HACIA PAMPLONA. DÍA 18. PRIMER DÍA
POEMA ÉPICO
Que por agosto, era agosto,
Cuando aprietan los calores,
No se saben si son del verano,
O de ciclos regulares.
Emprendimos la quinta ruta,
Allá por tierras norteñas,
Para completar las sendas,
Peregrinas y romeras,
Hicimos ya la del Norte,
Primitiva y la francesa,
recorrimos lusitana,
y anduvimos la inglesa.
Se nos resistió la última
la lejana aragonesa.
y planeamos una mixta,
olvidando la vía Bética,
una de mescolanza,
Entre francesa y aragonesa.
Con Antonio al timón,
de una nave de tierra,
a las doce de la noche,
de tres días tras la fiesta,
la patrona cortijera,
emprendimos el viaje
hacia Pamplona y su tierra,
varias paradas hicimos,
entre tortas charilleras,
un arresoli ruteño,
Por las castellanas tierras.
Luego ,arribamos Navarra,
en un hotel de cuatro estrellas,
de la ruta pamplonesa,
pisando su calle romera,
tras pedirle salud y fuerza
a San Fermín, el patrón,
subimos calle Mayor,
entre casonas y palacios,
pisando muchas veneras,
del camino de Santiago,
hasta llegar a San Cernín,
al pueblo hizo cristiano,
y, en la primer revirá,
desde donde allí la mente,
en un ejercicio de mago,
revivía los sanfermines,
en el encierro afamado.
quisimos todos emularlos,
subiendo Santo Domingo,
y Estafeta adentrarnos
hasta llegar al coso,
ilesos, sanos y salvos.
Pero, continuamos la ruta,
por el albergue pasando,
llegamos a la catedral
de pórtico neoclásico,
por los altos del castillo,
la puerta de peregrinos
y los montes divisamos,
de allí a Plaza del Castillo,
San Nicolás y palacios.
Volvimos a tomar la cena,
y a descansar cansados.
A las cero horas de día 18. salimos de Alcalá la
Real hacia Pamplona en un autocar con 51 miembros procedentes de Huerta
de Capuchinos y simpatizantes y amigos, guiados por Mayca, el chofer Antonio
Contreras y José Moyano, agente de la empresa El Mundo de los Viajes. Nos encomendamos e invocamos a Santiago para los creyentes subiendo
el Portichuelo y para los que quisieran increpar las alas de Hermes
o Mercurio sugerimos que para un buen itinerario buscaran sus buenos
augurios. Hicimos dos paradas en la Mancha, Almuradiel y cerca de Madrid,
y en las proximidades de Medinaceli, donde disfrutamos de las
tortas y roscos charilleros, arresoli ruteño, zumos y batidos.
Llegamos a Pamplona y nos alojamos en el Hotel Albret
cercano al Centro Universitario Hospitalario. Pasamos
a las habitaciones donde disfrutamos de una pequeña siesta. Tras
ella, nos esperaba la guía Nekane, que significa «dolor» en euskera y representa la fuerza
y la resistencia ante la adversidad. Subimos al autobús y recorrimos los
diversos cinturones de ensanche de la ciudad antigua de Pamplona, ilustrándonos
la guía sobre su reino, y los barrios que han nacido en torno a la ciudad.
Contemplamos, entre los árboles, y los recovecos de algunos edificios, su fortificación construida entre los
siglos XVI y XVII de Pamplona, donde los signos y señales forales se
mostraba, sobre todo una gran bandera roja con el escudo de las cadenas como símbolo de capital de
comunidad foral de Navarra,. Gran parte de la ciudadela se palpaba y se
nos explicó en medio de jardines y edificios de actividades culturales.
Algunas fuentes de taza y estatuas como la de do n Hilarión de Eslava y de
otras Mujeres como Mariablanca nos fueron expuestas y comentadas. Monumento
Histórico Artístico Nacional (BIC1973 Y
En 2012 premio de Patrimonio Cultural de la Unión Europea Europa Nostra en la categoría de 'Conservación'), constituye
uno de los recintos más verdes de ciudades españolas. Felipe II ordenó
su construcción en 1571, conforme a un plan de renovación y fortalecimiento
general de las fortificaciones de la ciudad y se los encargó al ingeniero
militar Giacomo Palearo, el Fratín, y con la participación del virrey de Navarra
Vespasiano Gonzaga y Coloma. Según señaló la guía, idearon un sistema defensivo
de molde renacentista similar a la ciudad de Amberes, ciudadela proyectada
por Francisco Paccioto como la de Turín. Quedan restos de este recinto con
planta en forma de estrella de cinco puntas. Desde cada una de las puntas se
controlan todos los posibles ángulos de ataque
Contemplamos las puertas y algunos baluartes como San Antón, el Real,
Santa María, Santiago y la Victoria. Y los refuerzos con "medias
lunas" exteriores en 1685 y en la primera mitad del siglo XVIII, que reforzaban el sistema defensivo.
Estuvimos en el refuerzo que hizo Juan de Ledesma, siguiendo
el sistema poliorcética conocido como "de Vabán", por el nombre
del ingeniero militar que renovó la ingeniería militar en tiempos de Luis
XIV , por los baluartes de Santiago y de
La Victoria (hacia la puerta de Taconera, y entre el de San Antón y El
Real (hacia la puerta de San Nicolás).
Palpamos que es el centro de la ciudad, está e rodeado por todas partes por este parque de Vuelta del Castillo, la zona verde más grande de Pamplona y que permaneció durante siglos sin construir , se declaró la Ciudadela y los terrenos adyacentes, como "zona verde con edificios históricos restaurados", Pasamos por el solar del antiguo cuartel de Artillería (situado junto a la calle Yanguas y Miranda, en el extremo este de la Ciudadela donde hoy se ha construido la Estación de Autobuses, los restos de los baluartes de San Antón y La Victoria (los dos que apuntaban hacia el interior de la ciudad), en el Primer Ensanche con las viviendas y nuevos cuarteles extramuros, así como la Avenida del Ejército en 1971, y la restaurada muralla exterior, así como Palacio de Congresos y Auditorio de Navarra, conocido por este motivo como Baluarte, y en noviembre de 2007 se ha terminado de edificar la nueva Estación de Autobuses de Pamplona, soterrada bajo los glacis y próxima también a la Ciudadela.
Y, comenzamos
el camino a pie por la iglesia de San Lorenzo, donde contemplamos y rezamos
ante las reliquias de San Fermín. Me coloqué mi pulsera del santo, y me
dispuse a recorrer el camino de los encierros por su calle Mayor entre
edificios modernistas, palacios como el del Condestable, residencia de obispos,
conde de Espeleta y casonas de finales del siglo XIX. Por la calle contemplamos
las marcas del camino con placas redondas adosadas al suelo de veneras. Dentro del burgo o barrio de San Cernín, nos
detenemos en la Iglesia de San Saturnino, un edificio gótico en el que destacan
la portada y el espacioso interior de la nave. Nos explican que sus elementos
más distintivos son el atrio porticado, lugar de reunión y su veleta
conocida como el gallico de San Cernin, emblema de la ciudad.
Tambien, sobre Saturnino se destacó que
era patrón de Pamplona, y fue el
encargado de evangelizar las tierras paganas de Navarra, bautizando a unas cincuenta
mil personas, entre ellas al propio San Fermín con el agua de un pozo que había
junto a la puerta. Leemos la placa en el suelo que homenajea precisamente,
el pocico.
A unos pasos, y virar hacia la izquierda llegamos
al Ayuntamiento de Pamplona, el edificio civil más reconocido de Pamplona.
En pleno centro neurálgico de la ciudad, su colorida fachada barroca es famosa
por ser el lugar de lanzamiento del Chupinazo, que cada año señala el inicio de
los Sanfermines. Entre mucho bullicio,
disfrutamos de la Plaza
Consistorial en la que se encuentra,
corazón del casco antiguo de Pamplona, rebosante de vida, con tiendas y
terrazas, a un paso del mercado, y con un trasiego constante de oriundos y
turistas. Nos fotografiamos y nos explican los burgos de la antigua ciuda.
Nos parece más pequeña que sale en los medios televisivos. Nos explican que
el casco antiguo de Pamplona conserva su trazado medieval que
estuvo formado por tres burgos: la Navarrería, San Cernin y la
Población de San Nicolás, que tras duras batallas finalmente se unieron en
el año 1423 cuando Carlos III el Noble dictó el Privilegio de la Unión. El
Ayuntamiento de Pamplona está prácticamente en el centro y supuso el nexo de
unión de dichos barrios.
Desde esta plaza,
nos acercamos a la Oficina de Turismo y a lo lejos divisamos algunas iglesias góticas, el Museo
de Navarra, el Palacio Real, el Centro de Interpretación del Camino de
Santiago-Ultreia, el Museo del Violinista Pablo Sarasate o el Mercado de Santo
Domingo.
A lo más que nos pudimos acercarnos fue a la calle de Santo
Domingo, toriles, hornacina de san Fermín, carrera donde se corren los
encierros, y al mercado Mercado de Santo Domingo con su variedad de verduras,
carnes, dulces y lácteos que se despachan en el mercado más
antiguo de Pamplona. Sin olvidar los puestos de bacalao y tripicallería,
tan típicos de aquí.
Pasamos por la cruva de Mercaderes y la calle que confluía con la de Estafeta y
continuamos hacia la Catedral de Santa
María la Real, de estilo gótico y fachada neoclásica d Ventura Rodríguez . Y
seguimos por la otra portada románica, donde nos explayamos en la primera
iglesia. Contrastamos la primera fachada
austera de estilo neoclásico y recordamos de anteriores visitas las verdaderas
maravillas del gótico nacional. Cuando nos paramos en la gran nave
central, frente al altar, observando el mausoleo de alabastro de
Carlos III el Noble y su mujer Leonor I de Castilla, muy finamente
esculpido. Rememoramos la sillería
del coro, la verja gótica, la talla románica de la Virgen, el Cristo de
Anchieta, las bóvedas policromadas y, el maravilloso claustro gótico, uno de los mejores de Europa en su estilo
por su delicada arquería y sus dos
increíbles puertas: la puerta Preciosa y la del Amparo.
Subimos a las murallas y la puerta de entrada de los peregrinos y contemplamos todos los montes de derredor y
el río Arga, bajamos de nuevo por el mismo lugar, y hacia la plaza del Castillo, no nos detuvimos
en Ultreia, otro punto interesante del
casco antiguo de Pamplona. Pero se nos invitó a sumergirnos en la historia
jacobea gracias a este centro de interpretación. Proyecciones
audiovisuales y audioguías te ayudarán a entender la gran influencia que el
paso del Camino de Santiago ha tenido en Navarra. De allí volvimos a la ruta de
los encierros. Y nos imaginamos el punto de partida son los corralillos
de la cuesta de Santo Domingo, en los que pasan la noche los
toros. A pocos metros, a la hornacina con la imagen del
Santo donde se le canta "A san Fermín pedimos...", el l siguiente punto fue la Plaza
Consistorial, la curva de Mercaderes que tantas escenas de
angustia provoca cuando los toros resbalan.
Y nos adentramos en la
mítica calle Estafeta, que mantiene el ambiente todo el año gracias a
la gran oferta de bares y comercios de toda la vida. Y al final, el
peligroso callejón, en el que a veces se amontonan los mozos antes de
la entrada a la Plaza de toros. Quisimos ver
la plaza del Castillo, y nos
concentramos, y compramos un número colectivo de la lotería de Navidad, centro neurálgico de Pamplona, de casi 14.000 m² y un punto clave a lo largo de la historia
pamplonesa. Como es normal, su nombre proviene del castillo que estaba situado
en su parte oriental, en la zona de la bajada de Javier, construido por Luis
Hutín en 1310 y que tomó la plaza como patio de armas. Nos comentan que durante
la edad media sirvió de tierra de nadie en los momentos difíciles entre los
tres burgos; además de su función militar, fue mercado en 1324 y, en el siglo
XIV, se utilizó para sembrar hierbas y trigo; en la Edad Moderna, descampado,
hasta que en el siglo XVII se fue incorporando a la vida urbana de la ciudad
cuando se empezaron a instalar viviendas
y se prolongó hasta el siglo XVIII. También
, fue un espacio de ocio y espectáculos ideal para celebraciones y justas que festejaban las
efemérides monárquicas o los patronos de la ciudad. Y para las corridas de
toros, y, en el siglo XIX, surgieron los cafés, manteniendo su función social que,
junto con otros servicios, mantiene hasta nuestros días.
El kiosco del centro, de 1943, sustituyó a otro de madera de 1910, que a su vez
se instaló en lugar de la fuente dieciochesca de la Beneficencia de Luis Paret.
La guía se explayó con que era el primer
lugar de la ciudad que conoció Ernest Hemingway cuando llegó junto con su mujer Hadley
Richardson el 6 de julio de 1923. Hemingway hizo de la plaza su lugar
indispensable de la ciudad. En la plaza se encuentra el Café Iruña, histórico bar y punto de reunión de los
protagonistas de ‘The Sun Also Rises/Fiesta’. Cerca está el centenario Hotel La Perla y, justo enfrente, el edificio que
albergaba al desaparecido Hotel Quintana y, a su lado, el bar Txoko. Los protagonistas de la novela de Hemingway
también pasean sus cuerpos por la plaza por los ya desaparecidos Café Suizo
(número 37) y bar Torino, Milano en la novela (número 3), y el propio escritor
americano disfrutó en 1953 de otro café ya desaparecido: el Kutz (entre el
pasaje de la Jacoba y el Café Iruña).
Los
protagonistas de ‘The Sun Also Rises/Fiesta’ llegan en coche a Pamplona a “la
gran plaza... Hacía calor en la plaza y estaban verdes los árboles, y las
banderas colgaban lacias de las astas, y fue grato salir al sol e introducirse
en la sombra de los soportales que recorren la plaza por sus cuatro
costados”.
Hemingway
disfrutó en la plaza del Castillo, que también la conoció con los nombres de la
Constitución y de la República, del lanzamiento de los cohetes que indicaban el
inicio de las fiestas de San Fermín (el Chupinazo desde el Ayuntamiento comenzó
a lanzarse en 1939) e incluso se apenó en 1931 al comprobar que habían movido
el Teatro Gayarre de
ubicación y ya no cerraba la plaza.
Desde la plaza
del Castillo Hemingway y su grupo de amigos y amigas tomaron el autobús que le
llevó a Auritz-Burguete (reflejado en ‘The Sun Also Rises’). Durante el viaje
hicieron amistad con los paisanos. En la novela Bill Gordon, amigo del
protagonista, no duda en decir: “Estos vascos son gente maravillosa”.
Desde allí visitamos, Iglesia de
San Nicolás, iglesia del siglo XII que
sirvió de fortaleza protectora para los habitantes del antiguo Burgo
de San Nicolás. Sus gruesos muros y torres de vigilancia así lo constatan.; su
interior es una delicada muestra de arquitectura gótica. Pudimos contemplar
también el monumento a los encierros en bronce, una manifestación de familiares
de presos y nos tomamos un rico helado light. Nos vamos al hotel y cenamos. El
día no dio para más, hemos probado el camino. Y pisado con otros peregrinos las
veneras y conchas. Mañana será otro día.
SEGUNDO
DÍA CAMINO FRANCÉS. DÍA 19. RONCESVALLES-ESPINAL
Me hice Roldan este día,
subiendo al Roncesvalles,
ante la piedra juraba,
vengar aquellas maldades,
que otra vez no permitieron
cumplir con las voluntades.
Desde los Altos de Ibañeta,
tras pasar cuestas y valles,
evadiendo a los ciclistas,
y superando adaversidaes,
bajamos a la villa mítica,
y tomamos credenciales.
tras visitar la Basílica,
y, en medio de oscuridades,
rezar a Santa María,
entre notas musicales,
salimos a la ermita,
no de tantas solemnidades,
dedicada a Santiago,
que nos marcó las señales,
para bajar a un bosque,
de brujas entre ramajes.
Dendaberris y Aritza,
entre bosques y valles,
pastaban las hoscas vacas,
y bebían en humedales.
Al llegar a Burguete,
entre acequias y canales,
fijamos vista en su iglesia,
deteniéndonos las claves,
las brujas dejaron hechizos
y augurios de bacanales.
En Espinal quedamos,
dando fin por terminales,
una copa de refresco,
y agua de minerales.
Tras pasar varias etapas
hasta la magna Pamplona,
seguimos hacia Javier,
donde entre selvas corona
el castillo de un santo,
misionero que patrona
su tierra y otras de Oriente,
que desechó la poltrona.
como jesuita ferviente.
En Olite docta guía,
nos desveló el secreto
de un Palacio Real,
entre torres y aposentos,
jardines había colgantes,
y hasta un grande nevero.
Sus paredes estaban lisas,
do colgaban muchos lienzos.
No quedaba atrás su iglesia.
Un relato de ensueño,
que presidía la plaza,
con su arco de recuerdos.
Nos fuimos ya de Olite,
con el sol calenturiento,
Con un susto de peregrino,
que nos dejó casi muertos.
DE Roncesvalles a Espinal
Desayunamos a las ocho horas del día 19 de agosto y montamos en el autobús con dirección a la primera etapa jacobina.
Nos montamos en autobús y tras salir de autopista por
carretera, nos topamos frecuentemente con pelotones de ciclistas que dificultan
el inicio de la etapa a pie y nos la retrasaron. Para subir a los Pirineos nos acercamos os al valle sobre el
que se asienta la ciudad de Pamplona. Entre frondosos bosques de hayas, robles
y pinos debemos subir con ellos a dos
puertos de montaña, comienza el pronunciado ascenso hacia Zubiri donde nos
dejamos atrás su famoso puente medieval: el Puente de la Rabia. Durante el
recorrido entre Zubiri Y Roncesvalles, nos encontramos desniveles
moderados como el ascenso a los puertos de Mezkiritz y Erro, y la fuerte subida
hasta el final de etapa. Unos esfuerzos
que se verán recompensados por los frondosos bosques, prados y pueblos
pirenaicos que iremos dejando a nuestro paso y que serán todo un regalo para
los sentidos.
Desde tiempos remotos este lugar es considerado paso natural entre España y
Francia y recorrido por celtas, romanos y todos aquellos pueblos que anduvieron
entre ambos territorios
Los valles de la baja Navarra envuelven al viajero en un fascinante viaje. Pero es al llegar al desfiladero de Roncesvalles cuando el fatigado peregrino encuentra reposo. El abrupto ascenso a este privilegiado enclave de los Pirineos es un regalo para la vista y para el espíritu. El pasado medieval despliega su encanto a cada paso, con renovado esplendor, cautivando al caminante que llena de vida sus empedradas calles.
No en vano, Roncesvalles sigue siendo en Navarra un
paso obligado para los miles de peregrinos que cada año recorren el "campo
de las estrellas", el camino para llegar a Santiago. El curso de la
historia quiso, además, que fuera exactamente en este lugar, paso natural de
los Pirineos, donde se librara, allá por el año 778 la famosa batalla que
desbarató las huestes de Carlomagno, quien regresaba a Francia tras un fallido
intento de tomar Zaragoza. Aquí, el Emperador perdió al mejor de sus
caballeros, cuyo destino fue más tarde inmortalizado en "Chanson de
Roland", el "Cantar de Roldan".
Comenzamos nuestra primera esta etapa, visitando los “Altos de Ibañeta”, junto con la cruz y piedra del Roldán donde posamos para Francisco García. Francia a nuestros pies y España a nuestra vista. Recordamos la famosa batalla, donde los ejércitos navarros, comandados por Roldán, vencieron a las tropas de Carlo Magno, bajamos por un sendero estrecho hasta la basílica de Roncesvalles. Esta hermosa población tiene una triada de monumentos fundamentales para el visitante; la colegiata de Santa María, la Capilla Capilla de Sancti Spíritus (Silo de Carlomagno) y la iglesia de Santiago
Entramos al pueblo y nos paramos para conocer este lugar y recuperarnos. El viaje al medioevo comienza en el primitivo Hospital que desde el año 1132 acogía a los peregrinos y del que, por desgracia, no queda hoy vestigio alguno. Sin embargo, la belleza del románico fluye en cada esquina. Uno de los ejemplos más claros es la Capilla de Sancti Spíritus, también conocida como "Silo de Carlomagno". Según la tradición, este edificio fue creado para enterrar a Roland junto a los doce pares que fallecieron con él en la batalla de Roncesvalles. Otras leyendas cuentan que fue allí donde clavó su espada tras la derrota sufrida frente a los vascones.
Su origen se remonta al siglo XII, por lo que es el
monumento arquitectónico más antiguo de Roncesvalles. Durante la Edad Media
aquí se oficiaban las misas por los peregrinos fallecidos en el Hospital, cuyos
restos eran más tarde depositados en un osario que existe bajo la capilla. En
cuanto a su estructura, en el siglo XVII el peregrino Doménico Laffi escribía
lo siguiente "tiene una bella cúpula en pirámide que lleva en lo alto una
hermosa cruz".
El conjunto presenta, además, una planta cuadrada y
una bóveda de crucería simple. En el siglo XVII se añadió un pequeño
claustro con arcos de medio punto en tres de sus lados, destinado al
enterramiento de los canónigos. En su
entorno, se abre la oficina de recepción donde
nos hacemos de las credenciales del camino y nos firman en el primer
punto. Nos colgamos nuestras credenciales y visitamos a continuación la
Colegiata de Santa María de Roncesvalles. uno de los monumentos más
interesantes de Roncesvalles, levantada por orden del Rey Sancho VII "El
Fuerte" en torno al año 1215; aunque parte de su aspecto actual data del
siglo XVII. La Colegiata fue concebida como el lugar donde quería ser enterrado
este monarca y es el mejor ejemplo navarro del gótico. Consta de tres plantas y
una cabecera decorada con magníficas vidrieras de colores de reciente factura.
En su fachada podemos apreciar un vano con tres arquivoltas. En el interior
merece la pena ver la soberbia talla gótica de madera de La Virgen de
Roncesvalles, realizada en Toulouse a mediados del siglo XIV, así como la
Capilla del Santo Cristo, del siglo XVII.
El Rey Sancho, que aspiraba a descansar eternamente en
la Colegiata, no consiguió cumplir su deseo, pues su tumba fue destruida en el
siglo XVII. Entonces, sus restos se reconstruyeron y fueron trasladados a
la Sala Capitular, más conocida como Capilla de San Agustín, cuyo
mausoleo puede visitarse en la actualidad. Esta capilla, construida en el siglo
XIV presenta una planta cuadrada cubierta con bóveda de terceletes que se apoya
en cuatro ménsulas con forma de ángeles. Por su cúbico y robusto aspecto
exterior más bien podría parecer una fortaleza, por lo que también se lo conoce
como Torre de San Agustín.
El mausoleo de Sancho VII de Navarra fue situado en el
centro de la Capilla en el año 1912, fecha en la que se conmemoraba el
aniversario de la Batalla de Las Navas de Tolosa (1212), donde el monarca
derrotó al ejército almohade a las órdenes de Miramamolín. Precisamente en la
verja de la Sala Capitular se pueden hoy contemplar las cadenas pertenecientes
a la tienda del Emir, que Sancho VII trajo como símbolo del triunfo en la
batalla y que, según la leyenda, sirvieron de inspiración al escudo de Navarra.
Se preparaba un concierto y la misa del sábado. Bajamos hacia la pequeña y
encantadora Iglesia de Santiago, junto
al "Silo de Carlomagno". Este monumento de líneas góticas se
levantó en el siglo XIII, pero renovada a principios del siglo XX, pues se
encontraba casi en ruinas, conserva pocos elementos de aquellas épocas. Es
cierto que su reconstrucción intenta llegar al estilo gótico, pero ni la
construcción, ni la metodología son las mismas.
Presenta en su fachada la cruz de Roncesvalles en un espléndido rosetón, siempre de principios del XX. Conserva eso sí, la campana de la antigua ermita de San Salvador de Ibañeta que, según la tradición, servía para guiar a los peregrinos y era la más oída de toda Europa.
Consta de plata rectangular con bóveda de crucería simple con una cabecera recta coronada de un alargado ventanal de arco ojival. En su interior destaca una figura del Apóstol Santiago.
Contemplamos desde el camino lo poco que queda de muchos de los edificios góticos de los que se encontraba orgullosa la aldea de Roncesvalles. Remodelados o rehabilitados, todos y cada uno de ellos han sufrido el paso del tiempo y de los miles de peregrinos y visitantes que han ido adaptando los edificios a sus necesidades, la Casa Itzandegia que, en la actualidad, es uno de los albergues para peregrinos más antiguos del Camino, sino el más primitivo. Terminado de rehabilitar en el año 1993, coincidiendo con el Año Santo Jacobeo, la documentación histórica parece revelar un edificio gótico del siglo XIII que fue reconstruido en los dos siglos siguientes. Se trata de una recia casona con contrafuertes. Y, a lo lejos. El Museo-Biblioteca, un edificio funcional que data de finales del siglo XIX, los tesoros que alberga en su interior merecen toda la atención del visitante. Más de 15.000 volúmenes componen un fondo documental en el que destacan incunables y obras siempre ligadas a su tradición jacobea. En el Museo se puede admirar una pieza auténtica, conocida como el Ajedrez de Carlomagno, así como un relicario de plata dorada y esmaltada que, según cuenta, perteneció al monarca. También se exhiben un evangeliario románico de plata del siglo XII, un fabuloso tríptico del Calvario de la escuela de "El Bosco" y una esmeralda que, según la tradición, Sancho VII el Fuerte arrebató del turbante de Miramamolín, el mismo al que le sustrajo las cadenas de Navarra.
A las afueras de Roncesvalles, nos paramos donde se encuentra el primer signo de que el peregrino, el paso correcto hacia España y el Camino de Santiago. La Cruz de los Peregrinos da la bienvenida al viajero desde el año 1321. El monumento está formado por una cruz florida, con rosetones esculpidos en cada brazo y en medio de ellos, el Jesús crucificado. Debajo aparece la Virgen con el Niño y una inscripción que dice: "Esta obra la mandó hacer la señora piadosa de Yaurrieta", junto a dos retratos apenas en bajorrelieve.
Nos despedimos con tristeza
de Roncesvalles por un sendero paralelo a la N-135 en dirección
a Zubiri, que se adentra por la derecha en el Robledal de
Brujas. Un frondoso bosque donde se celebraron algunos de los más
conocidos aquelarres del siglo XVI, que motivaron una sonada represión que
acabó por llevar a la hoguera a nueve personas de la zona. Continuamos la ruta
pasando por la Cruz de Roldán, donde se conmemoran las hazañas de Carlomagno,
y posando para una fotografía. Entre
zona de arbolado y valle con ganado
vacuno, proseguimos hasta llegar a la
localidad de Burguete, donde encontramos un
bar bares en los que abastecernos
y su iglesia con signos de simbología
brujística y el ayuntamiento . Nos dimos cuenta que el camino discurría por carretera sin arcén y
acequias, por lo que debimos extremar las precauciones.
Salimos de Burguete y sorteamos el arroyo del río Urrobi, dirigiéndonos a través de un camino entre verdes prados hasta Espinal, una pequeña localidad rodeada del paisaje que enamoró a Ernest Hemingway, que catalogó esta etapa como el territorio más malditamente salvaje de los Pirineos. Aquí, de nuevo nos recuperamos, y montamos en autobús, para tomar la carretera y comenzamos el descenso alto de Mezkiritz, donde disfrutamos de espectaculares vistas sobre el valle del Erro.
Descendimos EN AUTOBÚS hasta llegar a Bizkarreta-Guerendiáin , abandonamos Bizkarreta y llegamos al siguiente pueblo, Lizoain. Desde aquí comenzamos a descender hasta Alto del Erro, combinando fuertes repechos con tramos de ascenso en medio de la la majestuosidad del entorno: bosques de pinos, abedules y robles que dan aliento y fuerzas al peregrino. Tras pasar unas torres eléctricas disfrutamos las increíbles vistas que ofrece el mirador antes de iniciar la subida hasta Zubiri. La subida hizo más dura, por lo que es muy importante extremar las precauciones, especialmente con lluvia. Tras el largo bajada del Alto del Erro, luego pasamos por Larrasoaña, 5,5 kilómetros más allá de Zubiri.
Aunque la bajada es moderada, el descenso en autobús
del Alto del Erro no entraña ninguna dificultad. En resumen, hemos pasados por los pueblos de Dendaberris, Aritza,
Burguete, hasta llegar a Espinal unos 7,5 Kms a pie y en grupo. A partir de
aquí en autobús, como hemos manifestado, proseguimos hasta las puertas de Pamplona. Casi sin transición
llegamos a Burlada, cruzamos el Puente de la Magdalena sobre el río Arga,
rodeamos parte de la muralla y accedemos al casco antiguo de Pamplona, poniendo
fin a nuestra etapa .
Después, nos dirigimos hacia Javier. La silueta dibujada por las torres almenadas corta el horizonte, anunciando la llegada al castillo de Javier, cuna de San Francisco Javier, patrón de Navarra, de las misiones y del turismo en España. En un restaurante con sabor medieval almorzamos visitamos su castillo, museo, iglesia, oratorio, dependencias de jesuitas en medio de un paraje de encanto
El castillo de Javier nació
como torre de señales y vigilancia entre los siglos X y XI.
En torno a esta Torre del Homenaje o San Miguel se fueron añadiendo estancias,
quizás por la existencia del agua fresca de su aljibe.
El polígono delantero alojaba estancias señoriales y el trasero se habilitó para bodegas, graneros y otros servicios. En 1516, el Cardenal Cisneros ordenó arrasar los muros exteriores que rodeaban la fortaleza, desmochar las torres, cegar los fosos con las piedras de las almenas, inutilizar los matacanes y saeteras y destruir los puentes levadizos. En 1892 y 1952 se realizaron obras de restauración que le devolvieron su aspecto actual. La visita a la capilla nos permitió admirar la bella imagen de nogal del Santo Cristo, del siglo XIV, que según la tradición sudó sangre en los momentos difíciles de la vida de San Francisco Javier, la última vez, el día de su muerte. En sus salas de museos pudimos revivir la vida de este santo jesuita. Francisco nació en el castillo propiedad de sus padres, María de Azpilicueta y Juan de Jaso el 7 de abril de 1506. Su padre era Doctor en Derecho y Presidente del Real Consejo. Su madre pertenecía a la nobleza local. Sus hermanos mayores eran Magdalena, Ana, Miguel y Juan. El castillo fue su hogar durante 19 años. De allí marcha a estudiar a la Universidad de la Sorbona en París, donde se reencuentra con Ignacio de Loyola. Con éste y otros amigos deciden fundar la Compañía de Jesús. Con el patrocinio del rey de Portugal se embarca con la tarea de evangelizar las Indias Orientales. Durante estos años realizará su labor misionera en la India, las Molucas, las Malacas, Mozambique… hasta llegar al Japón. Justo en el momento de cumplir su máxima aspiración, entrar a China para proseguir su misión evangelizadora, muere en las costas de la isla de Sancián el 3 de diciembre de 1552. Francisco de Javier fue canonizado el 12 de marzo de 1622.Hoy en día, entre otras cosas es patrón de Navarra, de varios países como Canadá y Australia, de los deportistas navarros en general y de los pelotaris del mundo en particular, patrón de la Juventud Navarra, de las Misiones, del turismo en España. Anualmente, en la primera quincena de marzo y coincidiendo con la Novena de la Gracia, Javier se convierte en la meta de peregrinación penitencial de toda Navarra con las Javieradas. Comenzamos en el zaguán cruzando la puerta principal del Castillo donde destaca un relieve de piedra con tres escudos separados por ángeles tenantes, que representan las armas familiares. Nos encaminamos a las caballerizas y descendemos al sótano, donde antaño estuvieron las bodegas.
Un fugaz recorrido
de dioramas nos invita a descubrir retales de la vida del
santo, y seguidamente accedemos a la planta, donde se exponen objetos del
antiguo Castillo, recuerdos del Santo y una maqueta del antiguo edificio. Este
museo se divide en tres secciones: historia del edificio, Javier y Navarra en la
historia y la pinacoteca, donde destacan los cuadros flamencos de Maes.
Finalmente, una rampa nos lleva al resto de las dependencias del Castillo.
Iniciamos la
visita en la Sala de Escudos, adornada con los
blasones pertenecientes a los padres de Francisco y con el árbol genealógico de
su linaje. Traspasando una puerta de piedra se accede a la Sala Principal o
Grande, lugar de recepción y convivencia familiar.
Desde aquí
seguimos ascendiendo por la escalera de la Torre de Undués hasta
llegar al Camino de Ronda, un corredor protegido, destinado a defender la
fortaleza, desde cuyo matacán era habitual arrojar piedras y aceite hirviendo a
los atacantes.
Dejamos a la
izquierda las habitaciones de los capellanes —hoy oratorio— para acceder al
núcleo primitivo del Castillo. Se trata de dos estancias que rodean a la torre
del Homenaje, la construcción de este tipo más antigua de Navarra. El aposento
de la derecha fue la habitación de San Francisco Javier, y el de la izquierda,
es la capilla de San Miguel, la primera que tuvo el castillo.
Nos asomamos a
la terraza contigua, donde apreciamos la estratégica situación del
Castillo, y disfrutamos de impresionantes vistas: al norte, la sierra de Leyre; al oeste, la vega del río Aragón; al este, la
frontera de Aragón; y al sur, la plaza y el término de Castellar.
Descendimos de
nuevo hasta la planta de la torre, donde un corredor nos llevará al Vestíbulo
del Castillo y la capilla del Santo Cristo. A través de una verja encontramos
al Cristo de Javier, una impresionante imagen gótica del siglo
XVI tallada en nogal, que según cuenta la tradición sudó sangre cuando el Santo
agonizaba en Sancián. Está rodeado de un dramático fresco medieval, única representación gótica de la danza de la muerte que existe en
España. Oramos como Javier.
Bajamos las
escaleras que nos llevaron al patio de armas y salimos por la poterna. A
nuestros pies, la escalera antigua, y a la izquierda, rompiendo con la
estructura del Castillo, el muro de la Basílica construida en el s. XIX allí
donde los padres de Francisco de Javier habían construido el Palacio Nuevo,
lugar en el que nació el Santo.
Con varios cambios de carretera, llegamos al Castillo
de Olite, construcción de carácter cortesano y militar erigida durante los
siglos XIII y XIV en la localidad de Olite. Una guía nos ilustró de aquel
aposento real, donde nos encontramos con los alcalaínos Antonio Gámez y José
Hinojosa. Su Palacio Real es una joya dentro
de su encantador casco histórico. La guía nos ilustró en medio de un calor
agobiante, con la incidencia en alguno de los miembros, de esta pequeña ciudad,
de poco más de 3.000 habitantes, un entramado de robustas casonas solariegas
con imponentes blasones en las fachadas, murallas romanas, arcadas góticas y
bonitas iglesias. Y hasta un parador. Muy enriquecedora fue la exposición del
Palacio Real, monumento Nacional desde 1925, la antigua corte de los Reyes
navarros , en uno de los castillos medievales más lujosos de Europa. Su
construcción se llevó a cabo sobre una fortaleza del S.XIII, que a su vez se erigió
sobre unos restos arquitectónicos romanos. En su peculiar configuración se
palpa la influencia de la arquitectura francesa y de la decoración mudéjar. De
esto se encargó, en el S.XV, el rey Carlos III «el Noble», quien hizo que los
maestros artesanos encargados de la obra viajaran con él a Francia y a Castilla
para contemplar los palacios más espléndidos del momento.
Esta abundancia económica resultó en un castillo
extravagante, de estilo gótico, a base de torres, estancias, galerías, jardines
y patios construidos con los más nobles materiales. En sus murallas se llegó a
cultivar un jardín colgante y en sus patios habitaban aves, cisnes,
jaurías de perros, leones, un camello, un lobo cerval, papagayos, búfalos y
hasta una jirafa. Un palacio en el que se celebraban grandes fiestas, torneos
de caballería, espectáculos artísticos y corridas de toros. El castillo de
Olite, por cierto, tiene dos partes diferenciadas, el Palacio Viejo, que
actualmente alberga un Parador Nacional —ocasión magnífica para saborear el
gusto medieval desde la propia cama— y el Palacio Nuevo, abierto a los
visitantes y que luce su aspecto actual gracias a una restauración acometida en
1937 tras el incendio provocado en la Guerra de la Independencia.
Visitamos las excavaciones, y las cámaras reales. en cuyo núcleo central y alrededor de las cuales se distribuye el resto del castillo. Destacan los ventanales abocinados y el patio del naranjo, al que se accede desde la cámara de la reina. Luego, las torres que se alzan sobre las cámaras reales y de entre todas destacamos tres: la del Homenaje, la más alta y espectacular; la de las Tres Coronas, de formas caprichosas; y la de los Cuatro Vientos, desde la que antaño se asistía a los torneos y hoy en día brinda unas hermosas vistas del casco urbano y los viñedos que lo rodean. Nos gustó el pozo de hielo, en la parte sombría del castillo que servía para almacenar capas de nieve y conservar alimentos. También, los jardines: tanto el principal, a la entrada del recinto, que solía estar repleto de naranjos, como el de la Pajarera y el de la Morera. En este último encontramos una morera centenaria declarada Monumento Natural.
Atravesamos el portal de la Torre del Chapitel y
acceder a la plaza Carlos III, admiramos el ayuntamiento, tan señorial los
palacios renacentistas y barrocos y, desde lejos, la iglesia de San Pedro en la Rúa
Mayor. Nos imaginamos a Olite en
pleno medievo, en un fin n de semana de agosto en que se celebran la Fiestas Medievales entre con mercaderes,
artesanas, titiriteros, trovadoras, clérigos, arqueras, halconeros y
malabaristas que toman las calles y las llenan de alboroto.
La guía nos ilustró con la
iconografía de la Iglesia de Santa Marí la Real, unida al castillo, es un
ejemplo delicadísimo del gótico en Navarra; en su interior se celebraban
las ceremonias más solemnes de la corte. Precedida por un original atrio exento
de arquerías góticas, en su fachada se observa la influencia de los talleres
parisinos. Sus iconos y la policromía original —recuperada tras su
restauración— transportan a escenas
bíblicas como la Anunciación de María, el Nacimiento de Jesús o la Huida a
Egipto. Y a ambos lados de la puerta, relieves de la vida de los apóstoles
enmarcados por arquerías.
Otro de sus elementos destacados es el
gran rosetón del segundo arco ojival. Sus coloridos mosaicos forman
patrones abstractos y geométricos que podrás apreciar mejor al entrar en la
nave. En el interior, un retablo renacentista presidido por una talla
gótica de la Virgen y una imagen del Cristo de la Buena Muerte, en el que se
perciben el influjo de las pintura flamenca e italiana con escenas de la
vida de la Virgen y de Jesús. Acerca un poco más a los tiempos gloriosos del Reyno
de Navarra.
De allí nos dirigimos al hotel, para descansar.
DÍA TERCERO 20. DE PAMPLONA A PUENTE LA REINA
Pamplona nos despedía
Para acabar al mediodía,
entre copas de buen vino,
en el Puente de la Reina,
lugar de símbolo mítico.
Nos dejamos atrás el Perdón,
por ser francés el camino,
y emprendimos el aragonés,
desde Eunate con tino.
Pues con las duros calores,
se había cerrado el postigo
de aquella ermita románica,
octogonal y vestigio
de la Orden del Temple,
por su planta de ochos picos.
Llegamos hacia Obanos,
y sellamos en su recinto,
la credencial en su iglesia,
de neogótico estilo.
Al pasar aquella puerta,
cruce de los dos caminos,
recuperamos las
fuerzas
para llegar al destino.
En el Puente de la Reina,
nos recibió un peregrino,
junto al primer albergue,
señalándonos un crucifijo,
que se albergaba en un templo,
y de lejos habían traído
unos romeros alemanes,
con janseitico estilo.
Tras entrar en Santiago,
y pasar por plaza y sitios,
de casonas y palacios,
y un muy antiguo silo,
que aquí se llama el Vínculo,
llegamos al puente supino,
en cuya urna de arcada
un pájaro canta
su trino.
para limpiarle a la Virgen
su manto y dejarlo limpio.
Nos dirigimos a Estella,
donde en ella recorrimos
calles, casonas y palacios,
y puente de arco supino,
sin olvidar a San Pedro,
el Palacio Real y el carlismo.
ni dejar al Santo Sepulcro
en visita del olvido.
Buenas viandas nos dieron
y María
Luisa nos cominó
a visitar el monasterio
de Irache benedictino.
Manolo y Pedro fueron
a probar agua y vino,
en una fuente romera,
do no quedaba ya el tinto.
Al caer tórrida tarde,
en bus juntos recorrimos
las últimas tres etapas,
con peculiar estilo,
divisando las veredas
y ciudades del camino,
entre el pantano de Yesa,
y, como último destinos,
otro Puente de
la Reina,
del Aragón como río.
A las ocho del día 20 emprendimos la ruta desde Santa María de Eunate al Puente La Reina tras
el desayuno. En la
etapa de hoy abandonamos Pamplona a través de campos de girasoles y
bosques de hayas y robles en dirección a Puente la Reina en autobús.
Elegimos el tramo del camino final de la
parte aragonesa, y no el de la Sierra del Perdón que se divisa por la carretera
y autobús. Bajamos del bus y emprendimos
nuestra etapa a pie hoy en Santa María
de Eunate, iglesia románica de planta octogonal, joya del románico,
para ir caminando hasta el Puente La Reina, punto donde convergen las dos
importantes rutas jacobeas, el camino francés (que proviene de Roncesvalles, en
Navarra) y el camino aragonés (procedente de Somport y Canfranc. -8
kms. Comenzamos la etapa desde la Plaza del Ayuntamiento y
despedimos Pamplona con destino Puente la Reina cruzando el puente
medieval de Azella, que salva el río Sadar.
Tras divisar el Alto del Perdón, que no llevamos a cabo
por las inclemencias de un tiempo muy soleado y caluroso, donde en otra ocasión
ascendimos y contemplamos la llegada de los peregrinos del camino francés. Y
bajamos hasta Uterga, donde encontramos a la receptora del albergue Ana Calvo,
de origen mureño, y seguimos a Muruzabal y contemplamos su ermita y
palacio. Cogimos la ruta aragonesa
y encontramos desvío a la maravillosa ermita románica de
Santa María de Eunate, a costa de alargar la etapa 3,2 km. Le damos tres
vueltas peregrinas y hacemos músculo para proseguir, porque se encontraba
cerrada la ermita. Llegamos a Óbanos, donde se conmemora anualmente
el Misterio de Obanos, que es Fiesta de Interés Turístico Nacional. Visitamos la iglesia de San Bautista, restaurada en
2007, re construida en el año 1921 en un estilo neogótico para reemplazar la
originaria (del siglo XIV), que estaba en mal estado y no fue suficiente para
contener muchos de los fieles del lugar. Esta Iglesia antigua se han
mantenido algunos elementos interesantes como la puerta, los arcos elegantes
del pórtico y la torre imponente. La plaza que le acompaña (Plaza de los
Fueros), es toda una hermosa leyenda, popularmente es conocida como
"Misterio de Obanos" La obra, cuya representación corre a cargo de
los propios habitantes de Obanos, la cual ha sido declarada de Interés
Turístico Nacional. Está en el tramo navarro del Camino de Santiago en España.
Es realmente admirable y elocuente el crucifijo que se encuentra en el centro
de esa plaza.
Nos despedimos `por la Puerta de Obanos, del siglo XIX, que es un arco de medio punto que luce un blasón
del siglo XIX.
Se encuentra situado en el centro del pueblo, junto a la iglesia y varias casas
de cantería o ladrillo de gran interés histórico. Se encuentra situado en el centro del pueblo, junto a la iglesia y
varias casas de cantería o ladrillo de gran interés histórico.
Continuamos el último tramo descendiendo hasta la
carretera que la cruzamos y por la
vereda del río Robo, llegamos hasta Puente
de la Reina.
Se acortó la etapa por el inmenso calor. El fin de
etapa nos llevaba a uno de los grandes pueblos del Camino Francés, Puente de la Reina cuyo nombre tiene su origen en el
puente medieval construido por una reina navarra para salvar el paso de los peregrinos
y que tiene gran vinculación con la Orden del Temple. Atravesamos el pueblo de
Este a Oeste, de Este a Oeste, siguiendo
la ruta jacobea por las calles Crucifijo y Mayor. Contemplamos la estatua del peregrino, antes de la llegada
al pueblo, en la antigua carretera a Pamplona, en el cruce con la carretera a
Campanas, desde donde llega el camino que
procede de Somport. Nos detuvimos en albergue.
Lo primero que topamos en el pueblo Iglesia del Crucifijo. iglesia
románica de finales del siglo XII, situada junto al actual albergue y al
antiguo hospital de peregrinos, hoy día colegio de los Padres Reparadores. Esta
iglesia es el inicio del eje que atraviesa Puente la Reina/Gares de Este a
Oeste, siguiendo el Camino de Santiago, crucifijo regalo de unos peregrinos
alamanes, de corte jansenista. Nos damos con unos torreones de entrada a la
Calle Mayor, al terminar la Calle Crucifijo, por donde el Camino de Santiago se ve atravesado por la
antigua carretera Pamplona-Logroño. Justo al otro lado de la carretera
iniciamos la Calle Mayor, flanqueada por
sendos torreones que marcan el lugar de entrada a la zona de Puente la
Reina/Gares que durante la edad media estuvo amurallada. Llegamos a la iglesia
de Santiago (finales del siglo XII). Se trata de una iglesia parroquial de
grandes proporciones que fue rehabilitada en el siglo XVI, mientras que en el
interior los retablos, lienzos, tibores y otros elementos ornamentales son,
sobre todo, del siglo XVIII. Miramos el convento
de los Trinitarios (siglo XIII, ampliado en el XVI y reformado en el XVIII).
Justo frente a la iglesia de Santiago se encuentra este convento que, con la
desamortización de Mendizabal, a mediados del siglo XIX, pasó a propiedad del
Ayuntamiento. Hoy día es propiedad particular. En su fachada, remodelada en el
siglo XVIII, podemos contemplar algún elemento decorativo bastante deteriorado.
Nos detenemos observando las Casas palaciegas. A lo largo de la Calle Mayor contemplamos
un buen número de casas con portadas medievales y renacentistas y fachadas
barrocas. Una importante colección de casas palaciegas que hacen de la Calle
Mayor un marco incomparable.
En la Plaza Julián Mena, observamos la «Casa de los Cubiertos» (siglo XVII) y estaba preparada para un acontecimiento taurino, en cuyas barreras nos fotografiamos. . La plaza mayor de Puente la Reina/Gares, sin duda una de las más bellas de Navarra, cuenta con un edificio con una galería porticada que actualmente es la sede del Ayuntamiento. Por la calle Mayor seguimos contemplando el acceso de calles paralelas en torno al Camino (Calle Mayor). Estas largas calles se comunican entre sí con estrechas belenas que dan a la villa un sabor medieval innegable. Pocos metros después de pasar la plaza, a la derecha se abre una de las belenas más bonitas de Puente. Entramos en la Casa del Vínculo. Junto al puente románico se eleva un precioso edificio, recientemente restaurado, sede de la Oficina de Turismo y Sala de exposiciones. Era el antiguo Pósito de la ciudad,. Y ya tras tomar bebidas refrescantes , llegamos al Puente románico (siglo XI). Auténtico icono de Puente la Reina/Gares, el puente románico es conocido en todo el mundo. Se trata de un puente de siete arcos, uno de ellos (en el arranque del puente desde la Calle Mayor) bajo tierra. Junto al puente, en el lado norte, se encuentra uno de los rincones más bonitos de Gares, en la bajada hacia el río. Junto al río , tomamos el bus y nos dirigimos a Estella. La visitamos. Lizarra o Estella, conocida en el siglo XV como «Estella la bella» y que en la actualidad sigue haciendo honor a este nombre. Una ciudad representada en su escudo con una estrella de ocho puntas, la misma estrella de la Vía Láctea que guiaba a los peregrinos en su caminar. Se palpaba su ambiente jacobeo por todas partes; peregrinos, símbolos, puentes, iglesias y palacios por doquier como el palacio de los Eguía (XVI), sede de la actual biblioteca, la mansión señorial de los Ruiz de Alda (XVII), la casa Fray Diego, casa de cultura de la ciudad, el palacio del Gobernador (XVII), actual Museo del Carlismo, y una serie de antiguos arcos góticos que daban entrada a tiendas y hospederías jacobeas.. De ahí que la apoden "La Toledo del Norte". Además, su judería -fue la tercera en importancia después de las aljamas de Tudela y Pamplona-, envuelve toda la ciudad. Por eso también forma parte de la Red de Juderías de España - Caminos de Sefarad.
Esta ciudad del Ega, poblada desde tiempos inmemoriales, experimentó un desarrollo urbanístico espectacular gracias al Camino de Santiago. Con sus tres burgos diferenciados, más sus juderías, recuerda a la misma estructura dividida por murallas de Pamplona. Hoy en día es una ciudad llena de vida, turística y que hace de nexo entre el Parque Natural de Urbasa-Andia y la Ribera de Tierra Estella. Llegamos a la estación de autobuses, atravesamos varios puentes hasta el Palacio de los Reyes de Navarra o los duques de Granada del Ega: En la coqueta plaza de San Martín se alza este Palacio de los Reyes de Navarra, uno de los pocos ejemplos del románico civil de Navarra que fue declarado Monumento Nacional en 1931.Es del siglo XII y tiene una bella y armoniosa fachada, articulada en tres cuerpos; en el inferior presenta una galería de robustos arcos de medio punto, y en el superior, grandes ventanales, divididos por cuatro arquillos apoyados en finas columnas con capitel. Observarás además dos torreones, y en las columnas de los extremos dos capiteles historiados, uno de los cuales representa la lucha de Roldán y el gigante Ferragut. Una joyita que bien merece un alto en el paseo. Tras la restauración realizada en 1975, el palacio se convirtió en sede del Museo del pintor Gustavo de Maeztu.
Iglesia de San Pedro de la Rúa, encaramada en un alto desde el que domina la ciudad, este templo nos recibe con un bello pórtico del siglo XIII, de arcos lobulados de influencia árabe y rica ornamentación, una imponente torre, y un interior que alberga entre otros, la capilla barroca de San Andrés, patrón de la ciudad, y un claustro del siglo XII, que está considerado uno de los conjuntos de mayor riqueza escultórica del románico navarro. Y no pases por alto un capricho excepcional de una de las crujías de este claustro, que se repite en El Burgo de Osma y en Santo Domingo de Silos: las cuatro columnas torsas entrelazadas en las que se apoya la arquería central.
No nos dio tiempo a
visitar el Museo del Carlismo: edificio Herreriano. Antiguo palacio
del Gobernador, actual museo de historia del Carlismo NI la Basílica del Puy: edificio moderno de
estilo neogótico diseñado por el arquitecto navarro Víctor Eúsa. Conserva una imagen
gótica de la Virgen del Puy, desde ahí podrás ver preciosas vistas sobre la
ciudad. Pero subimos al antiguo puente elevado de piedra, en reconstrucción. No
nos perdimos la iglesia del Santo Sepulcro,
ni el edificio de la Estación (1927) que fue estación del ferrocarril de
vía estrecha, para pasar a ser actualmente la estación de autobuses.
Comentamos el
l Parque de los Llanos situado en el meandro formado por el río Ega,
es el pulmón de la ciudad y un lujo pasear entre sus árboles y zonas
verdes. La Ruta del Zumaque lleva el nombre de un arbusto
que llegó de Oriente y que su color rojo intenso solo se puede observar algunas
semanas de otoño. Un paseo que combina campo y ciudad y que tiene mucha
historia, Probamos la cerveza artesana
rhus, cuyo ingrediente principal es esta planta.
Comprobamos
que Estella-Lizarra es la típica "Ciudad del Camino", ya que
surgió como consecuencia del borbor comercial que la ruta jacobea generaba a su
paso. Por eso no es de extrañar también, que el barrio de San Pedro, el primero
por el que entramos como peregrinos, se
llenaba de artesanos, hospederías, monumentos civiles y religiosos.
Terminada esta visita nos dirigimos al hostal
María Luisa, donde comimos. Por la tarde visitamos el impresionante monasterio de Santa María de
Irache para visitar su impresionante monasterio. Construido al abrigo de
Montejurra, en Ayegui, rodeado de viñedos, el Monasterio de Irache se
nos presenta como una inmensa mole de edificaciones medievales, renacentistas
y barrocas.
Hospital de peregrinos,
universidad, hospital de guerra y colegio de religiosos. Estas son las
distintas funciones que el Monasterio de Iratxe ha ido albergando a lo largo de
la historia y que le han convertido en uno de los conjuntos
monumentales más importantes de Navarra. Su localización en
el Camino de Santiago, en las proximidades de Estella, le hacen ser parada obligada de peregrinos y amigos
de la Ruta Jacobea, a este monasterio que los benedictinos que comenzaron a
construir en la segunda mitad del siglo XI sobre otro anterior del siglo VIII. El
monasterio benedictino de Irache se documenta ya en el 958 y va
engrandeciéndose favorecido por su emplazamiento próximo a la ciudad de
Estella, el Camino de Santiago y la protección de la Corona de Navarra. Fue el
primer hospital de peregrinos de Navarra -hasta un siglo más tarde no se
construyó el hospital de Roncesvalles-.
Levantado a instancias del rey
García el de Nájera en el s. XI, su época de esplendor coincidió con los años
en los que fue abad San Veremundo (1056-1098), de
quien se dice que era tan generoso con los pobres que les llevaba alimentos
escondidos bajo el hábito. Cuando sus hermanos de congregación se lo
reprochaban, se levantaba el hábito y en lugar de pan aparecían rosas o
astillas de madera para calentar a los mendigos.
Su esplendor dura hasta el siglo
XII, al construirse el gran templo abacial de cabecera románica y cuerpo
cisterciense. En el siglo XVI floreció al incorporarse este cenobio a la
congregación de San Benito de Valladolid, construyéndose entonces el claustro
plateresco, según la traza de Martín de Oyarzábal, y la Puerta Especiosa,
concebida por Juan de Aguirre.
En 1615 se fundó en él una
Universidad. Sucesivamente fue hospital de sangre (Guerras Carlistas) y colegio
de religiosos. El monasterio, construido bajo la advocación de Santa María la
Real, siempre estuvo habitado, lo que permitió que se conservase en muy buen
estado; pero, en 1985, la escasez de vocaciones provocó la marcha de los
frailes y, desde entonces, ha estado deshabitado. El conjunto albergó una
Universidad entre 1569 y 1824.
El recorrido por la iglesia
románica (s. XII), el claustro plateresco, la torre de estilo herreriano y
otras dependencias construidas entre los s. XVI-XIX nos permitieron conocer la
historia de este conjunto monumental deshabitado desde 1985, debido a la
ausencia de vocaciones y a la marcha de los frailes.
De todo el conjunto sorprende
el templo románico, iniciado en el s. XII sobre los restos de
una iglesia prerrománica anterior. Tiene planta de cruz latina y tres ábsides
semicirculares, testigos de la primitiva construcción, y de ellos destaca el
central por una cornisa perfectamente conservada y adornada con animales.
Al templo se puede entrar por dos portadas románicas, la de San Pedro y la portada
principal, talladas con motivos historiados; pero también nos detuvimos ante la puerta Preciosa, que comunica el
claustro plateresco con la iglesia y que contiene las imágenes del Salvador y
de María.
La sacristía monacal (s. XVI), la
sala capitular con bóveda nervada, y un amplio edificio de principios del s.
XVII, de estilo herreriano, que albergó la Universidad de Iratxe, son otras
dependencias que debe visitar con detenimiento.
Durante siglos cobijó la imagen de Nuestra Señora de Irache (s. XII), uno de los más bellos ejemplos de la imaginería mariana románica
de Navarra. Es de madera, de un metro de altura y recubierta por una
chapa de plata, excepto la cara y las manos. Hoy, está en la iglesia de
Dicastillo, a unos 10 kilómetros al sur de Ayegui, donde se guarda desde hace
un siglo.
El acceso al monasterio
es gratuito. Visitamos, junto al monasterio, una fuente
que por un caño mana agua y por el otro vino, con la que se
pretende saciar la sed y alegrar el camino a los peregrinos del Camino de
Santiago. La fuente es propiedad de las Bodegas Irache, ubicadas junto al monasterio y
que pueden ser recorridas en visita guiada.
Tomamos el bus y nos dirigimos
hacia Jaca. Por el camino aragonés contemplando desde la lejanía el
sendero y las ciudades. Las últimas
etapas hasta el Puente de la Reina, la tercera y la cuarta las recorrimos en
autobús en otros viajes, visitando Sangüenza, e, incluso, Sos del Rey Católico..
II RUTA ARAGONESA
El Camino Aragonés, es uno de los tramos del Camino Francés, y parte del Puerto de Somport (Huesca). Existen un total de cuatro vías de peregrinaje que parten de Francia para llegar a la provincia de Galicia y abrazar al Apóstol. De esas vías tres de ellas se cruzan en Roncesvalles, exceptuando esta. Se dice que este Camino se une con el resto en el Puente de la Reina, pero realmente junto al Camino Navarro, se hacen uno sólo se unen en la ermita de San Salvador, en la población de Óbanos.
Esta ruta cuenta con un total de 170
kilómetros recorriendo las provincias de Huesca, Zaragoza y
Navarra hasta unirse con el Camino Navarro. Desde ese punto
compartirá la ruta francesa. Durante seis etapas, el peregrino podrá recorrer una
de las cuatro sendas jacobeas que ya era utilizada por los peregrinos de la
Edad Media la Vía Tolosana. Parte de la localidad francesa de
Arlés hasta el puerto de Somport, tratándose de la ruta jacobea más
meridional de las cuatro que llegan hasta la Península.
El Camino Aragonés no es el más antiguo que
existe. Posiblemente data del siglo XI, cuando los primeros reyes de
Aragón decidieron reconstruir y mejorar a red de comunicaciones de su
territorio. Repararon vías romanas, construyeron puentes, así como albergues y
baños en las rutas principales. El cambio fue impulsado por la llegada de
peregrinos y viajeros al puerto de Somport. Era una red de carreteras y caminos
con ramificaciones provenientes de zonas de Francia, Inglaterra, Italia, etc.
La aparición de reliquias de carácter religioso hizo que aumentara el número de
monasterios y santuarios. Esto hizo que se crearan nuevas rutas para aquellos
peregrinos que tenían interés en acceder a las iglesias y poder contemplar
los milagros del Camino de Santiago.
Desde Somport (Summo Portu de los romanos) el
"camino histórico" atravesaba Canfranc y Jaca, a la que Ramiro I
convirtió en capital del Reino de Aragón en el año 1035. De hecho, la
existencia de la catedral románica de Jaca sólo se explica por la importancia
de la ruta jacobea y por la necesidad de dotar de un ostentoso poder religioso
a la recién fundada ciudad de Sancho Ramírez.
Nada más traspasar el puerto se encuentran los restos
del hospital de Santa Cristina de Somport, lugar de parada, acogida y
reposición de fuerzas por parte de los peregrinos, situándose muy cerca los
maravillosos espacios naturales de Aspe, Rioseta, Canal Roya, el pico de Anayet
o el barranco de Izas.
El Summus Portus fue paso natural de ejércitos y
caminantes a lo largo de la historia. El Hospital de Santa Cristina de Somport,
uno de los tres más importantes de la cristiandad, ilustra el importante
tráfico de viajeros que soportó la ruta aragonesa a lo largo de los siglos.
“Tres son particularmente las columnas, de extraordinaria
utilidad, que el Señor estableció en este mundo para sostenimiento de sus
pobres, a saber, el hospital de Jerusalén, el hospital de Mont-Joux (Gran San
Bernardo), y el hospital de Santa Cristina, en el Somport”.
Así se establece en el Liber peregrinationis del
Códice Calixtino (siglo XII). Su autor, el francés Aymeric Picaud, añade: “Están situados estos hospitales en puntos de verdadera necesidad;
se trata de lugares santos, templos de Dios, lugar de recuperación para los
bienaventurados peregrinos, descanso para los necesitados, alivio para los
enfermos, salvación de los muertos y auxilio para los vivos”.
El camino continúa por Canfranc-pueblo, en el que subsiste -a pesar del
incendio que sufrió en los años cuarenta del pasado siglo- su trazado medieval,
su iglesia del XVI y su medieval puente de peregrinos.
El siguiente hito en el camino es Villanúa, cuya imagen se fusiona con la majestuosidad que le
imprime Peña Collarada, en cuyas tierras hay que apreciar sus tres dólmenes o
su virgen románica.
A escasos metros de la anterior se ubica el caserío de
Aruej, con pequeña iglesia románica del XII y torreón defensivo de fines del
XV.
Así se llega a Castiello de Jaca, no sin antes tener la posibilidad
de acercarse hasta el medieval cenobio de San Adrián de Sasabe, como también es posible
aproximarse desde la misma población al también monasterio de Santa María de Iguácel, de los que en ambos casos
subsisten sus respectivas y destacadas iglesias.
El camino está ya a las puertas de Jaca, capital de esta zona y centro neurálgico entonces y
ahora, con su catedral del siglo XI, su Ciudadela del XVI y tantas otras
construcciones de interés, como el hospital de peregrinos que se encuentra en
su casco histórico.
La construcción de la Catedral de Jaca se inició en 1076. Es la
primera gran construcción románica de la península y marcó las bases de un
estilo - el románico jaqués- de notable difusión dentro y
fuera del Reino de Aragón, a lo largo del Camino de Santiago. En Jaca los
peregrinos pueden recoger su credencial, para lo que es preceptivo el paso por
la iglesia de Santiago, en el casco histórico.
Poco a poco va quedando esta población a las espaldas
y se pasa por los cruces que conducen a Atarés y su torre bajomedieval, o a Santa Cruz de la Serós, núcleo con grandes atractivos,
tanto en lo que se refiere a su arquitectura tradicional como a sus dos
iglesias románicas: San Caprasio, según los gustos de la escuela
lombarda, y Santa María, magnífico iglesia del otrora
monasterio en la que sobresale su portada, su espectacular torre o su retablo
gótico. Desvío éste por el que se accede a San Juan de la Peña, cuyas diversas partes se hallan
cobijadas bajo la roca: sus dos iglesias -la inferior con pinturas románicas-,
la Sala de Concilios, el claustro con bellos capiteles o los panteones reales y
de nobles.
A partir del siglo XVI a causa de una serie de
acontecimientos provocaron una bajada bastante notoria en la afluencia de
peregrinos en esta ruta. Entre los acontecimientos que pudieron lo provocaron
están los desacuerdos entre Europa y España por motivos religiosos. A causa de
la militarización que supuso este conflicto las rutas estaban mucho más
vigiladas y los peregrinos buscaron alternativas. Este Camino quedó obsoleto y
algo en el olvido.
El Camino Aragonés no es un itinerario fácil, puesto
que además de no poder recorrerse en cualquier época del año. En invierno,
más bien en los meses de noviembre hasta principios de abril no podemos escapar
de las continuas nevadas puesto que atravesaremos los Pirineos. En los
meses restantes la temperatura es mucho más agradable, pero hay épocas en
las que la ruta andando se hará bastante dura ya que las sombras escasean.
El acceso al punto de origen para comenzar el Camino
es algo que no nos causará problema puesto que se puede hacer directamente
en autobús desde Jaca. Será el primer día de un itinerario hasta
unirnos con el Camino Francés.
DÍA CUARTO . DÍA
21 .DE JACA A SOMPORT – ESTACIÓN DE CANFRANC
Comenzamos el camino,
Somport, como
primer puerto,
la Virgen del Pilar bendijo
a todo el grupo romero,
Francia estaba a las espaldas,
por tierras de Batmala y Miqueu,
Olorón, Pau y Rebenac,
amigos de
nuestros abuelos.
Una seña nos marcaba
más que camino un sendero,
con vallas en pasos iniciales,
y, luego entre arbustos pirineos.
topamos con el Hospital
De Santa Cristina en cimientos,
el segundo del camino,
con Candanchú en el trasero,
enre Roseta y Puente Ruso,
Gran Coll de Ladrones
y torre de Fusileros,
Por el Puente Peregrino
un paisaje de hayedos,
Cruzamos puentes y ríos,
hasta llegar entre hierros,
A la estación de Canfranc,
a unos ocho Kilómetros.
Sin aire fresco en el bus,
Y en un día caluriento,
dejamos para otra fecha,
Canfranc, villa y Pueblo,
para dirigirnos a Jaca,
i comer plato de lentejas
cercano a un regimiento.
Por la tarde, se paliaron
aquellos de calor vientos,
con un baño en la piscina
del deportivo aposento.
Tras el desayuno. partimos del puerto de
Somport, hasta la estación de Canfranc. En el Puerto del Somport, encontramos
la capilla de la Virgen del Pilar que acompañada por la figura de un peregrino
nos marcaron el inicio del Camino. Justamente en el margen izquierdo de la N330
encontramos la señal que marca el paso
del Camino Francés y posamos.
En el camino nos encontramos, siguiendo este
trazado, y llegamos hasta las ruinas del
Hospital de Santa Cristina, justo antes de la llegada a Candanchú.que llegó a
ser uno de los tres hospitales más famosos, junto a los de Jerusalén y Roma. En
la Edad Media, este era uno de los grandes centros de acogida de caminantes que
terminó de levantarse en 1078 y vivió su mayor esplendor en los siglos XII y
XIII, cuando llegó a tener varias delegaciones. En el Códice Calixtino, la guía
del peregrino medieval, el clérigo Aymerich Picaud lo califica junto a los de
Jerusalén y Roma como uno de los tres hospitales del mundo de mayor importancia.
Por una vereda de ganado, las pasamos canutas
hasta llegar a un lugar donde se produjeron los primeros retiros. El
itinerario histórico recuperado en 2009 conduce por la margen derecha del río
Aragón hasta justo antes de Canfranc Estación, salvo alguna pequeña incursión
por la izquierda. La erosión se ha encargado de modelar un apacible paisaje en
el que, a esta altura del camino, se cuelan las edificaciones de la estación de
esquí de Candanchú, la más antigua de España.
El peregrino deja el castillo de Candanchú a la
derecha subido a un peñón aislado de 1.565 metros de altitud donde se levantó
en el siglo XIII. Cumplió su misión defensiva y de cobro de impuestos aduaneros
hasta bien entrado el siglo XVI. Hoy queda el rastro de la planta y el alzado
de su muralla occidental.
Enseguida aparece el puente de Castellar, más conocido
como el del Ruso, muy próximo a la carretera. Hubo algunalgunas bajas en este duro trayecto en medio de un camino y senda de ganado. A partir de aquí, las rocas
calizas y areniscas complican la vida a los peregrinos que recorren el camino
en BTT, que tienen la opción de continuar por el asfalto. Los demás deben
seguir las señalizaciones que sugieren atravesar la carretera, el barranco de
Rioseta y sumergirse en una senda algo abrupta que atraviesa un precioso bosque
y pasa junto a algún que otro búnker.
Camino de Canfranc
El Coll de Ladrones se levantó a finales del siglo XIX
sobre otro más antiguo para defender este valle fronterizo. Mimetizados con el
entorno se alzan dos edificios revestidos de piedra del país. Había horno de
pan, cuadra, cisterna y una escalera interior de trescientos sesenta y cinco
escalones que conducía hacia una galería secreta de huida. Excavadas en la roca,
las defensas artilleras ocupan cuatro bocas orientadas al norte a las que hay
que sumar el polvorín. Abandonado en 1961, ha recuperado su esplendor.
La ruta continúa por el antiguo poblado de Arañones,
hoy Canfranc Estación. Desde el puente de Roldán hay señalizadas dos
posibilidades. La de la izquierda que discurre por el Paseo de los Melancólicos
que es tranquilo y bellísimo, sobre todo, en otoño y se ajusta más al trazado
original. Y la de la derecha que atraviesa el centro del pueblo y es perfecta
para los que necesitan comprar algo.
La iglesia de Canfranc Estación se levantó en 1969 y lleva la firma del arquitecto, urbanista y pintor, Miguel Fisac. El camino original reposa bajo la gran estación internacional que se levantó para unir España y Francia por ferrocarril a través del Pirineo Central.
Canfranc Estación.
Llegamos el cruce junta a Rioseta, Puente Ruso, encontrándonos con algún
que otro bunquer, el Coll de Ladrones, o torre de Fusileros, Puente del
Peregrino a estación de Canfrán. 7,3km en medio de un bosque y unas vistas de
antiguos glaciares y estaciones de esquí.
Nos quedamos ante las adversidades de tiempo, tan caluroso en la Estación y dejamos planeados que confluían a la salida de Canfranc Estación en el puente de Secrás. Se entraba en escena el moderno túnel carretero de Somport de ocho kilómetros que se estrenó en enero de 2003 para unir los valles de Canfranc y Aspe. La ruta jacobea pasa justo por delante de la boca del túnel así que los peregrinos tienen que ir con mucha precaución aquí y en los próximos quinientos metros. En este tramo, se vuelve a atravesar otro túnel camino de Jaca.
A la salida el trazado desciende hasta el fondo del
río Aragón con, de nuevo, dos posibilidades. La de la derecha es menos
recomendable a pesar de que sigue por el camino casi original y se asoma a la
Torreta de Fusileros que se levantó en el siglo XIX para prevenir posibles ataques.
La otra opción va por la orilla izquierda del río hasta el puente de Arriba de
Canfranc Pueblo. El trazado histórico jacobeo desapareció bajo la nacional 330
pero los peregrinos tienen ocasión de conocer el tradicional camino de las
Porciocas o Porcieucas que se extiende entre bellos prados de hierba y pequeñas
fincas que cultivaban los vecinos. El que elige este trazado se sumerge en el
ambiente que se vivía en la ruta original.
A Canfranc pueblo se entra por el puente de Arriba, de
origen medieval, aunque remodelado en el siglo XX. Canfranc nació en torno al
viejo Camino de Francia y en él se conservan algunos tramos históricos,
recuerdos y bienes como la parroquial de la Asunción del siglo XVI que custodia
cuatro bellos retablos barrocos en sus capillas laterales. Aupados sobre una
roca quedan los restos del antiguo castillo ampliado por Tiburcio Spannocchi en
1592. Es el mismo ingeniero que levantó la torre de La Espelunca sobre el propio
Camino de Santiago que discurría bajo el pasadizo abovedado de la construcción
defensiva. También merecen una visita la torre de Aznar Palacín o el conjunto
monumental de La Trinidad fundado por el comerciante Don Blasco de Les en el
siglo XVI para atender a pobres y peregrinos.
El primitivo Canfranc cumplía las funciones de
vigilancia, control fronterizo y aduanero. Era Campo de Francos, un lugar donde
los pobladores no pagaban impuestos y se les perdonaban las deudas que tuvieran
con la Justicia. A cambio, se ocupaban de la limpieza y mantenimiento de la
ruta jacobea, ofrecían seguridad, alojamiento, comida y atención a los
viajeros. El comercio se extendía a lo largo de la calle Albareda donde algunas
casas conservan amplios ventanales que se utilizaban como escaparates.
De Canfranc se sale cruzando el puente de Abajo, del
Cementerio o de la Trinidad. Medieval, reconstruido en 1599, su silueta es una
de las más preciadas del Camino de Santiago.
Comimos en Jaca, lentejas y carne, junto a la
ciudadela. Y se averió el bus de
Contreras de modo que por la tarde se dedicó al baño en el hotel de Badaguás.
DÍA QUINTO DÍA 22. TORLA - BROTO
Segundo día aragonés,
cambiamos rumbo de ruta,
en vez de marear un círculo.
El calor nos hizo pupa,
y bajamos, en unico rumbo,
de Torla a
Brotos, camino
recorrido en conjunto,
y ofertando la subida,
a los valientes segundos.
Todos se fueron a la cascada,
Ansiosos y
furibundos,
de comer el rico ternasco
símbolo del dios garrufo.
Por la tarde, con Santiago,
y Escartín por vehículo,
nos adentramos en Los Mallos,
viéndolo co n muchos angulos.
Bello regreso a Jaca,
entre
pantanos profundos,
valles, montes y poblados,
hasta llegar muy seguros
al Puente de la Reina
cerca de Jaca y sus muros.
Desayunamos y
nos dirigimos a la ciudad de Torla, donde visitamos la iglesia y sus casas de
bello paraje rural. Siguiendo el curso del rio Ara, desde una
altura de 1.025 m. Bajamos a 888 m y recorrimos 7,38 km. Pretendíamos
una preciosa y cómoda ruta circular, que sale de Broto, pero quedó en un ramal
de bajada de Torla a Broto, Desde el Centro de Visitantes , otro camino vecinal
nos hizo descender de nuevo hasta el río Ara. Desde allí, tras cruzar el puente
del Gualar, (o Bolar), pasamos a la margen izquierda y seguimos a través de una
senda, unos 400 mts. aprox., no siempre bien definida por la vegetación que
puede cubrir y tapar el camino. Este tramo de senda, a orillas del río, es uno
de los más atractivos de la ruta.
En el km. 3,8 aprox. del recorrido la senda enlaza con una pista más ancha,
perfectamente definida hasta el km. 5, aprox. en que, de nuevo, retomamos una
senda, Esta continúa con una fuerte subida hasta la cota máxima, (1.025 mts.)
y, inmediatamente, sigue un fuerte descenso, no problemático, pero con el que
hay que ir con precaución, hasta llegar de nuevo a Broto. Se visitaron la
cascada próxima y se ofreció la posibilidad de completar el tramo total,
remontando la margen derecha del Río Ara, (quedando el río a nuestra derecha),
para llegar a Torla. El primer tramo, hasta Torla, es en realidad el sendero GR
15.2, que es una corto tramo del sendero más largo, GR.15, que une la población
de Broto con Torla y sigue hasta el Puente de los Navarros, para enlazar con el
GR-11 y entrar en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido al inicio del
camino de Turieto Bajo.
La ruta se inicia en el puente sobre el río Ara, en la carretera N-260, y tras
descender las escaleras que llevan al lado del mismo, remonta la margen derecha
siguiendo una pista agrícola, perfectamente adoquinada, siempre al lado del
río. Tras 1 km. aprox. finaliza la pista, y la ruta sigue por un camino de
herradura, deja la orilla y asciende entre setos de avellanos y fresnos hasta
llegar al Centro de Visitantes del P.N. de Ordesa, a la entrada de Torla. Todo
este tramo del recorrido, hasta Torla, está jalonado con diferentes paneles
temáticos didácticos que nos informan sobre las especies naturales del entorno,
tanto de flora como de fauna.
Sin embargo, pudimos ver en bus al día
siguiente el puente ente románico de Los Navarros, la famosísima Ferrata K-3 de
la impresionante cascada de agua del Sorrosal, con amplísimas vistas de los
acantilados de montes de Ordesa y Monte Perdido
Almorzamos en un restaurante de paso el famoso
ternasco. Por la tarde visitamos el castillo de Loarre con un clima tórrido
aliviado por la altura. Un guía nos ilustró del castillo de Loarre fundado por
el gran monarca Sancho III el Mayor y es una verdadera joya de la arquitectura
civil y militar de la época. Ha servido en numerosas ocasiones como escenario
de películas, entre otras, ‘El Reino de los Cielos’, de Ridley Scott.
Levantado en un espolón rocoso a 1071 metros de
altitud, defendió la línea fronteriza del Reino de Aragón y fue pieza clave
para el rey Sancho III el Mayor en la reconquista cristiana de esta tierra a
los musulmanes.
Desde su posición se tiene un control sobre toda la
llanura de la Hoya de Huesca y en particular sobre Bolea, principal plaza
musulmana de la zona y que controlaba las ricas tierras agrícolas de la
llanura.
Comprueba tú mismo lo bien conservadas que están
las torres del homenaje y de la reina. Ya en el interior, la iglesia
de Santa María, de influencia jaquesa, muestra una gran variedad ornamental en
sus capiteles. Bajo la iglesia podrás ver la cripta cubierta con bóveda de
cañón.
Destacan la pequeña capilla, la cripta de santa
Quiteria, situada a la entrada y la majestuosa iglesia del castillo, en la que
destaca la cúpula por lo poco habitual que es en el románico.
Con un chofer aragonés de la compañía Escartín Alfonso
regresamos a Jaca por la carretera que pasaba por los Mallos de
Riglos, estas
extraordinarias formaciones geológicas de color rojizo características de la
Hoya de Huesca. Los mallos del Prepirineo aragonés están protegidos bajo la
figura Monumento Natural de los Mallos de Riglos, Aguero y Peña Rueba. Fueron
levantados por la orogenia alpina, iniciada hace unos 65 millones de años,
cuando se formaron los Pirineos. La posterior erosión del agua los ha ido
aislando y modelando, dando lugar a las actuales paredes rocosas gigantes que
se reparten por la cara sur de las sierras exteriores del Prepirineo. Gracias
al chofer del lugar recorrimos otros mallos de Riglos, situados a orillas
del río Gállego y junto a la localidad del mismo nombre, son los más famosos,
pero en esta misma zona pasamos por los
de Agüero, Vadiello, Murillo de Gállego y el Salto de
Roldán, entre otros. Sobre sus cimas redondeadas vuelan constantemente buitres
y otras aves rapaces. Avistarlas es otro de los encantos de este territorio
envuelto en leyendas que, en la actualidad, se han convertido en referente
para escaladores de todo el mundo. Sólo en Riglos se han marcado unas 200 vías
de escalada, la mayoría de elevada dificultad.
Diversos itinerarios senderistas recorren estas impresionantes moles que llegan a alcanzar los 300 metros de altura. Te recomendamos el Riglos. Enseguida, en el mismo vial, aparece Santa Cilia, donde destaca asimismo su iglesia barroca, decorado su interior con pinturas murales y retablos de dicho estilo, junto a la cual se levanta el Palacio del Priorato, un edificio con bella ventana gótica y airosa chimenea troncocónica. Y allí, al poco de recorrer unos escasos kilómetros más, aparece el citado cruce de caminos que es la aragonesa Puente la Reina. Aquí, arranca el ramal de la margen derecha, por Berdún, y el de la izquierda, que discurre por los pueblos de Martes -iglesia y soberbio palacio de época moderna-, Mianos y Artieda -en ambos destacan sus parroquiales del XVI y muestras de arquitectura popular, Ruesta -con sus casas tradicionales, palacio, iglesia del XVI-XVII, castillo medieval o sendas ermitas románicas, San Jacobo y San Juan de Maltray- y Undués de Lerda, con los restos de su calzada romana y las bellas muestras arquitectónicas que se levantan en calles y rincones, algunos -como sucede en todo el trayecto del Camino de Santiago por tierras aragonesas- con resabios medievales. Cenamos y recuperamos el día anterior.
DÍA SEXTO 23. AINSA-
BOLTANA
El calor no amainaba,
subía en cada paso,
de nuevo cambio el sentido,
para vencer los fracasos.
Alfonso, timonel aguerrido,
mutó lugar por Santiago,
y le prometimos
un soneto.
a este gallego
hidalgo.
¡Qué dulce, duro trayecto!
Con Jasón se hizo liviano,
y alegre y raudo se transformó,
, como si fuera un llano,
un gallego, de timonel,
de Sangenjo, el paisano.
No parece marinero,
sino un oscense criado,
Con el embruujo sanjenjo
a todos nos ha cautivado,
comoe una vieja meiga
escapada de su pueblo.
Desde Jaca hasta Sabáñigo, acorta
El recorrido entre curvas y precipicios,
La autovía estalla con euforia,
cuando Alfonso
muestra dominio con su brío
En Boltaña, nos
apea y en Ainsa, nos exhorta
Mostrándose un guia , sabio y perito.
buen comienzo entre árboles
Y el frescor del río Ara.
Pero al llegar al convento
-hoy estancia de hotel-
Ayer de los monjes del Carmelo.
No quedó una sombra que abrigara
la mínima parte del cuerpo.
ilusión por llegar a Aínsa,
De nota excelente pueblo.
tras pasar un gran puente,
entre cruces de arroyuelos,
como torre de Babel
escalamos peldaños viejos.
las brujas nos saluda
echando espíritus siniestros,
entre casonas de Entrepuertas,
se producían bajas del asedio,
a una plaza que ansiamos,
botín de descanso y asueto.
De tarde, Alfonso nos llevaba
al antiguo monasterio,
el nuevo nos increpó
con sus restos
y cimientos,
y envuelto en su antiguo claustro
con su panteón de realengo.
Al bajar, la
iglesia románica
de Santa Cruz de los Serios,
asomaba entre altos arboles
y trinaba milano sediento
Nos dirigimoss desde Boltana a Ainsa para seguir con nuestra ruta jacobea de 10.8 KMS en medio de un día terrorífico de calor. La excursión propuesta unía las dos capitales del Sobrarbe, durante un recorrido que cruza el río Ara y pasa también por la pedanía de Margudgued. Poco más de dos horas de caminata sin mayor dificultad por un paisaje de barrancos, y cultivos de labranza.
.
Cruzamos el puente sobre el río Ara y llegamos a Boltaña, punto final de la ruta ,cuyo magnífico legado histórico-cultural merece una detenida visita: desde el castillo musulmán con su torre del homenaje, la iglesia y el puente románicos y su monumental plaza Mayor. Se abandona entonces la carretera de Sieste por el inicio de camino de tierra flanqueado de barandillas de madera. El itinerario transcurre al principio entre edificaciones del complejo hostelero. Tras dejar atrás el monasterio, aparece un amplio camino, casi pista, que se talla por la ladera izquierda del río Ara. En bajada, alcanza un puente que salva un pequeño barranco. Desde el puente de madera el camino se convierte en una pista agrícola. Flanqueado de campos, de manera llana y dejando varios cruces secundarios a derecha e izquierda, llega a la ermita de San Sebastián. Desde la ermita se prosigue por el camino-pista indicado como Calle Las Afueras. En pocos metros enlaza con la célebre Pista de los Rojos. Así llega junto a la entrada del Camping La Gorga. Cruza la carretera para continuar de frente tomando la vieja carretera local de Sieste (ya sin uso). Por ella se llega al antiguo Monasterio de Boltaña (hoy reconvertido en un gran complejo hotelero).
Al llegar junto al río Ara, en aproximadamente
300 m, la calle realiza un giro de 90º hacia la izquierda y junto a un muro,
desemboca en la carretera A-2205. A unos 4,5 km después del inicio, la
escollera termina. Continúa por el carril de vehículos que se traza en paralelo
a una acequia. A los 400 m cruza la acequia para internarse en una zona
cultivada. La pista no tarda en cruzar el encauzado barranco de Sieste y,
flanqueada de muros, alcanza el extremo más oriental del casco urbano de
Margudgued.
Continúa por la pista estrecha que se traza por
encima de la escollera de piedra, que se eleva sobre el cauce del río Ara. De
manera recta y sombreada por pequeños chopos, la pista irá dejando distintos
caminos agrícolas hacia la izquierda. A los 6 km se llega a la plaza de la
localidad de Margudgued. Sigue de frente contorneando el pueblo por la calle
principal .El punto final de este itinerario
se situó en el extremo meridional de la
localidad, junto al puente sobre el Ara y sobre el aparcamiento
ubicado en el arranque de la carretera a Guaso. Viene marcado por un indicador
del sendero PR-HU 186 que dirige a Boltaña y Guaso.. Cruza el puente sobre
el río Ena y retoma de inmediato una pista asfaltada hacia la derecha.
Allí, cruza un pequeño puente metálico para tomar
la pista-escollera construida por la margen derecha del río Ara (izquierda
según la marcha). Avanzando siempre por ella, en paralelo al río, llega a la
carretera de Aínsa a Guaso. Aínsa es uno de los enclaves
fuertes del turismo en el Sobrarbe, que une a su bonito casco urbano un
entorno natural con múltiples posibilidades. Proponemos una ruta que nos
llevará hasta la vecina Boltaña, con la que comparte cocapitalidad de la
comarca del Sobrarbe. Nuestro paseo finaliza en Aínsa, una villa cuyo casco
antiguo mereció el título de Conjunto Histórico Artístico en 1985. Parecía como
si estuviéramos en las Entrepuertas de la Mota y en su antigua ciudad
fortificada. Almorzamos en Jaca y, por la tarde, Alfonso nos dio una
lección magistral de conducción al Monasterio de San Juan de la Peña. En el
monasterio viejo de San Juan de la Peña reside la memoria del origen Aragón. En
sus entrañas reposan sus primeros reyes y también la huella del legendario y
esplendoroso pasado aragonés.
Los
orígenes del monasterio se remontan a la oscura alta Edad Media (siglo X),
refugio de las comunidades cristianas asediadas por los musulmanes. Cubierta
por una de esas enormes rocas, el monte Pano, se construyó el edificio
original. El claustro exterior es una joya única del románico aragonés.
Tras
destruirse a finales del siglo X el edificio original, fue refundado en el
primer tercio del siglo XI por Sancho el Mayor de Navarra. En ese momento
comenzó su época de esplendor, promovida por los primeros reyes aragoneses que
dotaron al lugar de numerosos bienes, poder e influencia.
En su interior destacan la iglesia prerrománica, las pinturas de San Cosme y
San Damián, del siglo XII; el denominado Panteón de Nobles, la iglesia
superior, consagrada en 1094, y la capilla gótica de San Victorián. Además, hay
que reseñar otros edificios construidos en siglos posteriores, como el Panteón
Real, de estilo neoclásico, erigido en el último tercio del siglo
XVIII.· Precisamente, su
ubicación aislada le otorgó un carácter legendario que históricamente se ha
relacionado con el Santo Grial. Su riqueza arquitectónica e histórica fueron
fundamentales para su declaración como Bien de Interés Cultural.
A poca distancia del Monasterio Viejo se levantó un nuevo monasterio barroco,
conocido como Monasterio Nuevo. Las duras condiciones del Monasterio Viejo
hicieron que los monjes buscaran un lugar más soleado y salubre. El Monasterio
Nuevo, ahora rehabilitado tras varias décadas cerrado, está situado en paisaje
protegido y en su interior se puede visitar el Centro de Interpretación del
Reino de Aragón (CIRA), un espacio interactivo integrado en el que se combina
la trascendencia de este espacio con la modernidad del siglo XXI.
El acceso en verano a San Juan de la Peña desde Santa Cruz de la Serós sólo se
puede realizar a través de los autobuses que pone en circulación la Gestora
Turística que gestiona el espacio natural.
· En
su interior destacan la iglesia prerrománica, las pinturas de San Cosme y San
Damián, del siglo XII; el denominado Panteón de Nobles, la iglesia superior,
consagrada en 1094, y la capilla gótica de San Victorián. Además, hay que
reseñar otros edificios construidos en siglos posteriores, como el Panteón
Real, de estilo neoclásico, erigido en el último tercio del siglo XVIII.
· Precisamente,
su ubicación aislada le otorgó un carácter legendario que históricamente se ha
relacionado con el Santo Grial. Su riqueza arquitectónica e histórica fueron
fundamentales para su declaración como Bien de Interés Cultural.
A la bajada nos detuvimos contemplando las iglesias de Santa Cruz de la Serós
con su estilo románico y mausoleo de Urraca.
DÍA SEXTO DÍA 24 TORLA –
PARQUE NATURAL DE ORDESA Y MONTE PERDIDO:
No me queda nada por expresar
ni decir, al fundirnos en naturaleza,
que estos versos que me inspira
el patrimonial parque de Ordesa.
Sonoras aguas,
puras, cristalinas,
árboles
que os estais reflejáando en ellas,
verde
valle, de fresca umbría pleno,
milanos y cernícalos aquí porfiáis
entre trinos de vuestras querellas,
raíces
que de los árboles exhalas,
vetando el paso a su verde tronco:
yo
me vi tan extraño
de
todo cualquier evento,
que
de puro contento
con
vuestras cascadas me recreaba,
donde
con dulce sueño reposaba,
o
con el pensamiento discurría
por
donde no hallaba
sino
memorias llenas de alegría.
Desayunamos a las seis y media y tras el conocido itinerario de autovías, y, ya con Miguel Ángel al frente, recorrimos bellos barajes desde Sabáñigo hasta llegar a la preciosa población de Torla, por su lanzadera llegamm unos al Puente de Los Navarros, y nos adentramos en el bosque, llegamos al centro de interpretación, desde donde iniciamos la ruta a pie, siguiendo el curso arriba, del rio Ara, hasta llegar a la famosísima cascada de los Abetos, Secreto y “La Cueva,. Volviéndonos desde allí, por el mismo camino hasta el centro de interpretación del Parque. Gracias a esta ruta sencilla y sorprendente, nos sumergimos en los bosques que tapizan el valle de Ordesa, sentimos la fuerza del río Arazas origen de los Pirineos a través de los imponentes farallones rocosos El Parque Nacional de Ordesa es, sin lugar a dudas, uno de los más espectaculares que puedes visitar.
Situado en el mismo corazón de los Pirineos y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, acoge a millares de personas que desean disfrutar del rostro más hermoso de la Madre Naturaleza. Permanece abierto durante todo el año, la entrada es libre y está formado por cuatro zonas principales Valle de Ordesa .Cañón de Añisclo .Gargantas de Escuaín . Valle de Pineta. En Ordesa y Monte Perdido, nos sentimos integrados en un espectáculo sensorial incomparable. Al valle , el macizo de Monte Perdido lo corona y se convierte en el epicentro de una estructura única formada por los llamados Tres Sorores o Treserols: Marboré, 3251 Monte Perdido, 3348 Añisclo, 3257. La singularidad geológica y el clima de la zona han cincelado un paisaje de altura, cuyas escarpadas pendientes enmarcan la vida humana y animal entre contrastes deslumbrantes.
Esta confluencia de cuatro valles y un macizo
montañoso central constituyen el hábitat incomparable de especies animales
admirables, algunas de ellas autóctonas y exclusivas. La blanquísima
perdiz nival, la endémica rana pirenaica y el imponente
quebrantahuesos, cuya estampa imperial jamás pasa desapercibida cuando
sobrevuela sobre nuestras cabezas, te acompañarán en tu aventura.
Asimismo, tendrás la oportunidad de disfrutar de la
nieve, de ibones únicos, de glaciares, de cascadas idílicas que
celebran la vida entre rocosas paredes y de auténticos desiertos de altura.
Además, podrás explorar los acogedores bosques de hayas y abetos que
salpican este espacio inolvidable.
En Ordesa alcanzamos un estado de fusión ambiental
regenerador y memorable, te oxigenarás mental y físicamente y disfrutarás de
una gastronomía, un cuidado y unos servicios turísticos cien por cien
satisfactorios.
El parque de Ordesa es uno de
los mejores parques de todo el territorio nacional. El Parque nacional de Ordesa y Monte Perdido se sitúa en el
pirineo de Huesca íntegramente en la comarca del Sobrarbe. Es
el segundo parque nacional más antiguo de la península y fue declarado parque
nacional el 16 de agosto de 1918 con el nombre de Valle de
Ordesa. Realizamos una
distancia ida y vuelta de unos 10kms.
Em el regreso, siempre nuestro bus
contactaba con el paso del camino aragonés por Jaca. El Camino de Santiago, el
original Camino francés, tiene dos entradas en la península, por Roncesvalles y
por el puerto de Somport. Entorno al Camino de Santiago se articuló la acción
de los primeros monarcas aragoneses, y esta ruta natural aportó artesanos,
comerciantes y peregrinos que impulsaron la economía de los territorios por los
que pasaba. En Aragón los tres pilares fueron Santa Cristina de Somport, Jaca
con su catedral y el monasterio de San Juan de la Peña, por donde pasamos.
La más antigua entrada a Aragón por los Pirineos era
la calzada romana que cruzaba el puerto de El Palo y descendía por la Val d´Echo, donde se alzó el monasterio
carolingio de San Pedro de Siresa, del que se conserva su imponente iglesia
románica y que fue el centro espiritual del primitivo reino hasta la Canal de
Berdún. El "camino viejo" se utilizó hasta el XI, cuando se traza y
entra en uso el que va paralelo al río Aragón, trayecto común desde que se
alcanzan las altas cotas del puerto de Somport y su cercano enclave de Canfranc, el campo de los francos; éste es el conocido como
"Camino histórico" o "francés Villanúa
Hasta Villanúa, los peregrinos tienen el honor de
pisar uno de los tramos originales mejor conservados del Camino de Santiago.
Esta población también surgió en torno a la ruta jacobea. Pedro I la donó al
monasterio de Santa Cruz de la Serós y luego a diversos señoríos.
Sobre la gran roca del Castillón queda el recuerdo de
una pequeña fortaleza medieval desde la que se defendía y protegía el trazado.
Un poco más abajo rodeado de arbustos surge el dolmen y, siguiendo una pista
pedregosa, aparece la famosa cueva de las Güixas. Ambos están resguardados bajo
el flamante macizo de Collarada con sus 2.886 metros.
Un puente da la bienvenida a Villanúa. Viviendas
señoriales que exhiben sus escudos heráldicos, el antiguo ayuntamiento, la
fuente de los cuatro caños o la iglesia parroquial son algunas de las visitas.
El camino limpio y restaurado pasa junto a la presa.
Dicen que a esta altura había un puente de madera que quemaron las tropas
francesas al final de la guerra de la Independencia. Antes de llegar al Centro
de Interpretación de las Grutas, permanece el testimonio en piedra de lo que
fue un hospital de peregrinos que acabó muriendo por la falta de uso.
Al salir de Villanúa, en un área de descanso,
sobresale un crucero que levantó la asociación Atades y enfrente se divisa el
Señorío de Aruej, citado por primera vez en 1031. Su misión era defender la vía
romana de los enemigos procedentes del norte. Desde Villanúa a Castiello, los
Amigos del Camino de Santiago de Jaca recomiendan el andador que discurre junto
a la carretera hasta el centro de recreo de Escolapios. En este punto se cruza
la nacional y se afronta una pequeña subida que desemboca en Villa Juanita. El
camino se asoma a una casa rural empedrada y continúa por una de las cabañeras
hasta llegar a Castiello, dónde entramos por la calle Santiago. El camino
atraviesa este lugar con nombre de castillo en el que sobresale la torre de la
iglesia románica de San Miguel. Aquí se guarda uno de los mayores tesoros de la
ruta jacobea, en la que Castiello tiene fama de ser el pueblo de las cien
reliquias.
Castiello
Cuenta la leyenda que un peregrino cargado con un gran
saco se disponía a seguir su ruta tras pasar la noche en este lugar cuando cayó
muerto. Los vecinos acudieron a auxiliarlo y vieron con asombro cómo volvía a
la vida. Hasta cuatro veces se repitió la historia, si se iba del pueblo moría
y resucitaba cuando lo llevaban de vuelta. Fue entonces cuando contó que un
anciano le había encargado transportar un saco a lo largo del Camino de
Santiago, aunque éste fuese aumentando de peso. Tras lo ocurrido asumió que la
carga debía quedarse en Castiello. Al abrir el paquete aparecieron unas
reliquias entre las que se nombran una astilla de la cruz en la que clavaron a
Jesucristo y una espina de la corona que le colocaron. Se guardan en el altar
mayor de la iglesia de San Miguel dentro de una arqueta de plata. La llave la
custodia el alcalde y sólo se abre el primer domingo de julio para que todo el
que lo desee pueda contemplarlas. Junto a la parroquial, asoman los restos de
la antigua fortaleza medieval antes de seguir por la calle de Santiago. Al lado
de los antiguos lavaderos restaurados está la fuente de Casadioses, decorada
con una concha. La mayoría de los peregrinos hacen un alto en este punto para
refrescarse antes de seguir hasta la N-330.A la salida de Castiello,
inmediatamente después de cruzar el puente sobre el río Aragón, la ruta sigue
por la derecha y una pasarela diseñada en 2009 salva el cauce del río Juez,
famoso por poner en aprietos antaño a muchos peregrinos. Siguiendo ese trazado
se llega a Torrijos y de ahí Jaca y el descanso tras una dura jornada están a
un paso.
La entrada a Jaca está rodeada de paz. El camino se
aleja un momento de la carretera y recibe al viajero la ermita de San
Cristóbal, en medio de la vegetación. Un sencillo edificio de factura popular
levantado en 1796 en mampostería con cantoneras de piedra y rematado por
una curiosa espadaña de ladrillo. Enfrente, una fuente de agua fresca y un
banco acogen al peregrino mientras el santo, patrón de los caminantes, lo
protege. Junto a ella, un puente medieval, también de San Cristóbal, construido
para salvar el barranco de Rapitán y para comunicar la ruta jacobea que viene
de Somport con la capital de la Jacetania. Una cuesta seguida por unas
escalerillas lleva al caminante hasta el Banco de la Salud, situado al comienzo
del precioso paseo de la Cantera.
Un bello rincón que, durante siglos, estuvo amparado
por un enorme olmo que murió víctima de la grafiosis y tal vez de tanto
repartir vitalidad. Dicen que los peregrinos se colocaban bajo su sombra y el
Árbol de la Salud les devolvía las fuerzas consumidas a lo largo de la ruta
jacobea.
Almorzamos en Jaca. Por la tarde visitamos a Jaca, con su catedral y ciudadela.
Catedral de Jaca
La catedral de Jaca está considerada como uno de los templos
más importantes del primer románico español. Su construcción a partir de 1077
por orden del rey Sancho Ramírez está estrechamente vinculada a la propia
fundación de la ciudad y la concesión de los fueros que le permitieron crecer y
desarrollarse como pujante centro comercial en la ruta del Camino de Santiago.
La concesión de la sede episcopal necesitaba una
catedral para culminar el proceso de consolidación de la primera capital del
primitivo reino de Aragón; así surgió el templo bajo la advocación de San
Pedro.
La catedral conserva su estructura básica y
configuración románica: una planta basilical de tres naves de cinco tramos con
sus correspondientes ábsides alineados, dos puertas de acceso y una esbelta
cúpula. En el ábside meridional se localizan los elementos que resumen el
lenguaje arquitectónico característico del románico jaqués, difundido después
por toda la ruta jacobea: el ajedrezado (que discurre en forma de imposta) y
las bolas, que están presentes en los apoyos interiores.
La maestría con que edificaron este armonioso templo, el refinamiento con el
que fueron labrados los capiteles de las columnas de las dos portadas, la
ventana exterior del único ábside original conservado y el gran crismón de la
puerta principal demuestran que fueron obras de auténticos maestros.
El
tímpano que decora el crismón, que fue dañado por un rayo hace siglos, está
considerado un referente imprescindible en la simbología animal del arte
románico. Igualmente ocurre con el ábside meridional, calificado por los
expertos como una obra excepcional.
El actual edificio es el resultado de sucesivas reformas, ampliaciones y
destrucciones. Bien podría decirse que una visita al templo representa un viaje
por la historia y la evolución del arte, desde las primeras manifestaciones del
románico hasta las expresiones artísticas de finales del XVIII. Es un tesoro
encontrado el museo donde resaltan las pinturas románicas de varias iglesias de
pueblos de Huesca. Es junto al Museo Diocesano de Lleida y al MNAC (Museo Nacional
de Arte de Catalunya) uno de los tres principales espacios museísticos
dedicados al Románico en España. En el concepto de pintura mural medieval no
tiene parangón en el país.
El
Museo Diocesano de Jaca fue reinaugurado a principios de 2010 después de una
profunda remodelación, ampliación y modernización. Tras esta relevante reforma
el espacio expositivo ofrece más de 2.000 m2 de arte medieval en su máxima
expresión, del que sobresale la extraordinaria colección de pinturas murales
originales, de estilos románico y gótico, que fueron rescatadas de varias
iglesias de la Diócesis de Jaca. Sin duda, este conjunto de frescos hace del
jaqué uno de los museos de pintura medieval más importantes del mundo.
Pero también se muestra una interesante selección de
capiteles, tallas de vírgenes y Cristo, y rejas románicas. En la década de 1960
a 1970, la diócesis de Jaca sorprendió al mundo con la recuperación de varios
conjuntos de pinturas murales pertenecientes a la época medieval. Bien es
sabido que las iglesias del románico, casi por definición, no se daban por
terminadas, mientras en su interior no estuvieran recubiertas de pintura, en
sus muros, ábsides, bóvedas. Se trataba, más bien, de ofrecer a las gentes que
no sabían leer, en imágenes, toda la historia de la Salvación.
Quizá la más valiosa es la Sala Bagüés. Estas pinturas fueron arrancadas de la
iglesia por la familia de los Gudiol en el verano de 1966, para después ser
trasladadas al lienzo y recolocarlas, en sus talleres de Barcelona, en los
paneles con que ahora se muestran. Para su presentación en el Museo de Jaca se
construyó una sala que reproduce exactamente las mismas dimensiones de la
iglesia de las que fueron trasladadas. Representa el conjunto de pintura mural
más grande que se conserva en España de estilo románico.
Importante es también el conjunto, que se ha podido rescatar, de las pinturas
románicas de la Iglesia Parroquial de Navasa. Del mismo modo, valdría la pena
recordar los distintos conjuntos pertenecientes al gótico: los nombres de
Concilio y de Osia, de Uriés y de Orús, de Susín, de Sorripas, Huértalo,
Cerésola y Sieso de Jaca, de Ipas, de Escó y de Bergosa... Al ábside de San
Juan Bautista de Ruesta pertenece la cabeza del Pantócrator, una de sus más
carismáticas señas de identidad.
Todo está concentrado como si fuera un libro abierto
en la catedral de Jaca.
Fuimos a la ciudadela de Jaca.
La Ciudadela de Jaca, llamada hasta el siglo XIX «Castillo de San Pedro»,
es una fortaleza de traza italiana ubicada en la ciudad oscense de Jaca
Fue mandada edificar por Felipe II a finales de 1592 tras los graves desórdenes
acaecidos con la huida de Antonio Pérez1 y como parte
de la estrategia defensiva contra Francia, impidiendo el paso de los hugonotes a través del Pirineo. De esta estrategia también formaban parte,
entre otros, el Fuerte de Santa Elena o la Ciudadela de Pamplona. Se encomendó su construcción al
ingeniero italiano Tiburzio Spannocchi.
Durante la guerra de la
Independencia Española fue ocupada por los franceses, desde el 21 de
marzo de 1809 hasta el 18 de febrero de 1814, cuando fue recuperada por Francisco Espoz y Mina.
Durante la Guerra Civil, la planta baja fue utilizada por el bando sublevado como campo de
concentración de prisioneros
republicanos,2 inicialmente
operativo en el cuartel de la Victoria. Tenía capacidad para tan solo 120
internos, pero llegó a triplicar esa cantidad. El "campo estable" de
Jaca funcionó entre noviembre de 1937 y el 21 de mayo de 1939, ya finalizada la
contienda. Las condiciones de internamiento eran penosas; el gobernador militar
de Huesca informó de ello debido al temor de que sus soldados pudieran
contagiarse o ver mermada su moral «si se tiene en cuenta la falta de higiene
existente por la miseria que llevan los concentrados». En febrero de 1944 fue
reabierto para recluir a exiliados españoles que regresaban de Francia,
confiados en las promesas del dictador Franco.
Declarada monumento histórico-artístico el 28 de junio de 1951, se
encuentra restaurada desde 1968.
Ciudadela
de Jaca.
Uno de los cuarteles de la Ciudadela acoge el Museo de Miniaturas Militares. Sus salas alojan una colección de 32 000 figuras de plomo de la marca Alymer que se exhiben en 23 escenarios temáticos que recrean batallas singulares en la historia de la humanidad.
Se ha venido usando por el ejército español hasta el año 20o8.
La fortaleza tiene planta estrellada de cinco puntas y se conserva prácticamente intacta desde su construcción. Observa las características de una fortaleza de traza italiana, manteniendo todos sus elementos; foso, baluartes, escarpas y contraescarpas, cuarteles para el alojamiento de la tropa, polvorines, túneles... El acceso se realiza cruzando el foso a través de un puente de tres arcos más un puente levadizo para acceder a la puerta del recinto, de traza herreriana de gran interés artístico.
En el interior, nos encontraremos con una gran plaza de armas también pentagonal, alrededor de la cual se articulan las dependencias de acuartelamiento y la capilla de la ciudadela que es la Iglesia de San Pedro, que fue construida en el siglo XVII. La primera misa se ofició el 12 de enero de 1675 siendo capellán mayor y administrador el doctor Francisco González, canónigo magistral de la ciudad de Jaca, y capellán el racionero Antonio Berot.
Nos marchamos a las calles rebosantes de público de
Jaca, y tomamos un refresco en una terraza. Cenamos, y nos preparamos para la
vuelta.
Y en Jaca, se hizo el románico
La luz en relato de pintura
Viendo al hombre Jesús
Del pesebre a sepultura.
DÍA 25 JACA- JAÉN : EN EL CAMINO DE REGRESO A CASA.
Quiero cantar una jota,
para dar gracias al Señor,
y despedirme de esta tierra,
Llena de tanto candor.
Y visitar a los oscenses,
su plaza y su catedral,
Y darle gracia
a todos,
la agencia en particular,
Antonio y Miguel Ángel,
Y la Virgen del Pilar.
Nos salvó en el recorrido,
de un calor infernal,
nos llevó a bosques umbríos,
y nos dio la mano a todos
para podernos levantar.
Hubo buenos voluntarios,
con alma de samaritanos,
pero no me puede olvidar,
de las terapeutas manos
del buen galeno Juán.
Aquí se acaba la historia,
Junto a la Pilarica,
Y Santiago por detrás.
Fue el último camino,
Inédito y particular,´
Y al terminar en el Ebro,
cinco bellos por igual.
Jornada de regreso a
casa. Visitamos Huesca con su catedral de Jesús Nazareno, hoy Santa María, el
ayuntamiento, universidad y la plaza mayor. , Destaca el altar mayor. Luego nos
fuimos a Zaragoza y visitamos la ·Basílica
del Pilar. Rezamos ante la Virgen y posamos ante el altar del apóstol Santiago,
que fue nuestro evangelizador, y lo asistió la Virgen. Contemplamos la Seo,
Museo de Goya, Ayuntamiento y Lonja, puente del Ebro y nos dirigimos al Hotel
Paris en la calle San Pablo al Almuerzo.
Seguimos la ruta con paradas cerca de Madrid, La guardia, Almuradiel y Mures. en ruta incluido.
· Llegamos
a las dos menos cuarto del día 26 y acabaron los servicios.
Y
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