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viernes, 15 de noviembre de 2013

CAPÍTULO XVIII. LOS MONFÍES.


CAPÍTULO XVIII. LOS MONFÍES

 

 

El escribano y el oficial  habían quedado en la casa del primero,  y Antón no llegó a ella, porque le avisó un alguacil que le esperaba en la plaza Baja junto a la botica de Aranda para ir a la  casa de la Justicia, donde el corregidor necesitaba de sus servicios de escribanía. Al entrar, le saludó el señor corregidor:

C-Siéntese, Antón. Debemos escribir un aviso para que lo cumplan los vecinos.

A-Algo urgente, me ha hecho perder la partida de ajedrez con mi señor.

C-Abajo, se encuentra redactando unos informes para el Rey.

 A-Urgente y dañino para la población.

C-De nuevo, han venido los monfíes. Se han presentado en los cortijos de la antigua tierra de nadie. Primero pasaron por las tierras de Gumiel, e hicieron la vega harina en el cortijo de don Pedro, a través del camino de la dehesa  de Mures, llegaron después  al cortijo  de la Mesa. Y como siempre, han robado todos los frutos colgados   en las vigas de las cámaras, han esquilmado las trojes dejándolas vacías de cereales,  y en los saladeros no han dejado ni la sal de los jamones  ni una onza de tocino.- Replicaba el corregidor  cerrando los puños en señal de contención airada.

A-Siempre tienen la misma táctica de los salteadores de caminos, déjese de monfíes ( eso es cosa de  la lengua morisca), puros bandoleros, almogávares, ladrones,-respondía en forma lastimera  y con la voz decaída Antón.   

C-Pare, pare…Y lo malo  es que han crecido y se muestran muy enfurecidos  y encanallados por la derrota  y pérdida de su refugio  en la sierra de la Alpujarra.

 A- Mis fuentes me habían dicho  que  habían  cambiado  mucho las cosas de un tiempo acá en el reino de Granada Ya no se  respetaba la  costumbre antigua y frecuente  en otros lugares   de que “los autores de delitos se salvasen y estuviesen seguros en lugares de señorío”.

C. No hubo más remedio que hacerlo. Pues se consideraba  que daba causa a más delitos, favorecía  a los malhechores, impedía el ejercicio de la justicia, y no amparaba la autoridad a sus ministros y  alguaciles. Con estos  inconvenientes,  imitando a otros reinos, se ordenó que los señores  no acogiesen estos asesinos en sus tierras.

A- Claro, está claro,  pretendían matar dos pájaros de un tiro: ; confiados en  que bastaba sólo el nombre de justicia para castigarlos allá donde quiera que anduviesen. Pero, hasta  que no promulgaron las nuevas ordenanzas, se  hicieron fuertes, porque se mantuvieron  con sus oficios en aquellos lugares, se multiplicaron  y se casaron a porrillo adquirieron pequeños terrenos,  labraron la tierra,  y , en fin se dieron a una vida sosegada.

C-No fueron las cosas tan fáciles, porque le dieron un nuevo apretón de tuerca, Antón. Y ya resurgió el rencor hacia los cristianos.

A- Ah, cuando  les  prohibieron la inmunidad de las iglesias,  dejándolo solo en un plazo de tres días….

C-  Se volvieron muy tensas las relaciones entre moriscos y cristianos. Y, además, una vez que les quitaron los refugios, se quedaron desasistidos de  protección  y perdieron la esperanza de seguridad. Ya no podían aguantar más, se  dieron a vivir por las montañas, alejados a todo lo que huela a humano, y como zorros ocultos  se lanzaron a la primera presa que  les salía al encuentro.

 A. Lo que dijimos, estos son los nietos de estos lodos, de donde vienen estos barros, se dedican a  saltear caminos, robar y matar.

C. Antón, pero yo creo que la gota que  colmó el vaso, fue  la llegada de  las cuadrillas de los alcaldes para reprimirlos.

A. –Algo he oído.

C. Pues fue algo así, Se dudó sobre el  tribunal al que le correspondía  el castigo, si a los señores, si  a la audiencia, a los  eclesiásticos…todo por el embrollo de  jurisdicciones;  correspondía  a los generales a  imponer  estos castigos, como parte del oficio de la guerra; pero, por ser negocio criminal, se puso  en manos de los alcaldes, sin excluir en parte al Capitán General.

A- Y ahora comprendo, Dióseles facultad para tomar a sueldo cierto número de gente repartida  con el  nombre de  cuadrillas,  escasa  para asegurar la autoridad,  y sin fortaleza para resistir a aquellos salteadores.

C.- Y estos son los resultados, Antón,  pues  se unieron  la flaqueza de provisión y  la poca experiencia de los ministros al descuido, la negligencia  y el capricho  en impartir los castigos, y crecieron como  setas en las montañas. Y tan  resistentes que no había fuerza alguna para exterminarlos.

A- Y qué me dice de otros agravios y ofensas a sus leyes, haciendas y costumbres. Además la Inquisición los comenzó a apretar más de lo ordinario. Ya no podían soportar más, porque El Rey les mandó dejar la habla morisca, y con ella el comercio y comunicación entre sí; les quitó el servicio de los esclavos negros, a quienes criaban con esperanzas de hijos, y el hábito morisco, en que tenían empleado gran caudal, obligándolo s a vestir castellano con mucha costa

C.-  Y que las mujeres llevasen los rostros descubiertos y las casas, acostumbradas a estar cerradas, estuviesen abiertas: lo uno y lo otro tan grave de sufrir entre gente celosa. Se cuenta de  que les mandaban tomar los hijos y pasarlos a Castilla,  les vedaron  el uso de los baños, que eran su limpieza y entretenimiento. Y en los primeros  tiempos, les  prohibieron la música, cantares, fiestas, bodas, conforme a sus costumbres, y cualesquier juntas de asueto y ocio

A- Eso, es mi señor. . Y todo, me cuentan que “, sin guardia, ni provisión de gente; sin reforzar presidios viejos o afirmar otros nuevos; y aunque los moriscos estuviesen prevenidos de lo que había de ser; les hizo tanta impresión, que antes pensaron en la venganza que en el remedio”.

 

C-Por eso, le he solicitado a su escribano que  lea las Ordenanzas Reales sobre la Santa Hermandad. Y en ello se encuentra. Pues, mañana mismo,  que hay cabildo ordinario,  a las ocho de la mañana, estamos solicitando una  provisión al Consejo Real para que se dé orden  a esta ciudad  de que tenga alcaldes de la hermandad. Y mientras tanto,  escriba Antón.

A-Lo hago:

-C Como veníamos diciendo, …los monfíes dejaron las tierras del cortijo de Pedro Verdugo, donde no hicieron nada pues sus caseros y zagales tenían una lumbre encendida al estar avisados por un zagal del cortijo de la Mesa ,  y  se dirigieron hacia el  cortijo de propios de la Cabeza del Carnero, y allí, golpearon a los pastores  llevándose unas cien cabras, algunas ovejas, que pastaban por aquellos llanos; a continuación,  se dirigieron al cortijo y maniataron a sus labradores,  uncieron unos bueyes a sus carretas  y se llevaron una piara de cerdos, para sacrificarlos por el camino , y todo lo que pudieron colocar en las carretas quesos,  viandas,  pajarería…Se encontraron varios peregrinos que regresaban de los baños  y les dieron una paliza para que no declararan lo que habían visto; además les desvalijaron la capa de herrezuelo y los pocos maravedíes que ocultaban en sus talegos. Incluso, se enfrentaron a unos cazadores, lanzando algunos tiros de arcabuz  y dándoles a la huida. En un lagar, cercano a la Atalaya,  recogieron varios pellejos de torrontés, y dejaron el baladí y los malos vidueños.-y en voz declamatoria el corregidor dictaba-. Por eso, que los vecinos se cuiden  de dar aviso a las autoridades si vieren movimiento en sus predios, sus heredades o en las zonas de sierras y caminos, ya que la justicia intervendrá de inmediato con los caballeros de la sierra, los alguaciles y la tropa formada por las tropas de caballería de la ciudad, todos bajo mis órdenes, distribuidos en formas de cuadrillas al mando de los regidores comisionados.. 

 A -Ya me lo temía, señor, y sin embargo nos hemos quedado desasistidos para recoger las denuncias, porque,  de pocos años a esta parte, ha habido mucha mudanza de los escribanos  de este ayuntamiento por renuncia que ha hecho de los oficios y otros por haber hecho ausencia  de esta ciudad;  y, asimismo, se han proliferado ahora más causas para hacer que lo que hasta ahora ha habido.

C. Claro, piense que,  por ser  esta ciudad tan frontera de este Reino de Granada,  quedan tanto monfíes e salteadores por las sierras y caminos, así de los enemigos como de otra gente  perdida.

A.- y a esto, hay que añadir a algunos de los mismos pueblos  de la Abadía, que son del malvivir e trato.

C Por eso, Antón,  resultan mucho daño en los viñedos y en las dehesas, con hurtos de ganados, como son en vacas y yeguas e cabras, y lo que es más nefasto las muertes de hombres;  y, es mi obligación conferir y  poner en dicho remedio. Ea, llame a su señor Gome

Antón se acercó  a la tienda de escribanía de Gome, que acababa de realizar un minucioso informe sobre hechos acontecidos en la abadía  por los monfíes a lo largo de la última década detallando asaltos a cortijos, robando en ventas y posadas de los caminos, asesinando a caminantes, raptando a niños y hurtando a mano armada  todo lo que se encontraban. De inmediato,  anduvo varios pasos y se acercó al corregidor.

.Tras llegar Gome a la casa de la Justicia con todos los folios bajo el brazo y  y habiendo  manifestado que ponía a disposición del corregidor todos los informes requeridos para solicitar la provisión l al  Rey, le dijo el corregidor:

-Escribe, Gome,  tras los informes mencionados, propongo el acuerdo a esta ciudad  para el  servicio del Rey Nuestro Señor y en bien de la República,  que haya los  alcaldes de la hermandad para ayudar a la Justicia Ordinaria, y para que tengan limpia su tierra de tanta gente perdida como anda por causa de la guerra, que estos dos años había en este reino, y que los caminos y ventas estén seguros , que las  heredades estén guardadas,  e no con tanto daño  como cada día se hace ”.

 

            -Escrito está.

            -Hasta mañana, a ver si nos podemos librarnos de las continuas amenazas.

           

Se fueron el escribano y el oficial, muy de noche. Y Gome le manifestó a Antón que tenía un gran desasosiego que no podía resolver. Le decía que era sobre la dama que se le cruzaba  en cualquier momento ante su pensamiento. Su oficial le dijo que le concertaría una cita  con La Comadre, para que le hiciera un conjuro en una cueva de los Tajos.

 

 

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