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jueves, 8 de mayo de 2025

ENTRE CRUCES, EN ALCALÁ LA REAL INFORMACIÓN

 ENTRE CRUCES




En el mes de mayo, la fiesta de la Exaltación de la Cruz, se celebra desde tiempo inmemorial ligada a las cofradías de su mismo nombre y a su presencia en los rincones más insospechados de todos los territorios. En las tierras de la antigua abadía eran frecuentes los calvarios o cerros de las cruces y su presencia como testigos de mojones de cabildo y de frontera.  No es difícil conocer la tipología de esta presencia icónica de la cristiandad en una ruta de las cruces y sus leyendas en la ciudad de la Mota. Las hay desde la cruz blanca de referencia necrológica del niño asesinado en 1956 Pedro Pérez Ávila, un crimen que turbó a la ciudad de Alcalá la Real, que acabó con la vida de este alcalaíno a manos de un infanticida hasta las de marcas de miliario o de leyendas como la Cruz del Rayo, que   se levanta junto a una era, restos de una torre o atalaya, y el camino de Frailes y Guadix, sin olvidar la leyenda de la leyenda de recuerdo del pastor herido por el rayo. Sin embargo. por la vereda del borde de los Llanos se llega a la cruz en el parque de la Verónica. Un oratorio que ha sustituido al antiguo lo mismo que se ha renovado su cruz, envuelto en la leyenda de esta mujer. Antes nuestros pies del borde del Tajo, se ubica la cruz de la estación décima de la crucifixión del barrio de las Cruces o Calvario que recuerda la historia de la erección laica de este viacrucis desde 1600, con las reformas del siglo XX hasta el nuevo viacrucis, su destrucción de las cruces en el otoño de 1931 y la nueva reconstrucción que obtuvo el premio de Paisaje urbanístico del Mediterráneo con su mirador de atalaya.

Y bajando desde el borde, donde se ubicaba el molino de viento en el siglo XVIII, se llega a la ermita de Nuestra Señora de Fátima, décimo cuarta estación, ermita de San Judas Tadeo, donde estaba la caja de cristal con el Cristo Yacente, procedente de San Francisco y salía en la noche del Santo Entierro del Viernes Santo.  En el barrio antiguo de las Cruces, se topa con nuevas cruces de las estaciones del Vía Crucis que remodelaron poblacional y urbanísticamente este barrio entre rincones de piedra y cuevas horadadas. Entre la basa de cruz con la leyenda Aqi Caio, nuevas cruces de descendida, leyenda del corregidor don Hilarión y el fantasma de la muerte, las cruces de los moros y de final de la delimitación del casco, se llega a la del oratorio del Ecce Homo, primera estación y falsa leyenda de Mari Rosa, una mujer que solamente era una vecina de la familia de la Rosa, que dio nombre a esta calle.  Abundan para cerrar el círculo estas cruces que cierran la ciudad. Cruz de fin de delimitación de la ciudad, signo de identidad cristiana y de proteger ante los malos espíritus y epidemias, como comenta Caro Baroja en otras ciudades de esta misma tipología: Tórtolas, Tejuela, Ancha, Vicente, Juan Vázquez Mesía, Piedra, San Juan Saliva, Muladares y la de la Concepción con los brazos de hierros. Sin olvidar las cruces de las casas, de los mil Jesús, de las devociones de letanía del Dulce Nombre y familiares, muy alejadas a los actuales rincones que abundan con el simple objetivo que el festivo, donde la cruz se convierte en un canto de cisne de la tradición popular con su aparato ornamental y el triunfo del carpe diem. A nuevos tiempos, nuevas cruces.

 



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