Francisco Martín Rosales
Académico de Bellas Artes de Granada
Este año el 450 Aniversario de la muerte
del doctor Juan de Ávila, lo que no tiene nada que ver con el abad alcalaíno de
su mismo nombre. Este abad fue nombrado de la abadía de Alcalá la Real por una
cédula de la reina Isabel la Católica en 1503. Y muchos datos su curia abacial
fueron descritos por otros historiadores locales[1].
Con su llegada se produjo la llegada de muchos emigrantes de Ávila a tierras de
la ciudad de la Mota. Destacan los familiares de Juan Martínez Montañés, en
concreto sus abuelos fueron Francisco González Moreno, odrero, era maestresala
del abad Juan de Ávila y se casó con Elvira Jiménez de raíces alcalaínas[2]. Incluso, por el año 1522 otro Juan de Ávila,
vecino de Granada e hijo de Hernando de Baena, vendía a Aldonza de Ávila, hija
de Hernán Díaz de Ávila, una huerta y un censo en la ribera del Genil
estando presente en la ciudad de Alcalá la Real, a pesar de ser vecinos de
Granada[3].
Relacionado con su ecuador en la
abadía alcalaína, se encuentra un
curioso documento de libramiento de préstamos de los mercaderes alcalaínos Juan Garrido
y Martín López de Orduña, al abad, y, en su nombre y como avaladores
“fidadores”, aparecían Francisco
Congosto y Francisco de Morales, vecinos de Ávila, que manifestaban que
los venerables clérigos Pedro de Frías y Diego Hernández eran fiadores
de 81.000 maravedíes al abad junto con Pedro Alonso de Castilla y Martín de las
Yeguas , como testigos Fernando Gómez de Moya y Cristóbal Gallego, escribanos
públicos, firmando en la Plaza Pública[4]
En
años anteriores, encontramos su testamento que publicamos en la revista local
de la Virgen de las Mercedes y algunos datos sobre su biografía. En concreto,
exponíamos:
Partimos de una serie de
documentos testamentares encontrados en el Archivo Histórico Provincial de
Ávila. Son en concretos los protocolos 211, 250 y 251 del escribano
Gómez de Camborrio que recogen el contrasto del sepulcro, dos testamentos, un codicilo
y todo el aparato de apertura, división de bienes, y fundación de
memorias con motivo de la muerte del abad.
I
En primer lugar, el primer testamento se llevó a cabo el 26 de marzo de 1550,
ante el mencionado escribano y se recoge con la signatura 250(folios 21 y 43).
El propio abad lo escribió con su propia letra y firmó con su propio puño en
cada uno de sus folios con una preciosa letra cortesana. Así lo
recoge unos primeros renglones escritos por el escribano con estas frases
“fecho por el dicho don Juan de Ávila, se le guardó a Su Señoría en XIX
hojas y media de pliego entero, en cuatro días de abril de 1550 años” Fecho
guardo otra por el dicho. Fecho diósele en sábado siete días de mayo
de 1550”.
El segundo fue llevado a
cabo por el escribano mencionado anteriormente en sus casas de los arrabales de
Ávila, junto al monasterio de Santo Tomás, donde vivía y moraba en 22 de
septiembre de 1553 en medio de varios sacerdotes que hicieron de testigo (dos
canónigos de la iglesia de Burgohondo, Francisco Gallego y Cristóbal de
Arlagos, los clérigos Juan Luis de Vitoria y Domingo Garcez y el procurador
Francisco de Peñalosa) y ocupa los folios 340 hasta el 351 del legajo 250.
Revoca algunos aspectos del anterior testamento y fue escrito por
escribano, su firma es firme y con rasgos notorios.
El tercer testamento está muy cercano a la muerte del abad, porque se realizó
en 8 de octubre de 1556, y se levantó ante el mismo escribano en las
casas de su morada, ya mencionadas, extramuros de la ciudad y junto al
monasterio mencionado, estando presentes por testigos el padre
vicario fray Bernardo de Ladrada, el licenciado Sebastián Delgado, el
camarero Francisco Gallego y los clérigos Juan Luis de Vitoria, Juan Bautista
Guillamas y Gregorio González. Este testamento se
enriquece muchísimo por nuevos personajes que
aparecen beneficiados de su mayorazgo, relacionados con la
Corte. Además, la firma del abad es muy débil fruto de la debilidad y consecuencia
de la enfermedad.
El día catorce de octubre de 1556, ya había fallecido el abad Juan
de Ávila y sus albaceas se dispusieron a llevar a cabo el inventario de
bienes, reconocimiento de rentas de
los distintos beneficios y la partición de bienes. Estos son los
documentos que completan el legajo 251, desde el folio 223 hasta el
303.
Por último, en el protocolo 211, desde el folio
204 hasta el 209, se encuentra el contrato entre don Juan
de Ávila y el escultor Pedro de Salamanca para realizar el sepulcro de sus
padres en la capilla del monasterio de Santo Tomás de Ávila.
II
EL CARDENAL MERINO Y EL
ABAD JUAN DE ÁVILA
Es de sobra conocido el debate entre la pretendida jurisdicción
del Obispo de Jaén sobre la abadía de Alcalá la Real. El conflicto se
remonta desde tiempos de la conquista de Alcalá 1341 y la fundación de esta
institución abacial. Hubo momentos en los que el obispado de Jaén mantuvo
ciertas relaciones que podían interpretarse, al menos por el obispado de Jaén,
como manifestación clara de la jerarquía de la abadía alcalaína respecto
al Obispado de Jaén por la impartición de sacramentos de órdenes y participación
de en los Sínodos del Santo Rostro. Pero el asunto se radicalizó en
tiempos del obispo de Jaén don Esteban Gabriel Merino, que
pretendió visitarla para imponer su autoridad con la presencia de gente
armada y procedimientos violentos en 1524. No fueron estas relaciones alcalaínas
puntuales con este Obispo. El asunto se remontaba a los primeros años de su
vida religiosa, porque, en torno a 1513, ya ordenado sacerdote recibió
dos cargos muy importantes,: uno en tierras italianas, el arzobispado de
Bari por el papa León X y el día 29 de agosto era nombrado Arcediano de
Baeza. Lo hizo en las circunstancias que no compartía el clero baezano, pues
fue realizado, con motivo de la vacante de Cristóbal de Mesa, y con una pensión
anual pontificia de 20 ducados, lo que dio lugar que, según Caballero Venceslá”.
Merino quiso asegurarse su pacífica posesión
y para esto alcanzó del Papa en 8 de diciembre la consiguiente Bula que le
autorizaba para retener en su persona toda clase de prebendas, permaneciendo
Arzobispo de Bari. Así, merced a esta concesión pontificia y dispensado por
ella del deber de residencia, Esteban Gabriel pudo acumular en su persona una
serie de prebendas. Esta acumulación de cargos, obispados y beneficios era, en
aquel tiempo, una lacra tan extendida que sólo había de extirpar, y a duras
penas, la reforma tridentina. Nuestros viejos cronistas del siglo XVII ponen a
la Catedral de Jaén como la primera en que ocupó prebendas Esteban Gabriel
Merino. La apertura del Archivo Vaticano a los investigadores, llevada a cabo
por León XIII a finales del siglo pasado, permitió al sabio profesor de
Historia de la Universidad de Würzburgo, José Hergenrótlier, publicar sus dos
volúmenes sobre el fondo documental existente en dicho archivo y referente al
pontificado de León X, bajo el título «.Leonis X Regestao) (Friburgo,
1884-1891). Según esta obra, ya clásica y definitiva en su materia, Esteban
Gabriel fue antes Arzobispo de Bari que canónigo de Jaén. Nos atenemos, pues, a
estos últimos datos que aporta la investigación a la luz del fondo documental
vaticano. No se detuvo ahí León X, sino que para mejor premiar el anterior
trabajo de Merino en favor de los Orsini, a los cuales pertenecía el Pontífice
por línea materna, le concede en 1514 los frutos de la _Parroquia de Arriovilla (sic),
probablemente Arjonilla, y otros beneficios en la Parroquia de Torredelcampo,
ambas en la diócesis de Jaén (17). El Papa Médicis completará su obra de
protección hacia el Arzobispo de Bari cuando, muerto Fernando el Católico, le
envía a España como Nuncio suyo y Obispo de León. De la simple enumeración de
cargos y beneficios con que León X manifestó su simpatía y buena voluntad hacia
Esteban Gabriel, se desprende al mismo tiempo la alta valoración que en la mente
del Papa tenía el nombramiento de Merino como Nuncio Apostólico ante Carlos V será la nota más
brillante de su ejecutoria diplomática y, al mismo tiempo, su canonización como
dominador del difícil y sutil arte de la política. Merino será el representante
del máximo poder espiritual ante el máximo poder temporal en la Europa del
momento. La protección que Esteban Gabriel obtuvo del Papa León casi nos
obliga, dadas las circunstancias y el ambiente reinante en la Corte pontificia”.
Y, antes de canónigo de Jaén, como clérigo beneficiado de Baeza,
aparece en un documento de los archivos notariales de Alcalá la Real. en seis
de octubre de 1513 ante el escribano Bernabé Rodríguez, otorgado en
la Plaza Pública de la ciudad de la Mota, por el que el clérigo Gonzalo
Sánchez de Trasierra, estado presentes el escribano Francisco de
Santacruz y Pedro Pérez, lo representaba en su nombre, para poder
cobrar del vecino alcalaíno Cristóbal Álvarez de Fuenteovejuna los
beneficios de 6.930 maravedíes de " todo el vino que le pertenece a Gabriel Merino, clérigo y
beneficiado, de Baeza de beneficio de esta ciudad de
todo el año presente, que lo recibí comprado del clérigo Gonzalo Sánchez
de Trasierra". Correspondía al periodo comprendido desde el
día Santa María de agosto de 1513 al año siguiente. No es de
extrañar las relaciones de este entorno con el cardenal, teniendo en cuenta que
muchos miembros del cabildo estaban relacionados con Gonzalo Fernández de
Córdoba, en este momento que compartía el gobierno de Loja y en Alcalá se
mantenía el corregimiento de Luís Fernández de Luna.
Más tarde las cañas se volvieron
lanzas. En concreto (1524), tuvo lugar la entrada del cardenal Merino,
obispo de Jaén y arzobispo de Bari, para hacer valer su jurisdicción sobre tierras
de la abadía de Alcalá la Real, con motivo de una visita que afectó primero a
la Iglesia Mayor Abacial de Alcalá la Real y luego a la vicaría del Castillo de
Locubín. No agradó en modo alguno esta imposición al abad ni al clero
alcalaínos, que acudieron a la Corona para que hiciera justicia ante lo que
calificaban una fiducia del cardenal[5]. Se le otorgó poder a
Bartolomé de Arce Broslada, vecino de Granada en la Chancillería para protestar
la llegada del obispo a esta ciudad con el poder de visitarla imponer la
autoridad por fuerza sobre el abad alcalaíno. Pero en el traslado que se
encuadra el documento aparece el poderista tachado y, en su lugar, se cita a
Luís de Ortega, clérigo de Alcalá la Real, y posteriormente párroco de Santo
Domingo de Silos.
Esto obligó a una real provisión del rey Carlos I, en la
que el abad Juan de Ávila razonaba su sujección al Papa y en apelaciones
a la iglesia de Toledo y Jaén de modo que no celebraban las visitas
diocesanas en esta tierra como en otros pueblos de Jaén de una manera
ordinaria, Recoge el documento las informaciones anteriores ante la
petición del provisor. Ante la entrada del cardenal MERINO por la
fuerza en la Iglesia Mayor se quejaba, y manifestaba la oposición que
mantuvo con el provisor y los clérigos alcalaínos; no solo entró si no se le
entregaron las llaves del sagrario de otras iglesias apoyado del alcalde
Briceño ; también lo hizo en el Castillo de Locubín. Pidió el abad alcalaíno
amparo en la Corte y que se promulgara una provisión real para confirmar el
patronazgo real y su carácter exento y vere nullius en 28 de enero de 1525. A
pesar de los testimonios de los dos litigantes, cada uno presentó alegaciones
para defender la sujeción o la independencia según el caso. Y se pudo
comprobar que no perteneció nítidamente a ninguna diócesis del
entorno y se organizaba como abadía de patronato real. Un nuevo
documento nos aclara la protesta del abad, por medio de su vicario y provisor,
a la que se sumaron los clérigos de la ciudad. Es un poder que le otorgaron
primero a un miembro de la Chancillería, pero fue sustituido por el cura Luís
de Ortega
Tres años después se anexionaron dos tercios de los diezmos para la
Capilla Real de Granada, y también intervino el cardenal Merino con una
posición de jerarquía sobe la abadía, pero Alcalá la Real pudo, al menos,
soslayarse del pago de esta carga en tiempos del abad don Juan de Ávila. En
1538, todavía se mantenía el pleito de jurisdicción y la aplicación
perpetua. Este es el documento de poder que se encuentra ante el escribano
Bernabé Rodríguez, con fecha de 31 de diciembre de 1540.Don Juan de Ávila, se
declara abad de las abadías de Alcalá la Real Burgohondo, y además
se encontraba, por aquellas fechas en Alcalá la Real, ya que su residencia de
vecindad era en Ávila, donde mantenía casa familiar y palacio a las afueras de
la ciudad amurallada. Concedía pode a Juan Gallego y Hernando de Arroyo, Cristóbal
Álvarez y Macías de la Cuba, sus vecinos criados de la ciudad de
Ávila para que lo representaran y lo hicieran a su vez con la
abadía, ante el emperador Carlos V y lo miembros de su Consejo, y
Jueces u órganos de la Justicia para interponer apelaciones, hacer probanzas,
ganar provisiones, entablar pleitos, y nombrar representantes. Y
cita, en concreto, el pleito entablado ante la Corte y miembros del Consejo con
el Obispo de Jaén.
A través de las
clausulas jurídicas acostumbradas, se permitían a los poderistas, capacidad
para relevar a procuradores, contraalegaciones, presencia y
representatividad. Los testigos Cristóbal Muñoz el Hierro, Hernando de
Morales y el mercader Bartolomé de Santa Cruz. Y lo refrenda con su firma de
puño y Letra.
III
LA
ESTANCIA ALCALÁINA DEL SEÑOR ABAD DON JUAN.
Otros tres nuevos documentos nos
sirven para relacionarlo con su estancia en Alcalá la Real: son dos poderes y
un contrato de compraventa de una casa en Ávila ante el escribano Bernabé
Rodríguez en 1542. Curiosamente, corresponden unos días antes de marchar de
Alcalá, como deducíamos por el testamento: Aunque estaba relacionado con la abadía por medio de sus
provisores, el abad marchó de Alcalá en 1542, tal como se manifiesta en la
partición de bienes realizada a finales de octubre de 1556.
El abad vivía en la posada y casa
de su provisor Diego Hernández, casa austera y sobria donde dejó los utensilios
tras su marcha.
El primer poder en 20 de
mayo de 1542 en la ciudad de la Mota. Le otorga el poder a su secretario en
Ávila Hernando de Morales, y a sus criados García de Cardeñosa y Macías
de la Cuba para que puedan intervenir en todos los Asuntos representándolo en
su nombre, tanto de índole eclesiástica y civil, siendo testigos Cristóbal Nuño
Hierro y Bartolomé Diego de Mágina y Pedro Marañón.
El segundo poder se lo otorgaron al regidor Pedro
Fernández de Alcaraz y al jurado Juan de Aranda, y a su provisor en Alcalá la
Real Diego Hernández en 30 de mayo del mismo año y en la misma ciudad para que
lo representaran en todos asuntos y trámites de la Chancillería de Granada. Fueron
testigos sus criados y servidor Juan Vázquez y Francisco Gallego, y su
mayordomo.
El tercer documento es un contrato
de compraventa entre su camarero, por la fecha de la firma residente en Alcalá
la Real, Cristóbal Nuño Hierro y el propio abad, por el que el segundo le
compraba sus casas linderas con las del abad en ´Ávila, junto al
monasterio dominico de Santo Tomás de Aquino. Eran linderas por una parte con
las casas del abad, por otra parte con las casas donde vivía el abad, por otra
con casas del abad que vivía su criado Alonso de Bonilla, por espaldas con
callejuela, por delante con calle Real, y por la delantera con los adoquines
que tenía puestos el abad. Lo cifraba en la cantidad de 80.000 maravedíes, ya
que eran una donación anterior, Se puso como condición que su camarero y su
esposa habían de vivir durante todo el tiempo de su vida. Lo aceptaba sin poder
morar ningún familiar y con la obligación de retejar y hacer reparos. Se hizo
en Alcalá la Real a dos de junio de 1542. Fueron testigos en la morada del
abad, Juan de Aranda, hijo del jurado Juan de Aranda, el prior jurado y el
provisor Diego Hernández.
Es curioso que el abad se declare de la ciudad de Alcalá la Real y de la de Burgohondo por la santa Iglesia de Roma, manteniendo el litigio de jurisdicción con el cardenal Merino por la pretensión de la competencia de potestad diocesana de Jaén sobre la abadía de Alcalá la Real.
Es curioso que el abad se declare de la ciudad de Alcalá la Real y de la de Burgohondo por la santa Iglesia de Roma, manteniendo el litigio de jurisdicción con el cardenal Merino por la pretensión de la competencia de potestad diocesana de Jaén sobre la abadía de Alcalá la Real.
[1]
GARRIDO ESPINOSA DE LOS MONTEROS. Diego. Historia de la Abadía de Alcalá la Real.
Edición Francisco Toro Ceballos y Domingo Murcia Rosales Diputación Provincial de Jaén. 1996. PP
41-69. JUAN LOVERA, Carmen. Abades
alcalaínos de la primera mitad del siglo XVI. Programa de la
Virgen. 1991. Abades alcalaínos de la primea mitad del siglo XVI. (continuación).Programa
de la Virgen. 1992. Más sobre el abad don Juan de Ávila, la
ermita de San Bartolomé y las vidas alcalaínas”. Programa de la
Virgen. 1993. Nuevos datos sobre el abad don Juan de Ávila. Programa
de la Virgen. 19934. MURICA ROSALES, Francisco. La
tumba del abad don Juan. Programa de la Virgen. 1992.
Ddaban guzmán, Ester. Confusiones en la ciudad de Ávila. Programa
de la Virgen. 2005.
[2] AAVV. Juan Martínez Montañés. Cuadernos del
Patrimonio al alcance de los Escolares. Alcalá la Real. 1996.
[3] AHPJ.
Escribano Bernabé Rodríguez Caja 4544. . 8 de febrero de 1524.
[5]
AHPJ. Escribano Bernabé
Rodríguez, Documento de poder que realiza el vicario y provisor Juan de
Fuentesdaño, del abad Juan de Ávila 20 de noviembre de 1524.
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