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viernes, 7 de febrero de 2014

PITÉ KIMERA, RELATO CONTEMPORÁNEO DE LA EMIGRACIÓN


                  PITÉ

PITÉ KIMERA, FLAMENQUITO DE CAOBA, está en nuestra tierra, duerme en el duro suelo de una entidad bancaria, y, por la mañana, se despierta con los primeros rayos de sol que atraviesan las cristaleras, precisamente  unos momentos antes que abran la puerta del cajero un empleado o  un cliente para sacar dinero. PIté baja a la estación  para sacar de su armario acartonado los enseres básicos y se viste con los pantalones y las botas donadas por Cáritas. Se siente feliz  por el hecho de que,  al menos, ha trabajado algunas semanas del mes de enero, que probablemente se prolongarán los primeros días de febrero si el tiempo no lo impide. Dudó en marcharse, pero no perdió la esperanza y resistió para poder llevar algunos euros a su familia avecindada en tierras castellanas. Probablemente, tenga  algún que otro oficio temporal, más sedentario y más cómodo, pero le apasionaba, en este año, la oportunidad que le daba una gran cosecha de aceitunas. Se arriesgó y bajó hasta las tierras abaciales. No creía que el frío superara, en algunas ocasiones, a las bajas temperaturas de la tierra del Duero. Pero, entre su optimismo vital y e la dureza de ejercicio del trabajo de la aceituna, se mantiene  fuerte y se ha salvado de gripe A, B y cualquiera sabe de tantos miasmas con los que ha convivido muchas noches en su dormitorio de transeúnte.

Cuando va al trabajo, confunde  el tableteo de la vibradora con el juego de las cuerdas de la guitarra y el vareo con el acompasado ritmo de los palmeros, mientras lo alivia con sones de  alcurnia africana  que enlazan con los actuales cantes del flamenco; por eso,  se entona y baila por bulerías, fandangos y, con una voluntaria, lo hace por sevillanas.

Es buena gente como uno cualquiera de nosotros, lo acogió, durante algunos días;  una familia  sencilla como un miembro más de la cuadrilla. Era la alegría de las noches, - y eso que una noche de taconeo había perdido las gafas-aportaba el optimismo y la esperanza en medio de las nieves, el frío y el aire libre de techo.  Es un humanista vital, que cree en la universalidad y la fraternidad  afrontando  los reveses que le causa esta sociedad consumista. Te envío este saludo de amistad, para que entones siempre bellas alegrías de esperanza, como tú sabes. Hasta pronto, y  en la curva de ballesta del Duero....que tengas suerte compartida, como se merece tu congénita alegría.  

Este  es PIté , pero podría llamarse Muza, Mansur, Alí, Muhamad,  o  el ganés Pedro.

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