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domingo, 4 de octubre de 2015

en el día de san Francisco

NOTAS DEL CONVENTO DE SAN FRANCISCO (ORDO FRATRUM MINORUM)

I

EL CORREGIDOR FRANCISCO DE CHIRINOS Y EL MONASTERIO DE SAN FRANCISCO


Este corregidor dio un sitio para las casas de San Francisco en 4 de enero de 1548.


II
eL ARRABAL DE SAN FRANCISCO ES UNA REALIDAD
ALCALÁ LA REAL EN TIEMPOS DE FELIPE II

Alcalá la Real  vive las mismas circunstancias sociales, económicas y políticas del reinado de Felipe II. En cuanto a su término municipal era más bien escaso, tal como referían a la Corona continuamente a la hora de peticiones económicas o en el conflicto entre la ganadería y la agricultura:
Vien constava y era notorio que el término de la dicha ciudad era muy corto, que por lo más largo tenía legua y media”([1]).
A comienzos del siglo XVI, sólo estaba cultivado el 12 % de las tierras de Alcalá, en tiempos de Carlos V, se llevó a cabo una  profunda labor roturadora que afectó a diez mil fanegas, pero todavía quedaron por repartir unas 50.000 fanegas, dedicadas a la ganadería  en el monte. De ahí que en la segunda mitad  del siglo XVI, coincidimos con el profesor Rodríguez Molina, cuando afirma:
“Estos espacios dispersos aquí y allá contaban aún con una extensa superficie de aprovechamiento comunal, uno de cuyos trozos arrojaba la medida de una legua”([2] ).
Era un término áspero, de relieve accidentado, que se presentaba poco apto para el cultivo básico del cereal.
En esa segunda mitad del siglo XVI Alcalá la Real era una ciudad en plena expansión, a donde un gran flujo de inmigrantes había acudido a expensas de la buena situación geográfica para adentrarse en otros mercados. En este periodo, gran número los mercaderes portugueses y moriscos, y algunos franceses, controlaban el comercio y frecuentaban la zona en un constante trasiego, en el que los  productos básicos- el trigo, el aceite  y el vino-, las prendas de vestir y otros productos alimenticios pasaban por la ciudad desde la Campiña hasta Granada, desde Málaga al Alto Guadalquivir  y desde Murcia  a las tierras cordobesas, sin olvidar  otros mercados más internos de ferias locales, como la de Guadajoz o la de Noalejo, famosas por aquel tiempo. La agricultura en los tiempos de cosechas y de la vendimia necesitaba de mano de obra ajena de los pueblos comarcanos. No obstante, su hacienda municipal apenas puede mantener los servicios básicos como el  pago de las autoridades y oficiales del cabildo,  algunas obras básicas y caminos, y las fiestas principales. Ante cualquier nueva obra de envergadura, hay que acudir al  endeudamiento  por medio de censos, que se pagan por el sistema de arbitrios roturados. Si a esto añadimos los servicios extraordinarios a la Corona  en forma de proporcionar efectivos o recursos  militares  y otras  formas, como donativos, repartimientos, millones, sisas, alcabalas, la situación se complica en demasía y da lugar a angostar los recursos naturales ganaderos que en palabras de los regidores de su tiempo era la principal granjería ([3]) a favor de la agricultura mediante la roturación de los campos.  Simplemente, de los  servicios militares destaquemos  la cooperación intensa en la guerra de las Alpujarras, el abastecimiento de recursos en la campaña de Portugal,  el envío de las compañías militares  a la  Costa en un periodo que  no dejaba tranquilos a los vecinos, ni siquiera un año, ante cualquier incursión turca o musulmana. En cuanto a lo segundo, el muelle de Málaga por los años ochenta o el puente de Madrid. A pesar de la táctica dilatoria y  exculpatoria del cabildo alcalaíno para evitarlos, al final la ciudad debe afrontar la parte proporcional otorgada.
Alcalá es una ciudad no sólo en expansión económica, sino urbanística, donde  el flujo de habitantes se estaba desplazando desde la fortaleza de la Mota hacia el Llano y los altozanos del cerro del Calvario, en medio de una oposición municipal, que se sentía amenazada por las pérdidas de otros los privilegios, mercedes, franquezas  y toda clase de dádivas concedidos por los reyes antepasados.
Ocupaba su zona urbana la fortaleza de la Mota y otra serie de barrios, tal como se describen en 1569:
-        El de la Mota se expandía desde la Puerta de la Plaza cara arriba con el Bahondillo.
-        Arrabal Viejo, san Bartolomé y Entrepuertas.
-        Cuesta del Cambrón y la Cava, descendiendo por la calle de Marinieves daba a la esquina de las casas de Pedro Martos, descendía por la calle Pozuelo hasta las hazas a  mano derecha
-        Arrabal Nuevo desde la casa de Marinieves abajo hasta salir a la Fuente Nueva de la Veracruz por la mano izquierda y por la acera mano izquierda de calle Real  desde el mesón de Luis Martínez  hasta la casa de Peña Redonda
-        Arrabal de san Sebastián por la acera de la calle Real abajo hasta el Llanillo y hasta las hazas y la vuelta hasta la Peña Horadada y vuelta hasta la casa de Miguel Muñoz herrero.

Los barrios de la Mota ofrecían un aspecto desolador, como manifiestan el  primer libro de capellanías correspondiente a estos años, en los que muchas casas estaban abandonadas en el Bahondillo([4]); por otra parte, en el barrio antiguo de  Santo Domingo se encontraba la misma desolación  con solares y casas vacías, donde vivía la gente pobre([5]) De ahí que, hasta el 1582,  no se llegara  a realizar un padrón fiable de  población,  y los vecinos  se computaran entre los 3.500 vecinos hasta los 1.800, pasando por 3000 o 2.500.  Por otro lado, se sobrevaloraba el recinto fortificado como centro comercial, político, religioso y judicial en detrimento de la nueva ciudad floreciente, dando lugar a un enquistamiento de  su desarrollo, pues impedía que los centros de servicios básicos se trasladaran a nuevos barrios en detrimento  de la economía local y de la estética de la ciudad, aduciendo que estaban formados por gente advenediza que no sabían defender los valores de sus antepasados.. Esto se manifestó claramente con motivo del intento de creación de una nueva parroquia en el año 1586 en el arrabal de la Veracruz. Ni dio tiempo al corregidor a que llevara a cabo una exhaustiva información para  construir una carnicería y un matadero, con el fin de agilizar las compras matutinas y los inconvenientes que suponía el desplazamiento de la población de los barrios bajos ([6]). A pesar de esta tendencia natural, que corresponde a un periodo de  mayor influencia urbana que militar, en el recinto  se restauraron las  murallas del Trabuquete,  de Santiago, del Rastro, y el propio Gabán. Esto, sin olvidar la propia fortaleza o castillo, donde Ginés Martínez de Aranda  llevó a cabo unas trazas que se mantendrán hasta el presente siglo con leves remodelaciones. En su entramado urbano, se remodeló su centro básico con una nueva plaza, más amplia y de mayor  perfección estética,  rodeada de las Casas de Justicia, de nuevos corredores, una gran parte de la nueva Iglesia Mayor y  la demolición de edificios que hicieron perder la simetría de la Plaza Baja. Se corrigieron las calles angostas de la Calancha, la de Góngora, o la del Taller y se ubicaron en su recinto el convento del a Encarnación, la Casa de la Mancebía, las Carnicerías y el Palacio Abacial.  Sin embargo, cuatro años antes de que acabara el  siglo, habían pasado el  barrio de la Mota, con el que  se denominaba n los de Santo Domingo, Bahondillo y Despeñacaballos, de 1600 vecinos a cuatrocientos ([7]). Pero, por otro lado, en este tiempo, los edificios religiosos se extendieron por la nueva ciudad y, frente a la oficialidad del cabildo, el clero secular y regular ofrecía unos servicios cercanos a los vecinos que no podían  ofrecerlos el cabildo abacial. Así, desde 1550, se levantaron las iglesias y ermitas de la Veracruz y de la Magdalena,  los conventos franciscanos de los Mínimos y de la Orden Tercera en los conventos de San Francisco y Consolación, y más tarde el monasterio de los dominicos del Rosario ([8]), en el centro de los nuevos barrios, lo que van a dar nombre a ellos. Esto, sin olvidar, el traslado y nueva obra del hospital del Dulce Nombre de Jesús ([9]) y el de la Veracruz, la apertura de dos nuevas puertas, la de la Tejuela y los Álamos,  y, en un terreno más particular, la  gran cantidad de posadas y mesones que a lo largo del Llanillo  jalonaban el camino de la Corte. Por citar un ejemplo de oficios fuera del recinto, había algún que otro mercero, lencero,   y especiero
Junto a la expansión de la ciudad, hay que relacionar el asentamiento  y dispersión de un gran número de viviendas rurales, referidas a la ganadería y a la agricultura. En su mayor parte de estructura efímera, como chozones, cuevas, o corralones, y, otros, estables como los cortijos de los grandes labradores, que provenían de antiguas alquerías y villas romanas. Incluso, surgieron o se desarrollaron núcleos rurales procedentes de varios cortijos de la zona en terrenos baldíos, a los que se les permitieron edificar ermitas como en Frailes, dedicada a santa Lucía, y en Charilla  a san Miguel en 1590 ([10]).


[1] AMAR. Libro Primero de Ejecutorias y Privilegios . Fols  98-99.
[2] V.V.A.A. Alcalá la Real. Historia de una ciudad fronteriza y abacial. Tomo I.Pág.52. Alcalá la Real. 1999..
[3] AMAR. Acta del cabildo del 23 de marzo de 1593.
[4] APSM. Primer libro de Actas de la Parroquia de Santa María la Mayor. Martín Rosales, Francisco. “ Fuentes económicas de la abadía”. II Congreso de la Abadía de Alcalá la Real. Alcalá la Real. I998.
[5] AMAR. Acta del cabildo del 25 de noviembre de 1586. Declaraciones de los regidores Gamboa, Clavijo y Pineda en esta sesión .
[6] AMAR. Acta del 25 de noviembre de 1586.
[7] AMAR. Acta del cabildo del 2 de agosto de 1595.
[8] AMAR, Acta del cabildo del 29 de noviembre de  1591. Ya estaba fundado el convento en una casa de la calle Rela, su prior era el padre prior Juan de Montoya, famoso por escribir un libro sobre  el Santísimo Sacramento, dedicado a la ciudad de Alcalá la Real.
[9] AMAR. Acta del cabildo uno de febrero de 1597. Se recogen las obras de dicho hospital, que empezaron en 1594,  y la petición de limosna al ayuntamiento porque estaban en obras, tenían muchos gastos de  botica, médicos de entierros, enfermos y transeuntes, el salario de cuarrto hermanos de san Juan de Dios
[10] AMAR,. Acta del cabildo del 21 de agosto de 1590.


III
cON LA FAMILIA DE LOS GAMBOA SE RENUEVA EL MONASTERIO. 



No sólo se repartieron tierras para afrontar gastos de la ciudad, sino que se hicieron  limosnas a las fundaciones y  nuevas obras de los conventos se beneficiaron de la rotura de algunos montes. En 1602, las obras del convento de San Francisco recibieron una ayuda de 4.500 ducados, que provenían de las tierras de la Fuente del Gato y el Navaltrillo. Como la productividad y las técnicas agrarias eran deficientes, dio lugar a que renovaran en otros lugares de Alcalá-Torbiscal, Peña del Yeso, Majalcorón, y Cañadas del Carril, dehesa de la Hondonera, Villar del Juanil y Romeral.
II

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