AMOR LATINO DE HYMENEOS
Siempre los hombres hemos celebrado, en
todas las culturas, los momentos
culminantes de nuestra vida. Lo hacemos cuando nacemos; después, al pasar de la
infancia a la adolescencia. Otros muchos
lo celebran, al ocupar un puesto de
trabajo, ¿Cómo no lo van a hacer a uno de los momentos más trascendentales y
mas esperados, en el momento de dar carta de fe a sus relaciones de amor? El momento que
cantaba sublimemente el
poeta, y que adaptamos:
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
a donde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde todos aparecían.
.¡Oh noche(tarde) que guiaste!
¡Oh noche (tarde) amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!
Es el momento, en
el que los amantes se ciñen sus sienes con el aroma de los mejores perfumes, se ponen los traslucidos velos
de encaje blanco, se ajustan los zapatos
abrillantados y se les reciben entonando himnos nupciales para
solemnizarlo.
Es el momento que los amantes quieren proclamar su
amor lo delante de sus amigos y amigas y de sus nuestros familiares. Por eso,
lo simbolizan con varios actos la
entrega de los anillos, el ósculo sublimado y la fórmula
jurídica del compromiso matrimonial.
Los amantes
esperan este día, como decía el poeta Catulo, cantando la ceremonia
romana de los Himeneos, la de los enlaces matrimoniales
“Y llama la
madre a la casa, apasionada por su nuevo esposo, como la hiedra obstinada se
abraza al árbol por un lado y por otro. Al mismo tiempo, vosotras doncellas,
para quienes llega un día semejante,¡ ea ¡, cantad a coro: ¡Viva el Matrimonio,
Viva el Matrimonio!, para que de buen grado, al oír que se llama a su deber, se
dirija aquí el que guía una Venus buena y ciñe un buen amor”.
Es el momento en el
que, entre los amantes, se
resumen tantos desvelos para alcanzar la meta, tantas horas para forjar un
hogar, tantos mementos de acuerdos
y pactos consensuados, tantas muestras de alabanzas y de
intercambiaros agasajos, y es la hora del olvido de los malos tragos, de los desaires no
intencionados y de los silencios rotos.
Es el momento de la renuncia, y de las futuras entregas. Pues, como cantan los poetas del
amor “una palma de victoria no es fácil,
y no está aguardando. La victoria gusta del esfuerzo. ¿Qué astro más alegre
brilla en el cielo. Vosotros que confirmáis con las palabras las promesas
matrimoniales”. Este momento se
sanciona con la entrega de los
anillos que simbolizan el compartir
futuro. Y lo refrendan con la palabra convertida en fórmula y ritual de ley
natural “Ubi tu Gaius,ego Gaia”.
Los amantes se gustan de dar un paso más y refrendarlo con lo que cantaban nuestros poetas primeros, hacer
una muestra de amor simbolizada en un
ósculo, que canta esta jarcha.
Boquita de collar,
dulce como la
miel,
Ven y bésame.
amiga mía, ven
a mí
aún amándome
Como el otro
día
Son tres gestos, el protocolo de la ley escrita,
la entrega de anillos y el beso
del amor. plasmados con la firma de
documentos que quedarán recogidos en los
archivos del Registro Civil, para convertiros de personas en una nueva cédula social, la de la
familia, con sus derechos y sus deberes y su camino y agenda por rellenar.
Y, finalmente, momento magnífico para se les dedique estos versos, primero a los dos amantes:
Aguarda,
riguroso pensamiento,
no pierdas el
respeto a cuyo eres.
Imagen, sol o
sombra, ¿qué me quieres?
dejaos sosegar
en vuestro aposento.
.
Después el amante a su esposa
Divina amiga
abrasarme siento,
sé blanda como hermosa entre mujeres;
mira que
ausente, como estés, me hieres;
afloja ya las
cuerdas del tormento.
Y se cierra con estos versos de la amante al esposo:
Hablándote a
mis solas me anochece:
Contigo anda
cansada el alma mía,
contigo
razonando me amanece
Tú la noche me
ocupas, y tú el día:
Sin ti, amigo todo me entristece
Y en ti el mismo mal me da alegría.
F .Martín Rosales
No hay comentarios:
Publicar un comentario