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viernes, 8 de junio de 2018

EN ALCALÁ LA REAL INFORMACIÓN, LA CALLE PEDRO ALBA.


LA CALLE PEDRO DE ALBA




Esta calle. retazo de un antiguo  camino real,  procedía de la zona norte del municipio alcalaíno, de las tierras del Castillo de Locubín y de Charilla. Rompió el damero urbanístico de la ciudad, de las calles perpendiculares y paralelas, de las llanas, llanetes y llanillo, y de  las reales, que hubo varias, sobre todo, en la ciudad fortificada de la Mota. Es una pequeña diagonal que aligera la subida de la cuesta de las calles perpendiculares al Llanillo. Recibe el nombre de un personaje, que vivió durante muchos años, en una casona señorial. Y no fue este el único Pedro de Alba,  que los hubo varios, con mismo nombre y apellido en esta calle: se han recogido un cura, un miembro del cabildo municipal, (en concreto un jurado, hermano de Juan de Álvaro en 1587, vecino con el número 866) y un labrador (desde el siglo XVI con el mismo nombre y vecino 873), en una época cuando se urbanizó a expensas de ser una calle Postigo de la calle Real. Por su prestigio social y poder económico, su familia y apellidos perduraron el reconocimiento onomástico de aquella calle.
 En esta calle, hasta hace muy pocos años, existía alguna que otra taberna, otra comunicaba con la calle Real, la de Serrano, y, se recibían los buenos oficios de la herrería de Cecilio; lo curioso de esta vía consistía que servía de puerta poterna de la calle Real en muchas viviendas. Su final se enredaba con la cárcel de Partido Municipal y con la carpintería de Juan Cruz, ese artesano de la madera que llegó a ser hermano mayor de la Virgen de las Mercedes en los últimos años del siglo pasado. Algunos aprendieron sus primeras letras, se prepararon para puestos del estado, o teclearon los dígitos de las máquinas de escribir bajo el amparo del maestro Manolo.
En esta calle se escucharon los ayes lastimeros de los presos comunes, y de los presos políticos en momentos de represión contra los republicanos y, tras la toma de la ciudad, por las tropas de Queipo de Llano.  Esta calle desembocaba por la parte de abajo en la comercial vía de la Tejuela, daba entrada al Hotel Comercio,  a los primeros estancos, a las  tiendas de abacería, aladrería y herrería, a los primeros garajes y locales de empresas de comunicación que hubo en Alcalá….En  esta calle, durante la guerra civil, se alojaron parte de las tropas de ocupación desde el 30 de septiembre de 1936, mi familia me recordaba a los cuerpos de regulares, a los soldados norteafricanos, que miraban con cierto recelo las chiquillas de aquellos tiempos, y veían desfilar hacia el Rosario, como me comentaba mi madre.  Por la parte alta, vivió la familia Huertas Tello, y fue piso rectoral, la antigua casa del cura, de la parroquia de Santa María la Mayor. A partir de los años setenta, se convirtieron muchas casas y casonas en bloques de pisos, olvidando las rancias casas de vecinos; algunas, como la que se donó a Cáritas y fue, en algún que otro año, comedor de emigrantes, cayeron a la ruina, y reclamaron su alzado. Hoy esta calle es el trastero de la calle Real, en una de las aceras, y pocas viviendas de sabor tradicional y de fachada andaluza se alzan en pie.
Esta calle cierra el catálogo de todos los libros del Catastro de la Ensenada, dentro del cuaderno 73. Junto con la de Mesa, enmarca el antiguo casco histórico; el resto de población se comprendía en las aldeas y Frailes. Esta calle estaba habitada por diecinueve vecinos, en el siglo XVIII, pero se multiplicaron en los siglos posteriores.  No siempre estuvo edificada, sino que dejó algún solar entre casas de fachadas de piedra, otras de mampostería y algunas señoriales. Entre zona de servicios y recinto histórico, un desahogo para el mundo del motor con sus cocheras colectivas. Es un punto de partida para tener en cuenta la renovación patrimonial,


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