¿Cómo estaban organizadas las tropas republicanas en 1938?
En mayo y junio de 1938 se reorganizó el mando en el sector republicano de Alcalá
En los primeros días de julio de 1938, el frente
republicano se había replegado debido al ataque
y conquista de la Cabeza
del Molino por parte del ejército franquista en la Rivera Baja. Las tropas
republicanas se extendieron hacia el interior, por la aldea de Mures y los
pueblos granadinos del Tozar y Limones. Eran frecuentes los conatos de combate
entre los dos sectores.
¿Hay algún testimonio?
Así nos describe José Ibáñez Sánchez este día en el bando republicano:
¿Hay algún testimonio?
Así nos describe José Ibáñez Sánchez este día en el bando republicano:
“Pasado este
corto espacio de tiempo, se ordenó nuestro traslado a Mures, pequeña y
abandonada aldea por los efectos de la guerra.
Puedo decir que disfrutamos aquí de muy buena paz y tranquilidad, pero
ésta quedó interrumpida el día 8 de julio.
El
sol aún no había salido cuando toda la compañía marcha a la primera línea de
vanguardia para continuar sus trabajos de fortificación (por estas fechas
estaba yo destinado de escribiente, y en esta mañana me preparaba para empezar
la tarea diaria) en la posición conocida por el nombre de Cerro Mulero.
Un bombardeo
de artillería se desarrolló aquella mañana sobre esta posición, que la mayor
parte de las trincheras y nidos de máquinas fueron destruidos quedando ilesos
los soldados que la guarnecían por haberse refugiado en profundos subterráneos
que para estos casos se habían
construido.
Por espacio de
tres horas, duró este continuo y cruzado fuego por todos los costados. Viendo
nuestro capitán que la acción se prolongaba y que toda la compañía se hallaba
en el centro del peligro, creyendo además que pudiera ser una preparación para
después lanzarse al ataque el ejército de enfrente, sin vacilación alguna dijo
dirigiéndose a mí que era el único soldado que le acompañaba:
-Prepárese
como para entregar este parte al teniente que hay en la Compañía.
Yo, olvidando
que se me ordenaba militarmente, y en un caso de guerra semejante, dije al
capitán algo temeroso.
-¿Cree,
acaso, mi capitán, que podré llegar con
vida al sitio que usted me ha mandado? Pues, si lo cree oportuno, voy cuando no
haya peligro.
El jefe
enfurecido me gritó “En el ejército, y más en guerra, se cumplen las órdenes
sin la menor protesta ni señal de disgusto, y, por lo tanto, en este mismo
momento tomará este sobre y, mientras le quede gota de sangre en la más pequeña de las venas, subirá cerro arriba hasta
cumplir el mandato y, si le toca caer muerto o herido, es uno de tantos, con
que obediencia y valor”. Me hice cargo de aquel sobre y saludando a mi superior
emprendo la marcha y en mi apretada mano guardaba la severa y urgente orden.
Junto al río y a unos trescientos metros de la posición me hallaba, una nube de
humo envolvía de proyectiles de todos calibres y de todas direcciones caía
sobre él.
Meditando un
momento estaba y resonó en mi turbada mente aquellas frases de “ en el ejército se cumplen las
órdenes…obediencia y valor”. Y otros más. Guardé en mi pecho el sobre y, sin perder paso,
ascendí a la cima del monte envuelto en miles trozos de metralla que esparcidos
en todas direcciones volaban con chirrido aterrador. Como yo no era conocedor
de la entrada a la posición de varios pasos a uno y otro lado. Pero, al ser
visto por un centinela que permanecía en su puesto, me indicó por donde había
de pasar .Al penetrar en las trincheras vi algunos de mis compañeros que me
acompañaron a presencia del teniente. Al ver a este, le entregué mi cometido
que leyéndolo el y con tono de risa me lo devolvió para que yo
lo leyese también; en su texto decía:
“Tengo el
honor de comunicar a Vd. Que en caso de entablar combate las fuerzas enemigas,
retirará las de su mando por no estar dotadas de armamento para estas casos”,
Después de
leído vuelvo a entregárselo y saludando militarmente regresé por el mismo sitio
y con aumento de peligro a mi destino, siendo felicitado por el capitán al
verme que resulté ileso después de realizar el servicio”.
(DEL LIBRO DE PABLO BATMALA
LALOYA, de Francisco Martín Rosales).
Francisco ¿dónde se podría adquirir tu libro de Pablo Batmala?
ResponderEliminarNo está publicado, está en prensa.
EliminarOk, gracias Francisco, permaneceré al tanto de su publicación; mientras tanto estoy disfrutando con un ejemplar que he podido adquirir de el de Pablo de Rojas, escultor de imaginería... Un saludo
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar