LA
LÁPIDA DE MAXIMILIANO DE AUSTRIA
Se
han hecho anteriores publicaciones sobre la biografía y figura, incluso la
lápida de Maximiliano de Austria. Entre ellas la de Carmen Juan, Ester Dabán y
Ana Goiz[1], la presenta publicación no pretende
sino una serie de digresiones basándonos
en la lápida, que se encuentra colgada en las paredes del claustro de la
catedral de Santiago de Compostela. Y, a
ello añadimos las relaciones con el
maestro de obras Ginés Martínez de Aranda que le acompañó en su etapa de
la abadía de Alcalá la Real, y en su
gobierno de los obispados de Cádiz, Segovia y Santiago de Compostela.
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El lugar que señaló el
Cabildo para la sepultura de Maximiliano de Austria se ubicó
entre el Coro y el Presbiterio, a continuación de los arzobispos Gaspar Avalos de la Cueva (1542-1545), Cristóbal
Fernández Valtodano (1570-1572) y Juan de Yermo (Liermo) y Hermosa (1582-1584)
(también arzobispo de Mondoñedo): “ a seguida de las de D. Gaspar de
Abales, D. Cristóbal Fernández de Valtodano y D. Juan del Yermo”.
DESPCRI`PCIÓN DE LA LÁPIDA
Su féretro se cubrió
con una lápida de bronce, que la calificaron los cronistas “Cubrióse la huesa con una
magnífica lámina de bronce”, que fue realizada en enero de 1616 por el
broncista Bruvellue. Se compone del
escudo esculpido en bajo relieve
con sus cuarteles donde aparecen en el primero y cuarto
las tres barras horizontales y en los segundo y tercero dos leones rampantes, además de la corona y
la cruz, orlado con el capelo de arcipreste. En muy mal estado, pues debido a
sufrir el deterioro del paso de personas
sobre ella en el culto no quedan impresas ningunas de los relieves.
En su orla, se cierra el escudo con una
cenefa donde se grabó de realce la siguiente inscripción:
MAXIMILIANUS AB
AUSTRIA, MAXIMILIANI ROMANORUM IMPERATORIS EX FILIO NEPOS, HUÍUS COMPOSTELLANAE ECCLESIAE ARCHIEPISCOPUS, SUAEQUE
IMMUNITATIS AC PATRIMONII ACERRIMUS DEFENSOR AC RESTITUTOR, CLARUS lVSTITIA ET
CHARITATE. OBIIT KLS. lULII 1614
y en la parte central
la esquela :
MORS SCEPTRA LIGONIBUS AEQUAT´
Su traducción:
MAXIMILIANO DE
AUSTRIA, NIETO DEL HIJO DEL EMPERADOR DE LOS ROMANOS, ARZOBISPO DE ESTA
IGLESIA COMPÒSTELANA, ACÉRRIMO DEFENSOR DE SU INMUNIDAD Y DE SU
PATRIMONIO, FAMOSO POR LA JUSTICIA Y CARIDAD, MURIÓ EL UNO DE JULIO DE
1614.
LA MUERTE IGUALA LOS
CETROS CON LAS AZADAS
MORS SCEPTRA LIGONIBUS
AEQUAT´
El emblema de la “mors sceptra ligonibus aequat”
pertenece a la obra al capítulo 139 de De norte [Col. 1442B]" de la obra Carmina miscellanea, tam sacra
quam moralia, sive libellus qui dicitur floridus aspectus, . escrita
por Hildebertus Cenomanensis. Texto concreto : MORS
SCEPTRA LIGONIBUS AEQUAT, recogido por s: Petrus Blesensis,
Epistulae, 169 [Col. 0464D] Petrus Blesensis, Epistulae, 178 [Col. 0472B] y Petrus Blesensis, Epistulae, 207 [Col.
0489B]. El autor expresa con esta divisa la igualdad entre todos los hombres
después de muertos, y se la dirige a aquellos hombres ricos que consideran que
los pobres no son dignos de mirarlos; considera también que los reyes y
príncipes deberían tenerla siempre delante de sus ojos para vivir bien. Suele ir acompañada de un grabado en el que sobre un montículo descansan, cruzados en
"X", un cetro y una azada sobre los que aparece, suspendida en el
aire, una calavera.
La imagen del cetro y la
azada unidos bajo la calavera nos recuerdan que la muerte iguala a ricos y
pobres; constituye un aviso contra los hombres ricos desavisados que, olvidando
el poder igualatorio de la muerte, desprecian a los pobres. Diversa
ornamentación de flores y hojarascas envuelven el escudo. En un extremo de una
flor del tercio bajo aparece la firma del autor Fecit in anno 1616 F. L Bruvellue.
EPITAFIO
SOBRE SUS TÍTULOS
, MAXIMILIANI ROMANORUM IMPERATORIS EX
FILIO NEPOS,
En
cuanto el epitafio, se puede n distinguir dos partes, la biográfica de su cargo
eclesiástico de la parte laudatoria que
ensalza sus virtudes. Partimos de los
textos del canónigo Antonio López Ferreiro[2] Historia de Historia de la S.A.M. Iglesia de Santiago de
Compostela, en su tomo VIII. De
la primera se define nieto del emperador, y en palabras del autor de la Iglesia
Compostelana, podemos recoger esta digresión referente a esta primera frase tan
frecuente en las epigrafías latinas:” nieto del Emperador de Alemania,
Maximiliano II, e hijo del Archiduque Leopoldo, que lo había tenido en una
señora catalana, D/ Marina Ferrer. Nació nuestro arzobispo en Jaén el 13 de noviembre
de 1555. Encargose de su crianza y educación el Rey Felipe II; y para ello le puso
en Alcalá de Henares, dándole por ayo a Juan de la Serna y por maestro en
letras y costumbres al Doctor Palacios, capellán de los Reyes nuevos de Toledo.
Su padre, el Archiduque Leopoldo, le había comprado para su sustento la villa
de Fuenteovejuna; pero Felipe II la incorporó en la Real corona, y, en
compensación, le consiguió una pensión de dos mil ducados sobre las Mitras de
Jaén y Córdoba. Según el Cardenal Hoyo, en la nota biográfica conque encabezó
su Acta de Visita, en un principio se le dedicó a la carrera de las armas, en
la cual llegó a hacer grandes progresos, que llegaron a infundir recelos en el
ánimo de Felipe II. Según Hoyo, el prudente Monarca envió personas que espiasen
la capacidad Acaso de esta época data el gran arsenal de armas de todas clases
que poseía D. Maximiliano. De él hizo donación en el año 1604 a D. Antonio Urano
Uaclis y a su esposa D.-' Magdalena Esberta o Esbelta.
HUÍUS COMPOSTELLANAE ECCLESIAE ARCHIEPISCOPUS
En
cuanto su carrera eclesiástica, solo se cita en la lápida su cargo de
arzobispo de Santiago, pero, siguiendo al mismo autor de la historia
compostelana: y aptitudes del joven alumno, y viendo que éstas sobresalían
en gran manera de lo ordinario, procuró dar otro rumbo a su carrera,
inclinándole a la eclesiástica. Hoyo añade que D. Maximiliano «era meritísimo,
no sólo de las dignidades que tuvo, sino de ser Emperador y Señor de muchos
imperios y Reinos.» Indudablemente en esto puede haber mucho de exageración;
pues el Cardenal Hoyo era uno de los más íntimos familiares del arzobispo. Lo
cierto es que en el año 1582 Felipe II lo presentó para la Abadía de Alcalá la
Real, y en el año 1596 lo propuso para la Iglesia de Cádiz, considerando sin
duda que era muy capaz para reparar los estragos y ruinas que en dicha ciudad
acababan de hacer los ingleses. Vacante en el año 1601 el Obispado de Segovia,
propuso el Rey Felipe III la traslación de Don Maximiliano a esta Sede, la cual
traslación no fue más que un paso para la Iglesia de Santiago. En 4 de diciembre
de 1602 fue presentado para la Sede Compostelana; y confirmada la gracia por
Clemente VIII en 21 de abril de 1603, por poder tomó posesión en su nombre el
Cardenal mayor Dr. D. Antonio Rodríguez el 22 de Austria. Pasó después a Pontevedra,
en donde se detuvo hasta mediados de septiembre. Entretanto en Santiago se iban
haciendo los preparativos para el recibimiento. En 29 de Julio acordó el
Cabildo «que el fabriquero la noche que viniese Su Ilustrísima haga encender
luminarias en las torres como se acostumbra, cohetes y algunas invenciones de
fuegos.» El 11 de agosto se hizo una información acerca de la forma que
solía guardarse en el recibimiento de los Prelados y acerca del lugar que
correspondía a los Regidores. En 16 de agosto se dispuso que todos los
Canónigos fuesen a recibir al arzobispo «en sus muías bien aderezadas y que
se repartiesen 200 ducados de Inter presentes.» El 17 de septiembre se
ordenó que al recibir a Su Ilustrísima fuesen delante los Prebendados más
dignos y antiguos, y que hiciese el razonamiento, en nombre del Cabildo, el
Vicario del Deán, Canónigo Vibero. El 8 de febrero de 1603 había nombrado el
Cabildo a los Canónigos Vibero y Polanco para que fuesen a cumplimentar al arzobispo
electo. Protestaron contra este acuerdo los Cardenales Landeras, Durana y
Barros, pues pretendían que debía de ser nombrado un Dignidad porque así lo
exigía la «grandeza de esta Iglesia, una de las más insignes de la
Cristiandad» y así se había hecho siempre; y con tanto calor tomaron el
asunto, que en marzo siguiente presentaron querella de fuerza contra el
Cabildo. Don Maximiliano contestó con una carta afectuosísima, fechada en Segovia,
a la enhorabuena del Cabildo< En 14 de Julio el Cabildo había nombrado al
Maestrescuela Doctor Aldana y al Canónigo D. Lope de Mendoza para que fuesen a
cumplimentarle. Hizo su entrada el 18 de
Septiembre; «se humilló con ambas rodillas viniendo de camino ante el altar
de la Santísima Trinidad, que está a la puerta del Obradoiro, y el Cardenal
Durana le tomó juramento de guardar y cumplir las constituciones, estatutos,
concordias, loables costumbres, privilegios y exenciones de esta Santa Iglesia
SOBRE
SUS VIRTUDES
SUAEQUE
IMMUNITATIS AC PATRIMONII ACERRIMUS DEFENSOR AC RESTITUTOR
INMUNITATIS DEFENSOR
Destaca
su tratadista que era; Afanoso por dar comienzo al ejercicio de su alto
ministerio, a fines de mayo de 1604 trató de convocar Sínodo diocesano. En 31
de dicho mes nombró el Cabildo al Cardenal Acuña, a los Doctores Villafañe y
Andrés Sánchez y al licenciado Sanz del Castillo «para que asistan con su
Señoría Ilustrísima a tratar de las cosas tocantes al Sínodo. Y lo data el principio de los archivos
parroquiales en este Arzobispado. Entre las visitas de 1604, a principios de octubre,
la Catedral con la presentación de los
libros de las Actas Capitulares, en 17
de septiembre el arzobispo con la
apertura del busto-relicario de Santiago Alfeo para tocar unos rosarios que
había enviado la Reina Doña Margarita. Maximiliano celebró también Sínodo en Zamora en Noviembre de 1611.
Visitó la Diócesis en 1607, y publicó varios mandatos, entre ellos el de «que
los escribanos no hagan notificaciones en la Iglesia durante la Misa de que
todos los domingos del año que el Rector saliere a la ofrenda le vayan a besar
la mano los feligreses, según es costumbre de todo este arzobispado sopeña de cuatro
es. y excomunión mayor”. El arzobispo
conservó su inmunidad ordenando en las
pretensiones de asientos en la Capilla mayor y, a petición del Fiscal eclesiástico publicó
edictos para que si alguna persona se creyese con derecho a poner sillas y
estrados en la Capilla Mayor compareciese dentro de seis días, y se le oiría
y haría justicia. E instituyó el juzgado de libertades e inmunidades eclesiásticas,
que confió al Dr. Filgueira. Y el Juez proveyó un auto por el que se prohibía
bajo censuras el poner sillas, almohadas o estrados en la Capilla mayor. A su
vez la Audiencia puso Juez en la ciudad de Santiago, desterró al Doctor
Filgueira, y el Aguacil mayor desde el 3 al 7 de agosto embargó bienes del arzobispo
por valor de 1.400 ducados. Llegadas las cosas a este punto, D. Maximiliano
juzgó que estaba en el caso de poner en conocimiento del Rey, todo lo que
pasaba, y pedirle personalmente que hiciese justicia. Nuestro arzobispo
halló muy afable acogida en el Rey D. Felipe III, que le dispensó grandes atenciones,
Y a mediados de febrero del mismo año 1607 ya pudo escribir al Cabildo
anunciándole «el buen suceso de los negocios que lo habían llevado a la
Corte, y el despacho de la Provisión que en razón de esto se libró. ».
También Maximiliano en la Chancillería
de Valladolid obtuvo del mismo Tribunal en grado de revista la revocación de la
sentencia contra la Iglesia. En sesión capitular de 25 de diciembre de 1612 se
leyó una carta del Prelado en que daba cuenta «del buen suceso del pleito de
Valladolid sobre los Votos
RESTITUTOR
PATRIMONII
.
El 19 de enero de 1613 ya se hallaba de vuelta en Santiago el arzobispo D.
Maximiliano: y el Cabildo para testimoniarle su gratitud, en sesión de 13 de abril
acordó instituir a su intención una fiesta y un aniversario. La fiesta que se
instituyó fue la de San Bricio, cuyo cuerpo D. Maximiliano había donado a la
Iglesia. Nuestro arzobispo fue gran protector de la Orden de San Francisco.
Reedificó y dotó el Convento franciscano de San Simón que habían saqueado y
destruido los ingleses el año 1584. En agradecimiento la lo nombró Patrono de
este Convento ; mas en su testamento quiso dejar libres al Padre Guardián y
Religiosos de las trabas que pudiera ocasionarles tal patronato. Al Convento de
San Francisco de Santiago «ayudó como dice Gil González, con larga mano con
que pudo edificar su claustro en la forma que hoy se goza».
En
el año 1611 reedificó y ensanchó el hospitalillo de Santa María Salomé, que se
había arruinado. Acerca de esta obra, dice el Visitador Hoyo: «Habiéndose
caído una noche (el hospital), el Limosnero de D. Maximiliano le levantó, le
engrandeció y dispuso para recoger los muchachos y muchachas que de noche
quedaban por las calles llorando, en lo que gastó 1.300 ducados.»
Notabase
en Santiago la falta de un Seminario fundado según la intención del Santo
Concilio de Trento. al ordenar que en cada Diócesis se estableciese un
centro de enseñanza eclesiástica. Gestiones que debieron de quedar sin efecto,
acaso por el hambre que luego sobrevino, y por las grandes cantidades con que
tuvo que contribuir el Estado eclesiástico para el sostenimiento de la Armada
en Galicia.
CLARUS lVSTITIA
El año 1614 el Cabildo compostelano mereció
ser una de las Corporaciones que fueron consultadas acerca de un negocio
gravísimo de Estado, la expulsión de los Moriscos. «En este Cabildo —se
lee en el Acta capitular de 27 de mayo de 1614— los dichos señores nombraron
a los Sres. D. Luis Enríquez de Castro, Chantre, y al Sr. Dr. Villafañe para
que digan a su Señoría Ilustrísima lo que al Cabildo parece sobre la consulta
de Su Majestad sobre la expulsión de los Moriscos.»
PATRIMONII
GINÉS
MARTÍNEZ DE ARANDA
El historiador le llama de esta manera a Ginés
Martínez de Aranda, que desde los años ochenta del siglo XVI a estuvo ligado a Maximiliano
de Austria, que incorporó de nuevo como maestro de obras en los primeros años
de su estancia en Santiago de Compostela. Es ilustrativo un primer testamento
recogido de los archivos alcalaínos que recoge el intermedio entre el periodo
episcopal. De la obra de Ginés desde su acompañamiento a Maximiliano a Cadiz,
su breve estancia entre el Castillo de Locubín y Alcalá la Real antes del
obispado de Segovia[3]. No se le olvidaba
que había dejado en una arquilla a un criado del obispo de Cádiz, don Maximiliano,
una ropa y camisa. Lo redactaron, estando enfermo de cuerpo, pero sano de
alma(entendimiento), y declarándose maestro mayor de obras de la ciudad de la
Mota y vecino de ella como Ginés Martínez de Aranda. Tras la fórmula de rigor
de testimoniar con fórmula simple sus creencias católicas, inicia
una serie de mandas, que aportan los datos biográficos. Nos descubre datos muy
interesantes de su biografía tras su estancia desde 1595 en Cádiz con el abad
Maximiliano de Austria. Ya comenzaba a invertir en ganancias y adquirir tierras
y bienes, entre ellos una alameda de Jerónimo Nava en la Ribera del Nacimiento
del Río del Castillo de Locubín por la cantidad de diez ducados. Pero resulta
muy interesante para conocer las obras de esta etapa del maestro de obras
baezano y asentado en las tierras de la abadía de Alcalá la Real (Castillo y
Alcalá).Citaba a sus hermanos Juan y Francisco, a los que dejaba unos vestidos
de paño, uno vellorí y otro ferreruelo. Como
maestro de obras, por la parte civil estaba realizando y le acompañaban Miguel
de Bolívar y Bernardo Sánchez el molino del licenciado Carvajal, abogado de la
Real Chancillería de Granada, en Alomarte del término de Íllora.. Con Bernardo
Bonmar, contrató y construyó un molino con su casa en Milanos de Montefrío de
Granada por 150 ducados, y trabajaba en la obra Bastián Pérez.
Por la parte religiosa, realizaba una parte de la obra
de la ermita de San Bartolomé, que los maestros Miguel de Bolívar y Juan
Sánchez habían tasado en 20 ducados, que concedió como limosna para obra de la
iglesia. Y también llevaba a cabo el avanzado de la Iglesia Mayor de Alcalá la
Real a la parte de la tribuna y torre para ganar "cierto viraje que
tenía de más abancamiento en la parte de la capilla mayor, porque con ello se
conseguía que la obra quedar más perfecta y más sigura"
Su maestría era compartida en obras y enseñanza a
aprendices, entre los que cita a Cosme (desde 1595 a ducado y medio al mes),
Damián, hijo de Juan López de Elvira (le ajustaba las cuentas que le debía del
vestido con la casa de Juan Francés). Este nuevo documento amplia la biografía
artística de Ginés desde el punto de vista de la arquitectura civil con la
labor de construcción molinera, así como su escuela de cantería y sus colegas.
También, se expande su obra por tierras granadinas, aunque sabíamos que había
trabajado en la catedral de Granada. Es muy interesante que se rellena la etapa
desde que marcha a Cádiz y regresa sin olvidar su labor como maesto mayor de
obras de la ciudad de Alcalá la Real, donde se avecina. Tras esta etapa, marchó a Santiago de Compostela con
Maximiliano y se comprometió, donde, además
de viajar a la costa para dictaminar sobre las fortalezas de la mitra, se ocupó
de las obras de la Catedral, de la iglesia del monasterio
benedictino de San Martín Pinario, de las obras del claustro
del convento de San Francisco, y diseñó el colegio de San
Clemente.
algunos aspectos de las obras
OTRAS OBRAS DE PATRIMONIO ARTÍSTICO
Entretanto
los dos escultores Juan Dávila, autor de los planos, y Gregorio Español, fueron
labrando la sillería, Dávila la del lado de la Epístola y Español la del lado
del Evangelio; y aunque según el contrato tenían que darla hecha en dos años,
que vencían en 29 de Septiembre de 1608, en 11 de Julio de 1608 ya debía estar
terminada, porque con esa fecha el Canónigo fabriquero Licenciado Alonso López
se obligó a pagar a ambos escultores 81.676 reales que importaron las cincuenta
y cinco sillas altas y bajas que habían hecho a razón de 135 ducados por cada
silla alta y baja . En el friso que separa las dos series de sillas altas y
bajas, al lado de la puerta de la Epístola, se embutió la siguiente
inscripción: lOANNES DAVILA ARQVITECTVS TVDEN. DIÓCESIS FECIT ANNO,1608. La
obra de Dávila es indudablemente más perfecta que la de Español. Sus imágenes
tienen más movimiento, más vida, que las de enfrente, algunas de las cuales
parecen figuras de cera. En los respaldos de las sillas bajas están esculpidas
en bajo relieve bustos de Santos Pontífices, Doctores, Confesores y Vírgenes.
En los respaldos de las sillas altas aparecen talladas de cuerpo entero las
imágenes de Nuestro Señor Jesucristo, la Santísima Virgen, los Apóstoles,
Evangelistas y los Mártires Para la gran obra de la Historia del Apóstol
Santiago, que en el año 1610 publicó D. Mauro Castellá y Ferrer, contribuyó
largamente el Cabildo, y dio al autor toda clase de facilidades. E
.
Deseaba el Cabildo hacer unos mecheros adecuados a la grandeza de su Capilla
mayor; y a este fin el 28 de agosto de 1604 ordenó que se entregasen al Sr.
Sanz del Castillo «los báculos (excepto el del Sr. Velázquez) y guiones y otras
piezas de plata que no eran de provecho para que las vendiese en Castilla, y
del producto hiciese hacer unos blandones muy suntuosos para delante del Altar
mayor por la necesidad que había de ellos.
La piedad del Rey Felipe III excusó al Cabildo de estas gestiones y de
este desembolso. El 1610 fue año de Jubileo; y el religioso Monarca hizo
propósito de venir a visitar el Santo Apóstol; y tanto lo hizo, que el Cabildo
se creyó en el caso de disponer lo conveniente para recibir al regio Peregrino.
La
iglesia compostelana en el siglo XVII consiguiente, entre los dos tramos
quedaba una pequeña plazuela y un gran arco, por el cual se entraba
directamente en la llamada Catedral vieja. Mas, a principios del siglo XVII se
pensó en reducir esta entrada; y a este efecto, en el hueco que quedaba entre
los dos tramos de la antigua escalinata, se metió otra, que va siguiendo
paralelamente el mismo curso y desarrollo. De esta manera quedó cubierto aquel
espacio, y la entrada reducida al estrecho corredor y á la puerta, sobre cuyo
tímpano se ve hoy esculpido el escudo de armas de D. Maximiliano. Comenzaron
los trabajos en 29 de Marzo de 1606; pues en dicho día se mandaron prestar á la
fábrica 2.000 ducados «para que se haga luego la escalinata de la puerta
principal de esta Santa Iglesia», y se acordó que se consultasen los planos con
su Señoría Ilustrísima.
Terminada esta obra, se hicieron nuevas
puertas para la Iglesia alta, cuyos clavos, aldabas y goznes, que son de
bronce, se mandaron contratar en Cabildo de 17 de Marzo de 1608 . Sobre las
puertas antiguas estaban esculpidas las armas del Sr. Fonseca, las cuales
desaparecieron con la obra nueva.
Hízose también por entonces la actual portada
de la Puerta Santa: en la cual portada se embutieron muchas de las piezas
extraídas del antiguo Coro, como los respaldos de las sillas en que estaban
esculpidas de relieve imágenes de Patriarcas, Profetas, Apóstoles, etc.. y
doseletes de las mismas sillas . Ya desde el año 1596 había dispuesto el Cabildo
allanar la plaza de la Quintana, antiguo cementerio de la Catedral y a la vez
plaza de abastos de la ciudad; y aun en 26 de abril de dicho año se ordenó
allanarla «con todas las sepulturas y se quite la inmundizia que estás obre las
sepulturas y se ponga a nivel a costa de la fábrica con brevedad y se comunique
con su Señoría. “A pesar de esto, la obra se fue difiriendo hasta el año 1604,
en que a 19 de Julio, se acordó que del alcance que resultó contra el Cardenal
Fabriquero se tome la suma necesaria hasta completar los mil ducados que había
dejado el Sr. Sanclemente para allanar dicha plaza. Sin embargo, la obra no se remató
hasta 21 de abril de 1611, en que por 1.100 ducados se adjudicó al mejor
postor, el maestro Francisco González de Araújo. Según las condiciones
acordadas, efecto del desnivel.
Las tres estatuas de Santiago y susdos
discípulos San Atanasio y San Teodoro, que coronan la portada, se labraron en
el año 1694 por el escultor Pedro do Campo, que por ellas y por la estatua de
Santiago a caballo y las de cuatro moros que estaban sobre la portada de la
Quintana recibió la módica cantidad de unos 3.500reales.
La plaza debía quedar dividida en dos
partes separadas por una escalinata de once peldaños. El rematante se obligaba a
poner en el mismo estado en que estaban con sus pedestales de escaleras, los
cruceros que hubiese necesidad de desmontar para la obra. Entre otras cosas se
obligaba también a aumentar en dos pasos las escaleras de la inmediata plaza de
la Platería para ir disminuyendo el desnivel, y a embaldosar la parte de abajo de
sepulturas, de manera que tres piedras agan vna, que de largo tres agan dos
varas y media, y de ancho cada vna tres quartas y media, mui bien labradas y
escodadas y sin quebrantadura ninguna; y puestas las dichas sepulturas a cordel
y mui derechas, y a todas partes correspondan axidres sin que falte cosa
alguna» .
En el año 1607 se hicieron dos cajas
nuevas para los órganos, grande y pequeño, de la Iglesia; y la persona en quien
se remató la obra de pintura, dorado y estofado de dichas cajas, fue el pintor
Juan de Altamirano, vecino de Santiago, que puso la obra en 300 ducados y dio
por fianzas por escritura otorgada en 30 de Junio de 1607 a Gregorio Freiré de
Neira y al pintor Juan de Moreiras –
En 18 de Abril de 1612 Francisco González
hizo dejación de esta obra. Aunque, como acabamos de ver, Francisco González de
Araújo hizo dejación de la obra, no por eso quedó ésta en suspenso pues en 22
de Diciembre de 1616 se nombró una comisión para acabar de alla nar la Quintana
sin perjudicar los cimientos del Convento de San Payo- en 1687 aun se pagaron
800 reales á dos carreteros por la tierra que habían sacado de la Quintana. En
el año 1603 también el Convento de San Pelayo levantó una pared en la parte de
la Quintana. Don Maximiliano, para que sirviese de muro de sus- tañimiento al
antiguo refectorio, que amenazaba ruina, mandó construir el grueso paredón
sobre que des- cansa el corredor o galería de Palacio que mira a la plaza del
Hospital. Por su parte el Cabildo en 11 de septiembre de 1614 contrató con el
maestro Francisco González de Araújo en 2.500 reales la construcción del balcón
o corredor que sale también a la plaza del Hospital. Este balcón había de ser
de piedra buena de grano y con- forme a la traza que había dado el Maestro de
obras de la Catedral Jácome Fernández. Le había de dar hecho para el día de
Pascua del año siguiente 1615. Después, a 7 de Marzo de 1615 se ajustó con el maestro
herrero Pedro do Canto, vecino de Santiago, el antepecho de balaustres de
hierro para el corredor o solana, «que se hace pegada a la pared de la iglesia que
sale a la plaza del Hospital a razón de 32 Mrs. por li- bra de hierro» (2). Al
año siguiente se hicieron otras andas nuevas (que deben ser las que actualmente
se usan) para sacar las Santas Reliquias en las procesiones. Para ello se mandó
deshacer la cruz de plata dorada antigua, y venderlos cálices pequeños de oro
(quedando otros dos mayores) y algunas sortijas viejas. So hizo también «una
custodia con su veril muy curiosa en que se ponga el Stmo. Sacramento en otra forma
que, hasta aquí,» para evitar que el Cardenal hebdomadario «se ponga de pie en
el altar mayor para ponelle y quitalle»
ET CHARITATE.
Mas
el huésped funesto, que tantos estragos había causado en el siglo anterior é
impedido el desarrollo de tantas obras benéficas, también visitó cruel nuestro
reino en los primeros años del siglo XVII. En 7 de mayo de 1614 el Cabildo
designó al Cardenal mayor D. Luís Rodríguez de Castro, para que en unión con el
Canónigo D. Agustín de León atendiese al sustento de los pobres que cupiesen al
Cabildo, guardando la misma forma y orden que se había tenido en el año 1607
(3) en el socorro de los menesterosos, y se mandó al Mayordomo, que, para
comprar pan, carne, y todo lo demás necesario, entregase a buena cuenta 600
ducados. Por su parte el arzobispo en esta ocasión extremó su caridad. Según
Gil González, en el tiempo que vivió de este año, sustentó más de seis mil
pobres; y a muchos labradores proporcionó granos para sembrar. Además de estas
tan urgentes, otras atenciones ocurrían que el Cabildo no dejaba preteridas. No
hablaremos ya de limosnas anuales que daba a los conventos de San Francisco,
Santo Domingo, San Lorenzo, San Simón de Redondela, etc.; otras ocasiones se le
ofrecieron, en las cuales el Cabildo no desmintió su generosidad y
desprendimiento. En enero de 1606 donó 200 ducados a los pobres irlandeses que
estaban en la Coruña. No eran sólo irlandeses los que venían bus-car refugio a
nuestro país, sino también ingleses. A fines del siglo XVI tomaron el hábito a
un tiempo en el Convento de San Martín de Santiago cuatro o cinco seminaristas
de dicha nación, y entre ellos el Venerable. Fr. Juan de Marvina, martirizado
en Londres el 10de diciembre de 1610. En junio de 1607 se contribuyó con 1815 reales
para la canonización de San Ignacio y en el año 1610se entregaron al P.
Carmelita Fr. Antonio de la Encarnación, Prior del Convento de Palencia, 500 ducados
para el expediente de canonización de Santa Teresa. La beatificación de San
Ignacio también se celebró en el mismo año 1610 con gran solemnidad en
Santiago.
. OBIIT KLS. lULII 1614
La gran carestía del año 1614
coincidió con una grave enfermedad que aquejó al arzobispo y, hasta tal punto,
que le llevó al sepulcro. Hizo testamento Don Maximiliano el 25 de junio de
dicho año 1614, y en el remanente que quede, después de satisfechas sus deudas
y legados, instituye heredera universal a su alma y quiere que todo se emplee
en redima- cautivos «prefiriendo a los niños, mujeres y gente simple de quienes
se puede temer que dejen la santa fe católica. > Dos días después hizo un
primer codicilo en que, entre otras cosas, declaró lo que debía de hacerse con
ciertos objetos, como libros, pinturas, etc. que paraban en su poder. Por el
segundo codicilo, hecho en 29 de junio, facultó a D. Martín Carrillo y Aldrede
para la ejecución de ciertos encargos que de palabra le había encomendado.
Respecto a su sepultura, quiso que se hiciese *en la parte y lugar que los
señores deán y cabildo de la dicha nuestra Sta. iglesia, nuestros hermanos,
fueren servidos, de quienes fío que me currarán y harán toda merced, como se la
merece el singular amor que yo les he tenido y tengo, en común y en particular.»
Falleció D. Maximiliano el 1.'"' de Julio de 1614 entre cuatro y cinco de
la mañana. En el Cabildo que se celebró el mismo día se leyeron su testamento y
codicilos, cuya lectura terminada, entró el alcalde Diego de Pardiñas para
hacer entrega de las llaves de la ciudad. Según Gil González, poco tiempo antes
que le sor prendiese la muerte pidió al Rey Felipe III, pero sin éxito, que se
le aceptase la renuncia del Arzobispado. El lugar que señaló el Cabildo para la
sepultura de tan ilustre Prelado fue entre el Coro y el Presbiterio, seguida de
las de D. Gaspar de Abales, D. Cristóbal Fernández de Baltodano y D. Juan del
Yermo. Cubrióse la huesa con una magnífica lámina de bronce, sobre la que se
grabó de realce la siguiente inscripción: MAXIMILIANUS AB AUSTEIA, MAXIMILIANI
EOMANORUMIMPERATORIS EX FILIO NEPOS, HUÍ US COMPOSTELLANAE ECCLESIAE ARCHIEPISCOPUS,
SUAEQUE IMMUNITATIS AC PATRIMONII ACERRIMUS DEFENSOR AC RESTITUTOR, CLARUS
lüSTITIA ET CHARITATE. OBIIT KLS. lULII 1614 MORS SCEPTRA LIGONIBUS AEQUAT.
Realizamos y publicamos un primer artículo sobre el primer
testamento de Ginés Martínez de Aranda, y lo que nos presenta la
historia, he descubierto, uno nuevo. Así lo manifestábamos en aquel
, que consideramos el primero de los
tres que llevó a cabo.
. Pero, antes de este testamento hubo, al menos, otros dos anteriores. Ya
comentamos uno levantado ante el el escribano castillero Juan
Bautista Cano, en seis de enero de 1616, según recogen sus protocolos
notariales de Castillo de Locubín donde lo realizó siendo testigos
don Alonso de Benavides, Juan Colomo el Viejo y Pedro Hurtado,
todos vecinos de esta villa. Lo redactaron , estando enfermo de cuerpo,
pero sano de alma( en voluntad, entendimiento y juicio, pero antes el temor de sobrevenirle la
muerte), y declarándose vecino de Castillo de Locubín como Ginés
Martínez de Aranda. Tras la fórmula de rigor de testimoniar sus
creencias católicas de salvación en el Dios que le dio la vida, inicia una
serie de mandas, que aportan los datos biográficos. No es tan rico en aportar
nuevos datos al que comentamos en anteriores artículos, pero tiene la
importancia de haber sido el segundo que, hasta ahora, se había descubierto.
Pide ser perdonado por su vida y ser acogido al seno de Dios Padre.
Declara que, en el día de su enterramiento, sea enterrado en la iglesia de San
Pedro, y, señala que se haga en la sepultura de la la capilla nueva de la
Iglesia Mayor de ella (sic); lo que es una clara confusión o un
lapsus calami por capilla mayor ; para el día su entierro, manda ser
acompañado por los beneficiados, curas y capellanes y religiosos de Castillo
de Locubín. Se mandaba que se dijeran la misa
de requién cantada, y otras misas por su alma ( las nueve de las
fiestas de la Virgen , cinco por las Llagas de Jesucristo, tres de Espíritu
Santo, 33 de San Amador), 6 por sus padres sin citarlos, otras seis por
sus suegros, con lo que aporta el linaje de su esposa ( en concreto eran
el castillero Juan Galán). Las seis misas por las ánimas del
Purgatorio son frecuentes en los testimonios, pero las seis de sus hermanos,
nos ilustran de su familia, y que habían fallecido Hernando y
Francisco de Aranda (padre de su sobrino el famosos arquitecto Juan
de Aranda Salazar). Se señala a su mujer, la castillera María de
Morales, para que ella administrase una manda de 200 misas por su alma
donde quisiere y en el sitio que le placiere. Recuerda la carta
dotal que trajo para contraer matrimonio en la cantidad de cien ducados, con el
fin de que lo supieran sus herederos, cuando falleciera su madre. Estos
herederos los nombra universales para que se repartan los bienes cuando
falleciere tras pagar todos los gastos; eran María
de Aranda, Ginés Martín de Aranda y Juan: a la primera
levantó carta de dote para casarse con Luís González, vecino de Priego (
también arquitecto que trabajó en la iglesia de Santa María Mayor de la
Mota) , ante este escribano y manifiesta quee allí se encuentra lo
que le donó; al segundo, le dio entre dineros, oro, paño, trigo y
cebada en 133 ducados. Y en este contexto cita una serie de
fincas que se añadió a este hijo en un memorial firmado por él y jurado
ante Dios con un cruz: una alameda en el río, lindera en lo primero de todo con
la presa de don Fernando de Aranda y el camino empezado por la parte
baja, tenía que sacar 24 álamos y se valoraba en 100 ducados, más
dos aranzadas de viña en el Picacho de Castillo
de Locubín, lindera con la viña de Bartolomé López Hidalgo
y la viuda de Mateo García, un pedazo
de zumacal y aranzada y media de olivar en el mismo sitio,
linderos con el resto de heredades y con el camino de la Nava ( afirma que lo
escribe para que se sepa y no había hecho escritura) . Declaraba
como albaceas a su hijo Ginés Martín y a su esposa María de Morales,
al mismo que anulaba cualquier declaración o codicilos testamentarios.
Pero, antes de este testamento hubo, al
menos, otro anterior levantado ante el escribano alcalaíno Francisco Jiménez,
en 22 de mayo enero de 1598, según recogen sus protocolos notariales de
Alcalá la Real y Castillo de Locubín donde los realizó siendo
testigos Bartolomé Ruiz de Prados, Antón Martín, y Martín Sánchez de la Jurada,
todos vecinos de Alcalá la Real y de su villa del Castillo de
Locubín (sic). No se le olvidaba que había dejado en una arquilla a un criado
del obispo de Cádiz, don Maximiliano, una ropa y camisa. Lo redactaron, estando
enfermo de cuerpo, pero sano de alma(entendimiento), y declarándose maestro
mayor de obras de la ciudad de la Mota y vecino de ella como Ginés
Martínez de Aranda. Tras la fórmula de rigor de testimoniar con
fórmula simple sus creencias católicas, inicia una serie de mandas, que aportan
los datos biográficos. Nos descubre datos muy interesantes de su
biografía tras su estancia desde 1595 en Cádiz con el abad Maximiliano de Austria
y resalta por ser el primero que, hasta ahora, se ha descubierto con
seguridad. Declara que, en el día de su enterramiento, sea enterrado en
la iglesia alcalaína de Santa María la Mayor o la castillera
de San Pedro, a criterio de su esposa María de Morales para el día su entierro,
manda ser acompañado por los beneficiados, curas y capellanes de Alcalá
la Real y, si fuere en la villa, todos los religiosos de Castillo
de Locubín. Se mandaba que se dijeran la misa de requién cantada,
y otras misas por su alma (las nueve de las fiestas de la Virgen, doce de los
Apóstoles, cinco por las Llagas de Jesucristo, tres de Espíritu Santo, y
varias series de cinco en las festividades San Amador, Santos
Juanes, Santa Ana, San Ginés, Dulce Nombre de Jesús, San Andrés entre otros), 6
por su suegro, y las seis misas por las ánimas del Purgatorio son
frecuentes en los testimonios, pero las seis de sus hermanos, Se señala a su
mujer, la castillera María de Morales, para que ella administrase
una manda de misas por su alma donde quisiere y en el sitio que
le placiere al ser sepultado. Recuerda la carta dotal que trajo para
contraer matrimonio en la cantidad de cien ducados, con el fin de que lo
supieran sus herederos, cuando falleciera su madre. Estos herederos los nombra
universales para que se repartan los bienes cuando falleciere tras pagar todos
los gastos; eran María de Aranda, Ginés Martín
de Aranda y Juan, y otra póstuma, ya que su esposa estaba preñada, No
se habían casado, por tanto, no habla de dotes futuras.
Ya comenzaba a invertir en ganancias y
adquirir tierras y bienes, entre ellos una alameda de Jerónimo Nava en la
Ribera del Nacimiento del Río del Castillo de Locubín por la cantidad de diez
ducados. Pero resulta muy interesante para conocer las obras de esta
etapa del maestro de obras baezano y asentado en las tierras de la abadía
de Alcalá la Real (Castillo y Alcalá).
Citaba a sus hermanos Juan y Francisco,
a los que dejaba unos vestidos de paño, uno vellorí y otro ferreruelo.
Como maestro de obras, por la parte
civil estaba realizando como maestro y le acompañaban Miguel
de Bolívar y Bernardo Sánchez el molino del licenciado Carvajal, abogado de la
Real Chancillería de Granada, en Alomarte del término de Íllora y ya había
recibido adelantos y algunos pagos para alcanzar la cantidad de 205 ducados,
los contratos los había firmado en las escribanías de Granada y mantenía
algunas deudas por su trabajo y la obligación de darles de comer sábados y días
de fiesta. Con Bernardo Bonmar, contrató y construyó un molino con su casa en
Milanos de Montefrío de Granada por 150 ducados, y trabajaba en la obra Bastián
Pérez.
Por la parte religiosa, realizaba una
parte de la obra de la ermita de San Bartolomé, que los maestros Miguel de
Bolívar y Juan Sánchez habían tasado en 20 ducados, que concedió como limosna
para obra de la iglesia. Y también llevaba a cabo el avanzado de la Iglesia
Mayor de Alcalá la Real a la parte de la tribuna y torre para ganar
"cierto viraje que tenía de más abancamiento en la parte de la capilla
mayor, porque con ello se conseguía que la obra quedar más perfecta y más
sigura"
Su maestría era compartida en obras y
enseñanza a aprendices, entre los que cita a Cosme (desde 1595 a ducado y medio
al mes), Damián, hijo de Juan López de Elvira (le ajustaba las cuentas que le
debía del vestido con la casa de Juan Francés).
Declaraba como albaceas a
su esposa María de Morales, al mismo que anulaba cualquier declaración o
codicilos testamentarios.
GINÉS MARTÍNEZ DE ARANDA, CONSTRUCTOR
DE MOLINOS
Realizamos y publicamos un primer artículo sobre el
primer testamento de Ginés Martínez de Aranda, y lo que nos presenta la
historia, he descubierto, un nuevo testamento. Así lo manifestamos en aquel
TESTAMENTO DE GINÉS MARTÍNEZ DE ARANDA, que consideramos el primero de los tres
que llevó a cabo.
1 Son varios los artículos que he escrito sobre el
maestro de obras Ginés Martínez de Aranda. Desde el descubrimiento de su
testamento y la partición de sus bienes hasta su última etapa en tierras
alcalaínas dirigiendo las obras de la sacristía de la Iglesia Mayo. Unos los
fueron pòr los años ochenta en revistas locales, como las del programa de
ferias del Castillo de Locubín. O le dediqué varios artículos en el periódico
provincial Jaén. Decía en uno de los últimos publicados: “ A la hora de
desvelar enigmas de la biografía de los personajes o artistas de Jaén, juegan
un papel fundamental las fuentes documentales relacionadas con sus momentos
culminantes de su trayecto vial. Si las partidas de bautismo o los certificados
nacimiento dejan en entredicho muchas hipótesis promovidas por el simple
comparativismo, las partidas de defunción abren una abanico informativo que
encuadra a los personajes desde su entorno familiar o generacional hasta su estilo
y modo de vida ( hacienda, tendencias, estudios, cultura...). No podemos obviar
ni pasar por alto la contribución de los estudios genealógicos con su diversa
gama de documentos para complementarla. Hace años, se divulgó un descubrimiento
muy esperado que fue la división y participación de bienes de Ginés Martínez de
Aranda, en el que se insertaba su testamento escrito en Castillo de Locubín en
1622 ante el notario Lucas Jordán. Ponía al día el entorno familiar de este
maestro de obras, nacido en tierras de Jaén, y que dejó su huellas en tierras
muy lejanas de la provincia del Santo Reino”.
. Pero, antes de este testamento hubo, al menos, otros
dos anteriores. Ya comentamos uno levantado ante el el escribano castillero
Juan Bautista Cano, en seis de enero de 1616, según recogen sus protocolos
notariales de Castillo de Locubín donde lo realizó siendo testigos don Alonso
de Benavides, Juan Colomo el Viejo y Pedro Hurtado, todos vecinos de esta
villa. Lo redactaron , estando enfermo de cuerpo, pero sano de alma( en
voluntad, entendimiento y juicio, pero antes el temor de sobrevenirle la
muerte), y declarándose vecino de Castillo de Locubín como Ginés Martínez de
Aranda. Tras la fórmula de rigor de testimoniar sus creencias católicas de
salvación en el Dios que le dio la vida, inicia una serie de mandas, que
aportan los datos biográficos. No es tan rico en aportar nuevos datos al que
comentamos en anteriores artículos, pero tiene la importancia de haber sido el
segundo que, hasta ahora, se había descubierto. Pide ser perdonado por su vida
y ser acogido al seno de Dios Padre. Declara que, en el día de su
enterramiento, sea enterrado en la iglesia de San Pedro, y, señala que se haga
en la sepultura de la la capilla nueva de la Iglesia Mayor de ella (sic); lo que
es una clara confusión o un lapsus calami por capilla mayor ; para el día su
entierro, manda ser acompañado por los beneficiados, curas y capellanes y
religiosos de Castillo de Locubín. Se mandaba que se dijeran la misa de requién
cantada, y otras misas por su alma ( las nueve de las fiestas de la Virgen ,
cinco por las Llagas de Jesucristo, tres de Espíritu Santo, 33 de San Amador),
6 por sus padres sin citarlos, otras seis por sus suegros, con lo que aporta el
linaje de su esposa ( en concreto eran el castillero Juan Galán). Las seis
misas por las ánimas del Purgatorio son frecuentes en los testimonios, pero las
seis de sus hermanos, nos ilustran de su familia, y que habían fallecido
Hernando y Francisco de Aranda (padre de su sobrino el famosos arquitecto Juan
de Aranda Salazar). Se señala a su mujer, la castillera María de Morales, para
que ella administrase una manda de 200 misas por su alma donde quisiere y en el
sitio que le placiere. Recuerda la carta dotal que trajo para contraer
matrimonio en la cantidad de cien ducados, con el fin de que lo supieran sus
herederos, cuando falleciera su madre. Estos herederos los nombra universales
para que se repartan los bienes cuando falleciere tras pagar todos los gastos;
eran María de Aranda, Ginés Martín de Aranda y Juan: a la primera levantó carta
de dote para casarse con Luís González, vecino de Priego ( también arquitecto
que trabajó en la iglesia de Santa María Mayor de la Mota) , ante este
escribano y manifiesta quee allí se encuentra lo que le donó; al segundo, le
dio entre dineros, oro, paño, trigo y cebada en 133 ducados. Y en este contexto
cita una serie de fincas que se añadió a este hijo en un memorial firmado por
él y jurado ante Dios con un cruz: una alameda en el río, lindera en lo primero
de todo con la presa de don Fernando de Aranda y el camino empezado por la
parte baja, tenía que sacar 24 álamos y se valoraba en 100 ducados, más dos
aranzadas de viña en el Picacho de Castillo de Locubín, lindera con la viña de
Bartolomé López Hidalgo y la viuda de Mateo García, un pedazo de zumacal y
aranzada y media de olivar en el mismo sitio, linderos con el resto de
heredades y con el camino de la Nava ( afirma que lo escribe para que se sepa y
no había hecho escritura) . Declaraba como albaceas a su hijo Ginés Martín y a
su esposa María de Morales, al mismo que anulaba cualquier declaración o
codicilos testamentarios. En este mismo año ante Francisco Jiménez, como vecino
del Castillo de Locubín, concedía un poder al procurador y escribano Juan de
Rotaesta para que pudiera representarlo en todo tipo de de pleintos ante las
justicias de la ciudad de Alcalá la Real (Legajo 4715, folio 115 ,10 de mayo de
1616).
En 3 de junio de
1599, Ginés arrendaba a Juan Martínez, tejedor de tafetán, una casa pequeña
tienda lindera con otra casa suya y la de Francisco Matías, en el Llanillo.
Ya comenzaba a
invertir en ganancias y adquirir tierras y bienes, entre ellos una alameda de
Jerónimo Nava en la Ribera del Nacimiento del Río del Castillo de Locubín por
la cantidad de diez ducados. Pero resulta muy interesante para conocer las
obras de esta etapa del maestro de obras baezano y asentado en las tierras de
la abadía de Alcalá la Real (Castillo y Alcalá).
Citaba a sus
hermanos Juan y Francisco, a los que dejaba unos vestidos de paño, uno vellorí
y otro ferreruelo.
Como maestro de
obras, por la parte civil estaba realizando como maestro y le acompañaban
Miguel de Bolívar y Bernardo Sánchez el molino del licenciado Carvajal, abogado
de la Real Chancillería de Granada, en Alomarte del término de Íllora y ya había
recibido adelantos y algunos pagos para alcanzar la cantidad de 205 ducados,
los contratos los había firmado en las escribanías de Granada y mantenía
algunas deudas por su trabajo y la obligación de darles de comer sábados y días
de fiesta. Con Bernardo Bonmar, contrató y construyó un molino con su casa en
Milanos de Montefrío de Granada por 150 ducados, y trabajaba en la obra Bastián
Pérez.
Por la parte
religiosa, realizaba una parte de la obra de la ermita de San Bartolomé, que
los maestros Miguel de Bolívar y Juan Sánchez habían tasado en 20 ducados, que
concedió como limosna para obra de la iglesia. Y también llevaba a cabo el
avanzado de la Iglesia Mayor de Alcalá la Real a la parte de la tribuna y torre
para ganar "cierto viraje que tenía de más abancamiento en la parte de la
capilla mayor, porque con ello se conseguía que la obra quedar más perfecta y
más sigura"
Su maestría era
compartida en obras y enseñanza a aprendices, entre los que cita a Cosme (desde
1595 a ducado y medio al mes), Damián, hijo de Juan López de Elvira (le
ajustaba las cuentas que le debía del vestido con la casa de Juan Francés).
Declaraba como
albaceas a su esposa María de Morales, al mismo que anulaba cualquier
declaración o codicilos testamentarios.
CONCLUSIONES
Este nuevo documento
amplia la biografía artística de Ginés desde el punto de vista de la
arquitectura civil con la labor de construcccion molinera, así como su escuela
de cantería y sus colegas. También, se expande su obra por tierras granadinas,
aunque sabíamos que había trabajado en la catedral de Grfanada. Es muy
interesante que se rellena la etapa desde que marcha a Cádiz y regresa sin
olvidar su labor como maesto mayor de obras de la ciudad de Alcalá la Real,
donde se avecina.
GINÉS MARTÍNEZ DE
ARANDA, CONSTRUCTOR DE MOLINOS
Son varios los artículos que he escrito
sobre el maestro de obras Ginés Martínez de Aranda. Desde el descubrimiento de
su testamento y la partición de sus bienes hasta su última etapa en tierras
alcalaínas dirigiendo las obras de la sacristía de la Iglesia Mayo. Unos los
fueron por los años ochenta en revistas locales, como las del programa de
ferias del Castillo de Locubín. O le dediqué varios artículos en este periódico
provincial Jaén. Decía en uno de los últimos publicados: “A la hora de desvelar
enigmas de la biografía de los personajes o artistas de Jaén, juegan un papel
fundamental las fuentes documentales relacionadas con sus momentos culminantes
de su trayecto vial. Si las partidas de bautismo o los certificados nacimiento
dejan en entredicho muchas hipótesis promovidas por el simple comparativismo,
las partidas de defunción abren un abanico informativo que encuadra a los
personajes desde su entorno familiar o generacional hasta su estilo y modo de
vida (hacienda, tendencias, estudios, cultura...). No podemos obviar ni pasar por
alto la contribución de los estudios genealógicos con su diversa gama de
documentos para complementarla. Hace años, se divulgó un descubrimiento muy
esperado que fue la división y participación de bienes de Ginés Martínez de
Aranda, en el que se insertaba su testamento escrito en Castillo de Locubín en
1622 ante el notario Lucas Jordán. Ponía al día el entorno familiar de este
maestro de obras, nacido en tierras de Jaén, y que dejó sus huellas en tierras
muy lejanas de la provincia del Santo Reino”. Pero lo que nos presenta la historia, dos nuevos
testamentos anteriores a esta fecha se han descubierto, firmados por su puño y letra
Ya comentamos uno levantado ante el
escribano castillero Juan Bautista Cano, en seis de enero de 1616, según
recogen sus protocolos notariales de Castillo de Locubín donde lo realizó
siendo testigos don Alonso de Benavides, Juan Colomo el Viejo y Pedro Hurtado,
todos vecinos de esta villa. Lo redactaron, estando enfermo de cuerpo, pero
sano de alma (en voluntad, entendimiento y juicio, pero antes el temor de
sobrevenirle la muerte), y declarándose vecino de Castillo de Locubín como
Ginés Martínez de Aranda.
Pero, antes de este testamento hubo, al
menos, otro anterior levantado ante el escribano alcalaíno Francisco Jiménez,
en 22 de mayo enero de 1598, según recogen sus protocolos notariales de Alcalá
la Real y Castillo de Locubín donde los realizó siendo testigos Bartolomé Ruiz
de Prados, Antón Martín, y Martín Sánchez de la Jurada, todos vecinos de Alcalá
la Real y de su villa del Castillo de Locubín (sic). No se le olvidaba que
había dejado en una arquilla a un criado del obispo de Cádiz, don Maximiliano,
una ropa y una camisa. Lo redactaron, estando enfermo de cuerpo, pero sano de
alma(entendimiento), y declarándose maestro mayor de obras de la ciudad de la
Mota y vecino de ella como Ginés Martínez de Aranda. Tras la fórmula de rigor
de testimoniar con fórmula simple sus creencias católicas, inicia una serie de
mandas, que aportan los datos biográficos. Nos descubre datos muy interesantes
de su biografía tras su estancia desde 1595 en Cádiz con el abad Maximiliano de
Austria y resalta por ser el primero que, hasta ahora, se ha descubierto con
seguridad. Declara que, en el día de su enterramiento, sea enterrado en la
iglesia alcalaína de Santa María la Mayor o la castillera de San Pedro, a
criterio de su esposa María de Morales para el día su entierro, manda ser
acompañado por los beneficiados, curas y capellanes de Alcalá la Real y, si
fuere en la villa, todos los religiosos de Castillo de Locubín. Se manda que se
digan la misa de réquiem cantada, y otras misas por su alma (las nueve de las
fiestas de la Virgen, doce de los Apóstoles, cinco por las Llagas de
Jesucristo, tres de Espíritu Santo, y varias series de cinco en las
festividades San Amador, Santos Juanes, Santa Ana, San Ginés, Dulce Nombre de
Jesús, San Andrés entre otros), 6 por su suegro, y las seis misas por las
ánimas del Purgatorio son frecuentes en los testimonios, pero las seis de sus
hermanos. Se señala a su mujer, la
castillera María de Morales, para que ella administrase una manda de misas por
su alma donde quisiere y en el sitio que le placiere al ser sepultado. Recuerda
la carta dotal que trajo para contraer matrimonio en la cantidad de cien
ducados, con el fin de que lo supieran sus herederos, cuando falleciera su
madre. Estos herederos los nombra universales para que se repartan los bienes
cuando falleciere tras pagar todos los gastos; eran María de Aranda, Ginés
Martín de Aranda y Juan, y otra póstuma, ya que su esposa estaba preñada, No se
habían casado, por tanto, no habla de dotes futuras.
Ya comenzaba a invertir en ganancias y
adquirir tierras y bienes, entre ellos una alameda de Jerónimo Navas en la
Ribera del Nacimiento del Río del Castillo de Locubín por la cantidad de diez
ducados. Pero resulta muy interesante para conocer las obras de esta etapa del
maestro de obras baezano y asentado en las tierras de la abadía de Alcalá la
Real (Castillo y Alcalá). Citaba a sus hermanos Juan y Francisco, a los que
dejaba unos vestidos de paño, uno vellorí y otro ferreruelo.
Como maestro de obras, por la parte
civil estaba realizando como maestro y le acompañaban Miguel de Bolívar y
Bernardo Sánchez el molino del licenciado Carvajal, abogado de la Real
Chancillería de Granada, en Alomarte del término de Íllora y ya había recibido
adelantos y algunos pagos para alcanzar la cantidad de 205 ducados, los
contratos los había firmado en las escribanías de Granada y mantenía algunas
deudas por su trabajo y la obligación de darles de comer sábados y días de
fiesta. Con Bernardo Bonmar, contrató y construyó un molino con su casa en
Milanos de Montefrío de Granada por 150 ducados, y trabajaba en la obra Bastián
Pérez.
Por la parte religiosa, realizaba una
parte de la obra de la ermita de San Bartolomé, que los maestros Miguel de
Bolívar y Juan Sánchez habían tasado en 20 ducados, que concedió como limosna para
obra de la iglesia. Y también llevaba a cabo el avanzado de la Iglesia Mayor de
Alcalá la Real a la parte de la tribuna y torre para ganar "cierto
viraje que tenía de más abancamiento en la parte de la capilla mayor, porque
con ello se conseguía que la obra quedar más perfecta y más sigura".
Su maestría era compartida en obras y
enseñanza a aprendices, entre los que cita a Cosme (desde 1595 le pagaba a
ducado y medio al mes), ya Damián, hijo
de Juan López de Elvira (le ajustaba las cuentas que le debía del vestido con
la casa de Juan Francés).
Declaraba como albaceas a su esposa
María de Morales, al mismo que anulaba cualquier declaración o codicilos
testamentarios.
Este nuevo documento amplia la biografía
artística de Ginés desde el punto de vista de la arquitectura civil con la
labor de construcción molinera, así como su escuela de cantería y sus colegas.
También, se expande su obra por tierras granadinas, aunque sabíamos que había
trabajado en la catedral de Granada. Es muy interesante que se rellena la etapa
desde que marcha a Cádiz y regresa sin olvidar su labor como maestro mayor de
obras de la ciudad de Alcalá la Real, donde se avecina.
[1] GOY DIZ, Ana. «Las empresas artísticas del ar- zobispo don Maximiliano de Austria en. Santiago». A.1.. pp. 81-98. – «La entrada triunfal del Arzobispo don. JUAN LOVERA,
Carmen y MURCIA CANO, María Teresa, “Jaén y don Leopoldo de Austria, obispo de Córdoba. Un testamento ejemplar”,
en Boletín de ... El abad don Maximiliano de Austria en sus relaciones con el Cabildo
municipal de Alcalá la Real. 12 septiembre 2012. Autora: JUAN LOVERA, Carmen. JUAN LOVERA, Carmen y MURCIA CANO, María Teresa, “Jaén y don Leopoldo de Austria, obispo de Córdoba. Un testamento
ejemplar”, en Boletín de ...
UAN LOVERA, Carmen y MURCIA CANO, María Teresa, “Jaén y don Leopoldo de
Austria, obispo de Córdoba. Un testamento ejemplar”, en Boletín de Estudios Jiennenses,
198, 2008, pp. 251-288.
[2]
López Ferreiro. Antonio
. Historia de la S.A.M. Iglesia de Santiago de Compostela, tomo VIII. Editorial:
Imp. y Enc. del Seminario Conciliar Central, Santiago, 1899.
[3]
AHPJ. ante el escribano alcalaíno Francisco Jiménez, en 22
de mayo enero de 1598, según recogen sus protocolos notariales de Alcalá la
Real y Castillo de Locubín donde los realizó siendo testigos Bartolomé Ruiz de
Prados, Antón Martín, y Martín Sánchez de la Jurada, todos vecinos de Alcalá la
Real y de su villa del Castillo de Locubín (sic).
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