LA FIESTA DE SAN BLAS, PATRÓN DE NUESTRA HERMANDAD.
Los que
tuvimos la suerte de redactar los estatutos, en sus primeros artículos
INTRODUJIMOS CON RAZÓN varias devociones- la del Cristo de la Salud, la de san Juan
Bautista, la de la Inmaculada Concepción, y
la de san Blas-, a las que debíamos profesar cierto culto con motivo de
sus fiestas y teniendo en cuenta en la
medida que pudiéramos llevarla a cabo. Dejamos para otros años las de san Juan
Bautista y la Inmaculada, y nos centramos en la revista del presente año en la
de san Blas. Es verdad que en otros números pasados hemos comentado el voto de la ciudad de Alcalá con este sabio obispo, pues se reconoció como patrón a principios del
siglo XVII. No faltan los historiadores que han recogido los momentos trascendentales,
en los que este santo fue declarado
patrón de la ciudad, y las fiestas que
se instituyeron.
Tres
asuntos nos ocupan en este artículo: el mantenimiento del culto de san Blas, la
hagiografía de san Blas y su impacto en la onomástica alcalaína. En cuanto al
primer apartado, hemos tenido la suerte de encontrar en el archivo municipal un
legajo de cuentas, años antes de que desapareciera la fiesta. Curiosamente, en
el 1925, todavía corrían a cargo del ayuntamiento alcalaíno todos sus gastos, importando cincuenta pesetas, con un descuento de
sesenta céntimo, tal como refleja el libramiento firmado por el depositario
interventor Buenaventura Sánchez Cañete, el depositario Pedro Bermúdez, como
receptor, y el alcalde Benavides. Consistía en una función solemne, que
realizaba el cura de la parroquia de santo Domingo de Silos, y cobraba el
colector de misas don Bartolomé Torres, cuya cantidad se elevaba a treinta y dos pesetas. A dicha
función asistía una orquesta, que dirigía el maestro Diego Galdón, que obraba
18 pesetas. Se celebraba a las diez de la mañana y tenía lugar el cuatro de
febrero. Pero quien cobraba y pagaba las cantidades en forma de subvención era
la Cofradía del Santo Cristo de la Salud, con lo que tenemos nuevos datos para
la historia de la hermandad, que mantuvo
la fiesta de san Blas hasta unos años más tarde con la venta de la ermita.
En cuanto a su hagiografía, san Blas nació en Sebaste ( Armenia). Es conocido en todo el
mundo por el don que poseía de hacer milagros. Se dedicó en su juventud a la
filosofía, y , años más tarde, a la medicina, donde contactó con muchas personas a la hora de
aliviarle las enfermedades a la hora de morir. Fue obispo de su ciudad
natal y gozó de gran prestigio por su santidad probada. Se retiró en sus
últimos años a una gruta del monte Argeo para perfeccionarse en su vida
religiosa. Pero ello no evitó que acudieran muchas personas a visitarle y
curarse de sus dolencias, incluso cuentan que las fieras hacían lo mismo y
esperaban mansamente que terminara su oración y, posteriormente los bendijese.
En la persecución del emperador Lucinio del año 315, Agrícola, gobernador d Capadocia y Armenia,
fue condenado a morir ante las fieras no
sin antes mostrar su capacidad de prodigios. Pues los verdugos lo encontraron
rodeado de fieras mientras hacía oración, fue recibido por la gente en loor de santidad conforme
avanzaba al martirio por los caminos armenios
Incluso, a instancia de una madre, realizó un milagro a un niño que tenía una espina en la garganta
y se ahogaba De ahí proviene la
tradición de ser el patrón que cura las enfermedades de la garganta. Tuvo una
gran entereza enfrentándose a la Agrícola cuando se negó a adorar a los dioses
paganos. Estuvo en la cárcel, donde hizo
muchos milagros y sufrió martirios enormes como ser desgarrado en sus carnes.
En el momento de su martirio, atravesó una laguna en donde habían echado su
sangre y las de las mujeres que la recogieron
Pero, vuelto a tierra, fue decapitado por el gobernador el año 316. Su
fama se extendió por muchos lugares como santo protector de las enfermedades de
la garganta, y de los niños y animales. La ciudad dálmata de Ragusa
lo consagró como su patrón. Posteriormente, muchas ciudades levantaron ermitas
en su honor, incluso algunos médicos como el griego Aecio recomendaba la
devoción a san Blas para protegerse del mal de
la gargantilla.
¿Hubo personas que en Alcalá
tomaron el nombre de Blas? Muy pocos. Pues no hubo ningún caballero, lancero ni
escudero del siglo XIV. Dos siglos más tarde, hemos encontrado en verdad pocos
entre los padrones del pueblo. Tan sólo, Blas de Cáceres, escribano de número
de la ciudad, ejerció su oficio en el siglo XVII. Y, hoy día, por la Ribera un
maestro recibe el nombre de Blas. Sin embargo, la importancia de su nombre
radica que su fiesta quedó fijada en la tabla del cabildo como una fiesta
ordinaria desde el año 1600. Sus reliquias estaban en años anteriores en la
iglesia Mayor Abacial. Le dio el nombre a un barrio, que anteriormente se
denominaba de la Cuesta del Cambrón, a la ermita y a la plaza, donde estaban su imagen. Hubo muchas personas que se referían a sus vecinos como la gente de
san Blas. Incluso, perduró la costumbre de las rosquillas de san Blas, como
antídoto de las enfermedades de la garganta.
ahí mismo me crié yo
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