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domingo, 16 de septiembre de 2018

EN ALCALÁ INFORMACIÓN. ATALAYAS ALCALÁINAS EN LA SIERRA SUR


ATALAYAS ALCALÁINAS EN LA SIERRA SUR (ii)
 No hay que salir de la carretera que adentra en la torre del Puerto o de la Nava, en el término municipal del Castillo de Locubín, para continuar el recorrido de contemplar nuevos elementos defensivos. La ciudad fortificada de la Mota, se asoma en el horizonte. en las primeras curvas de la antigua Nacional 432, entre olivos, encinares y maleza del monte mediterráneo.  Y, en la cima del Cerro de la Camuña, todavía se conservan restos de una atalaya, recientemente descubierta por el grupo GesPriego y la colaboración de estudiosos castilleros, en medio de un bosque y una antigua dehesa, donde proliferan las cuevas y los miradores que se asoman por diversos puntos de la cima a los términos de Alcalá la Real, Alcaudete y Castillo. No es de extrañar que jugara este monte un papel fundamental a la hora de establecer la frontera y lindero de términos en diversos momentos de la Historia, como hay constancia en la conquista de Fernando III. Y, más recientemente, incluso, se llevó a cabo una escaramuza en diciembre de 1936, durante la Guerra Civil. En los dos momentos, para conquistar un punto estratégico de paso de diversos reinos o provincias. Es difícil encontrar este baluarte militar, pues solo queda parte del migajón de su núcleo interior y algún resto de mampuesto de esta atalaya medieval de planta circular, que se encontraba sin catalogar. No obstante, siempre hubo referencias históricas e, incluso, el descubrimiento puso de manifiesto su derrumbe por el fuego artillero desde la fortaleza de la Mota.
En los aledaños de la Sierra de San Pedro, por la carretera desde Alcalá la Real en dirección a la aldea de los Chopos, se levanta la torre de las Mimbres, a la que le atribuyen que pudo disponer un cercado de protección. Hay que subir una pequeña pendiente que alcanza una altura similar a la de la fortaleza de la Mota, Y en verdad que el esfuerzo no es baldío, sino que permite contemplar una atalaya de un gran diámetro (7.61 m.)  y una nueva tipología constructiva, con una puerta de acceso orientada al nordeste, que permite su acceso a una sala interior, sobre la que se apoyaba otra habitación y la azotea, cuyo acceso se llevaba a cabo por medio de una escalera situada dentro del trazado curvo del muro. Dos vanos iluminaban el interior, uno sobre la puerta y otro en el lado opuesto, en forma de saetera.Si nos adentramos de nuevo en terreno del municipio de Alcalá la Real, a través de carreteras intermunicipales, que unen las aldeas de la Rábita, Grajeras, Fuente Álamo y las Caserías de San Isidro, quedan otras atalayas y vestigios de otras torres. Dejamos atrás algunos lugares con topónimos que recuerdan una antiguo ribat de lugar de frontera, donde se ejercitaban en la oración y en la preparación para la guerra los musulmanes.   En el entorno del paraje de la Jurada, entre el cerro de las Albarizas y de la Pelea, se encuentran dos restos de grandes muladares, que sugieren dos baluartes defensivos, muy adecuados para establecer comunicación con otras atalayas en dirección oriental y hacia el camino de Priego. En este camino, se encuentra la de Fuente Álamo, muy parecida a la de las Mimbres, en su tipología de dos cuerpos, la puerta de acceso, saeteras y el estado de conservación necesitado de restauración, pero de dimensiones algo más reducidas y a una altura de cima, algo más baja, a 670 meros sobre nivel del mar, con lo que se dominaba el tránsito entre Alcalá y Priego y puntos clave como el camino de los playeros y el arroyo del Salado. Responde a la línea de control que se estableció en tiempos de Al- Hakan II, Incluso no es de extrañar que, por su ubicación, se establecieran en anteriores de vías de penetración desde tierras granadinas a tierras cordobesas y jiennenses desde tiempos púnicos y romanos, aunque constructivamente su tipología responde a los siglos XIII y XIV. Esta torre se mantiene erguida y estuvo gobernada con título administrativo de un alcaide, que recibía remuneración del cabildo alcalaíno. El último fue el regidor y relojero Fernando de Tapia que ostentó su cargo hasta los primeros decenios del siglo XIX.Dejando atrás esta torre que debió comunicarse con otras torres, y controlando el camino prieguense por el lado opuesto al otro margen de la carretera que se dirige de Estepa a Iznalloz, se encuentra la torre de los Pedregales. Recibe el nombre del cortijo y cerro del mismo nombre, y es muy cercana a la fortaleza de Alcalá la Real. El acceso se encuentra en medio de olivares y ofrece un aspecto en trance de restauración y conservación por estar incrustado una encina en sus paredes, que pueden provocar su inminente derrumbe.  Es diferente a las dos anteriores con un suelo y cuerpo de habitación en la planta alta con un hueco de entrada y una tronera, y se halla en macizada toda su base. Por lo que se accede a través de una escalera de soga y madera en un vano que se abre en esta planta. Construida de sillarejos que forman hiladas con una gradación decreciente de altura conforme se acercan a la azotea y con un paramento exterior donde se muestran las huellas de los mechinales.

Está construida con sillarejos de tamaño mediano fijados con mortero muy rico en cal y formando hiladas regulares de mayor altura en la base y de menor en la parte alta. El paramento exterior conserva el rejuntado en la mitad este, apreciándose en él los agujeros de los mechinales para los andamios.

Cercana a esta torre, por un camino de a pie, se llega a la de la Solana en el cerro de la Torre, Se accede desde la Fuente de la Negra, un paraje de encinar, donde nace el arroyo del Guadalcotón- Refresca el lugar la fuente del Obispo, actualmente llamada de Chinares, tras la caminata  a través de un monte de encinar, con el nombre de la Cañada del  Membrillo por entre varias veredas y caminos de cazadores que  convergen a esta torre, que ocupa un lugar estratégico esencial para controlar las tierras de Priego y  Montefrío.  No quedan apenas vestigios de ella salvo la base y parte de las piedras de su derrumbe. Sin embargo, su puesto y enclave llegaron a utilizarse en las trincheras de la Guerra Civil. Es uno de los miradores singulares de la comarca de la Sierra, por su elevada altura (1155 m), permite otear un paisaje olivarero con un ángulo insólito de la ciudad de Alcalá la Real y su fortaleza, así como los valles que adentran hacia las tierras de Granada.  
Un poco más alejada, Gibralquite, Gualquite, o Gibralquite yo Gibralquite (con todos estos nombres se muestra desde el Libro de la Montería de Alfonso XI en el Libro del Catastro Gibalquito) conserva cuatro metros de su cuerpo, en el tormentoso Cerro Gordo y controlaba caminos que se adentraban en el reino de Granada, por las tierras de Íllora, Montefrío y los pueblos de los Montes Orientales de Granada.  Desde ellas, ya se divisa la Sierra del Camello, Matute, los Montes Orientales, y las tierras de Bramaderos, con la Cañada Ámbar y acaba una ruta de atalayas en la zona occidental de la Sierra Sur, y sin embargo otro trayecto de ruta jalonaba el oriente de esta comarca.  

  








 


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