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jueves, 13 de febrero de 2014

APODOS ALCALAÍNOS. POLLO PERA


 

 

            Al hilo de las fotografía del 1927, topé  con un anuncio muy simpático que costeaba el carpintero Marcial Medina Alcaraz sobre su negocio denominado  LA HIGUERA.  No podía pasarlo de largo por la extensión y por la simpatía con la que quería atraer a los demandantes de sus productos. Aunque parezcan palabras de hoy, las basaba en el dicho “bueno, bonito y barato”, o lo que es lo mismo “calidad  y precios accesible” por eso como  escribía “acreditado por lo reducido de sus precios y solidez en el trabajo. Gusto y elegancia en la confección”. Entre las cosas que ofrecía a sus clientes,- muebles, pianos, narrias y otros objetos de carpintería y ebanistería- destacaba graciosamente “Bastoncitos para los POLLOS PERA”. Y mira por dónde en mi familia este apodo bautizó a un bisabuelo mío que se aperrillaba Manuel Gámez Sáez. Además, recordé las muchas veces que mi medre nos zahirió a mi padre y a mí  con esta frase  tan curiosa “  estás hecho un pollopera” “ pareces un   pollopera”, “  qué a gusto te encuentras, como un pollopera”. Lo que yo interpretaba como “un regalón” , un afortunado que las tenía todas  consigo y le servían los demás las cosas sin dar un palo. Y, también  algo parecido como un relamido, un rey.  También en la comarca, me


 

 




 
He encontrado personas que aluden al pollopera con una persona que es imperturbable, la ataraxia es su divisas “ te portas como un pollopera”. Y otros interpretan  la palabra  con otros valores léxicos   aquí le decimos directamente: GALLO! o GALLA” , "polloperas subvencionados" son muchachos jóvenes, creídos, que no trabajan y son mantenidos por sus padres, algún "pollo" (hombre, chico, chaval) que anda presumiendo por ahí:- Mira, el pollopera ese. ¿Quién se habrá creído que es? “  Tiene una connotación mucho más despectiva que "pollo", para mí es alguien mucho más chulo, casi prepotente. Un pollo pera es un joven guapo, presumido y a la moda”.

1.                                No me extrañaba que la usaran buenos escritores como Manuel Rivas  como lo hace en  su libro Mujer en el baño: “Parece que por allí pululan millonarios con desasosiego existencial, tiburones con angustia fálica y polloperas subvencionados” . Incluso, a partir de las interpretaciones de algunas persona que se quedaban solamente  con su aspecto despectivo, tuve la fortuna de descubrir la génesis de esta palabra: “La primicia de la palabra pollo con el significado de joven superficial se le atribuye al escritor y diplomático Plácido de Jove Hevia, Vizconde de Campo Grande, en su poema satírico “La irrupción de los pollos” leído en 1848 en el Ateneo de Madrid.
Antes se usaban las palabras polla y pollear referidas a las muchachas, sin matiz peyorativo (y que tampoco resultaban malsonantes, porque entonces no estaba extendido el uso de polla con el sentido genital que hoy tiene quizá por influencia extranjera, sino que se preferían otras más castizas como verga… o pijo, de la que diremos algo más).

2.                               
El apelativo pollo dirigido a un joven reprueba entre otras cosas su petulancia, de donde que el Diccionario requiera que sea
«aludido o invocado por persona de mayor edad».
En seguida se usó como superlativo de pollo la aposición “pollo pera”, de origen culinario, pues se aplicaba a un pollo gordo por la forma que tiene en la fuente.
Curiosamente, esta expresión que nace como una censura llega a ser una lisonja a principios del siglo XX, por la frivolidad imperante. El pollo pera es el joven que gusta a las “niñas bien”: guapo y sobre todo a la moda en su forma de vestir, hablar y divertirse.
La vida de la voz pollo con este sentido declina a mediados del XX, cuando ya resulta anticuada, pero curiosamente le sobrevive pera, que fundiéndose con niño bien da lugar a “niño pera”. En el Madrid del Desarrollismo los niños pera dictan las modas desde la calle Serrano. El mote tiene intención ofensiva pero leve, como lo es llamar niño a un hombre.
Yo intuyo que como una paráfrasis de niño pera nace la expresión “niño pijo”. La mención genital manifiesta su intención gravemente injuriosa. Después pijo, con este significado heredado de pollo, se emancipa del niño y hace carrera, de la que se ha tratado en otro
hilo.


Y pera hace también su vida, como un epíteto que se aplica a personas de cualquier edad y sexo, y a cosas, con un matiz casi ponderativo. Se dice de una persona, de su atuendo, y de toda clase de cosas, que son “muy peras”, significando que son de un gusto elegante y caro. Por lo menos, en Madrid y en ciertos ambientes.”

Armando de Miguel en Libertad Digital,  se enredaba con el enfoque etimológico:

“Recomiendo la lectura del reciente libro de Pancracio Celdrán Gomaríz, Hablar bien no cuesta tanto (Madrid, Temas de hoy, 2009). A través de ese texto podemos averiguar, por ejemplo, que la frase "es la pera" (= es el colmo, algo extraordinario) nada tiene que ver con la fruta del peral. La razón es que "se llamó pera antaño a la renta vitalicia, al destino o puesto de trabajo asegurado, a la posición aventajada que permite pasar por digno. Por eso se llamó pollo pera al joven de futuro resuelto". Podemos avanzar un punto más.

En efecto, según el Diccionario de Autoridades de 1937 "pera equivale metafóricamente a caudal o cantidad de dinero". Hoy no se mantiene esa equivalencia, pero subsiste en muchas expresiones y frases hechas, como esa de "pollo pera" que se utiliza poco. De todas formas, el "pollo pera" era más bien el jovencito atildado, un tanto pretencioso y ridículo. Hoy diríamos un "pijo". Esa derivación me hace sospechar que "pera" sea también un ñoñismo para no mencionar otras palabras que empiezan con y que funcionan como tabús por malsonantes: pija, picha, polla, polvo, puta, paja (todas bisílabas). La prueba es que la frase grosera "hacerse una pera" o "tocarse la pera" es lo mismo que masturbarse. O también "tocarse la pera" es tanto como hacer el vago, como se supone que lo hacen los que se masturban con frecuencia. Por otra parte, "ser la pera" (= algo extraordinario, el colmo, el no va más) se puede decir también como "ser la polla" o "ser la puñeta" con el sentido indicado de las voces malsonantes. Lo de "puñeta" alude también a la masturbación.

Hay otras frases hechas en donde se conserva el sentido antes aludido de "pera" (= caudal de dinero). Por ejemplo, "pedir peras al olmo". Aparte de la interpretación literal (el olmo no da frutas), hay un juego de palabras, por cuanto el olmo es un árbol ornamental, que crece espontáneamente en las riberas y que da poca utilidad. Por eso "pedir peras al olmo" es tanto como esperar un rendimiento bajo, en último extremo, pretender lo imposible.

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El sentido que hace equivalente la "pera" con "una renta o destino lucrativo y descansado" (según del Diccionario de Roque Barcia) es porque el peral suele ser un árbol muy productivo. Así, "partir peras" con alguien es llevarse bien, quizá por alusión a lo rentable que resulta compartir el beneficio de los perales.

La voz "pera" procede del latín pira (= las peras) o pyra (= hoguera, llama, fuego). Las dos imágenes se asocian por la forma de llama que toma la pera. En griego pir es tanto el fuego, la llama, como metafóricamente en ardor amoroso. Por ese lado asoma otra vez la alusión sexual de la pera.

Hay muchas variedades de pera. Como el lógico la que más me va a mí es la "pera conferencia".

Algunos lo han enlazado con la palabra “gilipollas” y  fijaros qué curioso origen de esta palabra y su relación con pollopera ” La procedencia de la palabra GILIPOLLAS

-En Madrid, hay una calle llamada de Gil Imón, haciendo de travesaño entre el Paseo Imperial y la Ronda de Segovia, para más señas.

Es una calle dedicada al que fue alcalde de la capital, D. Gil Imón, por los tiempos de doña Mariquita de mi corazón, cuando el Duque de Osuna organizaba sus célebres bailes, a los que acudía la crema social de la capital del reino, para poner en el escaparate familiar a lindas damitas de la buena sociedad, como oferta casadera, las cuales acudían ataviadas con su miriñaque de fino muaré.

A las damitas de entonces se les aplicaba el apelativo de "pollas", que en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) llevan, como sexta acepción, figurada y familiarmente, el significado de "jovencitas", algo que hoy se ignora, por mor del lenguaje, que en la actualidad se ha vuelto recio y tosco... La polla de entonces es la "tía" de ahora, aunque hoy en día las mentes malévolas sustituyen el significado antiguo por otro de morbosas connotaciones.

Pues bien, el tal Don Gil era un personaje de relieve (la prueba está en que tiene dedicada una calle) y su nombre aparecía frecuentemente en los ecos de sociedad de las revistas del corazón de la época, ya que este hombre, después de atender a los acuciantes problemas que su cargo de alcalde comportaba, se sentía obligado a responsabilizarse de sus deberes familiares, como buen padre.

Tenía dos hijas en edad de merecer, feotillas ellas, no muy sobradas de gracejo, y hasta un tantico tontuelas. Y se hacía acompañar por ellas a todos aquellos sitios a los que, invitado como primera autoridad municipal, tenía que acudir.

Él, en su fuero interno, acudía a menudo no como primera autoridad municipal, sino como primera autoridad familiar, puesto que, tras la imponencia de unos bigotes municipales, se ocultaba un corazón de padre deseoso del bien de sus hijas.

¿Ha llegado ya Don Gil?


-Sí, ya ha llegado... y, como siempre, viene acompañado de sus pollas.

Don Gil departía animadamente con los próceres de la actualidad, y, mientras tanto, sus pollitas iban a ocupar algún asiento que descubrieran desocupado, a esperar a que algún pollo (en masculino solía aderezarse con pera: "pollopera") se les acercase. Cosa por lo demás, siempre poco probable. Pocas veces había alguien que les dijera "hazte p'allá", como dicen en Carrizosa. La situación, una y otra vez repetida, dio lugar a la asociación mental de tontuelidad con el hecho de ver en algún sarao a Don Gil y sus pollas.

En aquella época, al tonto a secas podía llamársele: bambarria, menguado, zampatortas, chirrichote, rudo, zamacuco, papanatas, tolondro, ciruelo, zote, mamacallos, mameluco, majadero, zopenco, mastuerzo, borrico, tonto, necio, obtuso, imbécil, mentecato, idiota, torpe, lelo (sinónimos todos del Diccionario Ideológico de Casares)... Pero ¿cómo describir esa circunstancia tan compleja de tontuelidad inconsciente? porque ya decía el padre Ramón que el que es tonto y lo sabe no es tonto del tó.

Así, los imaginativos y bien humorados madrileños lo tuvieron fácil para expresar la idea de tontuelo, tontaina, tontucio, tontuelidad integral e inconsciente (lo de con malicia o sin malicia es otra cuestión; con el tiempo, habrá de todo) ¡Ya está!: gil (D.Gil)-y-pollas (las dos jovencitas hijas suyas) = gilipollas... Y cundió la especie por "el todo Madrid" que compuso esta palabra especial, tan castiza, nacida en la capital y siendo después exportada al resto de España, y ganándose a pulso el derecho de entrar en la Real Academia Española de la Lengua unos cuantos siglos después.


Y hacedme el favor: A partir de ahora no me escribáis gilipollas con j, pardiez... que ya sabéis de donde viene.

 Por eso, el Diccionario de insultos lo incluye con esta definición:

Pollopera.

Niñato, pollo bien. Palabra compuesta; en cuanto a la primera, "pollo", es el mozo de pocos años, bien parecido y formado. Una damisela se expresa así, en cierta obra dramática del siglo XIX, perpleja ante la cantidad de jóvenes bien puestos entre los que escoger:

Cierto es que en este Madrid

hay mil riesgos, mil escollos,

y es muy desigual la lid,

con una legión de pollos. 

Respecto de la segunda parte del vocablo: "pera" es la renta vitalicia, el destino o la posición aventajada y lucrativa que permiten una vida descansada. Un pollo pera es, pues, un joven con el futuro solucionado: una perita en dulce, a decir de nuestras abuelas. Esa seguridad ante el destino que le da al joven tanta confianza en sí mismo, caracteriza al personaje, haciendo del sujeto en cuestión un individuo indolente, que tiende a la vagancia y al dulce ocio, convirtiéndose en un paseante en corte en busca de aventuras. El pollopera con poco talento no tarda en convertirse en niño pitongo, última parada para llegar a la condición de perfecto gilipollas en forma de mozalbete educado y bien vestido. Como en el caso del "pollo bien", un pollopera se siente envidiado, a pesar de que se le dirige el calificativo en son de ofensa. 

.

 

 

No no extrañe que la palabra haya trascendido al francés “pollope”  imposible rien â faire, o al inglés como  pollock  pollack.        

LA PALABRA ENTRÓ A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX en una antinomia con pollo bueno que era el chico adinerado aristócrata que vivía en los casinos, bien vestido  frente al pollopera de vestido y aficionado a la vida americana. Pues una película en 1926 que se llamaba Pollo Pera dirigida por León Artola e interpretada por Isabel Alemany , José María Jimeno y Francisco Martín e , incluso , en la literatura el personaje fue recitado

El otro día un pollo pera

En el sillón se sentó

Le sacaron un bichito

Bailando el Charleston.

El barbero , muy irritado,

Estas palabras decía

“Como salga el bichito

Cierro la peluquería”. 

PARECE MENTIRA, PERO LA PALABRA SE RESISTE A ENTRAR EN LA DRAE. PERO AHÍ ESTÁ EL ANUNCIO COMPLETO 

 

Y  a mi bisabuelo, hombre romero, que fue un buen trabajador , pero tuvo el porte de mocito, dio lugar a  que  le aplicaran a él o a mi tatarabuelo el  apodo de pollopera. Y llevara el bastoncito de Pollopera, algo cursi o irónicamente un bastón de abuelo que compraba en la carpintería de Medina. Es verdad que , en esta fotos, hay muchos erguidos, ( se encuentra Francisco Arenas, amigo de mi tatarabuelo), pero cual es el más  "pollopera"? 
 
 



   

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