La comitiva
se detuvo ante el panel de información, adosado junto al centro de recepción.
Vuelve el jeque a comentar su origen musulmán emparentado con los primeros Banu
Said, por las características del monumento.Y porfían entre los
guías y asesores refiriendo grandezas del recinto fortificado.
- El
poeta al-Hiyari la llamaba Roca de Andalus.
-Otros la definen Riñón de Andalucía.
-.Ya sé que
esta fortaleza era muslmana, se llamó Qalat Yashub.
-Qalat
Astalir..
Y con mis
ascendientes, Qalat Banu Said.
-Término que, en época de frontera, con los reinos castellanos se castellanizó
con el nombre de Alcalá de Aben Zayde y tras la conquista de Alfonso
XI en el año 134 con Alcalá la Real.
-No era todo
tan utópico, los reyes moros la consideraban un auténtico
azote, pues la tenían por el mayor padrastro que Granada tuvo.
-Bueno,
bueno, eso es un decir. porque el alcaide Gamboa fue el primero que escribió
una historia sobre los orígenes de esta ciudad, de
su villa del Castillo de Locubín y de la conquista cristiana. Y, le
advertían que incluso esta fortaleza pasó de manos musulmanas a cristianas por
un desinio divino.
-Claro ya
comprendo que uno de los consejeros reales le refirió el siguiente dicho de
Salomón Señor, el corazon del rey está en la mano de
Dios para lo guiar a do qusiiere. Diós en creía toda la tierra de Alcaá de Aben
Zaide. Por eso, tras la batalla del Salado y unas maniobras de
distracción, el rey Alfonso XI fijó sus objetivos militares en el año 1340 en
Alcalá de Aben Zaide, pues decían que esta ciudad serviría de fuerza tan
importante para convertirse en e freno y llave de Castilla, como en
adelante fue..
- Primero,
conquistó el arrabal Viejo, llamado de Santo Domingo de Silos,
porque aconteció el día 20 de diciembre, después
el seis de agosto el resto de la fortaleza. De ahí le
viene el nombre de Alcalá la Real,
y el llave y Guarda de los reinos de Castilla y León.
-Lo tengo por seguro, y me quedo con las palabras de este alcaide o
Gamboa, que era la ciudad de Alcalá de Aben Zaide, así por la
natural fortaleza del sitio como por la fortaleza de de sus murallas y torres
que para aquel tiempo eran gallardas, como hoy se muestran, parecía
inexpugnable
- Claro,
pues había conservado la frontera por los moros tanto tiempo, estando tan
cerca de Jaén y Martos y Alcaudete y todo lo demás de Andalucía, que era de
cristianos, y sólo ella y su Castillo de Locubín hacían reparo a la entrada de
los cristianos.
- Para los reyes cristianos era
su mejor escudo. Entre ellos, los Reyes Católicos y sus antecesores
la consideraban una de las mejores fuerzas y fortaleza de Amdalucía,
ateniéndose a que era el paso mejor guardado entre el reino de
Castilla y Granada la llamaron llave, guarda y defendimiento
de los reinos de Castilla y León.
-Una
exageración, sin embargo, era lo que decía
en 1588 cierto regidor, con el fin de que no se creara
una nueva parroquia en el barrio de la Veracruz la mayor e inexpugnable fuerza que el Rey
Nuestro Señor, en este caso Felipe II, tiene en toda Andalucía y reino de
Granada.
-Incluso, su
situación privilegiada daba lugar a que la estimaran más y la
protegieran con medidas de exención de impuestos y ayudas de
bastimentos para sus defensores.
Con el panel a la vista, le hacen
un breve resumen final del monumento en los siguientes términos tras abrir un
plano de todo el recinto: más que un castillo es un recinto fortificado, que
actualmente se encuentra sin población, pues se abandonó por los primeros años
del siglo XVIII. Se distribuía entre varios círculos de murallas. La
de la alcazaba, o parte militar; la madina con
su mezquita; el barrio popular, todo ello encerrado
dentro de la segunda muralla y los arrabales que se expandieron en los años
siguiente, principalmente el arrabal Viejo. Simplemente, como
muestra de algunos datos estadísticos, solían vivir unos novecientos
vecinos, en más de doce calles en el interior fortificado y algo
parecido en los arrabales de su alrededor, había más de cien
tiendas, 294 casas, y allí estaban los edificios, más
importantes de la ciudad. El alhorí alto y el bajo, el cabildo, la casa
de la Justicia, el palacio abacial, la imprenta, la iglesia abacial, las
carnicerías, dos hospitales, varios mesones, los escritorios, las
cárceles, las boticas, la escuela, las tiendas, las casas del contraste, el alcázar....
Parecía como
si quiera el alcalde alcalaíno desviarlo del tema y sugerirle que podía ser su
embajador en tierras musulmanas. No tenía otro interés. Por eso lo adentró a la
tienda y le hizo acopio de un dossier fotográfico del monumento. Le preparóm en
varias bolsas, guías de la mota, de la ciudad y de su entorno. Y, en otra con el los eslóganes de Alcalá Real y Abacial, le introdujo aceite de la
tierra y quesos. El alcalde quería casi acabar la visita, pero el jeque
insistía en celebrar una reunión. Salieron fuera de la casa despidiéndose de
los conserjes. Y bajaron hacia la ciudad del Llano, donde les esperaba el
microbús. Comprueban que, al acercarse a Alcalá la Real del
llano, se dibuja una preciosa imagen, en la que dos cerros encuadran la
ciudad moderna, situada en las laderas de un valle
urbanizado, los de las Cruces y de la Mota. La ocupación
de los pies de estos cerros como paso natural da lugar a que se
enlazara los antiguos reinos de Castilla con el último bastión del
reino nazarí, y, hoy día, las actuales provincias de Jaén a Granada. Ante la
insistencia del jeque, entran en el monasterio restaurado. Y le pide que quiere
hablar en secreto con dos intérpretes. El alcalde mira sus asesores y solo se
queda con el secretario del ayuntamiento. Entran en una sala grande del monasterio,
hoy convertido en lugar expositivo, y luego se asientan en torno a una mesa del
antiguo claustro. El jeque mira hacia arriba y le viene a la memoria una
cita de Aben Jakán:
Me perdí, y dejé mi
continencia en el desierto;
Y monté mi gozo a
rienda suelta.
Me ofreció la rosa de
sus mejillas,
Y la recogí con
la mirada sin pecado.
Quise abstenerme de su
amor, pero no pude,
Mostrándole seriedad
en medio de la broma.
Y dejé que mi corazón
fuese, por el ardiente afecto,
Como un ave con la que
vuelan, sin ala, los deseos.
Me encuentro en un lugar cercano de la carrera vieja,
junto a un antiguo morabito, y tengo los mismos deseos del poeta charillero.
-Lo comprendo, mi señor, pero no vuele muy alto.
-Estoy dispuesto a todo, Caudales no me falta. Pida lo
que quiera por Qalat Banu Said.
-En mi tierra, la fortaleza es de todos, de patrimonio
común, le llaman de propios. No es tan fácil llegar a un trato.
-No me importa. Puede darle las mercedes y dádivas que
me requiera.
-Que no, que no...esto no es mío.
-Yo no puedo haber recorrido tantos Kilómetros para
volver a mi tierra con los bolsillos vacíos.
-Lo siento mucho.
Solo le pido que sea el embajador de nuestra tierra.
Que la extienda por todo su mundo y comente esta tierra de sus
antepasados tan famoso.
-No me importa, pero pretendo algo más. Mi intención
era en convertirla en nuevos palacios y centro del mundo bereber y almohade.
-Me gusta la idea. Pero la propiedad es nuestra.
Llama a sus criados y asesores. Y le regalan al
alcalde para la ciudad unas preciosas esteras y alfombras, varias con cajas con
collares del pecho y sarcillos y pendientes, ánforas y vasijas. Y hasta una
puerta de una mezquita de varios pósitos.
-Me agradan. Comenzamos a dar ahora buenos pasos.
-Mi última propuesta, en un billón de pesetas.
-Ni pensarlo.
Se dan la mano y se comprometen al intercambio
cultural y nuevas visitas. El jeque se conforma y le anuncia una nueva
visita.
El alcalde
no lo deja y se monta en su coche bajan por la calle Real y llegan al Llanillo
en el sitio de la Fuente de la Mora, lo que deja entrever a
esta calle como una auténtica
cardo, que conduce hacia el antiguo convento de la Trinidad. Le
informa que este paso era un antiguo camino carretero transformado
en carretera nacional y a espera de convertirse en autovía, fue
denominado por los pobladores de siglos pasados como LLanillo y Carrera de las Mercedes.
Contactan con diversos edificios y monumentos: el Pilar
de los Álamos, Palacio Abacial, casas modernistas, y de índole regional,
monasterio dominico de Nuestra Señora la Encarnación, callejuelas de la
plaza del ayuntamiento. Pasan por el el antiguo ejido, transformado
en parque versallesco, es un lugar ideal para aparcar los
automóviles y acceder a pie al recinto fortificado de la Mota. Le señala
una estatua dedicada a Pablo de Rojas, y le indica que
una nueva ruta aproxima al viajero a través de la calle de los Caños, con
la posibilidad de una breve parada en la Casa del Ecce-Homo
( Punto de Información de Caminos de Pasión); tras una breve parada en la
placeta de San Juan (con un pequeño museo de religiosidad popular), el
visitante puede dirigirse al Centro de Interpretación del recinto ubicado
en el antiguo Convento trinitario de Nuestra Señora de los Remedios,
donde puede recibirse el primer contacto e información del recinto
fortificado.
En los
Arcos, baja el alcalde se saludan y despiden. El jeque se encuentra
apesadumbrado. Solo ha quedado su huella en los regalos para el Centro Bereber
y Almohade.
-Algo es
algo, mi señor-le dice el alcalde alcalaíno.
.
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