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miércoles, 24 de julio de 2019

EN IDEAL ALCALÁ LA REAL, PUERTOLLANO




PUERTOLLANO DE ALCALÁ LA REAL

El núcleo rural de Puertolllano de Alcalá la Real pertenece a la aldea de Las Caserías de Moraleda hasta que, a partir del siglo XVII, se denominaron Caserías de San Isidro. Su nombre se remonta a la época de la conquista ya que lo recibió de su parada en la subida del camino que procede de Alcaudete, y, corre bajo la Sierra de la Acamuña. Fue una tierra que, por una parte, se repartió entre los conquistadores como zona de viñas y varios cortijos, y otra quedó como reserva comunal en forma de montes de realengo, y se fue conquistando en repartimientos posteriores.
Tras la subida desde la venta del Carrizal hasta el puerto cuando se divisa la fortaleza de la Mota, entre barrancales y monte bajo el descanso del viajero se alcanza en la parte llana junto a una fuente que mana de las aguas de la Acamuña, es el sitio de Puertollano. Junto a ella, un lavadero público recuerda los años del subdesarrollo del siglo pasado. Su antiguo abrevadero y descansaderos se ha convertido como una zona de descanso junto a la futura autovía.
Muchos viñedos y algunos cortijos roturaron aquellos campos. Entre aquellos parajes y cortijos, destacaba el cortijo de Pedro de Córdoba casado con Francisca de Moya que nos ilustra a comprender en este lugar la importancia y la relevancia de presencia humana en aquel hábitat rural, y, luego posteriormente, el nacimiento de otras viviendas dispersas. La noticia viene recogida por un censo que este matrimonio en mancomunidad recibió del granadino licenciado Juan de Bracamonte por 3.757 maravedíes.  Para afrontarlo, pusieron como garantía hipotecaria " sobre una casa cortijo venta que tenemos en el término de la ciudad de Alcalá la Real, que dicen Puertollano, e sobre doscientas fanegas de tierra e sobre cuarenta aranzadas de viña e majuelo con su casa e su lagar que en ellas está, que tenemos, linde con dichas tierras, e sobre doce fanegas e dos aranzadas de zumaque que nosotros tenemos en el dicho pago".  El documento alcalaíno se firmó ante el escribano Pareja un 20 de mayo de 1550.
 Este testimonio de este documento se complementa con otro de Luis Pareja, con otra venta en la Rábita, donde aparece el ventero Juan García vendiendo al cantero Diego Martín cantero de 11 cochinos en la cantidad de 2.250 maravedíes.  ante el mismo escribano de 30 de marzo de 1550. Las ventas, centros comerciales de animales, de vino y de cereales. 
Un tercer documento le vendía las tierras por el censo, y aportaba el título de Licenciado de Juan de Bracamonte. Se fijaba como linderas las tierras de Pedro Fernández de Alcaraz, de Francisco de Aranda y Francisco de Cardera, descendientes de los caballeros alcalaínos. Y se obligaban, un mes anterior, a las acostumbradas condiciones de mantener las casas en buen estado, labrar y cardar las tierras, legar a sucesores y cumplir con los compromisos con el cesonario.

Está claro que Puertollano era un paraje, que ya se manifestaba labrado y habitado en tiempos pasados, con cortijos, (este de cien fanegas es significativo). Ya en los primeros años del siglo XX,  se distinguían los del Cerro, Antonio Gamboa, Magallustre y el del propio Puertollano; en la posguerra, se acrecentaron las viviendas como la de la Cagüela, incluso con su correspondiente panadería y el hito de la cruz con su fiesta de primavera ; lo mismo que era importante la presencia de la vid y el zumaque ( no exclusivo de los Tajos, también lo había en Cañuelo) en estos parajes, transformados a partir de los últimos siglos en un olivar muy productivo,  así como se acrecentaron  los edificios de vivienda de campesinos;  los lagares para la producción del vino, y, en tiempos recientes, viviendas de campo y de recreo , sobre todo en el entorno de los Prados de la Gitana y algún que otro taller de industria agrícola junto con el cultivo de los cerezos y algunos que otros huertos. 
Las ventas, por esta zona norte de la comarca alcalaína, servían de alojamiento y de centro comercial en la vía de Granada, que se remonta a una calzada romana y prosiguió como camino mozárabe y camino de la Corte, hoy día la Nacional 432.
 La dehesa de la Acamuña prestaba un gran servicio cinegético, y se ofrece como un mirador y atalaya natural de las tierras jiennenses hacia las tierras de Granada. Sirvieron en tiempos de guerra y de frontera, hoy sus antenas nos incardinan en el mundo virtual y de la comunicación.
Cercanos los dos villares, el Alto y el Bajo, son testigos de asentamientos romanos que afloran frecuentemente como muestra de un pasado rico en  cereales en torno a la Pasada de Baena.

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