Archivo del blog

sábado, 26 de agosto de 2023

LA CALLE REAL . LA CALLE DE LOS SARDOS. EN ALCALÁ LA REAL INFORMACIÓN.

 

LA CALLE REAL, CALLE DE LOS SARDOS

 

 






La calle Real se ha convertido  actualmente en un acceso a la ciudad  fortificada de la Mota. Fue la primera arteria vial que comunicó con la nueva ciudad que se abría en el valle comprendido entre los cerros de la Mota y Llanos. Entre sus vecinos, hay referencia exacta de la localización de las viviendas del padre Pedro Sardo y de su hijo Miguel Raxis y otra  de Melchor Raxis en la calle Real, colindantes una de otra. En el nuevo barrio, por otro lado, la de Nicolás Raxis se situaba en las puertas del Arrabal y la de Pedro, en la calle Relimpios: todas ellas ubicadas en el barrio de San Juan y de las Trinitarias.  Según hemos podido constatar, las casas alcalaínas de algunos sardos tenían una estructura muy sencilla y similar a la que hemos descrito en una reciente publicación sobre la historia local. Salvo la de Pedro, su localización urbanística responde a la expansión urbana que desde la Mota surgía a mediados del siglo XVI, donde se permitía sin licencia y gratuitamente el permiso de ubicar talleres de carácter artesanal, `principalmente en el trayecto que llegaba hasta la esquina de la calle Rosario. Era una especie de rastro, donde los más emprendedores abrían tiendas, pequeños talleres y oficinas liberales como las de los escribanos. En una de estas casas de la calle Real, cuando esta calle todavía pertenecía a la parroquia de Santo Domingo de Silos, nació el imaginero Pablo de Rojas. Pues el ayuntamiento obligó un año más tarde a todos los artesanos artísticos a subir a la plaza de la  Mota.La casa de nacimiento de Pablo de Rojas, perteneciente a su padre Pedro Sardo, lindaba  con las de su hijo Melchor Raxis sardo por un lado  y  del escribano Pedro Contador, por la otra parte.  Se abría con una  fachada de piedra de cantería, y la portada adintelada y unos vanos  pequeños que daban luz a través de las ventanas a los aposentos del interior. Como todas las casas alcalaínas de estos tiempos, se componía de una parte baja, donde se albergaba el taller con su mesa y su banquillo y, como quiera que los retablos, que esta familia realizó, fueran de pequeñas dimensiones, podían almacenarse todos los materiales y los bastidores en estas salas. En su sótano, cosa también frecuente, se componía de una amplia bodega  sin necesidad  de contratarla, cosa que hacían los cosecheros de vino, pues esta familia, gracias a sus rentas compró viñedos y traficó con el vino. Su almacenamiento en las tinajas de vino demuestra que compartía el oficio artístico con otros negocios, pues muchos de ellos, sobre todo el padre, y los hijos Pedro y Miguel tuvieron algunos peculios adquiridos a lo largo de su vida artística que consiguieron con lo obtenido por el pago de las obras. La parte superior con varios cuartos la reservaban para la intimidad familiar. Y en la planta tercera, las trojes almacenaban trigo para proveerse la familia durante el año. Los ornamentos y muebles solían ser elementales. Para guardar los enseres, cuatro arcas, dos grandes y pequeñas, donde se almacenaba la ropa, las joyas y, sobre todo, los documentos gráficos e instrumentales de la artesanía imaginera. Como oro en paño, las telas de lino y estopa, pinturas de colores, 123 estampas de dibujos traídos de Roma, 20 libros de estampa, de traza y de música[1]

 En este ambiente familiar, vivió el joven Pablo de Rojas, primero en una de las calles de la parroquia de Santo Domingo, en la de los Izquierdos y, en los últimos años se trasladó a la parroquia de Santa María, a la calle Real  junto a su hermano Miguel. En este contexto de la casa de su padre Pedro Sardo, el joven Pablo de Rojas, el décimo de tan extenso linaje, debió formarse con toda seguridad. De seguro que no necesitó de un contrato de aprendizaje, pues su padre ejerció el papel de su maestro de escultura y pintura y, por razón natural, estaba obligado a darle los medios de subsistencia básicos- alimento, vestido, salud, vivienda- y, como es lógico, a impartir los conocimientos y destrezas básicas para su  formación artística.

En esta casa del último sector de la calle Real, esta familia se incardinó en su arte, en su vivienda, en sus negocios, en su arte, y en el damero de la ciudad. Esta arteria parece como si viviera un tiempo de transición en el que se asemeja a sus primeros tiempos de grandes solarines in edificar, casas con las fachadas sin cuerpos interiores, solares transformados en nuevos usos y la transformación y reutilización de sus casas y casonas. Es un canto de cisno o una llamada para regenerarla. Es el momento, y hay que proyectar el urbanismo del futuro patrimonio del casco antiguo.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario