LA CALLE PEDRO DE ALBA
Esta calle. retazo de un antiguo camino real, procedía de la zona norte del municipio alcalaíno, de las tierras del Castillo
de Locubín y de Charilla. Rompió el damero urbanístico de la ciudad, de las
calles perpendiculares y paralelas, de las llanas, llanetes y llanillo, y de las
reales, que hubo varias, sobre todo, en la ciudad fortificada de la Mota. Es
una pequeña diagonal que aligera la subida de la cuesta de las calles
perpendiculares al Llanillo. Recibe el nombre de un personaje,
que vivió durante muchos años, en una casona señorial. Y no fue este
el único Pedro de Alba, que los hubo varios, con mismo nombre y
apellido en esta calle: se han recogido un cura, un miembro del cabildo municipal,
(en concreto un jurado, hermano de Juan de Álvaro en 1587, vecino con el número
866) y un labrador (desde el siglo XVI con el mismo nombre y vecino 873), en
una época cuando se urbanizó a expensas de ser una calle Postigo de la calle
Real. Por su prestigio social y poder económico, su familia y apellidos
perduraron el reconocimiento onomástico de aquella calle.
En
esta calle, hasta hace muy pocos años, existía alguna que otra taberna,
otra comunicaba con la calle Real, la de Serrano, y, se recibían los buenos
oficios de la herrería de Cecilio; lo curioso de esta vía consistía que servía
de puerta poterna de la calle Real en muchas viviendas. Su final se enredaba
con la cárcel de Partido Municipal y con la carpintería de Juan Cruz, ese
artesano de la madera que llegó a ser hermano mayor de la Virgen de las
Mercedes en los últimos años del siglo pasado. Algunos aprendieron sus primeras
letras, se prepararon para puestos del estado, o teclearon los dígitos de las
máquinas de escribir bajo el amparo del maestro Manolo.
En esta calle se escucharon los ayes
lastimeros de los presos comunes, y de los presos políticos en momentos de
represión contra los republicanos y, tras la toma de la ciudad, por las tropas
de Queipo de Llano. Esta calle desembocaba por la parte de abajo en
la comercial vía de la Tejuela, daba entrada al Hotel Comercio, a los primeros estancos, a
las tiendas de abacería, aladrería y herrería, a los primeros
garajes y locales de empresas de comunicación que hubo en Alcalá….En esta
calle, durante la guerra civil, se alojaron parte de las tropas de ocupación
desde el 30 de septiembre de 1936, mi familia me recordaba a los cuerpos de
regulares, a los soldados norteafricanos, que miraban con cierto recelo las
chiquillas de aquellos tiempos, y veían desfilar hacia el Rosario, como me
comentaba mi madre. Por la parte alta, vivió la familia Huertas
Tello, y fue piso rectoral, la antigua casa del cura, de la parroquia de Santa
María la Mayor. A partir de los años setenta, se convirtieron muchas casas y
casonas en bloques de pisos, olvidando las rancias casas de vecinos; algunas,
como la que se donó a Cáritas y fue, en algún que otro año, comedor de
emigrantes, cayeron a la ruina, y reclamaron su alzado. Hoy esta calle es el
trastero de la calle Real, en una de las aceras, y pocas viviendas de sabor tradicional
y de fachada andaluza se alzan en pie.
Esta calle cierra el catálogo de todos los
libros del Catastro de la Ensenada, dentro del cuaderno 73. Junto con la de
Mesa, enmarca el antiguo casco histórico; el resto de población se comprendía en
las aldeas y Frailes. Esta calle estaba habitada por diecinueve vecinos, en el
siglo XVIII, pero se multiplicaron en los siglos posteriores. No siempre estuvo edificada, sino que dejó algún solar entre casas de fachadas de piedra, otras de mampostería y
algunas señoriales. Entre zona de servicios y recinto histórico, un desahogo
para el mundo del motor con sus cocheras colectivas. Es un punto de partida
para tener en cuenta la renovación patrimonial,
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