LOS ABADES DE LA ILUSTRACIÓN, UN SIGLO SIN
SINODO ABACIAL
Las relaciones con el estamento eclesiástico, finales del siglo XVII
A lo largo de la historia de Alcalá la real,
siempre habían existido las disputas y diferencias entre las jurisdicciones
civil y eclesiástica, más por razones de puro protocolo que de índole
económica o social. A lo largo del siglo
XVII, se agravaron aún más, dando lugar
a la inasistencia de las ceremonias religiosas por parte de las autoridades
civiles, ya que, al no llegar a un acuerdo en los formulismos de las ceremonias religiosas, como las llaves
del Jueves Santo, la palma del Domingo de Ramos o el acompañamiento de pajes en
la procesión del Corpus Cristi, los miembros del cabildo municipal se vieron
obligados a trasladar sus fiestas desde
la Iglesia Mayor a los conventos. El
propio abad san Martín, familiar de Felipe IV, envió una carta a la ciudad
refiriendo su deseo de dejar las casas abaciales y bajarse al Llano, cosa que
se va a ubicar definitivamente al final de este siglo. Su llegada en 26 de
junio de 1666 complicó las relaciones con el corregidor y el cabildo civil con
motivo de una serie de pleitos protocolarios en los que se cuestionaban no sólo
la jerarquía sino la independencia de ambos estamentos, dando lugar hasta
llegar a la excomunión del corregidor Marqués de la Torre y el alcalde mayor,
porque se habían opuesto a las nuevas normas de protocolo introducidas por este
abad, hijo bastardo de Felipe IV.
No obstante, su influencia en la
Corte fue muy relevante para la ciudad, ya que, por sus gestiones, consiguió
algunos favores como la concesión de que se nombrase entre el clero abacial algunos capellanes de la
Capilla Real de Granada, que recibían las dos tercias partes de los diezmos.
Esto no era óbice para que la ciudad
se viera frecuentada por frailes que pedían limosna para cautivos en África,
Asia y los lugares más inhóspitos, al mismo tiempo que proliferaran, en
sintonía con los reinados anteriores, un gan nú,ero de celebraciones de
canonizaciones[1].
El punto más álgido del
conflicto entre las dos jurisdicciones
tuvo lugar en 1674 con el corregidor Luis López de Mendoza que se enfrentó
abiertamente con el abad san Martín, dando lugar a que fuera apartado de la ciudad
durante un tiempo a Loja y Montefrío por
razones de grande excesos y desatenciones
tan notorias y públicas a la ciudad. No obstante, los regidores no estaban de acuerdo con la decisión y
recurrieron a la autoridad eclesiástica para aligerar las acusaciones del fiscal
que al fin fueron resueltas mediante la mediación de don Gonzalo Fernández de
Córdoba, que, por aquel tiempo ostentaba la presidencia de la Casa de
Contratación, logrando la benignidad del propio abad para lograr la quietud y
la paz de los dos estamentos.
Este conflicto nos muestra la
participación de los miembros de la Corte en los órganos de poder municipal, o,
más bien entre dos podees controlados por la Corona, el corregimiento y el
abad. Pues, todavía, el poder municipal
no era ajeno a las influencias y beneplácitos de los miembros del
Consejo de Estado, e, incluso, se veía la sombra del pode de los señores que
regentabana algunos territorios como era el caso del Duque de Sesa y Marqués de
Priego, tan ligado a la ciudad de Alcalá, al que se le rendía todo tipo de
honores y pleitesía, al mismo tiempo que era su valedor en la Corte y protector
en situaciones de dificultades económicas y sociales, procurando el trigo y los
mantenimientos de la ciudad hasta muy avanzado el siglo XVII, como sucedió con la
peste del 1679.[2]
En otros casos, la iniciativa de
la separación de poderes partía del
estamento civil. Así en el año 1689, rompió sus relaciones con la jerarquía eclesiástica por simples cuestiones
protocolarias en la procesión del día dieciocho de junio, cosa muy frecuente de
todo el Barroco. No obstante, casi siempre estas decisiones debían tener un
trasfondo de conflictividad subyacente por las medidas de proteccionismo de
intereses y la jerarquía eclesiástica trataba de conciliar siempre la situación.
Aunque el rey y los Breves de
los Papas obligaron en algunos momentos a la cooperación eclesiástica, los
servicios de los millones dieron lugar a grandes litigios con este estamento,
obligando a continuos aplazamientos como aconteció con el referido servicio de
1683. Sin embargo, en el año 1686, finalmente, pudo consumarse un acuerdo con
este estamento que por ser mucho el
estado eclesiástico, y tenía un gran
control en la ganadería y en los viñedos . No obstante, siguieron pidiendo
aplazamientos en el nuevo establecimiento del cabezón de los 24 millones y de
ocho mil soldados.
En este mundo , repleto de subterfugios legales, concesiones reales,
prebendas y beneficios, no hay mejor año
que el 1689, cuando el propio corregidor
debió emprender medidas de aforo de los eclesiásticos y la prohibición de
vender vino en sus propias tabernas.
Mientras, el clero regular, por su parte, se libró de la imposición de millones
por una concesiones reales. El camino lo iniciaron los franciscanos observantes
en el año 1690 [3].
En otro aspecto, agravaba la
situación entre las jurisdiciiones las competencias judiciales, tratándose de los menos privilegiados si incurrían en
algun tipo de conflictos.Pues, cuando algún preso se recluía en el recinto
eclesiástico, daba lugar a una serie de molestias en las clases más
desfavorecidas que debían llevar a cabo la guarda del edificio, hasta tanto se
aclararan las jurisdicciones. Por cierto, debieron extenderse a finales del
siglo XVII, pues los vecinos se quejaron en 1688 porque debían abandonar sus
labores y sus casas se veían mermadas, solicitando que el alcalde nombrara a
los desocupados[4] para ejercer la guarda.
Aunque algunos enfrentamientos
solían superarse, otros, puramente protocolarios, no se solventaban fácilmente.
Ya finalizando el siglo, los últimos abades dan claras muestras de esta armonía
de poderes. YuUn caso claro es el 990,
el abad intervino a través de las buenas labores del vicario y capellán de la
Real Capilla Bartolomé del Melgar para limar
las relaciones provocadas por el protocolo en llevar las imágenes de la
patrona Santa Ana y la Virgen de las Mercedes en la fiesta del dieciocho de
junio. Para ello tratando de conservar la amistad y concordia, ante la negativa
de los regidores de acudir a las fiestas religiosas, el día de Santiago la
ciudad aceptaba de nuevo acudir a dicha festividad.
Los abades de Felipe V y
Fernando VI. Castell y Ros, Cerda, Menza.
El nuevo siglo significó
un cambio radical en las relaciones,
pues el cabildo municipal se encontraba anclado en la defensa de los intereses
de las clases privilegiadas, y , por ende, en la tradición e inmovilismo
religioso. Desde principio, se asiste al nombramiento de abades ligados a la
Corte, sin más intención de disfrutar de unos suculentos beneficios económicos
en recompensa de sus servicios a la Corona. Son abades que llegan a alcanzar
los más altos niveles de la carrera eclesiástica: confesores de la Corte,
miembros del Consejo de Estado, y cardenales en Roma. Por lo tanto, su
presencia en Alcalá es nula. Sin embargo participan del nuevo espíritu
reformista y absolutista. Algunos coinciden con personalidades como el cardenal
Velluga o el conde de Floridablanca. Casi todos, delegaron el poder en compañeros de los colegios y universidades de
Alcalá de Henares y Salamanca. Y, en estos precisamente se
percibe la manera de implantar el reformismo religioso, el racionalismo
burocrático y la depuración de costumbres alejadas de un raionalismo
religioso. .
Si
observamos los primeros pasos, con motivo de la Guerra de la Sucesión, el
pueblo de Alcalá desde su principio, comenzó a
alinearse con Felipe V, tal como reflejan las actas capitulares. Posteriormente, el control regio a través de
sus corregidores mantuvo unida la ciudad
al rey Felipe V, que envió destacamentos
y recursos militares contra el
archiduque Carlos Incluso, vivió la contienda bélica de una manera muy
entusiasta celebrándose todos los acontecimientos importantes( victorias
de batallas y paces) con celebraciones
extraordinarias. El abad Castell Ros de
Medrano, cumpidos dos años de nombramiento y de estancia en la ciudad, no
ofreció una postura adversa al nuevo
rey, sino que, ya el día 24 de diciembre de 1700, bandijo el pendón en la
capilla de la Virgen de las Mercedes por el rey Felipe V, levantándose por el
regidor Antonio Rivilla[5].
Continuó,
además, la línea de propuesta de nombrar un capellán natural de la abadía en
1711, proponiendo a Juan Ramírez en lugar del cura Melgar en Granada y, a su
vez, por José Cedillo de Baeza propuso a
Juan Agustín de Utrilla.. Pero ya, en este reindado
de Felipe V, el ayuntamiento alcalaíno
inició los primeros enfrentamientos con las autoridades
eclesiásticas. Tuvo lugar con el provisor del abad, don Pedro Pablo de Vera y Barnuevo Salcedo y Fuenmayor.
A los desacuerdos con las partes contributivas de los eclesiásticos en las
rentas provinciales, se añadían las nuevas imposiciones que se establecieron en
el nuevo Concordato e, incluso, otras medidas de índole más particular de
asuntos más locales como eran las deudas contraídas por las limosnas de las fiestas tradicionales y
diversas cuestiones protocolarias. La razón económica estribaba en que el
estamento eclesiástico, por ser exento de contribuciones, con las nuevas
ordenanzas y leyes reales cada vez se
les obligaba a contribuir más, sobre todo, en las rentas provinciales que
incidía en el comercio y venta del vino, cuyas propiedades muchos clérigos
controlaban, y, por encima de todo el aguardiente, que era fabricado en su
mayor parte hasta estos años por ellos. El punto culminante de este conflicto
se alcanzó en 1750 con motivo de las
Letanía Mayor del Rosario, en la que hubo más que palabras, y llegaron a
retirarse los regidores a la entrada de la iglesia cuando iban en procesión.
En este tiempo, por los datos
que disponemos tanto civiles como eclesiásticos, debió ocurrir un gran
estancamiento en las costumbres populares, ya que se prohibieron las velas
nocturnas en las iglesias, las procesiones de noche como la de la Soledad, y
los rostrillos y vestidos de las cofradías penitenciales como las de la
Veracruz, señor de la Humildad y Dulce Nombre de Jesús.
El conflicto además se agravó al relacionarse
con un tema de hidalguía, en la que los regidores querían mantener sus
privilegios dentro de la cofradía de la Soledad, provocando las acostumbradas
desavenencias y conflictos protocolarios típicos del Barroco, a los que
tuvieron que intervenir la propia Chancillería de Granada y el propio rey
Fernando VI emitiendo una provisión para zanjar el enfrentamiento. No obstante,
el cardenal Mendoza, que era abad y
miembro del Consejo de Estado, ejerció
su influencia en la Corte como valedor de las proposiciones de la ciudad y
pronto se deshizo del provisor reformista comentado anteriormente[6].
Varias fueron las cartas
recogidas del Cabildo, dirigidas al rey y al Marqués de la Ensenada,
solicitando la gracia para los asuntos importantes de la ciudad y el agradecimiento de la ciudad por la
resolución de algunos de ellos. Una de ellas escrita desde su residencia de
Madrid en el 17 de febrero de 1750 manifiesta entre otras cosas, expone el
clima de enfrentamiento entre los dos estamentos con estas palabras: “atendiendo
a la pobreza y deplorable estado, en que se encuentra el vecindario por las
pujas, que han acontecido en el gobierno antecedente por diferentes
particulares”[7].
Los bades , o el el cabildo
abacial,m concordó con el el poder civil
en el dinamismo de la ciudad. Pues, las dependencias religiosas de la
abadía se hallaban ya instaladas en el
Llanillo en unas casas abacales que la cámara abacial había restaurado y donde
habían instalado la mansión de los abades, el provisor, el vicario, la Cárcel
eclesiástica y otras dependencias de algunos cameranos. Esto dio lugar a un
aislamiento y abandono de la iglesia matriz
y a que, por parte de la
población representada por el cabildo municipal, se iniciara una campaña de
erigir de nuevo una nueva iglesia matriz en el nuevo casco de la población,
cosa que, como hemos dicho anteriormente, hubiera permitido, de seguro, un
final más feliz y, tal vez hubiera perdurado hasta nuestros días. Las razones
urbanísticas bastaban, y, a eso se añadía que la descompensación del esfuerzo
económico de la ciudad con la iglesia local no repercutía en la población por
la evasión a Granada y a otros lugares de una gran cantidad de rentas. Pues el
pueblo alcalaíno no recibía beneficio alguno por diversos motivos, primero
porque las dos tercias partes de los diezmos y primicias sobre todos los
productos de la agricultura y ganadería correspondían a las capellanías de la
Capilla Real de Granada, y, en segundo lugar a esto se sumaba que la ciudad ni
sus habitantes no recibían ningún producto de los nuevo beneficios, de los
otros dos dedicados a las Escuelas de Baeza y la Compañía de Jesús de Montilla
y del reservado para la Santa Sede, y, por último, muchos abades y miembros del
aparato administrativo ni siquiera residían en la ciudad y, al finalizar su
mandato, se disipaban sus rentas para otros lugares. Mientras tanto, dejaban encargados de la función religiosa a unos
sirvientes que apenas obtenían recurso alguno.
No obstante, como muestra de la
religiosidad del momento, la ciudad hizo patrona a la Virgen de las Angustias,
que el rey había proclamado a su vez patrona de Granada, y a cuya congregación
se acogió la ciudad, costeando los gastos litúrgicos de esta hermandad, que se
referían, sobre todo, al rosario y procesión del Viernes de Dolores. Y lo que
es más importante, comenzó a gestionar y
promover un nuevo templo en terrenos pertenecientes a los propios, entre los
que se sugirieron los comprendido dos entre el Pilar de Mari Ramos y los
Corrales del Consejo, cerca de Consolación. Finalmente, se eligió uno cercano
al ayuntamiento nuevo. Pues era el centro de la ciudad y contribuía al diseño
urbanístico embelleciendo su trama con amplias
plazas. Dicho lugar había servido los años anteriores para el Juego de
la Pelota, que se había puesto de moda entre los jóvenes y tenía una extensión
de 10 varas de ancho por treinta de largo.
En tiempos de CARLOS III y Carlos IV. Los abades Mendoza
Gatica, Palomino y Trujillo.
La ciudad debió recibir un
fuerte impulso económico a mediados de siglo con la roturación de sus campos
hasta tal punto que no se vieron las carencias en los años de sequía tan
dramáticos del siglo anterior. Acontecimientos nacionales como el motín de
Esquilache que tuvo cierta repercusión en la ciudad cercana de Granada y en
otras ciudades de España con grandes alteraciones de orden público y el levantamiento del pueblo
llano, así como la expulsión de los jesuitas, no afectó a la comarca de Alcalá
la Real ni repercutió en la vida local. Cuando se tuvo noticia de sus
consecuencias, la ciudad ha previsto todos los temas de abastecimiento de la
ciudad y tan sólo le afectaron medidas como la renovación del cabildo por los
cuatro diputados síndico del común que se repartieron en las distintas
parroquias y el nuevo renacimiento e síndico personero.
Laa gran renovación urbanística
comentada se produjo desde el reinado de
Felipe V hasta la muerte de Carlos III. El actual diseño simétrico de laa
ciudad con los dos ejes del Llanillo y la calle Real, se corrigió con nuevos
edificios que encuadran la ciudad: las Casas de Cabildo y las Casas de
Enfrente. Al mismo tiempo, los nuevos edificios del Pósito, del Palacio
Abacial, de las iglesias de san Antón, las Angustias y la Cárcel nueva le daban
a las calles y a la ciudad una perspectiva más abierta y acorde con los nuevos
tiempos. Un servicio vital como el agua sufría una gran transformación en 1777
con los maestros de cantería y de aguas Antonio Martín Espinosa de los Monteros
y de Francisco Machuca, maestro mayor de aguas de Granada. Un nuevo recorrido
desde el nacimiento de san Marcos dio mucha funcionalidad a una de las principales
fuentes de abastecimientos en el Paseíllo de la Mora, todo ello supervisado por
los maestros de arquitectura de Bellas Artes de san Fernando. Manuel Godoy fue
uno de los que más intervino en las obras municipales y en los caminos. Sin
embargo, uno de los más importantes
arquitectos fue el alcalaíno Antonio Martín Espinosa de los Monteros. A él se
le deben una gran cantidad de edificios públicos y religiosos y algunas obras
de ingeniería, entre ellos el puente de la Hondonera en el año 1759 .
Frente a este progreso
auspiciado por la Corona, sin embargo
no se compartía por parte del el pueblo
una reforma en la mentalidad religiosa,
y menos aún cultural con a la llegada de nuevos abades, más bien de nuevos
provisores y vicarios relacionados con las universsidades y colegios, donde
comenzaba a introducirse las nuevas enseñanzas de la Ilustración.. La razón
estaba clara, pues ninguno de los baades acudieron a vivir a Alcalá. Ni Biorja,
ni La Cerda, ni Álvaro de Mendoza llegaron a gobernar la abadía. Estaban más
preocupados en los entresijos de la Corte, en defender la posición real y a disfrutar de las prebendas eclesiástica
que a comprometerese en una abadía alejada de los resortes del poder. Parecía
como si la abadía hubiera perdido el
prestigio de ejercicio de poder de los
siglos pasados y se hubiera convertido en un mero refugio de beneficios par
recompesar servicios prestado al rey, como aconteció con el cardenal de la
Cerda y la expulsión de los jesuitas[8].
Hasta que el cabildo municipal no acudió
a la Corte a reclamar la presencia de
los babdes en la sede abacial, y el consiguiente nombramiento del abad Estebán de Mendoza y Gatica, los conflictos se
acumulaban. Unas eran por razones protocolarias, otras por depurar las costumbres populares, otras por razones
de índole económica con el enfrentamiento entre el clero local[9]
y los beneficiados, a los que no les
incumbía en modo alguno las medidas de la Corte. Con Mendoza
cambió la situación, compartió con la ciudad la mejora de su urbanismo,
se alió en lo económico a lcas claes ilustradas y llevó a cabo intentos del reformismo
económico, propiciando la Sociedad de Amigos del País en Priego. Es curioso
que el sentimiento de estos señores abades, a veces, no coincidiera con una
reforma profunda. Pues partían de un a refoma del pueblo pero sin pueblo. Y,
más interesaba el progreso de la ciudad que las capas populares. De ahí que a
veces en ocasiones como la peste de la aldea de Santa Ana de finales de siglo no tenían perjuicios
algunos en no condescender a las demandas populares de solicitar limosnas,
aludiendo a que lo tenía invertido en las obras de su Palacio Abacial. En
contraste, el clero aldeano paliaba con ayuda del cabildo municipal las
deficiencias de aquella masa de proletarios
y campesinos que comenzaban a laborear los nuevos campos con miles de
sacrificios.
Par
ellos, el reformismo se ceñía al campo de los protocolos religiosos, sobre todo
en el mundo de las hermandades, a las que tachaban de superticiosas en el
ejercicio del culto y en las rogativas[10].
A veces, estas tenían un
carácter casi familiar a la manera de las antiguas hermandades de pasos, que
manifiestaban cierta desmembración con las autoridades eclesiásticas,y, éstas, por su parte, trataron de corregir los
excesos en tiempos de los abades Alvaro de Mendoza, cardenal de la Cerda,
Gatica, Palomino y Muñoz Trujillo. Se produjo una división entre la mentalidad
reformista de los abades y los intereses municipales , anclados en un
tradicionalismo inmovilista. El conflicto entre los estamentos eclesiástico y
civil surgió con la llegada de los nuevos abades que trataban de implantar un rigor y una austeridad de
formas que no concordaban con los
regidores, acostumbrados a las fastuosas fiestas del Corpus. El primero
que desencadenó la situación fue Mendoza y Gatica, pero el m´ças crítico fue el
abad Palomino Lerena. Sus medidas de prohibición de las procesiones de Semana
Santa por el escándalo de los rostrillos y, por otra parte, el desplazamiento de las andas del Corpus por
el porte de la Custodia en su propia mano entablarán un largo litigio entre los
dos estamentos, que poco a poco acabará diluyéndose al mantener el abad
aquellos formalismos en los últimos años, levantar la sanción de las
procesiones de los rostrillos y caretas de las procesiones del Viernes Santo y
al comprobar los miembros del Cabildo municipal el talante filántropo del abad
Palomino, emparentado con el ministro de Hacienda Lerena, cuyo testimonio quedó reflejado en una obra pía
para beneficio de los pobres jornaleros, administrada por el conde de Altamira.
A ello coadyuvó su provisor don José de Ortega, que se distinguía por su celo,
caridad, desinterés e instrucción y la propia ciudad pidió la prórroga tras el fallecimiento, a
pesar de que se mantuvo la tradicional
petición de un obispo para la nueva situación en el año 1800, al recaer
en Manuel de Trujillo.
Por este tiempo, las misiones de
frailes eran frecuentes en la formación
de los vecinos a través de los sermones de los grandes acontecimientos o en momentos
como la llegada del padre Diego de Cádiz que visitó la ciudad con gran
aceptación de todos y presencia del cabildo. De ahí que en el año 1801 se
celebrasen en el convento de Capuchinos honras por su muerte con presencia de l
propio cabildo.
La caridad y la limosna eran
sobre todo las medidas que más propugnaba en
estas circunstancias la iglesia como una manera de paliar las
diferencias sociales entre los miembros de la población. No obstante, la
devoción de la Santísima Trinidad fue una de las que más se propagaron con la
presencia de este monje hasta tal punto que hicieron colectas para levantar
monumentos y hubo regidores que sus propias casas adornaron con este elemento
iconográfico.
Con el abad Trujillo, se
considera que hubo una implantación
fuerte del reformismo fretne a las vicisitudes anteriores, que venimos
contrastando. Pues se continuaron los mismos pleitos, agravados por el plan
beneficial, que pretendía atajar la situación de los beneficiados ausentes de
la ciudad, pero se renovaron iniciativas como la creación de la nonata
colegiata y de la nueva iglesia mayor,
reverdecieron discusiones protocolarias en la jerarquía y saludos de actos, y, sobre todo, en las relaciones
entre ambos con motivo de la cuestión social de los jornaleros en el
repartimiento y limosna de los fondos. El asunto alcanzó cotas de gravedad entre ambos
estamentos, porque sus homilías y arengas dieron lugar al levantamiento de los
jornaleros y a la ruptura de las relaciones entre los dos cabildos, llegando el
pleito a la Chancillería de Granada.
Las dilaciones del ayuntamiento
en el pago de los préstamos concedidos daban a lugar a un enfrentamiento
larvado con la Abadía. Se intentaron todas las fórmulas, incluso, la venta de
los bienes propios. Pero, la situación llegó al límite en el mes de mayo de
1801 con un cruce de acusaciones entre el abad y el ayuntamiento. Para los
miembros de este órgano el abad era acusado
sobre el abuso, indiscreción y
demás movimientos que finge, que han causado
levantamientos y asonadas en los mismos trabajadores socorridos, no está
otra cosa que proyectos de estos mismos señores caballeros Capitulares a fin de
manejar a su arbitrio qualesquiera limosnas, que así en el tiempo como en el
subcesivo, se han dado y dan con el colorido de un fondo fuera de
dichos infelices.
Al mismo tiempo, consideraba el
ayuntamiento que la limosna procedía del
fondo de las rentas decimales de la Real Capilla de Granada y del diezmo del aceite del Castillo de Locubín que no se
incluía en las partes de la anterior capellanía. Por eso, no era de extrañar
que la respuesta eclesial quisiera mantener su independencia en las ceremonias
religiosas, obviando la presencia de cabildo
y causando desaires y desavenencias que provocaban la desafección y
falta de armonía.
Pero como aocnteció con el abad Palomino, Trujillo
retomó las riendas y al final, se creó un buen clima con las autoridades
civiles que le apoyaron en todas las gestiones para la creación de una Casa de
Misericordia que pretendía la educación, crianza, alimentación de los niños, en
donde se incorporaban los fondos de la parte diezmal correspondiente a la Real
Capilla de Granada[11].
La erección definitiva tuvo lugar en el año 1804 según comunicaba el Excmo. Sr.
José Eustaquio Moreno Colector General de Expósitos [12].
Pronto surgieron las primeras
desavenencias sobre el control del nuevo establecimiento público con el
nombramiento de un director o un capellán rector, en el que se dividían los
pareceres de ambos cabildos, quedando al final la dirección en manos del cura
de santo Domingo. Aunque también el
abad solicita fondos del cabildo municipal, pronto se percibe que la situación
no permitía nuevos arbitrios para afrontar este servicio.
Sin embargo, estos abades
avanzron bastante en el reformismo religioso,
en la concienciación social, pero, la extinción de muchas cofradías con la
primera desamortización de Godoy, cortó de raiz una tradición, como la de la
Oración del Huerto, que ya no se vería renacida hasta 1949, pues ni se integró
en la del Dulce nombre de Jesús ni en la de la Veracruz. Simplemente, fue
esxtinfuida, sus bienes desaparecieron con su venta, y, por otra parte, el
convento donde se encontraba sufrío los embates de disintos gobiernos de la
época hasta tal punto que desaparecieron muchos cultos con la retirada de los
frailes.
Las clases privilegiadas logran
ejercer un control de la sociedad, y eso invita a que muchos vecinos hacendados
traten de ocupar el status de hidalguía
mediante las distintas revisiones del
censos y padrones. Aunque el corregidor estableció un informe a la Sala del
crimen de Granada sobre los hidalgos, son muchos los que quieren incorporarse,
ligados con familias de hidalgos o
ilustres hacendados a través de la Maestranza de Granada. Incluso, los puestos
de defensa del común como los diputados y personero fueron ocupados mediante su
elección restringida de entre los veinticuatro electores de las dos parroquias
y recayeron en familias hidalgas o
personas relacionadas con la administración de la ciudad ( medidores, contadores,
depositarios del Pósito).
En este contexto hay que comprender los
enfrentamientos con el abad de la ciudad, Antonio Palomino, primo del ministro
de Hacienda Manuel de Lerena, en torno a cuestiones de protocolo en las
procesiones del Corpus, cuando el abad abrió un amplio litigio que duró desde
los años noventa hasta el 98 con motivo de sacar la hostia sagrada en sus manos
y no en las andas con el boato típico de esta fiesta tan arraigada y barroca en
la ciudad. El asunto trascendió a otras esferas de la religiosidad popular
prohibiendo las procesiones de Semana
Santa que no ofrecían a aquel abad humilde y austero un ejemplo de vivencia
cristiana más bien un aspecto carnavalesco, porque no comprendía os rostrillos
y vestimentas anacrónicas que pervivían en la dramatización de la Pasión de
Jesús. Lo mismo acontece con las preeminencias entre regidores para sustituir
al corregidor, que se dirimían entre el regidor decano o del antiguo abolengo.
Varios son los padrones y abundan los expedientes de hidalguía que se
tramitaron en este período. Destaca el del año 1801 por barrios y parroquia,
comprobándose el asentamiento urbano de las familias hidalgas frente a la
ausencia de cualquier miembro de este estamento en las aldeas. Por parroquias,
existían unos 23 hidalgos en la parroquia de Santa María la Mayor y 26 en Santo
Domingo de Silos (cfr18,20 -4-1801).Continua durante los años 1797, 1798, 1799, 1800, 1801 y 1802 ( esta última con
nieves intensas) el ciclo de inviernos duros de restricción del pan, carestía
de precios, lluvias y tormentas que provocaban la ausencia del trabajo y
miseria de jornaleros, y obligando a medidas de repartos por cuarteles y en las
casas capitulares y en los conventos de santo Domingo y Consolación a través de
boletas, limosnas del corregidor, regidores,
los pudientes hacendados, del Pósito y del Abad. Muchas veces se perdían
incluso los nuevos productos como el aceite, como sucedió en el año 1800, en el
que se ve que comienza a incidir dicha
labor agrícola en la clase jornalera para alimentarse y para el trabajo.
Hallándose el fruto del aceite que es uno de los primeros de
necesidad casi perdido por no poder
recoger la aceituna.
En la mayoría de las ocasiones los diputados
del común y el personero se hacían eco de la situación en situaciones como
ésta:
se encuentran en vandadas por la
calle pidiendo limosna e implorando la caridad para no morir de hambre con sus
pobres familias (Cf.22.4.1797)
La miseria invadía aún más en los presos de la
ciudad, a los que hubo que librarlas alguna cantidad y medidas extraordinarias.
Aunque la ciudad se representaba
por dos comisarios regidores o jurados, pronto el control de la distribución de
los recursos del Pósito y otras fuentes se ponían en manos de capellanes, y
párrocos o representantes del Abad. Las rogativas a la Patrona con su traslado
a la iglesia de la Veracruz
proliferaron en estas ocasiones para impetrar la ayuda divina a través de la
Virgen, porque el pueblo y el cabildo alcalino era muy creyente en su mano
auxiliadora. No sólo era difícil la primera estación del año sino también
la primavera por las tormentas frecuentes que asolaban los campos y destrozando
con frecuencia las mieses, arbolado y frutales.
Sin embargo una orden del Supremo
Consejo de Castilla impidió las medidas que hasta ahora se arbitraban en estas
situaciones a costa de la autonomía
local, que solía librar trigo del Pósito en estas circunstancias azarosas
mediante su restricción en situaciones urgentísimas, lo que podía lugar a
motivos de conflictos que hasta ahora se paliaban, librando de la situación a
los hacendados que eran los primeros que iniciaban las limosnas en los momentos de ausencia de
trabajo, en los que a veces la situación se recrudecía con levantamientos, al
menos de palabras, que insinuaban ya lo que podría ocurrir momentos de
tragedia. No era de extrañar que aquella masa de desfavorecidos presentara
escenas dantescas en la primavera con:
“infinitos clamores del común y
más quando se hallan en la estación presente las pobres mujeres y sus familias sin el
amparo de sus maridos por hallarse estos
en las campiñas”[13].
La situación social, en la que se unían la problemática del paro
estacional de los jornaleros con los
préstamos de escarcha y sementera y las nuevas medidas recaudatorias de la
Corona, daba lugar a que se le pidieran elevados préstamos al abad con el fin
de cubrir los envíos de recursos en el año 1799. De ahí que, ante la solicitud de más de 200.000
reales a la autoridad eclesial, el abad sólo pueda cooperar con el préstamo de
100.000 reales, ya que las nuevas circunstancias de su feligresía en nuevos
ámbitos urbanos obligaban a la reconstrucción de nuevos templos como era el
caso de las reconstrucciones y nuevas ermitas de Frailes y la Ribera( Cf.
29.3.). En los años finales del siglo XVIII y XIX, la limosna se
iniciaba por el corregidor y todos los miembros del ayuntamiento-regidores,
jurado, personero, diputados y escribanos, se constituían grupos de comisarios
con el corregidor y párrocos para pedir por las casas de los hacendados y luego
se repartían en los conventos, dando lugar a un nuevo conflicto entre los dos
estamentos ante la grave situación, como la del año 1802 que se tildó de
urgentísima necesidad y calamidad con todo rigor ante la propuesta al Consejo
Supremo de Castilla de constituir un
fondo perenne de las rentas decimales para esta necesidades por parte de los
regidores (Cf.13-1). Cosa que provocó
desavenencias con el clero, dando lugar al levantamiento de los jornaleros mediante la influencia del propio
abad, según hemos comentado.
En 1804, todavía se resintió la
ciudad de los malos años anteriores, prohibiéndose sacar trigo, maíz y cebada,
y de haber enviado grandes cantidades a Málaga y la Costa y se llevó a cabo un
registro de los partidos del campo, que ya estaban perfectamente delimitados en
los siguientes y representados por los alcaldes de las cortijadas: Santa Ana,
Ribera y Mures, Acequia, Cantera Blanca, Valdegranada, Viñuela, Caserías de san
Isidro, la Rábita y Charilla. Fue un año que llegó a suspenderse la feria ante
la escasez de trigo y el posible contagio de la peste de Málaga.
En 1806, el propio Godoy
escribía a Alcalá lamentándose de la triste situación que sufría el vecindario, afligido con los continuos terremotos.
(29.10.1806)
ABAD
|
PADRES
|
ESTUDIOS
|
CARGOS
|
|
Diego Castell Ros
de Medrano
|
Doctor don
Gregorio Castell, hijo del Protomedicato del rey Carlos II y Sebastián Ros de
Medrano, hermana del obispo de Orense y gobernador y capitán del Reino de
Galicia, Diego Ros de Medrano, colegial de san Idelfonso
|
|
Maestre escuela y canóniga de la Iglesia de san Justo y
Pastor
Calificador de la Santa Inquisición.
|
Escribió de Libertate
|
CARLOS DE BORJA CENTELLA PONCE DE LEÓN
|
Catedrático de PrimeraTeología de Alcalá de Henares
Colegial mayor de san Idelfonso de Alcalá de Henares
|
|
Patriarca de las
Indias, arzobispo de Trapezunda,
Lismonero y capellán del Felipe V y del Consejo Real,
Juez ordinario de la su Real capilla, casa y corte...
Vicario general de sus Ejércitos y armadas, administrador
general de sus Hospitales reales, arcediano de Madrid, capellán mayor de la
Real Capilla de reyes Viejos de Toledo, abad de santa Cristina Pía de
Calahorra, beneficiario de Antequeera
Prior de santa María la Real de Sar, canónigo de Toledo
|
Cardenal
|
ALVARO DE MENDOZA Y CAMAÑO Y SOTOMAYOR
|
Hijo de duques de Gandía, descendiente de san Francisco
de Borja
|
|
Patriarca de las Indias
Obispo de Farsalia
|
Cardenal
|
VENTURA DE CÓRDOBA ESPINOSA DE LA CERDA
|
HERMANO DEL DUQUE DE Medinaceli
|
Canónigo de Toledo
Limosnero mayor del Rey capellán mayor de sus ejércitos y del Rey
|
Arzobispo de Neocesarea
|
|
MENDOZA Y GATICA
|
Natural de Jerez de la Frontera
|
Colegial de la Santa Cruz en Granada
|
Catedrático de la Universidad de Grnada
Canónigo Magistral de Jaén y en Sacromonte
|
Abad. Juez examinador sinodal y gobernador
|
JOSE MARTÍNEZ
PALOMINO LÓPEZ DE LERENA
|
Familiar, primo hermano
de don Pedro López de Lerena, ministro de Hacienda
|
Colegial de san Idelfonso de la Granja
|
Obispo de Chiapas
|
Fundador de memorias de beneficencia, culto de Beatas de
Priego, soccorro a jornaleros y obras pías.
|
MANUEL MARÍA TRUJILLO Y JURADO
|
Teólogo y escritor brillante
|
Obispo
|
|
Autor de obras didácticas y de disciplina eclesiástica
|
COLABORADORES
|
ABAD
|
ESTUDIOS
|
CARGOS
|
CARGOS
EN ABADÍA
|
Manuel
de Palomares y Pedraza
|
Pedro
de Toledo Pimentel
Castell
|
Granadino.
Presbítero y abogado de los Reales Concejos
|
Canónigo
del Colegial de san salvador de Granada, nombramiento real
|
Provisor
y vicario
|
José
Alzedo Campuzano
|
Castell
|
Clérigo
de menores,
Abogado,
|
Alcalde
del Crimen en Granada.
Miembro
del Consejo Real.
Oidor
de la Chancillería de Valencia
|
Provisor
y vicario
|
Matías
Fernando Montero de la Paz y Ramírez
|
Castell
|
Presbítero
Abogado
de los Reales Concejos
Colegial
de Santa Catalina de Granada
|
Miembro
del Consejo Real Canonjía de santa Iglesia Colegial de san Sebastián de
Antequera.
Provisor
de Madrid
|
Provisor
y vicario
|
Marcos
Isidro de Aguilar
|
Castell
Borja
|
Presbítero
|
|
Provisor
y vicario
|
Felipe
Aguado y Requejo
|
Castell
|
Clérigo
de menores
Abogado
de Reales Consejos Colegial huésped de san Idelfonso de Alcalá de Henares
|
Canónigo
de la Santa Iglesia patriarcal de Sevilla
|
|
Juan
de Aranda Pineda
|
Castell
|
Licenciado
de Alcalá
|
|
|
Antonio
Castell de Medrano
|
Castell
|
|
Canónigo
de Orense
|
Hermano
Visitador
|
Alfonso
de Alba Pérez de Castilla
|
Castell
|
|
|
Visitador
|
Felipe
Aguado y Requejo
|
Castell
|
Clérigo
e menores
Abogado
Colegial
de san Idelfonso
Ordenó
e in sacris
|
|
Provisor
interino y visitador
|
Nicolás
Gómez Castell
|
Castell
|
Clérigo
de menores
Abogado
Beneficiado
de santo Domingo de Silos y san Pedro de Castillo
|
|
Vicario
y provisor
|
Gabriel
Muñoz y Merino
|
Borja
|
Licenciado
º
|
Comisario
de S.O.
|
Provisor
y vicario
|
Juan
Manuel de Cea
|
Borja
|
Vecino
de Priego.
Presbítero
Teniente
de vicario de Priego
Licenciado.
Comisario
del S.O.
|
Capellán
del Rey
|
Gobernador
|
Diego
de Torres
|
Borja
|
Presbítero
Abogado
|
Canónigo
de la Santa Iglesia de León,
Gobernador
y provisor de obispado de león
Protonotario
apostólico
Juez
in curia de la nunciatura de España
Capelán
de honor del rey
|
Provisor
Vicario
general
Visitador
Juez
de rentas
Amigo
de Velluga
|
Juan
Antonio Domínguez
|
Borja
|
Presbítero
Abogado
|
Colegial
Huésped de San Felipe y Santiago de Alcalá de Henares
Arcediano
de Alicante
|
Teniente
de gobernador.
Provisor,
vicario general, visitador y juez de rentas.
|
Juan
Agustín Garrido y Linares
|
|
Presbítero
abogado y capitular de Alcalá
|
|
Teniente
de vicario
|
Miguel
Cedillo de Baeza
|
|
Cura
graduado en Teología, capitular de Alcalá
|
|
Vicario
de Alcalá
|
Alonso
de Guzmán
|
|
|
Provisor
de Granada y chantre
|
Provisor
|
Diego
de Guzmán y Bolaños
|
|
|
|
Gobernador
|
Lorenzo
Pereira
|
Mendoza
Caamaño
|
Natural
de Burgos
|
Arcediano
de Canarias
Provisor
de Burgos
|
Gobernador,
Vicario,
Provisor,
vicario general
y
juez de rentas
|
Tomás
Díez del Castillo
|
Mendoza
Caamaño
|
Natural
de Río Seco
|
|
Vicario
|
Cristóbal
Cedillo
|
Álvaro
Mendoza
|
|
|
Vicario
|
Manuel
Machado y Luna
|
Álvaro
Mendoza
|
Natural
de Cáceres
|
Visitador
y provisor de Zamora.
Capellán
de l Real Capilla de Madrid
Mayordomo
de las Niñas de Santa Isabel.
Juez
in curia
Obispo
de Cáceres de Caracas
|
Visitador,
provisor
Vicario
Juez
de rentas
|
Félix
Muñoz de Figueroa
|
|
Colegial
de Alcalá de Henares
|
Capellán
de las monjas de Santa Isabel, gracia de su Majestad
|
Vicario
y gobernador
|
Juan
Manuel Cedillo
|
Álvaro
Mendoza
|
|
|
|
Pedro
Pablo de Vera y Barnuevo Salcedo y Fuenmayor
|
Álvaro
de Mendoza
|
Natural
de Soria
Abogado
|
Canónigo
de Osma.
Obispo
de Osma
Visitador
y provisor de Burgos
|
Gobernador,
vicario, `provisor visitador y juez de rentas
|
Mateo
Díez Castaño
|
Álvaro
Mendoza
Cerda
|
Natural
de Villrbarba en Zamora
Licenciado
en leyes
Abogado
|
Beneficiado
de Adalid
Beneficiado
de utrera
|
Gobernador
Provisor
Vicario
general
Visitador
Juez
de Rentas
Cardenal
|
Miguel
Ruiz de Olaya
|
Cerda
|
Abogado
|
|
Gobernador
Provisor
Vicario
Visitador
Juez
de Rentas
|
Jerónimo
Manuel de Buesa
|
Mendoza
y Gatica
|
Natural
de Jaén Presbítero y abogado
|
|
|
Juan
Antonio Vallejo
|
Mendoza
y gatica
|
Abogado
|
|
Juez
de Rentas
|
Luis
María de Salazar y Mendoza
|
Mendoza
y Gatica
|
Abogado
|
|
Secretario
de Cámara
|
Ángel
Fernández
|
|
|
|
Vicario
|
Torralbo
|
Palomino
|
|
|
Gobernador
|
José
Montenegro
|
Palomino
|
|
|
provisor
|
Antonio
Ruiz Ruano
|
|
|
Doctor
de cánones, abogado
|
Fiscal
y provisor
|
Alonso
de Pineda Serrano
|
|
|
|
Gobernador
y Manuel García Berlanga
|
José
de Ortega Canedo
|
Trujillo
|
|
Obispo
de Albarracín Guardián, secretario, provincial y predicador primero de los
franciscanos
Comisario
general de las Indias
|
Provisor
|
CONSECUENCIAS
Y CONCLUSIONES
1.
frente a la tenendecia de disminución del clero en otros lugares en Alcalá, existía
un mayor número de capellanes,
sobresalientes de ámbito rural conforme avanzaron los años con el nacimiento de
las aldeas
2. Los abades
respondían más a su nombramiento real que al nombramiento pastoral, por lo
tanto no sacudieron a la abadía hasta el final de siglo, reclamados por el
cabildo. Estos primeros abades están muy
ligados a la Corona, pues dos de ellos
son capellanes reales o sus familiares se encontraba en el entorno de la Corte,
como Álvaro de Mendoza, Claro ejemplo de su
nombramiento de cardenales debieron influir las relaciones entre el
monarca y la Santa Sede. Incluso Álvaro Mendoza recibió del propio rey Fernando
VI en el monasterio de san Jerónimo la
birreta de cardenal en el acto de nombramiento ante el nuncio Salviari. Con el
cardenal Borja, se intensifican las relaciones con la Corte, pues es un miembro
destacado de influencia espiritual, y conectado con Velluga a quien acompañó al
viaje para el nombramiento de Inocencio XIII, incluso con las influencias
reales obtuvo votos para ser elegido papa. Sin embargo, hasta el abad
Mendoza y Gatica, no son abades residentes en la localidad, sino que tratan de
controlar su terreno a través de sus vicarios, provisores y gobernadores. No
hay duda de que son agentes de la difusión de las buenas ideas al Estado. Dentro de esta necesidad de contar
eclesiásticos para difundir las luces, que reconocían Campomanes en su Discurso
sobre el fomento de la industria popular no nos extraña que en la abadía
Mendoza y Gatica promocionara por aquel tiempo la Sociedad Económica del País
de Priego de Córdoba, donde se percibían siempre iniciativas a favor del
fomento industrial frente al resto de las ciudades abaciales, inmersas en el
fomento de la agricultura y el desarrollo de la extensión de nuevos campos por medio de la roturación, que
ese emprendió desde principios de siglo. No era este el caso del clero regular
y secular, manos muertas, que disfrutaban de casi una cuarta parte del poder
económico de la agricultura, y que se veía amenazado por la carencia de mano de
obra, a la hora de adquirir las rentas a través de las administraciones de capellanía y propiedades.
No se encuentran ningunas inquietudes entre los párrocos, a la hora de
dinamizar la industria, sino que siempre la Corona fue la que intentó dinamizar
este nuevo campo, que no llegó a plasmarse como la fábrica de tejidos que a
finales de siglo se creyó conveniente instalarse en la Mota. Claro síntoma de
ello, es el tardío desarrollo de industrias aceiteras, y la ruralización de la
industria artesana de autoconsumo en el
campo de los telares[14]. Por
eso, probablemente,, en palabras de Francesco Griselini: los párrocs habrían
de sentirse también dichosos si, destinados a vivir la soledad de los campos,
hallasen en el cultivo de las ciencias útiles aquel atractivo que hace tan
dulce la vida en medio del gran espectáculo de la naturaleza, y que,
lenvantando el corazaón del hombre al criador, le abre la virtud en que más se
complace, y que es la primera de su santo ministerio”[15] . Y no se vio
necesaria la instauración de la Sociedad hasta el año 1842, a rémora de la de Jaén, cuando reclamó el
convento de los capuchinos, ya desamortizado, para uso de la sociedad. Ya era
tardía su implantación[16].
En esta línea
hay que comprender el gran número de manuales referidos a la Agricultura, que
se difundieron en la comarca, y en las mejoras que se introdujeron en la
productividad de los campos, imbuidos por el nuevo sistema ideológico
imperante. No obstante, se mantenía una elevada
población jornalera, ociosa, durante mucha parte del año, a expensas de
la caridad de la iglesia y del reparto del pan
ayuntamiento, lo que hizo que no progresaran las buenas medidas
propuestas por la Corona.
Se consideró
útil a hacer concordatos con la Santa Sede, a pesar de que pudieran resolverse
con la autoridad regia sola, concediéndose concesiones e indultos
En la
Instrucción Reservada, se partía de que el clero había sido fiel con la Corona, pero los abades seguían siendo
nombrados por el rey y el clero alcalaíno era, en parte, contrario a las
regalías, pues se manifestaba a favor del nombramiento de personas ligadas con
el clero local y fueron suspendidas las
congregaciones del clero por medio de sus diputados en Cortes. Además, no se convocaron
concilios nacionales, y, en esta misma línea, se encuentra a Alcalá que en este
siglo NO SE CONVOCA NINGÚN SINODO.. Probablemente para impedir el perjuicio de
las regalías, el de los vasallos y mantener la quietud.. El conflicto con la
Capilla Real, se resolvió de esta manera consensuada entre la Corona y el clero con el nombramiento de dos
capellanes pertenecientes al clero local, probablemente propuestos por el abad.
Es el caso del cura Melgar, Caballero,
pero se observa el poder real advirtiendo la cámara Real que no hicieran
propuestas hasta qu4e no se les consultara, así se hizo con Mendoza y Gatica...
3. En cuanto a
la formación del clero, son numerosos los que habían frecuentado las universidades, para conocer los limites de
las potestades eclesiásticas y real Como es lógico, por los libros y las pocas
publicaciones, que se encuentran en la abadía hay un clero conocedor de las
Sagradas Escrituras, de los padres de la Iglesia, de los Concilios y la Sana
Moral. Como dice Anes En la Instrucción reservada que debería observar la Junta
de Estado, la ilustración del clero era muy necesaria.. el clero regular y
secular no debía abstenerse de estudiar y cultivar el derecho público y de
gentes, el político y económico, y las ciencias exactas, las matemáticas, la
astronomía, geometría, física experimental historia natural, botánica y otras
materias análogas. En este tiempo, se mantuvo la Cátedra de Teología Moral
en la iglesia de san Juan, se crearon nuevas escuelas de Gramática y Filosofía
en el Rosario, algo parecido en Consolación en Gramática y Latinidad. Y en las
bibliotecas de muchos conventos y personajes abundan los tratados sobre estas
materias. La preocupación por la instrucción, se amplió al nombramiento de
maestros de gramática al Castillo de Locubín. Y no e nos extraña que fray Pedro
de Salas acuda al cabildo municipal
solicitando la ampliación de nuevas escuelas, pues, en el análisis de los niños
de las primeras letras, hay falta en la instrucción, no saben ortografía ni
otras cosas fundamentales “y cree que
con esta falta de instrucción mal puede ir la sociedad en el futuro inmediato”.
4. La
Instrucción, manifestaba que la conducta de los pueblos dependía de la que tuvieran los clérigos. Por eso no
extraña, que la visita de los misioneros, implantados en este siglo, casi todos
de congregaciones religiosas influyeran en el pueblo en general, como lo hizo
el padre fraile Diego José de Cádiz, acontecimiento muy celebrado en tormo a l
1781. Y, tampoco, no extraña que los conflictos surgiera, como los
representantes de los prelados, a los que la Instrucción invitaba a desterrar
supersticiones y a promover la sólida y verdadera piedad. Cosa que fue un claro
enfrentamiento entre cabildo municipal, las clases medias de los
labradores, y el alto clero, -los gobernadores, vicarios, y
curia abacial-, que recogen las actas municipales de todo el siglo y el libro de la Historia de la abadía,
tratando de regularizar el uso correcto de las rogativas a la Virgen delas
Mercedes, a Jesús Nazarenos, y a Santa
Ana, el reparto de las limosnas, los ceremoniales y protocolos, las antiguas
costumbres de las cofradías, prohibiendo todo aquello que no fuera auténtica
litúrgica como los pasos de semana
Santa, En esta línea coincidía con el articulado que defendía a los obispos velar contra las supersticiones
y contra el abuso de la religión y de la piedad. Por eso, no nos extraña que
las capellanías se regularizaran, y no se crearan nuevas. En esta línea,
destaca que no hay muchos familiares del
Santo Oficio, pues no debía existir un conflicto larvado, ya que debían
contribuir ano sólo a castigar, sino a instruir a los pueblos de la verdad,
para saber distinguir la religión de la superstición. Hasta el abad Trujillo,
imperó un tradicionalismo que rectificó.
5. Se
siguieron sin conflicto claro las medidas de limitar los privilegios al
estamento eclesiástico. No obstante, en el catastro de la Ensenada, no llegó a
realizarse hasta muy entrado el siglo XVIII. En 1769.
6. Dentro del
reformismo moderado religioso, de influencia jansenista, el control de sus
ayudantes se manifiesta a la hora de su nombramiento, en el que comienza a
llevar a cabo una exhortación política y respetuosa ante el cabildo
eclesiástico, capitulares, como Vera y Barnuevo en 27 de mayo de 1750, a la
manera de los corregidores el `principio del mandato
-Clarifican
cuestiones de preeminencias con el estamento civil y nobiliario. Surgen los
conflictos de preeminencias en procesiones, colocación en los sitiales de la
capilla mayor de las iglesias, fiestas del Corpus, hermandades de hidalgo...
Reprimen los abusos de las manifestaciones
públicas, prohibiendo la celebración de
`procesiones en horas nocturnas, surgiendo conflictos con sus organizadores y
el pueblo, en el caso de cofradía de la Soledad. Evitando el uso de vestimentas
y objetos propios de las masacradas y mojigangas como los sayones que iban cubiertos para
evitar los actos deshonestos... en el Corpus. Y explícitamente.
Al ingreso del gobierno expidió varios edictos de
los días festivos que los desposorios se comuniquen con la frecuencia que se
experimentaba y que las velaciones se ejecuten al mismo tiempo que el
matrimonio en las iglesias parroquiales y no en ermitas sin expresa licencia,
con especial encargo a los curas y penas impuestas para su cumplimiento,
mandando leer anualmente los capítulos del sínodo que tratan en razón de uno y otro, y parte que no hagan
velas nocturnas en iglesias ni ermitas, procesiones de noche, prescribiendo la
forma y modo que se deberá observar en
las procesiones de Semana Santa, desterrando el abuso de las caras tapadas y
otras indecencias, como los gastos superfluos que hacían las cofradías y la
prohibición de las procesión de Semana santa
y el carácter austero en la proc3esión del Corpus por el abad Palomino.
Y esto se
constata y se hace realidad en los estatutos de las hermandades del pueblo, que recogen en su articulado
muchas costumbres nuevas, prohíben los refrescos, o los adjudican al padre de ánimas, como en
la del Cristo Crucificado del Señor de la Humildad o en la de la Veracruz,
donde se recogen muchas medidas a lo largo del siglo XVII.
- Ponen orden
en la administración, pues tratan de que los archivos no se dispersaran en
casas de muchos clérigos y
eclesiásticos, y así promulgan censuras
generales para que se devolvieran a la abadía todas las providencias, edictos
r4eales, despachos, autos de buen gobierno y otros procesos. Además, se observa en estos años un a regulación y seriedad en todos los libros de cabildos,
de hospitales, de hermandades, como en el Libro de Cámaras, donde comienzan a
aparecer nuevas ordenes que antes se sobreseían.
-
La crítica velada a todos los aspectos que calificaban
de superstición a la hora del uso abusivo de las rogativas en momentos de
calamidades, sequías o periodos extremos, incluso se negaron a llevarlas a cabo
como Verna y Barnuevo en 1751 con motivo de imprecar para la salud pública,
insinuando falta de emolumentos
-
- Comparten la labor social con el ayuntamiento,
cooperando con sus fondos de trigo, dando limosinas, participando en la distribución,
así en 1750, 1751.
8. Los abades tratan de conjugar las medidas reformistas con otras correctoras
para conseguir el consenso del pueblo, dando lugar a que, ante posturas
intransigentes, como las de las hermandades hidalgas, se llegara a que se
retirasen de su cargo a gobernadores como Verna y Barnuevo y sobreseyeran el
expediente No se prestan totalmente a la rapacidad fiscal de la Corona, y sirven
de intermediarios como el pago de escusados a la manera tradicional y no como
pretendían el nuevo recaudador por parroquias, o la justificación de nuevos
pagos en 1752, como el de ocho por ciento alegando a anteriores conciertos, o
evadiendo la única Contribución por en las costumbres desde 1790 no habían
salido las procesiones tradicionales de Semana Santa, tanto en la Veracruz como
en el Dulce nombre de Jesús, y en 1791, Salen de nuevo dio licencia por el abad para volver a salir procesiones
de Semana Santa como si quisiera y así unos iban tapados y otros descubiertos,
así con túnicas como con rostrillos, y el corregidor mandó lo mismo, pues había
ya muchos años no salían sino sólo los de túnica Y ninguno de soldado,.
Apóstoles ni cosa alguna de los pasos correspondía a tales días. .
9.Las medidas generales, en el
ámbito de la Corona y la Santa Sede, incidieron muy directamente en la abadía, pues en el Concordato de 1754,
se llevó a cabo una valoración de todas las piezas eclesiásticas de la Abadía
hasta capellanías y patronatos. También se aplico, e la nueva normativa para
que las dispensaciones en materias benéficas se solicitaran directamente en el
Real Patronato y no en Roma.
9. Coadyuvaron en el
ornamento de la ciudad con el nuevo
concepto racionalista de la ciudad. Por ello, levantaron nuevos templos en las
partes llanas de Alcalá la Real, como las Angustias, o Consolación,
convirtieron las antiguas ermitas en ayudas de parroquias de santa María y
Santo Domingo, dando un nuevo empuje al
dinamismo de la ciudad, adaptaron los hostiales de beneficencia a un
funcionamiento racional como el del Dulce Nombre de Jesús y Santa Caridad,
embellecieron y dieron ornato a las principales vías con la fachada del Palacio
Abacial Lo mismo que erigen iglesias, suelen destruir cuando las circunstancias
lo impiden y se adatan a los tiempos
nuevos, con propuestas como la erección del cementarlo de san Bartolomé
en 1786.
10. Algunos de ellos fueron
auténticos reformistas como Manuel María
Trujillo, cuya labor destaca en la reforma del Plan de Estudios, aprobado por
el Consejo Supremo, para la reforma de los Estudios útiles, la reforma de las Indias en los puntos de la
literatura y disciplina eclesiástica, el giro de las misiones en su origen y
curso progresivo[17] La misma pluma lleva a cabo una análisis
simple, pero muy escueto en defensa del regalismo, y las atribuciones de la la
abadía frente a cualquier competencia
episcopal por sus derechos, gracias, privilegios etc.,
11. Se muestra una evolución
eclesiástica, de ser un mero beneficio real, administrador por los tenientes de abades, a convertirse en
un obispado, donde se pudieran ejercer todos los oficios sagrados, desde Borja
a Manuel Trujillo, pasando por Palomino. Mueven razones económicas para el
ejercicio de las confirmaciones. Respuesta de Floridablanca..
12. Se acataron normas
desamortizador como las referentes a la abadía en el año 1799 el legado del
abad Moya y de muchas cofradías para la
campaña militar. Se creó la caja de amortización con comisarios de la abadía
en1799 y se libraron 40.0000 reales Se
aplicaron correctamente las medidas a
las obras pías del abad Moya, la conjugación de los bienes de las cofradías a l
Hospital del Dulce Nombre de Jesús, creó la Casa de Misericordia de los Niños
Expósitos., y se unificaron las cofradías, haciéndose desparaecer muchas de
ellas, porque no tenían una dedicación asistencial
FRANCISCO MARTIN ROSALES
[1]Claros ejemplos son las fiestas de Santa Rosa
y san Pedro de Alcántara en 1669 por los dominicos y franciscanos, o la fiesta
de canonización del rey san Fernando.
[2] No sólo fue este el único caso de excomunión
planteado por el abad, sino que el corregidor Fernando de Cea y Angulo también
se vio involucrado en otra condena del mismo tipo por preeminencias con motivo
del patronato de Pedro Fernández de Alcaraz que otorgaban la presidencia al
regidor más antiguo.
[3] AMAR. Acta del cabildo del
uno de octubre de 1690.
[4] AMAR. Acta del cabildo del siete de octubre de 1688.
[5] Posteriormente,
el 25 de marzo de 1706 predicó personalmente el día último del novenario, que se celebró el 25 de marzo de
1706, con motivo de los buenos sucesos de la Monarquía, y el acierto en su
gobierno, por hallarse el rey Felipe V en Barcelona. Un año más tarde, el 29 de agosto de 1707,
ordenó celebrar un Te Deum por el nacimiento de Luis Fernando, hijo de Felipe V
y María Luisa de Saboya con solemnes celebraciones y cultos, repique de
campanas, luminarias, sermón etc. En esta misma línea se celebraron exequias
fúnebres con motivo de la muerte de la reina en 1714, asistiendo el abad.
[6] GARRIDO ESPINOSA DE LOS
MONTEROS, Diego. Historia de la Abadía de Alcalá la Real. Pag.204-215.
Alcalá la Real.1996.
[7] AMAR. Acta del cabildo del 17 de febrero de 1750
[8] MENENDEZ Y PELAYO, Marcelino Historia de
los Hetrodoxos españoles. Tomo 5 pag. 187. Los cardenales Solís y el de la
Cerda, abad de Alcalá, se jactaban ante
haber onseguido del papa Clemente XIV la extinción de los jesuitas en
Roma antes de su nombramiento.
[9] A lo
largo del siglo XVIII, las cifras de censos eclesiásticos en España permanecen
casi inalteradas en los recuentos del 1787 y 1797, así de 148.292 religiosos se pasó en el segundo año a unos 197 más por lo
que se refiere a Alcalá tenemos los siguientes datos. Los habitantes de Alcalá
la Real eran 1.280, en torno a los 170 religiosos, poco
más o menos el 1.5 por ciento. Representaba
un 1.4. por ciento en España y en Alcalá la Real. Sin embargo no estaban bien
atendidas las parroquias que quedaban en manos de los tenientes y capellanes.
Sin embargo, no es el
caso de Alcalá la Real, cuando a lo largo de este siglo se observa.
[10] En muchos corregidores y en los propios comunicados de
los bades se reiten las ideas de Jovellanas, calificando a estas ceremonias
propias de épocas de
superstición y de ignoraccia, estagos del fanatismo.
[11] AMAR. Acta del cabildo
del catorce de septiembre de 1801.
[12] Amar . Actqa del cabildo
deldieciocho del mayo de 1804.
[13] AMAR. Acta del cabildo
del cuatro de junio de 1798.
[14] Hubo varios intentos de
crear una f´ñabrica de telares en el drruido Pósito de la Ciudad.
[15] ANES, Bernardo. En Historia de España. Dirigida por
Miguel Arbola. Tomo IV. Pág. 38.Alianza
Editorial. Madrid.1994. Parte de la cita de Francesco Griselini.
[16] AAVV. SAN JOSÉ DE
CAPUCHINOS. 2000.
[17] ABADÍA DE ALCALA LA REAL(
Su origen, privilegios y erección ) Año 1983
No hay comentarios:
Publicar un comentario