LAS TARASCA
ALCALAÍNA
Me he paseado muchas veces por la calle Utrilla.
Creíamos que se refería a un 
general  del mismo apellido. Pero,
acudiendo a  los libros de actas de
cabildo alcalaíno, pude remontarme mucho más allá del pasado siglo. El primero que vino a
Alcalá fue un tal Miguel de Utrilla, un ganadero que provenía  de tierras granadinas, tras haber hecho
cierta hacienda entre las ciudades de Iznalloz y Guadix; pronto fue elegido
jurado de la ciudad y, en torno a los años setenta del siglo XVI ,  gozaba de un gran prestigio  en  la
ciudad de la Mota. En concreto viene esto a cuento de que, ocupando una
juraduría  de la ciudad de Alcalá la
Real, en 1584, introdujo una novedad en las famosas fiestas del Corpus de
Alcalá la Real. La abadía estaba cansada de que, en los años pasados, las
fiestas  del Santísimo Sacramento y
su  Octava,  siempre ofrecían los mismos actos
protocolarios y  de culto.  Pretendía hacer una innovación.  No podía imponer nuevas normas  a las dos  
solemnes  procesiones, pues se le
echaban encima las cofradías y los cabildos eclesiástico y  civil. Además se alcanzaban una gran
brillantez y  majestuosidad con aquella
mascarada y el desfile de honor  de
oficiales del cabildo,  regidores y
jurados, corregidor, acompañando a la custodia junto con el conjunto de
estandartes y cofradías de la ciudad encabezadas por Nuestra Señora de la
Caridad y de la Antigua. Podía corregir algunos detalles del itinerario: se salía por la puerta principal de la Iglesia Mayor, luego se adentraban por la
Calancha  y bajaban  por las Entrepuertas,
luego, caminaban por la puerta del Arrabal y 
marchaban por el barrio de Santo Domingo y , tras hacer una estación en la
iglesia parroquial, subían de nuevo  calle Postigo arriba hasta entrar en la Plaza. Y este
año, con dificultades, pues hacía varios años que se habían caído la muralla
del Gabán y no ofrecía garantía alguna. Podría aumentar el número de las
chirimías y trompetas, pues habían venido muy buenos hombres en el son de esta
música con las tropas de alojamiento. 
Podría cambiar y engrandecer las recitaciones y representaciones
dramáticas en los escenarios y tablados de la Plaza Alta. Podría cambiar los
autores  de los autos sacramentales y las
ropas de  danzas de los diversos gremios
de la ciudad  por otras danzas que
provinieran de ciudades diferentes a las tradicionales del Corpus anterior de
Granada o Jaén.  
         Pero Miguel de Utrilla no
se lo pensó más, quiso dar una sorpresa a las tradicionales danzas  y 
contrató a Francisco López Navarro, maestro danza por una cantidad de 30
ducados, en los que iban incluidos  los
actos de música con vihuela, panderos y harpa. No se olvidó de los diablillos,
e innovó con la Tarasca. A todo el mundo, salvo a algunos cosarios y
mercaderes, les causó impacto aquella figura. Le preguntaban por doquier a lo
largo de la procesión:
-Para
eso  empleaste el lienzo que habíamos
comprado con motivo de la plaga de la langosta.
-Para
eso, señor alcalde, para emplearlo en este personaje que encanta en Granada.
Que hay que ahorrar. 
-¿Es
originaria la tarasca  de estas tierras?,
le preguntó un capellán con bonete cubriendo su cabeza.
-No,
su origen proviene de  tierras francesas.
Esta popular mujer que monta sobre  este
u dragón alado, dicen que  se está
convirtiendo en uno de los momentos más esperados del año  en muchas ciudades andaluzas.  
-y, ¿ a cuento de qué viene este personaje? Le interrumpió otro capellán?
- Pues, según cuentan loa cronistas de la ciudad granadina, su presencia se remonta desde la propia época de los Reyes Católicos, por cierto ellos fueron los que decretaron que la festividad del Corpus fuera la principal fiesta de Granada y de mayor regocijo.
-y, ¿ a cuento de qué viene este personaje? Le interrumpió otro capellán?
- Pues, según cuentan loa cronistas de la ciudad granadina, su presencia se remonta desde la propia época de los Reyes Católicos, por cierto ellos fueron los que decretaron que la festividad del Corpus fuera la principal fiesta de Granada y de mayor regocijo.
-
Y ¿qué significa  la Tarasca?
-Esta
es una alegoría del triunfo del bien sobre el mal;  su nombre proviene de la región francesa de
Tarascón, donde se dio origen a la fiesta en el siglo XIV. Desde allí la
tradición se extendió por muchas otras ciudades francesas y españolas, sobre
todo en la parte del Mediterráneo. 
-Pero, vaya al meollo del asunto, la historieta, eso que llaman su origen mítico- le espetó el escribano Gómez Muñoz.
-Pero, vaya al meollo del asunto, la historieta, eso que llaman su origen mítico- le espetó el escribano Gómez Muñoz.
-Uno
dicen que la Tarasca proviene de una antigua leyenda de origen céltico.
Pues  “la Tarasca” era un  monstruo, muy fiero, mitad serpiente mitad
mujer, que engañaba a los hombres que cedían a sus encantos devorándolos o
mutilándolos horriblemente.
-Qué
miedo,- exclamó el monaguillo mientras aireaba el incensario.
-Bueno
hay otra leyenda más cercana y fiable. Además cristianizada,  cuya 
protagonista es Santa Marta. 
-¿Será  la Tarasca 
la palabra  francesa  Tarasque, y éste del topónimo de esta  localidad 
provenzana? –le interrumpió el 
calderero francés Juan Serrete que acompañaba el gremio de los herreros.
-Sí,
sí  de la Provenza, Francia, es esta
criatura mitológica que  habitaba  Tarascón y tenía atemorizada a toda la
población,  porque talaba  los campos y atemorizaba a todo bicho viviente.
Era como un dragón con seis cortas patas parecidas a las de un oso, su torso
similar al de un buey  cubierta con  un caparazón de tortuga a su espalda al mismo
tiempo que estaba revestida con  una
escamosa cola que terminaba en el aguijón de un escorpión. 
-¡Que
miedo! Clamaron los monaguillos al unísono,
-Pues,
si os digo que su cabeza era  la de un
león con orejas de caballo y una desagradable expresión. En definitiva, un
monstruo al que todos temían, incluso al propio Rey de Tarascón. Este  hasta había llegado atacar a La Tarasca con
todas sus filas y su arsenal, pero sin éxito. 
-¡Y
no iba a haber alguien que le hiciera frente?
-
Cuentan que apareció Santa Marta, y 
encantó a la bestia con sus plegarias; pues  un día apareció en la ciudad con la bestia
domada y subida sobre ella. A las primeras horas de la noche los tarascones
quedaron  aterrorizados  y atacaron a la criatura con tanto ímpetu que
murió  sin presentar combate. Nada menos
que esta acción le valió a  Santa
Marta  como recurso con el predicó un
sermón a la gente y  convirtió a la  población del lugar al cristianismo.
-Bueno,
entonces, ya sabemos lo del dragón, pero y ¿Santa Marta?
-Pues
os lo comentaré en la Octava. Pues hemos llegado ya a la iglesia y debemos
guardar silencio.
El
día de la Octava, recorría la procesión el claustro de  aquella bonita iglesia gótico mudéjar; se
paró  la Custodia ante el altar levantado
en la capilla del Deán y le dijo su capellán:
-¿Quién
es esa mujer?
-Ah, ya se me había
olvidado,  nada menos que  la  representación
de Santa Marta. Sobre  el monstruo, ya os
lo comenté,  la imagen de la doncella
Virgen  cada año la visten  de manera diferente en las fiestas de
Granada. Y o me la he traído de allí 
divertimento de gremios, vecinos y aldeanos. 
-Vivan los comisarios de
fiestas. Gritaron unos chiquillos en las puertas de la iglesia Mayor y Miguel
de Utrilla sacó unos maravedíes de su bolsillo. 
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