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jueves, 1 de mayo de 2025

CRÓNICA POÉTICA DE LA CONQUISTA CAPUCHINA DE CONTANTINOPLA. DESCUBRIENDO TURQUÍA,

 CRÓNICA POÉTICA

DE LA

 CONQUISTA CAPUCHINA

 DE

 CONTANTINOPLA


                                 Francisco Martín Rosales

           Fotos: Antonio López (El pájaro burlón)

José Antonio Calmaestra


ASOCIACIÓN DE LA HUERTA DE CAPUCHINOS. 22-30 ABRIL 2025








El cautivo y la princesa turca 

a modo de  prólogo

Hace unos años, recogía un  romance entre Belardo y Lucinda en medio de las páginas de unos libros antiguos, un  cordel  de ciegos, que relataba la historia del acautivo español Belardo enamorándose de la hija del sultán Lucinda, su conversión al Cristianismo y su muerte en olor de santidad con su martirio.  El cordel se había editado en la imprenta cordobesa a finales del siglo XVIII y estaba incompleto. Este era su texto 



     Era un poema anónimo sobre Belardo, cautivo en Constantinopla, que se enamoró de la hija del sultán musulmán. Se convirtieron al cristianismo e intentaron llegar a Valencia, pero fueron capturados por los turcos, y en lugar de renunciar a su nueva religión, acogió el martirio y la quema en la hoguera. En la primera página se ilustraba con un grabado en madera de Lucinda y Belardo. 

No creía que iba a vivir  estos versos, como viajero cautivado por la Turquía, crisol de culturas ancestrales y del mundo actual en un paisaje que parece una tierra  madre y engendaradora de la humanidad. Investigando, leí esta versión recogida por Menéndez Pidal:


En la más Constantenopla,    allá en la casa de Meca,

rey de setenta mil reinos,    de mil imperios cabeza,
este tal tiene una hija,    que es del imperio heredera,
tiene Locinda por nombre,    porque luzcan sus bellezas,
tiene la rosa en la cara,    sus ojos son dos aldezas.
Y tenía un jardinero    de la ciudad de Valencia,

que los jardines del rey    los lava, cautiva y riega.
Un día, desque acabó,    se sentó sobre una piedra
y se puso    a tocar la vihuela.
Mi Dios, ¿cómo la tocara,    si le faltaban las cuerdas?
¡Quién tuviese los cabellos    de mi princesa la reina!
Ella, que le estaba oyendo,    
sale de entre los anublados,    dando luz a las tinieblas,
sale de entre los rosales,    quebrando las duras peñas.
Ella se abraza con él,    y él se abrazaba con ella.
Eres niño y no lo entiendes,    no es mucho que no lo entiendas,
el gozar de la ocasión    cuando el amor le desea.
En los brazos de Leonardo    durmió Lucinda la siesta.
Desque la viera dormida,    descurrió de esta manera:
de hacer cristiana a Lucinda,    de hacerla cristiana inmensa.
Le miró en la su hermosura,    le miró en la faltriquera,
le halló una joya de plata    que su Majestad le lleva.
Creo en Dios, creo en su madre,    creo en la fe verdadera,
creo cuanto tiene y cree    nuestra Santa Madre Iglesia;
en el nombre de Dios trino,    te echo el agua en la cabeza,
te pongo Rosa por nombre,    María por más grandeza.
Cuando despierta Lucinda    con una risa serena:
Como sabrás, Leonardo,    que he soñado en esta siesta
que mi alma estaba presa    en una prisión perpetua
y que tu me echabas agua    y que me sacabas de ella.
La Virgen es mi madrina    y el Niño tiende la vela,
prenda de mi corazón,    ¡quién pudiera ir tras ella!
Ya que me hiciste cristiana    vámonos para tu tierra.
Se embarcan n`un barquichuelo    con muchísima riqueza.
Allá en el medio del mar,    Lucinda que pa atrás viera.
Leonardo, semos perdidos,    salen los moros de mi tierra,
nos vienen cortando el agua,    nos cogen la delantera.
Vamos a arrojar al mar    todas estas riquezas,
no las dejemos volver    para aquella enfeliz tierra.
Llegan los moros y dicen    si reniegan de su seta,
y si no, que serían los amos    de todas aquellas riquezas.
Ve y dile, perro, a mi padre,    que reniego de su seta,
que por no ir a Mahoma    me arrojo a la llama eterna.
Vola paloma y palomo    debajo de aquesta leña,
se puso un arco en el cielo    con unas letras sangrientas:
«Subí, mártires, subí    a gozar la gloria eterna».
Se levantó una borrasca    que a todos los moros quema.

Me gustaba más  la introduccción de mi texto 




Y COMIENZA LA CRÓNICA ÉPICA

No creía que el destino capuchino
 
marcara sitios nuevos y  senderos
 cambiando rutas de  montes del Sur ,
por tierras lejanas de Oriente Medio.
Como Belardos en alas de Ícaro,
montados desde  suelo  malagueño, 
pasamos labrerintos de controles, 
recorrimos, tierras, mares y cielos, 
quisimos emular al heroe  Ulises
y forjar aventuras de odiseos. 
Desde el cielo, se pasó la Mota,
 montes segureños y el suelo alicantino, 
el golfo de Valencia, las Baleares,
la isla de los Sardos alcalaínos.
Casi tocamos la bota de Ítalo
tras pasar el  mar Tirreno latino. 
 Sacaron ricas viandas y bebidas 
 de  cocina  y  sabor turquesinos,
quedó atras Meteora y Tesalónica,
el  padre Eego nos lanzó guiños,
hasta llegar sobre el Mármara
a Bizancio, cumpliendo ya el destino.
Pyya, nombre de virtud latina,
fue la mansión turca de nuestra estancia, 
tras el bajar al nuevo laberinto 
y atravesar unas largas distancias
desde la descendida al cobijo,
do saciamos la grata esperanza
con todo  el rebaño ya reunido. 
Galapera nos abría su faz,
y  sobre el crepúsculo marino, 
la Mezquita Azul  reflejaba luces
y con la noche el mar ennegrecido.
Comenzamos  por calles la conquista,
nuestras armas eran nuestros sentidos.
Sin trabuquetes, ni las catapultas,
nuestros ojos, nuestras manos y  oidos,
 para  el embeleso de la vista
 escuchar muacines y tocar tejidos. 
Y no olvidamos el fino olfato
para sublimar los mejunjes preferidos,
ni el gusto de los ricos paladares
de pinchos de pollos, sin cochino.











Dormimos cuales lirones, a las cinco
de madrugada el muacín nos despierta,
para ir a la mezquita y, tras el desayuno,
emprendemos nuestra ruta propuesta.





 

23 abril: Estambul monumental



Con Yuyú de guía amigo, llega

el día esperado, tras un desayuno recio

 hacia el barrio Sultanahmet salimos,

pasamos , entre tranvías y banqueros,

hasta llegar al circo bizantino, 

espacio de gran largura y muy extenso,

donde se encuentran el obelisco egipcio,

baños y recintos palaciegos.

Contangiados por el  sitio hipico, 

aurigas en su  arena  nos hacemos,

y los bandos bizantinos nos dan ovaciones

entre azules y verdes a raudales aplaudiendo.




















El corán se  nos ofrece en el sagrado recinto,

de cúpulas grandiosas,  minaretes espaciados

 mirab y patio de limpiar sentimientos. 





Nos vigilan seis minaretes azules,

y subimos entre recintos palaciegos,

hacia la bella basílica, agora una mezquita,

Agaia Sofia fue  su nombre y su empeño

del emperador Teodosio, segundo ,  

obra de Artemio de Thales e Isidoro de Mileto.

Ansiosos fuimos de ver aquel templo,

por una rampa sin peldaños y con mármol

hasta llegar a los nobles aposentos

cubiertos de cúpulas sobre pechinas,

 borradas sus  pinturas  y paramentos

con  pasajes del Corán y de  Alá,

por ser hoy mezquita, ayer un bello templo.






 

Nos paramos ante los restos de mosaicos

con teselas de oro y de otros tiempos.

Imáginamos entre columnas corintias,

su majestuoso nartex,  el altar macizo y aúreo,

-hoy el mirhab de Mahmet segundo-

su  crucifijo y el iconostasio argentíneo.

Bajamos tras la Mezquita Azul,  

entre hindués y , guiris comemos,

algún que un susto por un tropezon

imprevisto  e inocuo de nuestro galeno.

Recorremos la ribera del Mármara

hasta llegar a una plaza, junto al puerto,

una mezquita y el Bazar egipcio,

mercado de especias repleto. 

Probamos dulces y delicias turcas,

pero salimos  con el bolsillo lleno,

para disfrutar de un martítimo paso.

tras subir en el portátil embarcadero.

Desde la planta bajo cubierta, vemos

las riberas de este diminuto mar,

que va de Bósforo a Dardanelos.

Rodeamos las riberas y un círculo

marca el barco  en su agradable trayecto.


























Se reflejan en las azules aguas 

los palacios del Bósforo, recuerdo

de Io que se libró de  cruel Hera,

por aquel vado de vaca corriendo.

Recorren aquellas negras aguas,

cargueros, navíos y cruceros, 

transportando cereales ucranianos,

 gas, metales, minerales y petróleo.

Desde la orilla, los turcos en sus casas

nos despiden a la flota con sus pañuelos. 

La vista alcanza  hasta los verdes bosques,

los barrios en las laderas, rascacielos

que se mezclan con los yalis de madera.

 


24 abril Estambul

Último día de estancia bizantina
comenzamos en sugerente escenario,
el  grandioso Palacio de Topkapi, 
 residencia de sultanes otomanos, 
donde  cautivó a la bella Belinda,
tras flechazo, el español Belardo.
No podemos mensurarlo, ni del todo
pasearlo, entre miradores y patios, 
pabellones, salones, y mezquita,
biblioteca, pasillos y palacios.
Comenzamos la visita por haren,
tras el sobrio  patio de  jenízaros,
dejando patio de las ceremonias,
 cientos de mujeres imaginamos,
inmersas en mil pasiones y ambiciones
de tener  un sultan otomano. 
Obeliscas por doquier,  kadimas,
y eunucos junto con el sultan caminando
Manda y gobierna la reina madre,
 valide sultan en este universo cerrado.
Si los ojos un momento oscurecieran,
perderían un paraiso encantado.
Baños, fuentes, sillones de damasceno,
grifos de oro, de plata los lampadarios. 
Por todas partes, bellas y ornadas paredes,
cúpulas, celosías y labores de mosaicos,
Al llegar a la sala del sultán, galería
para los músicos de protocolo tocando,
danzas de mujeres turcas, los eunucos
negros adentro, en el exterior blancos, 
cuitas amorosas el sultan forjaba,
 en su jaula de oro el príncipe encerrado.
Por el paso de las cocinas,  platos chinos
a los pollos y corderos esperando.
La Puerta de Felicidad, adentra
a las dependencias del tercer patio, 
do se encuentra el salon de la audiencia,
la biblioteca de Ahmet , de albo marmol,
los antiguos hammmas con muchas prendas, 
 alfombras y   caftanes de brocado.
Al llegar al  rincón del museo, tras la cola,
todo el mundo se queda maravillado:
candelabros de milenarios  brillantes,
la cuchara de kacicki diamantino milagro,
Trono aúreo de Ismail, puñal hancer,
esmeraldas y de san Juan Bautista relicario,
nacar, márfil, sámdalo, joyas, esmaltes,
se incrustan en armas, espadas y cascos.
En el aposento de la Felicidad, 
recinto  de Mahoma sagrado, 
su  capa, su estandarte, su huella,
y sus pelos dentro de un relicario,
Bajando hacia el Jardín de los Tulipanes,
nos encontramos en el cuarto patio, 
mirador del Bósforo y mar Mármara,
pabellon de Bagdad Koski, al lado; 
el baldaquín del sultán, fuentes y estanques,
y destacan  las alfombras de oración en mosaicos, 
Volviendo al  patio primero de entrada, 
una fuente  recuerda los jennizaros. 


.  



 


















 


















    

   

 Tras contemplar  desde autobus,

y pasar el puente, el Instituto Cervantes

nos ofrece su bienvenida y saluda 

para adentrarnos entre estandartes.

Si las banderas turcas abundaban,

se proliferan aún más en estos lugares , 

eran señales de fiesta y emblemas

de pais, on protestas y atabales.

Dejamos atrás, el Cuerno de Oro 

 a la Plaza Taksim, llegamos caminantes, 

posamos ante monumentos bélicos,

Desde el centro de la plaza, sobresale 

 sobre la parte antigua de la ciudad,

 la Mezquita de Süleymaniye, 

obra maestra de la arquitectura otomana

mezquita de Estámbuk más grande

para parangón de la seo cristiana.

 Su belleza y majestuosidad impresionantes.

Buscamos una botica y de paseo

por la avenida de İstiklal vibrante,

corazón moderno de Estambul, 

famoso por sus tiendas y restaurantes. 

Entre embajadas, liceos, y madrazas,

modernistas  e historicista su arte,

lo mismo topamos con un neogótico,

que una carátide y un atlante. 

Nos traslada al lugar perfecto,

de la vida de un siglo antes. 

Seguimos por el Barrio Pera ,

nos sentimos europeos caminantes, 

Y, sin apenas habernos dado cuenta,

y hallado en la botica los calmantes, 

de nuevo volvimos al  barrio turco, 

bajando una calle rampante

que nos dirigió a la Torre

Galata, como si la llamara Cervantes. 

No nos quedan apenas fuerzas

a pesar de esta marcha relajantes, 

almorzamos una sabrosa lubina,

con una salsa y aderezos picantes.

Subimos a la mezquita de Solimán,

el Magnífico , apodo para ensalzarle.

Tras pasar por el acueducto señero

de Valente, entre callejas y placetas,

en  la mezquita de Sinan el arquitecto,

levantada por Solimán Magnífico,

donde posamos el grupo entero, 

con biblioteca,  hannan y  escuela,

 como su fuera un pequeño pueblo.










































En nuestro final bizantino

al Gran Bazar nos acercamos, 

alfombras, especias, joyas,  y telas

en calles, callejuelas y tramos,

ofrecen las miles y millón de tiendas,

en un laberinto turco  domado, 

Nos centramos en la séptima,

te ofrecen dulces y regalos,

por doquier se regatea, 

 te tutean ofertando 

una alfombras de diez mil liras,

que la consigues a un cuarto. 

Hay de todo en tenderetes

no he visto ningún mercado,

donde más se regatee

y te vuelvas pobre y huraño.

Salimos por la calle siete,

en este día ajetreado, 

hemos comprado colonias, 

un pañuelo y hemos dejado,

en la balda de un tendero 

que me llamaba tocayo,

una falda de seda fina,

que han traído de Damasco.



 



,
25 abril Estambul – Capadocia: 

Del aeropuerto Sabina, salimos

destino la Capadocia, exótica tierra,

donde la mezquita  de sello bizantino,

con la tradición cristiana se mezcla, 

fue una  conquista del suelo, 

del Volcán  Erciyes palpable huella, 

valles de formas y fantasmas,

montes de  mantos de arenas,

y cuevas que horadan montañas.

Zona de naturales chimeneas,

camellos, conos, torres y atalayas,

y, entre la agreste naturaleza,

un castillo en la roca se levanta.   

Se presenttó nuestra primera visita ,

bajando a una casa subterránea,

las hay de hasta siete pisos,

 en tres se distribuyen sus estancias,

troglodita,  mistérica, y cristiana,

se remonta a época argárica.

Salvó a los primeros cristianos, 

de las primeras embestidas,

y a los soldados de guerra,

 contienda suicida.

Rondamos  entre Kayseri

-la Cesarea antigua y latina-

Hucsan, Goreme, Avanos y Urgup

-la kurgos,  castillo de villa-

Para casstillo de piedra,

la ciudadela de  Uchisar,

entre más de veinte pisos,

 monasterios, celdas y capillas.

Sus pies de casas helenas, 

soportan esta colmena pulida.

En  este entorno volcánico,

el color cambia de prisa,

del vainilla de mañana, 

fresa   al mediodía,

26 abril Capadocia:

Para contemplar Capadocia

y todas sus maravillas,

los globos son el artilugio

para verlos en perspectiva. 

Vano fue nuestro intento,

lo impidió el mal clima,

y, a la hora de intentarlo,

el agua se nos echó encima.

La niebla nos impidió

por la entrada y la salida, 

El valle de las Palomas,

en medio de la neblina

y el paraje de Goreme,

que lo teníamos a la vista.

Salvaron las horas de lluvia

una curiosa visita 

a una tienda de alfombras,

con su telares y revista

de tejedora de encanto  

entre hilos y cintas.

Ya en Goreme llegamos, 

-Jesús, qué gran maravilla-

Paseamos por senderos,

rocas, puentes y ermitas.

un museo al aire libre,

de la iglesias bizantinas. 

Entre modelos de cruces,

y dimensiones reducida, 

unas escaleras portátiles

nos acercan a nuestra cita:

Kilise de san Basilio,

 de la Manzana exquisita,

Santa Bárbara erosionada,

la Sepiente, otra cita;

tras bodega y refectorio

y una antigua cocina

Kilise de la Sandalia, 

huella de Jesús divina, 

junto a la Iglesia Oscura,

una hermosa  básilica,

talladas en la misma roca,

varias cúpulas y una pechina,

frescos de Jesucristo, 

apóstoles y su familia. 

Pinturas del Pantocrator,

a manera bizantina.

Una celestial iglesia,

entre rocas esculpidas 

para salvar a los cristianos

del ataque selyucida.

Camino de refectorio,

quedaba una visita,

de piedras y diamantes

y de plata pura y fina. 

De regreso al hotel, 

una parada prevista,

a Uchisar troglodita,

entre globos y camellos,

chimeneas y a la vista,

el valle de del Derbent,

con sus formas ficticias.

Lucen piedras preciosas,

anillos y gargantillas,

algunas que han comprado

en la tienda antesdicha.


27 abril Capadocia – Pamukkale

Nos marchamos hacia Anatolia,

 Hierapolis era el destino, 

-Pamukkale en otomano-,

y, en medio del recorrido,

un catavasar nos acoge,

de Sultanhan su dominio,

en la ruta de la seda,

un excelente sitio,

convertido en museo,

de mercaderes y peregrinos.

Tras  la comida a las doce,

 y gran trayecto en el camino,

rondamos una zona lacustre,

entre el azul blanquecino.

Nos anuncia final del día,

Hierapolis, el destino.

Una montaña blancas,

entre un bosque de pinos,

anuncia una ciudad

del mundo grecolatino.

Forma todo aquel espacio,

urbano  hasta bizantinos 

el Castillo de Algodón,

otro romano recinto

con su cardo y su teatro,

y el mausoleo felipino,

apóstol que, junto san Juan,

predicó el cristianismo,

en los primeros tiempos,

de recorrido paulino.

Nos  bañamos nuestros pies

en sus aguas termales,

y en su  hotel disfrutamos

de aquel singular paraje.

 “Castillo de Algodón”,

gloria para Pamukale,

 único eres en el mundo

 con piscinas naturales ,

 cascadas de travertinos,

y calizas de aguas termales.

 





















 

 

28 abril Pamukkale- Efeso- Esmirna:

En una acción sorprendente,

se pudo volar por el cielo,

unos treinta atrevidos

otearon el terreno.

Pronto todos nos unimos,

para salir hacia Éfeso.

Como es normal en ruta,

prepararon algún evento,

a una tienda de pieles,

acudimos al completo.

Hubo desfile de modas,

probaturas hasta el extremo, 

ventas , reventas y renuncias,

y miles de regateos.

Subimos el monte cercano

de la polis del Egeo,

a vistar una santuario, 

de reciente apogeo,

la Casa de la Madre de Dios,

no un grandioso templo,

un oratorio sencillo, 

huella, memoria y recuerdo

de los primeros pasos

de extender el evangelio.

Vino San Juan con María,

san Pablo fue el primero,

en esta ciudad se celebró

el concilio de ëfeso, 

Tras una comida campestre, 

entramos en la urbs de Éfeso, 

comenzamos por via Arcadia

recordando el Aremiseion,

entre el  templo de Adriano,

y el mármol de su pavimento

termas y lupinaria

odeón y priitaneo,

y la maravilla del  mundo, 

la Biblioteca de Celso; 

tras pasar por el ágora,

el Gimnasio e hipogeos, 

en la vía de los curetes, 

fuentes y casas de efesios; 

se asoma el gran teatro,

excelente monumento, 

puerta de Magenesiaç

y un excelente museo. 



 























29. hacia Troya




Dormimos en Kusadasi,

isla de los pájaros llaman, 

no hay un espacio en ella,

sin turistas, es su fama.

Pisamos las aguas egeas,

enfrente las luminarias

nos mandan las islas griegas

mensajes de adivinazas. 

Tras un largo recorrrido

Esmirna es rodeada, 

nos sorprende esta urbe

por sus dimensiones amplias.

Atrás dejamos ciudades

apocalípticas, legendarias,

siete fueron la sede

de las iglesias cristianas.

Y, subimos hacia Troya, 

teniendo ante mirada,

Samos, Quios y Lemnos,

Y Lesbos, la más cercana..

En un fertil terreno,

de tierras mediterraneas, 

El monte Ida es el punto,

que la dirección nos marca,

la antigua Troya o Ilión,

la que cantó la Iliada.

Nos recibe el caballo,

 de madera forjada, 

y parecemos aqueos 

preparando emboscadas. 

Entre la historia y leyenda,

de la mitología pasada,

nos adentramos en Troya,

dilucidando la etapa,

entre la época hitita

o la Ilión romana.

Dardanelos, al fondo,

atrae nuestras miradas,

comntemplando a Laoconte,

junto a la adivina Casandra.

Encerrados entre muros,

fosos y zonas excavadas,

distinguimos el palacio

de Priamo y otras moradas,

hasta un pritaneo romano,

y del tesoro su guarda.

Arma virumque cano Troiae,

recuerdo cada palabra.

Y se me caen de los ojos,

unas pequeñas lágrimas,

recordando mi docencia

de la Eneida y la Iliada.

Tras pasar por Canacale,

yelpuerto de Dardanelos, 

nos adentramos en Europa,

entre el mar y los terrenos,

llenos de fértiles trigos,

y una ciudad en progreso.

El día treinta de vuelta,

otra vez en aeropuerto,

despedimos a Estambul,

 cruzamos el mar Egeo,  

Tesalónica y Brindisi,

Napoles y el Tirreno.

Al llegar a Baleares,

se nos hizo ligeros

desde Alicante a Málaga,

todo el descenso del vuelo. 






















  

 CRÓNICA POÉTICA

DE LA

 CONQUISTA CAPUCHINA

 DE

 CONSTANTINOPLA

(SEGUNDA PARTE)


                                 Francisco Martín Rosales

           Fotos: Antonio López (El pájaro burlón)

José Antonio Calmaestra

AGENCIA EL MUNDO DE LOS VIAJES. ASOCIACIÓN DE LA HUERTA DE CAPUCHINOS. 22-30 abril 2025

 

 

 

25 abril Estambul – Capadocia: 

  

 

,
 CRÓNICA POÉTICA

DE LA

 CONQUISTA CAPUCHINA

 DE

 CONSTANTINOPLA

(SEGUNDA PARTE)



                                 Francisco Martín Rosales

           Fotos: Antonio López (El pájaro burlón)

José Antonio Calmaestra

AGENCIA EL MUNDO DE LOS VIAJES. ASOCIACIÓN DE LA HUERTA DE CAPUCHINOS. 22-30 abril 2025

 

 

 

25 abril Estambul – Capadocia: 

 


 


Del aeropuerto Sabina, salimos,

destino a Capadocia, exótica tierra,

 la mezquita de sello bizantino,

con la tradición cristiana se mezcla. 

Conquista fue del manto de suelo, 

del Volcán  Erciyes palpable huella, 

valles de formas y fantasmas,

montes de  mantos de arenas,

y cuevas que abren montañas.

Zona de naturales chimeneas,

camellos, conos, torres y atalayas,

y, entre la agreste naturaleza,

un castillo en la roca se levanta.   

Se presentó nuestra primera visita,


bajando a una casa subterránea,

las hay de hasta siete pisos,

 en tres se distribuye su estancia,

troglodita, mistérica, y cristiana,

se remonta a época argárica.

Salvó a los primeros cristianos, 

de las primeras embestidas,

y a los soldados de guerra,

en su contienda suicida.

Rondamos entre Kayseri

-la Cesárea antigua y latina-

Hucsan,  Avanos y Urgup

-la kurgos, castillo de villa-

Para castillo de piedra, 

la ciudadela de  Uchisar,

entre más de veinte pisos,

 monasterios, celdas y capillas.

Sus pies de casas helenas, 


Base de rocas heridas.

En este entorno volcánico,

el color cambia de prisa,

de la vainilla de mañana, 

fresa para el mediodía.



26 abril Capadocia:

Para contemplar Capadocia

y todas sus maravillas,

los globos son el artilugio

para verlos en perspectiva. 

Vano fue nuestro intento,

lo impidió el mal clima,

y, a la hora de intentarlo,

el agua se nos echó encima.

La niebla nos impidió

por la entrada y la salida, 

El valle de las Palomas,

en medio de la neblina

y el paraje de Goreme,

que lo teníamos a la vista.

Salvaron las horas de lluvia

una curiosa visita 

a una tienda de alfombras,

con su telares y revista

de tejedora de encanto  

entre hilos y cintas.

Ya en Goreme llegamos, 

-Jesús, qué gran maravilla-

Paseamos por senderos,

rocas, puentes y ermitas.

un museo al aire libre,

de las iglesias bizantinas. 

Entre modelos de cruces,

y dimensiones reducidas, 

unas escaleras portátiles

nos acercan a nuestra cita:

Kilise de san Basilio,

 de la Manzana exquisita,

Santa Bárbara erosionada,

la Serpiente, otra cita;

tras bodega y refectorio

y una antigua cocina

Kilise de la Sandalia, 

huella de Jesús divina, 

junto a la Iglesia Oscura,

una hermosa  basílica,

talladas en la misma roca,

varias cúpulas y una pechina,

frescos de Jesucristo, 

apóstoles y su familia. 

Pinturas del Pantocrátor,

a manera bizantina.

Una celestial iglesia,

entre rocas esculpidas 

para salvar a los cristianos

del ataque selyucida.

Camino de refectorio,

quedaba una visita,

de piedras y diamantes

y de plata pura y fina. 

De regreso al hotel, 

una parada prevista,

a Uchisar troglodita,

entre globos y camellos,

chimeneas y a la vista,

el valle de del Derbent,

con sus formas ficticias.

Lucen piedras preciosas,

anillos y gargantillas,

algunas que han comprado

en la tienda antedicha.

Lo hacen en la fiesta turca,

bailando al son

27 abril Capadocia – Pamukkale

Nos marchamos hacia Anatolia,

 Hierapolis era el destino, 

-Pamukkale en otomano-,

y, en medio del recorrido,

un caravasar nos acoge,

de Sultanhan su dominio,

en la ruta de la seda,

un excelente sitio,

convertido en museo,

de marchantes  en camino.

Tras la comida a las doce, 

 y gran trayecto en el camino,

rondamos una zona lacustre,

entre el azul blanquecino.

Nos anuncia final del día,

Hierapolis, el destino.

Una montaña blanca,

entre un bosque de pinos,

anuncia una ciudad

del mundo grecolatino.

Forma todo aquel espacio,

urbano  y hasta bizantino, 

el Castillo de Algodón,

otro romano recinto

con su cardo y su teatro,

y el mausoleo felipino,

apóstol que, junto san Juan,

predicó el cristianismo,

en los primeros tiempos,

de recorrido paulino.

Nos bañamos nuestros pies

en sus aguas termales,

y en su hotel disfrutamos

de aquel singular paraje.

 “Castillo de Algodón”,

gloria para Pamukale,

 único eres en el mundo

 con piscinas naturales,

 cascadas de travertinos,

y calizas de aguas termales.

 

 

 

 


 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

28 abril Pamukkale- Efeso- Esmirna:

En una acción sorprendente,

se pudo volar por el cielo,

unos treinta atrevidos

otearon el terreno.

Pronto todos nos unimos,

para salir hacia Éfeso.

Como es normal en ruta,

prepararon algún evento,

a una tienda de pieles,

acudimos al completo.

Hubo desfile de modas,

probaturas hasta el extremo, 

ventas , reventas y renuncias,

y miles de regateos.

Subimos el monte cercano

de la polis del Egeo,

a vistar una santuario, 

de reciente apogeo,

la Casa de la Madre de Dios,

no un grandioso templo,

un oratorio sencillo, 

huella, memoria y recuerdo

de los primeros pasos

de extender el evangelio.

Vino San Juan con María,

san Pablo fue el primero,

en esta ciudad se celebró

el concilio de Éfeso. 

Tras una comida campestre, 

entramos en la urbs de Éfeso, 

comenzamos por via Arcadia

recordando el Artemiseion,

entre el  templo de Adriano,

y el mármol de su pavimento

termas y lupinaria

odeón y pritaneo,

y la maravilla del mundo, 

la Biblioteca de Celso; 

tras pasar por el ágora,

el Gimnasio e hipogeos, 

en la vía de los curetes, 

fuentes y casas de efesios; 

se asoma el gran teatro,

excelente monumento, 

puerta de Magnesia

y un excelente museo. 


 


 

 

 

29. hacia Troya

Dormimos en Kusadasi,

Isla de los pájaros llaman, 

no hay un espacio en ella,

sin turistas, es su fama.

Pisamos las aguas egeas,

enfrente las luminarias

nos mandan las islas griegas

mensajes de adivinanzas. 

Tras un largo recorrido

Esmirna es rodeada, 

nos sorprende esta urbe

por sus dimensiones amplias.

Atrás dejamos ciudades

apocalípticas, legendarias,

siete fueron la sede

de las iglesias cristianas.

Y, subimos hacia Troya, 

teniendo ante mirada,

Samos, Quios y Lemnos,

Y Lesbos, la más cercana..

En un fértil terreno,

de tierras mediterráneas, 

El monte Ida es el punto,

que la dirección nos marca,

la antigua Troya o Ilión,

la que cantó la Iliada.

Nos recibe el caballo,

 de madera forjada, 

y parecemos aqueos 

preparando emboscadas. 

Entre la historia y leyenda,

de la mitología pasada,

nos adentramos en Troya,

dilucidando la etapa,

entre la época hitita

o la Ilión romana.

Dardanelos, al fondo,

atrae nuestras miradas,

contemplando a Laoconte,

junto a la adivina Casandra.

 

Encerrados entre muros,

fosos y zonas excavadas,

distinguimos el palacio

de Príamo y otras moradas,

hasta un pritaneo romano,

y del tesoro su guarda.

Arma virumque cano Troiae,

recuerdo cada palabra.


Y se me caen de los ojos,

unas pequeñas lágrimas,

recordando mi docencia

de la Eneida y la Ilíada.

Tras pasar por Canacale,

Y el puente de Dardanelos, 

nos adentramos en Europa,

entre el mar y los terrenos,

llenos de fértiles trigos,

y una ciudad en progreso.

El día treinta de vuelta,

otra vez en aeropuerto,

despedimos a Estambul,

 cruzamos el mar Egeo,  

Tesalónica y Brindisi,

Nápoles y el Tirreno.

Al llegar a Baleares,

se nos hizo ligeros

desde Alicante a Málaga,

todo el descenso del vuelo. 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 


 

 



































 

Del aeropuerto Sabina, salimos,

destino a Capadocia, exótica tierra,

 la mezquita de sello bizantino,

con la tradición cristiana se mezcla. 

Conquista fue del manto de suelo, 

del Volcán  Erciyes palpable huella, 

valles de formas y fantasmas,

montes de  mantos de arenas,

y cuevas que abren montañas.

Zona de naturales chimeneas,

camellos, conos, torres y atalayas,

y, entre la agreste naturaleza,

un castillo en la roca se levanta.   

Se presentó nuestra primera visita,


bajando a una casa subterránea,

las hay de hasta siete pisos,

 en tres se distribuye su estancia,

troglodita, mistérica, y cristiana,

se remonta a época argárica.

Salvó a los primeros cristianos, 

de las primeras embestidas,

y a los soldados de guerra,

en su contienda suicida.

Rondamos entre Kayseri

-la Cesárea antigua y latina-

Hucsan,  Avanos y Urgup

-la kurgos, castillo de villa-

Para castillo de piedra,

la ciudadela de  Uchisar,

entre más de veinte pisos,

 monasterios, celdas y capillas.

Sus pies de casas helenas, 


Base de rocas heridas.

En este entorno volcánico,

el color cambia de prisa,

de la vainilla de mañana, 

fresa para el mediodía.


26 abril Capadocia:

Para contemplar Capadocia

y todas sus maravillas,

los globos son el artilugio

para verlos en perspectiva. 

Vano fue nuestro intento,

lo impidió el mal clima,

y, a la hora de intentarlo,

el agua se nos echó encima.

La niebla nos impidió

por la entrada y la salida, 

El valle de las Palomas,

en medio de la neblina

y el paraje de Goreme,

que lo teníamos a la vista.

Salvaron las horas de lluvia

una curiosa visita 

a una tienda de alfombras,

con su telares y revista

de tejedora de encanto  

entre hilos y cintas.

Ya en Goreme llegamos, 

-Jesús, qué gran maravilla-

Paseamos por senderos,

rocas, puentes y ermitas.

un museo al aire libre,

de las iglesias bizantinas. 

Entre modelos de cruces,

y dimensiones reducidas, 

unas escaleras portátiles

nos acercan a nuestra cita:

Kilise de san Basilio,

 de la Manzana exquisita,

Santa Bárbara erosionada,

la Serpiente, otra cita;

tras bodega y refectorio

y una antigua cocina

Kilise de la Sandalia, 

huella de Jesús divina, 

junto a la Iglesia Oscura,

una hermosa  basílica,

talladas en la misma roca,

varias cúpulas y una pechina,

frescos de Jesucristo, 

apóstoles y su familia. 

Pinturas del Pantocrátor,

a manera bizantina.

Una celestial iglesia,

entre rocas esculpidas 

para salvar a los cristianos

del ataque selyucida.

Camino de refectorio,

quedaba una visita,

de piedras y diamantes

y de plata pura y fina. 

De regreso al hotel, 

una parada prevista,

a Uchisar troglodita,

entre globos y camellos,

chimeneas y a la vista,

el valle de del Derbent,

con sus formas ficticias.

Lucen piedras preciosas,

anillos y gargantillas,

algunas que han comprado

en la tienda antedicha.

Lo hacen en la fiesta turca,

bailando al son

27 abril Capadocia – Pamukkale

Nos marchamos hacia Anatolia,

 Hierapolis era el destino, 

-Pamukkale en otomano-,

y, en medio del recorrido,

un caravasar nos acoge,

de Sultanhan su dominio,

en la ruta de la seda,

un excelente sitio,

convertido en museo,

de marchantes  en camino.

Tras la comida a las doce,

 y gran trayecto en el camino,

rondamos una zona lacustre,

entre el azul blanquecino.

Nos anuncia final del día,

Hierapolis, el destino.

Una montaña blanca,

entre un bosque de pinos,

anuncia una ciudad

del mundo grecolatino.

Forma todo aquel espacio,

urbano  y hasta bizantino, 

el Castillo de Algodón,

otro romano recinto

con su cardo y su teatro,

y el mausoleo felipino,

apóstol que, junto san Juan,

predicó el cristianismo,

en los primeros tiempos,

de recorrido paulino.

Nos bañamos nuestros pies

en sus aguas termales,

y en su hotel disfrutamos

de aquel singular paraje.

 “Castillo de Algodón”,

gloria para Pamukale,

 único eres en el mundo

 con piscinas naturales,

 cascadas de travertinos,

y calizas de aguas termales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

28 abril Pamukkale- Efeso- Esmirna:

En una acción sorprendente,

se pudo volar por el cielo,

unos treinta atrevidos

otearon el terreno.

Pronto todos nos unimos,

para salir hacia Éfeso.

Como es normal en ruta,

prepararon algún evento,

a una tienda de pieles,

acudimos al completo.

Hubo desfile de modas,

probaturas hasta el extremo, 

ventas , reventas y renuncias,

y miles de regateos.

Subimos el monte cercano

de la polis del Egeo,

a vistar una santuario, 

de reciente apogeo,

la Casa de la Madre de Dios,

no un grandioso templo,

un oratorio sencillo, 

huella, memoria y recuerdo

de los primeros pasos

de extender el evangelio.

Vino San Juan con María,

san Pablo fue el primero,

en esta ciudad se celebró

el concilio de Éfeso. 

Tras una comida campestre, 

entramos en la urbs de Éfeso, 

comenzamos por via Arcadia

recordando el Artemiseion,

entre el  templo de Adriano,

y el mármol de su pavimento

termas y lupinaria

odeón y pritaneo,

y la maravilla del mundo, 

la Biblioteca de Celso; 

tras pasar por el ágora,

el Gimnasio e hipogeos, 

en la vía de los curetes, 

fuentes y casas de efesios; 

se asoma el gran teatro,

excelente monumento, 

puerta de Magnesia

y un excelente museo. 

 

 

 

 

29. hacia Troya

Dormimos en Kusadasi,

Isla de los pájaros llaman, 

no hay un espacio en ella,

sin turistas, es su fama.

Pisamos las aguas egeas,

enfrente las luminarias

nos mandan las islas griegas

mensajes de adivinanzas. 

Tras un largo recorrido

Esmirna es rodeada, 

nos sorprende esta urbe

por sus dimensiones amplias.

Atrás dejamos ciudades

apocalípticas, legendarias,

siete fueron la sede

de las iglesias cristianas.

Y, subimos hacia Troya, 

teniendo ante mirada,

Samos, Quios y Lemnos,

Y Lesbos, la más cercana..

En un fértil terreno,

de tierras mediterráneas, 

El monte Ida es el punto,

que la dirección nos marca,

la antigua Troya o Ilión,

la que cantó la Iliada.

Nos recibe el caballo,

 de madera forjada, 

y parecemos aqueos 

preparando emboscadas. 

Entre la historia y leyenda,

de la mitología pasada,

nos adentramos en Troya,

dilucidando la etapa,

entre la época hitita

o la Ilión romana.

Dardanelos, al fondo,

atrae nuestras miradas,

contemplando a Laoconte,

junto a la adivina Casandra.

 

Encerrados entre muros,

fosos y zonas excavadas,

distinguimos el palacio

de Príamo y otras moradas,

hasta un pritaneo romano,

y del tesoro su guarda.

Arma virumque cano Troiae,

recuerdo cada palabra.

Y se me caen de los ojos,

unas pequeñas lágrimas,

recordando mi docencia

de la Eneida y la Ilíada.

Tras pasar por Canacale,

Y el puente de Dardanelos, 

nos adentramos en Europa,

entre el mar y los terrenos,

llenos de fértiles trigos,

y una ciudad en progreso.

El día treinta de vuelta,

otra vez en aeropuerto,

despedimos a Estambul,

 cruzamos el mar Egeo,  

Tesalónica y Brindisi,

Nápoles y el Tirreno.

Al llegar a Baleares,

se nos hizo ligeros

desde Alicante a Málaga,

todo el descenso del vuelo. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




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