CAPÍTULO XXIII. GOMEZ MUÑOZ RECUERDA SU PASADO
Pasó la octava
de día de la Adoración de los Reyes Magos, y los fríos habían hecho mella en el
escribano. No salía apenas de su casa, aquejado de unas calenturas que no se le curaban y una
tos que retumbaba hasta la calle de las Cuatro Esquinas. No tenía otra manera
de olvidar lo pasado que desahogarse
que llamar a Antón. Con el jarro y el tarro, parecía que, al
menos, se le hacía más pasajera su vida. Había vivido muy intensamente este periodo invernal entre los fríos y los desosiegos internos. Su vida pendía de un hilo, podía caer en un precipicio mortal o mantenerse en la buena reputación de los
vecinos de la Mota: toda radicaba en que, alguna vez, se le cogiera al descubierto,
o, sin haberlo buscado, se convertiría en
un sambenito de la Inquisición Se sentía
acosado, algo hostigado por las miradas
de su entorno. Leonor Raxis no fue más que la
gota que colmó el vaso. Se lo había pasado regular durante algunos días de la Navidad y,
esperando a su oficial, revivía los momentos
más inoportunos. Pues, estas fechas tenían una connotación especial para un descendiente
de hidalgos como don Gome. Le dejó una huella especial el
recuerdo de sus antepasados junto con los de su esposa en los días
anteriores a la celebración del Nacimiento de Jesucristo. Fue, en concreto, el día 22 de diciembre cuando
se preparó para el ayuno del día anterior de la Navidad, ocurrió en una comida
familiar. Todo radicó en que su mujer, que sospechaba algo, y le increpó como si quisiera ponerse el barro
antes que le picara el tábarro,
-
Gome, ¿Sabes que soy de familia hidalga alcalaína?
-
-Claro que conozco todo sobre tu linaje. Forman parte del reconocimiento de la dote, que te otorgué.
-
Soy alcalaíno de puro cepa, de los conquistadores de
esta tierra, de los Montes de la Isla. Es verdad que son importantes los
Aranda, pero no dejemos atrás a mi familia, y su entronque con los Linares,
Mazuelos y, ahora hasta los Cabrera.
-¿Qué me vas a decir a mí!?No
sabes con quien te estás metiendo, nada menos que los Muñoz, aquellos valientes extremeños que entroncan sus raíces con los famosos guerreros de villa de la
Albuera, lugar en el que fueron derrotados los ejércitos del rey Alfonso
V de Portugal por las tropas de Isabel. Fue e febrero de 1479 cuando el ejército portugués dirigido por el Obispo de
Évora, entró en Extremadura. No tenía
más objetivo que a ocupar y reforzar las
plazas de Mérida y Medellín, controladas por su condesa, partidaria
de Alfonso V. Ya me contaban mis abuelos
la grandeza de sus efectivos, nada menos que
unos 1.000 caballeros (entre ellos se encontraban unos 250 leoneses y
castellanos) y a eso hay que añadir los
peones y 180 caballeros de la Orden de Santiago mandados por su clavero Alfonso
de Monroy, también partidario de Alfonso V. El mismísimo
día 24 de febrero, cerca del
cerro de La Albuera se enfrentaron portugueses y las tropas isabelinas cuyo
jefe era Alonso de Cárdenas…
-Ya, ya, ya , que eran de Isabel de toda la vida-
le respondió su señora mientras se dirigía
a la cocina para prepararle unos caldos calientes en los pucheros de
barro.
Para Gome
tenía un aliciente especial escribir
monografías sobre sus antepasados y la de otros caballeros alcalaínos con el fin
de que sirvieran de testimonio
para reconocimientos de hidalguías en la Chancillería de Granada. En una
carátula de los folios tenía anotados Los Muñoz”. Y, en medio de unos círculos los nombres de sus antepasados con algunas
fechas:
LOS MUÑOZ DE ALBUERA
I JUAN ESTEBAN GOME MUÑOZ
capitán capitán jurado y capitán
Todos en la Conquista de Granada y Alhambra 1470
II Gome Muñoz casado con Lucía Moya Monte, alcaláina y padre de
III. -Juana , Francisca, Ana y María y
IV. Francisco Muñoz jurado casado con María Mazuelo , en Alcalá 1500 tuvo por hijos
VI. Ana y
VII Gómez Muñoz, escribano y jurado y casado con Isabel Ordóñez, tuvo por Hijos Ana, Teresa, María
1)
En un folio aparte, aparecía una breve narración sobre la escaramuza de la
Albuera, la patria chica de sus antepasados.LOS MUÑOZ DE ALBUERA
I JUAN ESTEBAN GOME MUÑOZ
capitán capitán jurado y capitán
Todos en la Conquista de Granada y Alhambra 1470
II Gome Muñoz casado con Lucía Moya Monte, alcaláina y padre de
III. -Juana , Francisca, Ana y María y
IV. Francisco Muñoz jurado casado con María Mazuelo , en Alcalá 1500 tuvo por hijos
VI. Ana y
VII Gómez Muñoz, escribano y jurado y casado con Isabel Ordóñez, tuvo por Hijos Ana, Teresa, María
1)
“El maestre
de Santiago disponía de unos 500 caballeros y 400 caballeros Sevilla),
además de 100 infantes. El combate se mantuvo en tablas durante mucho tiempo,
ya que la infantería de Isabel sufrió un duro revés por parte de la caballería de las tropas de
Alfonso V provocando el pánico y una gran desorganización en las tropas de Isabel.
Pero con la llegada del maestre de
Santiago, os portugueses se retiraron y, según cuentan mis antepasados, loas tropas de Isabel se ocuparon de un gran botín en el mismo campo de
batalla y un número de bajas 85 caballeros muertos, frente a los o 15 de
Isabel.”. También, dicen las crónicas: “. Sin embargo, la victoria isabelina en Albuera
fue solo parcial porque el grueso del ejército portugués pudo refugiarse en
Mérida y de allí continuar su marcha hasta Medellín, que también ocuparon, con
lo cual los lusos alcanzaron los dos principales objetivos de su ofensiva. Los
partidarios del rey Fernando, por su parte, pusieron sitio a ambas ciudades”.
Gome
miraba y remiraba sus papeles, mientras , de nuevo, increpó a su esposa:
- Pero me debo sobre todo a la sangre derramada durante
los años de la conquista de Granada. Los Muñoz fueron compañeros de lucha con el marqués de Cádiz,
con el conde de Cabra, con el conde de Tendilla, con ….
-Con
-Excatamente , comenzaron a llegar en el intento de asalto de Loja. Allá avanzado
1583.
Y
le mostraba un legajo con unos folios que
venían precedidos de un título “La conquista de Alhama”. Siempre que
leía aquellos papeles, se sentía con un ardor guerrero especial, paseaba por la
habitación con su espada y su casco simulando un desfile militar o una
mascarada. Se levantaba y se volvía a sentar para calentar sus pies, se acercaba al
fogón de la chimenea, y vuelta a la lectura. Sabía que no eran de familia aristócrata, pero se sentía muy orgulloso de
los hermanos Muñoz, Juan, Esteban y Gome-
de donde le procedía su nombre, naturales de Albuera y que recibieron la
llamada de la reina Isabel para
emprender la conquista definitiva del reino de Granada. Releía aquel día en que
se enrolaron en los ejércitos de Extremadura y emprendieron la marcha a tierras andaluzas. Aconteció tras
las capitulaciones entre Castilla y Granada de los años setenta, en concreto en
la última tregua de 1478. Y había sido por un hecho casi
insignificante, Pues el motivo de la ruptura de la paz de las fronteras tuvo
lugar tras la toma de Zahara
por los granadinos. No podía aguantarse
aquel desaire por parte castellana. Siempre recordaba este acontecimiento en estas fechas de invierno, porque le contaban que fue por la Navidad del 1481. La reacción
fue inmediata, los reyes previnieron
todos los puntos de la frontera enviando adelantados a Écija y al sur de Jaén.
Y lo que no podía olvidar: las penurias que pasaron los caballeros del marques de Cádiz, del adelantado y Diego de Merlo junto con el conde de
Cabra para tomar Alhama. Se entusiasmaba
con el resumen que había hecho sobre la conquista de la ciudad. Leía y
releía la astucia de los soldados en las
escalas de las murallas, la resistencia
de los moros alhameños, la mataza a
sangre y cuchillo por las calles de Alhama, el incendio de las mezquitas, el
botín repartido entre los soldados, las ánforas de aceites que vaciaban en
tierra como señal de venganza, las joyas entre las manos de los soldados
castellanos, y los vanos intentos y la
reacción del rey granadino para recuperar Alhama. En ese momento se detuvo
recitando un poema que corría de voz en voz:
Paseábase el rey moro
por la ciudad de Granada,
desde la puerta de Elvira
hasta la de Vivarambla
-¡Ay de mi Alhama!
Cartas le fueron venidas
que Alhama era ganada.
Las cartas echó en el fuego,
y al mensajero matara.
-¡Ay de mi Alhama!
Descabalga de una mula
y en un caballo cabalga,
por el Zacatín arriba
subido se había al Alhambra.
...
-Habéis de saber, amigos,
una nueva desdichada:
que cristianos de braveza
ya nos han ganado Alhama.
-¡Ay de mi Alhama!
Allí habló un alfaquí,
de barba crecida y cana:
-Bien se te emplea, buen rey,
buen rey, bien se te empleara
-¡Ay de mi Alhama!
-Mataste los Bencerrajes,
que eran la flor de Granada;
cogiste los tornadizos
de Córdoba la nombrada.
-¡Ay de mi Alhama!
Por eso mereces, rey,
una pena muy doblada:
que te pierdas tú y el reino,
y aquí se pierda Granada.
Pero lo que leía con mucho más interés, y tenía subrayado con una tinta
más negra fue el pasaje aquel que
describía el cronista real sobre los apuros de aquellos soldados de avanzadilla.
Pues, mientras se encontraban cercadas las tropas del marqués y Adelantado en
Alhama, escribieron misivas a las ciudades de Córdoba y Sevilla para que
los socorriese y se lo comunicasen a los reyes. Acudieron el conde de
Cabra y sus tropas. Incluso, el duque de
Medinasidonia que no había acudido en el primer momento, fue a socorrer a los caballeros cercados que habían
conquistado Alhama. No fue necesario un combate, el rey granadino levantó el cerco y volvió a Granada . Pero,
de nuevo volvieron ye incluso entraron
en la fortaleza, que defendía los capitanes Diego de Merlo, Martín de Córdoba
Fernán Carrillo. Fracasaron en su
intento. Pues el rey Fernando acudió a Alhama
con todos los personajes de la Corte dejó bien abastecida la ciudad y
guarnecida con suficiente soldados. Entretanto, Isabel hacía los últimos preparativos para entrar
definitivamente en el reino de Granada. Pero, Alhama era una isla en medio de otras ciudades controladas por los moros.
Por eso, pensaron en atacar a Loja, ciudad cercana y enclave estratégico para
el avance y protección de Alhama.
Todo esto lo tenía recogido muy sucintamente, a
modo de resumen, frases cortas, alguna expresión de entusiasmo bélico. Pero al
hablar de Loja, parecía como si Gome
Muñoz quisiera poner un énfasis especial, recalcar que era un conquistador, un hidalgo
que había conseguido todos los beneficios en este momento crucial. Con letras
mayúsculas resaltaba este pasaje Lo
titulaba “La tala de la vega por el rey
Fernando y las tropas extremeñas acuden a Loja”. . Comenzaba aludiendo al
repartimiento de pan, vino, ganados, sal
y puercos que la reina Isabel había
llevado a cabo entre todas las ciudades de Andalucía y Extremadura y en casi
todas las tierras castellanas y de las Órdenes
Militares en el mes de julio junto a las
inmediaciones de Loja. Y , en letras que sobresalían a las anteriores ocupaban
medio folio aparecía el repartimiento de
los caballeros y peones que le habían pertenecido a Albuera, como a los anteriores pueblos extremeños, castellanos y de los señoríos vasco. Y distinguía a los MUJÑOZ sobresaliendo sus letras en el renglón dentro del listado extremeño. Escuchándose así
mismo, se revolvía en cúmulo de preguntas retóricas y exclamaciones
laudatorias.
-Cuantas fatigas pasaron,
comieron pan cocido en las brasas por falta de hornos ¡ Cuántos intentos
fallidos y fracasos! El peligro se sentía por la posición estratégica que mantenían
los 3.000 soldados que en Loja defendían la fortaleza. En todos los intentos
quedamos derrotados. Tuvimos que desistir.
A partir de este momentos, los Muñoz se
enrolaron en todas las campañas de ayuda a la ciudad de Alhama, siempre que los
necesitó la corona; en las tropas reales
cuando llevaron a cabo talas de los campos y pueblos de la Vega incendiando alquerías
de moros; se convirtieron en capitanes de frontera recibiendo buenos
emolumentos y sueldos, sobre todo, tras la Bula de la Cruzada que el Papa
concedió en 1483. Fueron testigos y, muchas veces, sufrieron en sus propias
carnes encerronas, celadas y hasta
heridas en sus propios cuerpos por la
conquista del reino. Escucharon historias inverosímiles, aventuras sin par y
relatos inauditos de a soldados que compartieron el triunfo final e intervinieron en los momentos de la conquista
de Granada.
-Pasa, pasa páginas-le dijo la
esposa- Pues no fue para tanto, muchas de ellas fueron del conde de Cabra,
conde de Tendilla, el Márquez de Cádiz, don Pedro de Silva, los l Adelantados
Mayores de la frontera, el Señor de Aguilar y de la sangre de muchos soldados
de las ciudades de Écija, Jerez y otras andaluzas,..pasa, pasa folios.
Gome lo tenía todo anotado
como si fuera descendiente de un capitán todoterreno o un cronista de los
mismos reyes. Lo tenía por capítulos que parecían copiados de algún manuscrito
y fue pasando legajo como si se tratara de capítulo tras capítulo
deteniéndose en los que más le llamaban la atención. Lo hizo primero con “Como el Rey pasó real sobre la ciudad de Loja e lo
que allí pasó”. Luego, no le dio
importancia a varios registros referidos
a la tala de la vega de Granada, la caída de Cañete, la previsión de la frontera con nombramiento de
capitanes. Se detuvo algo más en los acontecimientos de 1483: sobre el gobierno
de las hermandades y algunos conflictos
en Galicia por parte de los reyes, la situación en Italia, las ayudas del clero
para la guerra, de los intentos de emparentar
su familia con la reina de Navarra a través del Príncipe Juan, la
conquista de las Canarias, varias talas y apresamiento del rey Boabdil por el
Alcaide de los Donceles y el Conde de Cabra, las ofensivas y contraofensivas en
territorio granadino con la toma de Tajara, Zahara, ye l nombramiento de Conde
de Tendilla como alcaide de Alhama. Los registros de 1484 quedaron reducidos
a la llegada de los reyes a los asuntos
del Rosellón y Cerdeña, el la s cortes
de Tarazona, y se centró en dos asuntos de talas en tierra
de moros y la conquista de Álora y Setenil .
Le cortó su
esposa Isabel y le cantó este bello romance sobre la conquista :
Álora, la bien cercada,
Como si quisiera hacer un ditirambo en forma de égloga pastoril, le respondió advirtiéndole que no se refería a la conquista de Setenil, si no a una escaramuza de un mozo de Cañete que se dio de bruces por su intrepidez.
tú que estás en par del río,
cercóte el Adelantado
una mañana en domingo,
de peones y hombres de armas
el campo bien guarnecido;
con la gran artillería
hecho te habían un portillo.
Viérades moros y moras
todos huir al castillo;
las moras llevaban ropa,
los moros harina y trigo,
y las moras de quince años
llevaban el oro fino,
y los moricos pequeños
llevaban la pasa y el higo.
Por cima de la muralla
su pendón llevan tendido.
Entre almena y almena
quedado se había un morico
con una ballesta armada,
y en ella puesto un cuadrillo.
En altas voces decía,
que la gente había oído:
-¡Tregua, tregua, Adelantado,
por tuyo se da el castillo!-
Alza la visera arriba,
por ver el que tal le dijo;
asestárale a la frente,
salido le ha al colodrillo.
Sacóle Pablo de rienda,
y de mano Jacobillo,
estos dos que había criado
en su casa desde chicos.
Lleváronle a los maestros
por ver si será guarido.
A las primeras palabras
el testamento les dijo.
Como si quisiera hacer un ditirambo en forma de égloga pastoril, le respondió advirtiéndole que no se refería a la conquista de Setenil, si no a una escaramuza de un mozo de Cañete que se dio de bruces por su intrepidez.
—-¡Buen
alcaide de Cañete,
1) Estas ramas de los Muñoz se lo debo a Manuel Hidalgo Pérez, que editará próximamente un artículos sobre varias familias hidalgas alcalaías. Gracias por su gentileza.
mal consejo habéis tomado
en correr a Setenil,
hecho se había voluntario!
¡Harto hace el caballero
que guarda lo encomendado!
Pensaste correr seguro
y celada os han armado.
Hernandarias Sayavedra,
vuestro padre os ha vengado,
ca cuerda correr a Ronda
y a los suyos va hablando:
-El mi hijo Hernandarias
muy mala cuenta me ha dado;
encomendéle a Cañete,
él muerto fuera en el campo.
Nunca quiso mi consejo,
siempre fue mozo liviano,
que por alancear un moro
perdiera cualquier estado.
Siempre esperé su muerte
en verle tan voluntario,
mas hoy los moros de Ronda
conocerán que le amo.
A Gonzalo de Aguilar
en celada le han dejado.
Viniendo a vista de Ronda,
los moros salen al campo.
Hernandarias dio una vuelta
con ardid muy concertado,
y Gonzalo de Aguilar
sale a ellos denodado,
blandeando la su lanza
iba diciendo: -¡Santiago,
a ellos, que no son nada,
hoy venguemos a Fernando!
Murió allí Juan Delgadillo
con hartos buenos cristianos;
mas por las puertas de Ronda
los moros iban entrando,
venticinco traía presos,
trescientos moros mataron,
mas el viejo Hernandarias
no se tuvo por vengado.
Don
Gome las consideraba como cosas normales
que pasaban en la frontera, un vivir
como si fuera un modo de acaparar
riquezas con botines y raptos de ganados y rellenar los registros de
honores. Pero le dijo a su señora:
-Déjame que prosiga hasta la conquista de Granada.
-Pues no te faltan años, deberás bajar a la bodega y en la
alacena a traerte nuevos legajos.
-Por ahora puedo seguir el hilo.
Y
miró la portada del año 1585, Sus
primeros -titulares versaban sobre las revueltas y la división entre los moros
de Granda, en concreto entre Boabdil y su tío. Se detuvo en
la toma de Almería por el hermano del rey y en una tala del Conde de Cabra que pasó por Alcalá la Real, a través de las Ventas
del Carrizal y el Cerro de las Ginetes. No le interesó mucho un apartado sobre
los corregidores que habían llevado a cabo la reina para controlar los desmanes
de los nuevos pobladores de los pueblos.
Pues, había tenido tantos conflictos con la usurpación de tantos reinos
por parte de aquellos descendientes de los conquistadores de la ciudad, se habían
comido la mayor parte de la tierra roturando campos, montes y valles sin
control alguno. Y habían llegado hasta la muerte del corregidor alcalaíno Bartolomé de
Santacruz. No quería saber nada de este tema, pues todavía coleaba el asunto. Su
interés radicaba en darle en cara a su esposa con las conquistas de los reyes
insinuando que ellas, los Muños intervinieron con sus armas y eran más famosos que sus antepasados. Primero se fijó en la preparación que hizo la reina con las
tropas desde la ciudad de Córdoba y
enumeraba todos los grandes capitanes y alzaba la voz cuando
manifestaba el duque de Plasencia o algún
noble de Medellín, ciudades cercanas a Albuera. Citaba una conquista y, al
instante, se intercambiaban versos que
corrían por los rincones de Andalucía. Citó la conquista de Coin, Benamaquez y Cartama. Y le dijo Isabel:
-Ah, la de la Historia de Abindarraez y Jarifa. Te recito:
En Granada fui nacido,
De una mora de valía
Y en Cártama fui criado
Por triste ventura mía.
Tengo dentro de Coín
Las cosas que más quería
Que es mi bien y mi señora
La muy graciosa Jarifa.
-Isabel, nada tiene que ver con la conquista de esta villa, esto es
anterior. No nos enredamos a tiempos de los Zegíres y los Abencerrajes. Déjame,
dejame con mis papeles.
Don Gome siguió repasando registros: la toma de de
Ronda y pueblos de alrededor y la ciudad de Marbella.
Bajó la bodega para recoger
un nuevo paquete de legajos mientras recitaba el romance de amor de
Abindaraez y Jarifa. Hablar del amor lo volvía loco. ,
Gracias a usted por éste magnífico blog lleno de multitud de crónicas, datos y episodios históricos, tan interesantes para los apasionados de nuestra historia local y que, con asiduidad y constancia, mantiene actualizado.
ResponderEliminarUn abrazo.