni pasar por alto  la contribución de los  estudios genealógicos con  su diversa gama de  documentos  para complementarla.   Hace años,  se divulgó  un descubrimiento muy esperado que fue la división y participación de bienes de Ginés Martínez de Aranda, en el que se insertaba su testamento  escrito en Castillo de Locubín en 1622 ante el notario Lucas Jordán.  Ponía al día el entorno familiar de este maestro de obras,  nacido en tierras de Jaén,  y que dejó su huellas en tierras muy lejanas de la provincia del Santo Reino”.

 

. Pero, antes de este testamento hubo, al menos, otros dos anteriores. Ya comentamos uno  levantado ante el el escribano castillero Juan Bautista Cano, en seis de enero de 1616, según recogen sus protocolos notariales de Castillo de Locubín donde lo realizó siendo testigos don Alonso de Benavides, Juan Colomo el Viejo y Pedro Hurtado, todos vecinos  de esta villa. Lo redactaron , estando enfermo de cuerpo, pero sano de alma( en voluntad, entendimiento y juicio, pero antes el temor de sobrevenirle la muerte), y declarándose vecino de Castillo de Locubín como Ginés Martínez de Aranda. Tras la fórmula de rigor de testimoniar sus creencias católicas de salvación en el Dios que le dio la vida, inicia una serie de mandas, que aportan los datos biográficos. No es tan rico en aportar nuevos datos al que comentamos en anteriores artículos, pero tiene la importancia de haber sido el segundo que, hasta ahora, se había descubierto. Pide ser perdonado por su vida y ser acogido al seno de Dios Padre. Declara que, en el día de su enterramiento, sea enterrado en la iglesia de San Pedro, y, señala que se haga en la sepultura de la la capilla nueva de la Iglesia Mayor de ella (sic); lo que es una clara confusión o un lapsus calami por capilla mayor ; para el día su entierro, manda ser acompañado por los beneficiados, curas y capellanes y religiosos de Castillo de Locubín. Se mandaba que se dijeran la misa de requién cantada, y otras misas por su alma ( las nueve de las fiestas de la Virgen , cinco por las Llagas de Jesucristo, tres de Espíritu Santo, 33  de San Amador), 6 por sus padres sin citarlos, otras seis por sus suegros, con lo que aporta el linaje de su esposa ( en concreto eran el castillero Juan Galán). Las seis misas por las ánimas del Purgatorio son frecuentes en los testimonios, pero las seis de sus hermanos, nos ilustran de su familia, y que habían fallecido Hernando y  Francisco de Aranda (padre de su sobrino el famosos arquitecto Juan de Aranda Salazar). Se señala a su mujer, la castillera María de Morales,  para que ella administrase una manda de 200 misas por su alma donde  quisiere y en el sitio que le placiere. Recuerda la carta dotal que trajo para contraer matrimonio en la cantidad de cien ducados, con el fin de que lo supieran sus herederos, cuando falleciera su madre. Estos herederos los nombra universales para que se repartan los bienes cuando falleciere tras pagar todos los gastos; eran María de Aranda, Ginés Martín de Aranda y Juan: a la primera levantó carta de dote para casarse con Luís González, vecino de Priego ( también arquitecto que trabajó en la iglesia de Santa María Mayor de la Mota)  , ante este escribano y manifiesta quee allí se encuentra lo que le donó; al segundo, le dio entre dineros, oro, paño, trigo y cebada   en 133 ducados. Y en este contexto cita una serie de fincas que se añadió a este hijo en un memorial firmado  por él y jurado ante Dios con un cruz: una alameda en el río, lindera en lo primero de todo con la presa de don Fernando de Aranda y el camino empezado por la parte baja, tenía que sacar 24 álamos y se valoraba en 100 ducados, más dos aranzadas de  viña  en el Picacho de Castillo de Locubín, lindera con la viña de Bartolomé López Hidalgo  y la viuda de Mateo García,  un pedazo de zumacal y aranzada y media de olivar en el mismo sitio, linderos con el resto de heredades y con el camino de la Nava ( afirma que lo escribe para que se sepa y no había hecho escritura)  . Declaraba como albaceas a su hijo Ginés Martín y a su esposa María de Morales, al mismo que anulaba cualquier declaración o codicilos testamentarios.

 Pero, antes de este testamento hubo, al menos, otro anterior levantado ante el escribano alcalaíno Francisco Jiménez, en 22  de mayo enero de 1598, según recogen sus protocolos notariales de Alcalá la Real y  Castillo de Locubín donde los realizó siendo testigos Bartolomé Ruiz de Prados, Antón Martín, y Martín Sánchez de la Jurada, todos vecinos  de Alcalá la Real  y de su villa del Castillo de Locubín (sic). No se le olvidaba que había dejado en una arquilla a un criado del obispo de Cádiz, don Maximiliano, una ropa y camisa. Lo redactaron, estando enfermo de cuerpo, pero sano de alma(entendimiento), y declarándose maestro mayor de obras de la ciudad de la Mota y  vecino de ella como Ginés Martínez de Aranda. Tras la fórmula de rigor de testimoniar con fórmula simple sus creencias católicas, inicia una serie de mandas, que aportan los datos biográficos. Nos descubre datos muy interesantes de  su biografía tras su estancia desde 1595 en Cádiz con el abad Maximiliano de Austria y resalta por ser  el primero que, hasta ahora, se ha descubierto con seguridad.  Declara que, en el día de su enterramiento, sea enterrado en la iglesia alcalaína  de Santa María la Mayor  o la castillera  de San Pedro, a criterio de su esposa María de Morales para el día su entierro, manda ser acompañado por los beneficiados, curas y capellanes  de Alcalá la Real y, si fuere en la villa, todos los religiosos de Castillo de Locubín. Se mandaba que se dijeran la misa de requién cantada, y otras misas por su alma (las nueve de las fiestas de la Virgen, doce de los Apóstoles, cinco por las Llagas de Jesucristo, tres de Espíritu Santo, y  varias series de cinco  en las festividades   San Amador, Santos Juanes, Santa Ana, San Ginés, Dulce Nombre de Jesús, San Andrés entre otros), 6 por su suegro, y  las seis misas por las ánimas del Purgatorio son frecuentes en los testimonios, pero las seis de sus hermanos, Se señala a su mujer, la castillera María de Morales,  para que ella administrase una manda de misas por su alma donde  quisiere y en el sitio que le placiere al ser sepultado. Recuerda la carta dotal que trajo para contraer matrimonio en la cantidad de cien ducados, con el fin de que lo supieran sus herederos, cuando falleciera su madre. Estos herederos los nombra universales para que se repartan los bienes cuando falleciere tras pagar todos los gastos; eran María de Aranda, Ginés Martín de Aranda y Juan, y otra póstuma, ya que su esposa estaba preñada, No se habían casado, por tanto, no habla de dotes futuras.

Ya comenzaba a invertir en ganancias y adquirir tierras y bienes, entre ellos una alameda de Jerónimo Nava en la Ribera del Nacimiento del Río del Castillo de Locubín por la cantidad de diez ducados.  Pero resulta muy interesante para conocer las obras de esta etapa del  maestro de obras baezano y asentado en las tierras de la abadía de Alcalá la Real (Castillo y Alcalá).

Citaba a sus hermanos Juan y Francisco, a los que dejaba unos vestidos de paño, uno vellorí y otro ferreruelo. 

Como maestro de obras, por la parte civil  estaba realizando como maestro    y le acompañaban Miguel de Bolívar y Bernardo Sánchez el molino del licenciado Carvajal, abogado de la Real Chancillería de Granada, en Alomarte del término de Íllora y ya había recibido adelantos y algunos pagos para alcanzar la cantidad de 205 ducados, los contratos los había firmado en las escribanías de Granada y mantenía algunas deudas por su trabajo y la obligación de darles de comer sábados y días de fiesta. Con Bernardo Bonmar, contrató y construyó un molino con su casa en Milanos de Montefrío de Granada por 150 ducados, y trabajaba en la obra Bastián Pérez. 

Por la parte religiosa, realizaba una parte de la obra de la ermita de San Bartolomé, que los maestros Miguel de Bolívar y Juan Sánchez habían tasado en 20 ducados, que concedió como limosna para obra de la iglesia. Y también llevaba a cabo el avanzado de la Iglesia Mayor de Alcalá la Real a la parte de la tribuna y torre para ganar "cierto viraje que tenía de más abancamiento en la parte de la capilla mayor, porque con ello se conseguía que la obra quedar más perfecta y más sigura"

Su maestría era compartida en obras y enseñanza a aprendices, entre los que cita a Cosme (desde 1595 a ducado y medio al mes), Damián, hijo de Juan López de Elvira (le ajustaba las cuentas que le debía del vestido con la casa de Juan Francés). 

 

   Declaraba como albaceas a su esposa María de Morales, al mismo que anulaba cualquier declaración o codicilos testamentarios.

GINÉS MARTÍNEZ DE ARANDA, CONSTRUCTOR DE MOLINOS

Realizamos y publicamos un primer artículo sobre el primer testamento de Ginés Martínez de Aranda, y lo que nos presenta la historia, he descubierto, un nuevo testamento. Así lo manifestamos en aquel TESTAMENTO DE GINÉS MARTÍNEZ DE ARANDA, que consideramos el primero de los tres que llevó a cabo.

 

1 Son varios los artículos que he escrito sobre el maestro de obras Ginés Martínez de Aranda. Desde el descubrimiento de su testamento y la partición de sus bienes hasta su última etapa en tierras alcalaínas dirigiendo las obras de la sacristía de la Iglesia Mayo. Unos los fueron pòr los años ochenta en revistas locales, como las del programa de ferias del Castillo de Locubín. O le dediqué varios artículos en el periódico provincial Jaén. Decía en uno de los últimos publicados: “ A la hora de desvelar enigmas de la biografía de los personajes o artistas de Jaén, juegan un papel fundamental las fuentes documentales relacionadas con sus momentos culminantes de su trayecto vial. Si las partidas de bautismo o los certificados nacimiento dejan en entredicho muchas hipótesis promovidas por el simple comparativismo, las partidas de defunción abren una abanico informativo que encuadra a los personajes desde su entorno familiar o generacional hasta su estilo y modo de vida ( hacienda, tendencias, estudios, cultura...). No podemos obviar ni pasar por alto la contribución de los estudios genealógicos con su diversa gama de documentos para complementarla. Hace años, se divulgó un descubrimiento muy esperado que fue la división y participación de bienes de Ginés Martínez de Aranda, en el que se insertaba su testamento escrito en Castillo de Locubín en 1622 ante el notario Lucas Jordán. Ponía al día el entorno familiar de este maestro de obras, nacido en tierras de Jaén, y que dejó su huellas en tierras muy lejanas de la provincia del Santo Reino”.

 

. Pero, antes de este testamento hubo, al menos, otros dos anteriores. Ya comentamos uno levantado ante el el escribano castillero Juan Bautista Cano, en seis de enero de 1616, según recogen sus protocolos notariales de Castillo de Locubín donde lo realizó siendo testigos don Alonso de Benavides, Juan Colomo el Viejo y Pedro Hurtado, todos vecinos de esta villa. Lo redactaron , estando enfermo de cuerpo, pero sano de alma( en voluntad, entendimiento y juicio, pero antes el temor de sobrevenirle la muerte), y declarándose vecino de Castillo de Locubín como Ginés Martínez de Aranda. Tras la fórmula de rigor de testimoniar sus creencias católicas de salvación en el Dios que le dio la vida, inicia una serie de mandas, que aportan los datos biográficos. No es tan rico en aportar nuevos datos al que comentamos en anteriores artículos, pero tiene la importancia de haber sido el segundo que, hasta ahora, se había descubierto. Pide ser perdonado por su vida y ser acogido al seno de Dios Padre. Declara que, en el día de su enterramiento, sea enterrado en la iglesia de San Pedro, y, señala que se haga en la sepultura de la la capilla nueva de la Iglesia Mayor de ella (sic); lo que es una clara confusión o un lapsus calami por capilla mayor ; para el día su entierro, manda ser acompañado por los beneficiados, curas y capellanes y religiosos de Castillo de Locubín. Se mandaba que se dijeran la misa de requién cantada, y otras misas por su alma ( las nueve de las fiestas de la Virgen , cinco por las Llagas de Jesucristo, tres de Espíritu Santo, 33 de San Amador), 6 por sus padres sin citarlos, otras seis por sus suegros, con lo que aporta el linaje de su esposa ( en concreto eran el castillero Juan Galán). Las seis misas por las ánimas del Purgatorio son frecuentes en los testimonios, pero las seis de sus hermanos, nos ilustran de su familia, y que habían fallecido Hernando y Francisco de Aranda (padre de su sobrino el famosos arquitecto Juan de Aranda Salazar). Se señala a su mujer, la castillera María de Morales, para que ella administrase una manda de 200 misas por su alma donde quisiere y en el sitio que le placiere. Recuerda la carta dotal que trajo para contraer matrimonio en la cantidad de cien ducados, con el fin de que lo supieran sus herederos, cuando falleciera su madre. Estos herederos los nombra universales para que se repartan los bienes cuando falleciere tras pagar todos los gastos; eran María de Aranda, Ginés Martín de Aranda y Juan: a la primera levantó carta de dote para casarse con Luís González, vecino de Priego ( también arquitecto que trabajó en la iglesia de Santa María Mayor de la Mota) , ante este escribano y manifiesta quee allí se encuentra lo que le donó; al segundo, le dio entre dineros, oro, paño, trigo y cebada en 133 ducados. Y en este contexto cita una serie de fincas que se añadió a este hijo en un memorial firmado por él y jurado ante Dios con un cruz: una alameda en el río, lindera en lo primero de todo con la presa de don Fernando de Aranda y el camino empezado por la parte baja, tenía que sacar 24 álamos y se valoraba en 100 ducados, más dos aranzadas de viña en el Picacho de Castillo de Locubín, lindera con la viña de Bartolomé López Hidalgo y la viuda de Mateo García, un pedazo de zumacal y aranzada y media de olivar en el mismo sitio, linderos con el resto de heredades y con el camino de la Nava ( afirma que lo escribe para que se sepa y no había hecho escritura) . Declaraba como albaceas a su hijo Ginés Martín y a su esposa María de Morales, al mismo que anulaba cualquier declaración o codicilos testamentarios. En este mismo año ante Francisco Jiménez, como vecino del Castillo de Locubín, concedía un poder al procurador y escribano Juan de Rotaesta para que pudiera representarlo en todo tipo de de pleintos ante las justicias de la ciudad de Alcalá la Real (Legajo 4715, folio 115 ,10 de mayo de 1616).

Pero, antes de este testamento hubo, al menos, otro anterior levantado ante el escribano alcalaíno Francisco Jiménez, en 22 de mayo enero de 1598, según recogen sus protocolos notariales de Alcalá la Real y Castillo de Locubín donde los realizó siendo testigos Bartolomé Ruiz de Prados, Antón Martín, y Martín Sánchez de la Jurada, todos vecinos de Alcalá la Real y de su villa del Castillo de Locubín (sic). No se le olvidaba que había dejado en una arquilla a un criado del obispo de Cádiz, don Maximiliano, una ropa y camisa. Lo redactaron, estando enfermo de cuerpo, pero sano de alma(entendimiento), y declarándose maestro mayor de obras de la ciudad de la Mota y vecino de ella como Ginés Martínez de Aranda. Tras la fórmula de rigor de testimoniar con fórmula simple sus creencias católicas, inicia una serie de mandas, que aportan los datos biográficos. Nos descubre datos muy interesantes de su biografía tras su estancia desde 1595 en Cádiz con el abad Maximiliano de Austria y resalta por ser el primero que, hasta ahora, se ha descubierto con seguridad. Declara que, en el día de su enterramiento, sea enterrado en la iglesia alcalaína de Santa María la Mayor o la castillera de San Pedro, a criterio de su esposa María de Morales para el día su entierro, manda ser acompañado por los beneficiados, curas y capellanes de Alcalá la Real y, si fuere en la villa, todos los religiosos de Castillo de Locubín. Se mandaba que se dijeran la misa de requién cantada, y otras misas por su alma (las nueve de las fiestas de la Virgen, doce de los Apóstoles, cinco por las Llagas de Jesucristo, tres de Espíritu Santo, y varias series de cinco en las festividades San Amador, Santos Juanes, Santa Ana, San Ginés, Dulce Nombre de Jesús, San Andrés entre otros), 6 por su suegro, y las seis misas por las ánimas del Purgatorio son frecuentes en los testimonios, pero las seis de sus hermanos, Se señala a su mujer, la castillera María de Morales, para que ella administrase una manda de misas por su alma donde quisiere y en el sitio que le placiere al ser sepultado. Recuerda la carta dotal que trajo para contraer matrimonio en la cantidad de cien ducados, con el fin de que lo supieran sus herederos, cuando falleciera su madre. Estos herederos los nombra universales para que se repartan los bienes cuando falleciere tras pagar todos los gastos; eran María de Aranda, Ginés Martín de Aranda y Juan, y otra póstuma, ya que su esposa estaba preñada, No se habían casado, por tanto, no habla de dotes futuras.

En 3 de junio de 1599, Ginés arrendaba a Juan Martínez, tejedor de tafetán, una casa pequeña tienda lindera con otra casa suya y la de Francisco Matías, en el Llanillo.

 

Ya comenzaba a invertir en ganancias y adquirir tierras y bienes, entre ellos una alameda de Jerónimo Nava en la Ribera del Nacimiento del Río del Castillo de Locubín por la cantidad de diez ducados. Pero resulta muy interesante para conocer las obras de esta etapa del maestro de obras baezano y asentado en las tierras de la abadía de Alcalá la Real (Castillo y Alcalá).

 

Citaba a sus hermanos Juan y Francisco, a los que dejaba unos vestidos de paño, uno vellorí y otro ferreruelo.

 

Como maestro de obras, por la parte civil estaba realizando como maestro y le acompañaban Miguel de Bolívar y Bernardo Sánchez el molino del licenciado Carvajal, abogado de la Real Chancillería de Granada, en Alomarte del término de Íllora y ya había recibido adelantos y algunos pagos para alcanzar la cantidad de 205 ducados, los contratos los había firmado en las escribanías de Granada y mantenía algunas deudas por su trabajo y la obligación de darles de comer sábados y días de fiesta. Con Bernardo Bonmar, contrató y construyó un molino con su casa en Milanos de Montefrío de Granada por 150 ducados, y trabajaba en la obra Bastián Pérez.

 

Por la parte religiosa, realizaba una parte de la obra de la ermita de San Bartolomé, que los maestros Miguel de Bolívar y Juan Sánchez habían tasado en 20 ducados, que concedió como limosna para obra de la iglesia. Y también llevaba a cabo el avanzado de la Iglesia Mayor de Alcalá la Real a la parte de la tribuna y torre para ganar "cierto viraje que tenía de más abancamiento en la parte de la capilla mayor, porque con ello se conseguía que la obra quedar más perfecta y más sigura"

 

Su maestría era compartida en obras y enseñanza a aprendices, entre los que cita a Cosme (desde 1595 a ducado y medio al mes), Damián, hijo de Juan López de Elvira (le ajustaba las cuentas que le debía del vestido con la casa de Juan Francés).

 

 

Declaraba como albaceas a su esposa María de Morales, al mismo que anulaba cualquier declaración o codicilos testamentarios.

 

CONCLUSIONES

 

Este nuevo documento amplia la biografía artística de Ginés desde el punto de vista de la arquitectura civil con la labor de construcccion molinera, así como su escuela de cantería y sus colegas. También, se expande su obra por tierras granadinas, aunque sabíamos que había trabajado en la catedral de Grfanada. Es muy interesante que se rellena la etapa desde que marcha a Cádiz y regresa sin olvidar su labor como maesto mayor de obras de la ciudad de Alcalá la Real, donde se avecina.

GINÉS MARTÍNEZ DE ARANDA, CONSTRUCTOR DE MOLINOS

Son varios los artículos que he escrito sobre el maestro de obras Ginés Martínez de Aranda. Desde el descubrimiento de su testamento y la partición de sus bienes hasta su última etapa en tierras alcalaínas dirigiendo las obras de la sacristía de la Iglesia Mayo. Unos los fueron por los años ochenta en revistas locales, como las del programa de ferias del Castillo de Locubín. O le dediqué varios artículos en este periódico provincial Jaén. Decía en uno de los últimos publicados: “A la hora de desvelar enigmas de la biografía de los personajes o artistas de Jaén, juegan un papel fundamental las fuentes documentales relacionadas con sus momentos culminantes de su trayecto vial. Si las partidas de bautismo o los certificados nacimiento dejan en entredicho muchas hipótesis promovidas por el simple comparativismo, las partidas de defunción abren un abanico informativo que encuadra a los personajes desde su entorno familiar o generacional hasta su estilo y modo de vida (hacienda, tendencias, estudios, cultura...). No podemos obviar ni pasar por alto la contribución de los estudios genealógicos con su diversa gama de documentos para complementarla. Hace años, se divulgó un descubrimiento muy esperado que fue la división y participación de bienes de Ginés Martínez de Aranda, en el que se insertaba su testamento escrito en Castillo de Locubín en 1622 ante el notario Lucas Jordán. Ponía al día el entorno familiar de este maestro de obras, nacido en tierras de Jaén, y que dejó sus huellas en tierras muy lejanas de la provincia del Santo Reino”. Pero  lo que nos presenta la historia, dos nuevos testamentos anteriores a esta fecha se han  descubierto, firmados por su puño y letra

Ya comentamos uno levantado ante el  escribano castillero Juan Bautista Cano, en seis de enero de 1616, según recogen sus protocolos notariales de Castillo de Locubín donde lo realizó siendo testigos don Alonso de Benavides, Juan Colomo el Viejo y Pedro Hurtado, todos vecinos de esta villa. Lo redactaron, estando enfermo de cuerpo, pero sano de alma (en voluntad, entendimiento y juicio, pero antes el temor de sobrevenirle la muerte), y declarándose vecino de Castillo de Locubín como Ginés Martínez de Aranda.

Pero, antes de este testamento hubo, al menos, otro anterior levantado ante el escribano alcalaíno Francisco Jiménez, en 22 de mayo enero de 1598, según recogen sus protocolos notariales de Alcalá la Real y Castillo de Locubín donde los realizó siendo testigos Bartolomé Ruiz de Prados, Antón Martín, y Martín Sánchez de la Jurada, todos vecinos de Alcalá la Real y de su villa del Castillo de Locubín (sic). No se le olvidaba que había dejado en una arquilla a un criado del obispo de Cádiz, don Maximiliano, una ropa y una camisa. Lo redactaron, estando enfermo de cuerpo, pero sano de alma(entendimiento), y declarándose maestro mayor de obras de la ciudad de la Mota y vecino de ella como Ginés Martínez de Aranda. Tras la fórmula de rigor de testimoniar con fórmula simple sus creencias católicas, inicia una serie de mandas, que aportan los datos biográficos. Nos descubre datos muy interesantes de su biografía tras su estancia desde 1595 en Cádiz con el abad Maximiliano de Austria y resalta por ser el primero que, hasta ahora, se ha descubierto con seguridad. Declara que, en el día de su enterramiento, sea enterrado en la iglesia alcalaína de Santa María la Mayor o la castillera de San Pedro, a criterio de su esposa María de Morales para el día su entierro, manda ser acompañado por los beneficiados, curas y capellanes de Alcalá la Real y, si fuere en la villa, todos los religiosos de Castillo de Locubín. Se manda que se digan la misa de réquiem cantada, y otras misas por su alma (las nueve de las fiestas de la Virgen, doce de los Apóstoles, cinco por las Llagas de Jesucristo, tres de Espíritu Santo, y varias series de cinco en las festividades San Amador, Santos Juanes, Santa Ana, San Ginés, Dulce Nombre de Jesús, San Andrés entre otros), 6 por su suegro, y las seis misas por las ánimas del Purgatorio son frecuentes en los testimonios, pero las seis de sus hermanos.  Se señala a su mujer, la castillera María de Morales, para que ella administrase una manda de misas por su alma donde quisiere y en el sitio que le placiere al ser sepultado. Recuerda la carta dotal que trajo para contraer matrimonio en la cantidad de cien ducados, con el fin de que lo supieran sus herederos, cuando falleciera su madre. Estos herederos los nombra universales para que se repartan los bienes cuando falleciere tras pagar todos los gastos; eran María de Aranda, Ginés Martín de Aranda y Juan, y otra póstuma, ya que su esposa estaba preñada, No se habían casado, por tanto, no habla de dotes futuras.

Ya comenzaba a invertir en ganancias y adquirir tierras y bienes, entre ellos una alameda de Jerónimo Navas en la Ribera del Nacimiento del Río del Castillo de Locubín por la cantidad de diez ducados. Pero resulta muy interesante para conocer las obras de esta etapa del maestro de obras baezano y asentado en las tierras de la abadía de Alcalá la Real (Castillo y Alcalá). Citaba a sus hermanos Juan y Francisco, a los que dejaba unos vestidos de paño, uno vellorí y otro ferreruelo.

Como maestro de obras, por la parte civil estaba realizando como maestro y le acompañaban Miguel de Bolívar y Bernardo Sánchez el molino del licenciado Carvajal, abogado de la Real Chancillería de Granada, en Alomarte del término de Íllora y ya había recibido adelantos y algunos pagos para alcanzar la cantidad de 205 ducados, los contratos los había firmado en las escribanías de Granada y mantenía algunas deudas por su trabajo y la obligación de darles de comer sábados y días de fiesta. Con Bernardo Bonmar, contrató y construyó un molino con su casa en Milanos de Montefrío de Granada por 150 ducados, y trabajaba en la obra Bastián Pérez.

Por la parte religiosa, realizaba una parte de la obra de la ermita de San Bartolomé, que los maestros Miguel de Bolívar y Juan Sánchez habían tasado en 20 ducados, que concedió como limosna para obra de la iglesia. Y también llevaba a cabo el avanzado de la Iglesia Mayor de Alcalá la Real a la parte de la tribuna y torre para ganar "cierto viraje que tenía de más abancamiento en la parte de la capilla mayor, porque con ello se conseguía que la obra quedar más perfecta y más sigura".

 

Su maestría era compartida en obras y enseñanza a aprendices, entre los que cita a Cosme (desde 1595 le pagaba a ducado y medio al mes),  ya Damián, hijo de Juan López de Elvira (le ajustaba las cuentas que le debía del vestido con la casa de Juan Francés).

Declaraba como albaceas a su esposa María de Morales, al mismo que anulaba cualquier declaración o codicilos testamentarios. 

Este nuevo documento amplia la biografía artística de Ginés desde el punto de vista de la arquitectura civil con la labor de construcción molinera, así como su escuela de cantería y sus colegas. También, se expande su obra por tierras granadinas, aunque sabíamos que había trabajado en la catedral de Granada. Es muy interesante que se rellena la etapa desde que marcha a Cádiz y regresa sin olvidar su labor como maestro mayor de obras de la ciudad de Alcalá la Real, donde se avecina.

 



[1]  GOY DIZAna. «Las empresas artísticas del ar- zobispo don Maximiliano de Austria en. Santiago». A.1.. pp81-98. – «La entrada triunfal del Arzobispo don. JUAN LOVERA, Carmen y MURCIA CANO, María Teresa, “Jaén y don Leopoldo de Austria, obispo de Córdoba. Un testamento ejemplar”, en Boletín de ... El abad don Maximiliano de Austria en sus relaciones con el Cabildo municipal de Alcalá la Real. 12 septiembre 2012. Autora: JUAN LOVERA, Carmen. JUAN LOVERA, Carmen y MURCIA CANO, María Teresa, “Jaén y don Leopoldo de Austria, obispo de Córdoba. Un testamento ejemplar”, en Boletín de ... UAN LOVERA, Carmen y MURCIA CANO, María Teresa, “Jaén y don Leopoldo de Austria, obispo de Córdoba. Un testamento ejemplar”, en Boletín de Estudios Jiennenses, 198, 2008, pp. 251-288.

 

 

 

[2] López Ferreiro. Antonio .  Historia de la S.A.M. Iglesia de Santiago de Compostela, tomo VIII.   Editorial: Imp. y Enc. del Seminario Conciliar Central, Santiago, 1899.

[3] AHPJ. ante el escribano alcalaíno Francisco Jiménez, en 22 de mayo enero de 1598, según recogen sus protocolos notariales de Alcalá la Real y Castillo de Locubín donde los realizó siendo testigos Bartolomé Ruiz de Prados, Antón Martín, y Martín Sánchez de la Jurada, todos vecinos de Alcalá la Real y de su villa del Castillo de Locubín (sic).

No hay comentarios:

Publicar un comentario