CRÓNICA POÉTICA
DE LA
CONQUISTA CAPUCHINA
DE
CONTANTINOPLA
Francisco Martín Rosales
Fotos: Antonio López (El pájaro burlón)
José Antonio Calmaestra
ASOCIACIÓN DE LA HUERTA DE CAPUCHINOS. 22-30 ABRIL 2025
El cautivo y la princesa turca
a modo de prólogo
Hace unos años, recogía un romance entre Belardo y Lucinda en medio de las páginas de unos libros antiguos, un cordel de ciegos, que relataba la historia del acautivo español Belardo enamorándose de la hija del sultán Lucinda, su conversión al Cristianismo y su muerte en olor de santidad con su martirio. El cordel se había editado en la imprenta cordobesa a finales del siglo XVIII y estaba incompleto. Este era su texto
Era un poema
anónimo sobre Belardo, cautivo en Constantinopla, que se enamoró de la hija del sultán musulmán. Se convirtieron al cristianismo e intentaron llegar a Valencia,
pero fueron capturados por los turcos, y en lugar de renunciar a su nueva
religión, acogió el martirio y la quema en la hoguera. En la primera página se ilustraba con un grabado en madera de Lucinda y Belardo.
No creía que iba a vivir estos versos, como viajero cautivado por la Turquía, crisol de culturas ancestrales y del mundo actual en un paisaje que parece una tierra madre y engendaradora de la humanidad. Investigando, leí esta versión recogida por Menéndez Pidal:
En la más Constantenopla, allá en la casa de Meca,
rey de setenta mil reinos, de mil imperios cabeza,
este tal tiene una hija, que es del imperio heredera,
tiene Locinda por nombre, porque luzcan sus bellezas,
tiene la rosa en la cara, sus ojos son dos aldezas.
Y tenía un jardinero de la ciudad de Valencia,
que los jardines del rey los lava, cautiva y riega.
Un día, desque acabó, se sentó sobre una piedra
y se puso a tocar la vihuela.
Mi Dios, ¿cómo la tocara, si le faltaban las cuerdas?
¡Quién tuviese los cabellos de mi princesa la reina!
Ella, que le estaba oyendo,
sale de entre los anublados, dando luz a las tinieblas,
sale de entre los rosales, quebrando las duras peñas.
Ella se abraza con él, y él se abrazaba con ella.
Eres niño y no lo entiendes, no es mucho que no lo
entiendas,
el gozar de la ocasión cuando el amor le desea.
En los brazos de Leonardo durmió Lucinda la siesta.
Desque la viera dormida, descurrió de esta manera:
de hacer cristiana a Lucinda, de hacerla cristiana
inmensa.
Le miró en la su hermosura, le miró en la faltriquera,
le halló una joya de plata que su Majestad le lleva.
Creo en Dios, creo en su madre, creo en la fe verdadera,
creo cuanto tiene y cree nuestra Santa Madre Iglesia;
en el nombre de Dios trino, te echo el agua en la
cabeza,
te pongo Rosa por nombre, María por más grandeza.
Cuando despierta Lucinda con una risa serena:
Como sabrás, Leonardo, que he soñado en esta siesta
que mi alma estaba presa en una prisión perpetua
y que tu me echabas agua y que me sacabas de ella.
La Virgen es mi madrina y el Niño tiende la vela,
prenda de mi corazón, ¡quién pudiera ir tras ella!
Ya que me hiciste cristiana vámonos para tu tierra.
Se embarcan n`un barquichuelo con muchísima riqueza.
Allá en el medio del mar, Lucinda que pa atrás viera.
Leonardo, semos perdidos, salen los moros de mi tierra,
nos vienen cortando el agua, nos cogen la delantera.
Vamos a arrojar al mar todas estas riquezas,
no las dejemos volver para aquella enfeliz tierra.
Llegan los moros y dicen si reniegan de su seta,
y si no, que serían los amos de todas aquellas riquezas.
Ve y dile, perro, a mi padre, que reniego de su seta,
que por no ir a Mahoma me arrojo a la llama eterna.
Vola paloma y palomo debajo de aquesta leña,
se puso un arco en el cielo con unas letras sangrientas:
«Subí, mártires, subí a gozar la gloria eterna».
Se levantó una borrasca que a todos los moros quema.
Me gustaba más la introduccción de mi texto
marcara sitios nuevos y senderos
por tierras lejanas de Oriente Medio.
Como Belardos en alas de Ícaro,
23 abril: Estambul monumental
Con Yuyú de guía amigo, llega
el día esperado, tras un desayuno recio
hacia el barrio Sultanahmet salimos,
pasamos , entre tranvías y banqueros,
hasta llegar al circo bizantino,
espacio de gran largura y muy extenso,
donde se encuentran el obelisco egipcio,
baños y recintos palaciegos.
Contangiados por el sitio hipico,
aurigas en su arena nos hacemos,
y los bandos bizantinos nos dan ovaciones
entre azules y verdes a raudales aplaudiendo.
El corán se nos ofrece en el sagrado recinto,
de cúpulas grandiosas, minaretes espaciados
mirab y patio de limpiar sentimientos.
Nos vigilan seis minaretes azules,
y subimos entre recintos palaciegos,
hacia la bella basílica, agora una mezquita,
Agaia Sofia fue su nombre y su empeño
del emperador Teodosio, segundo ,
obra de Artemio de Thales e Isidoro de Mileto.
Ansiosos fuimos de ver aquel templo,
por una rampa sin peldaños y con mármol
hasta llegar a los nobles aposentos
cubiertos de cúpulas sobre pechinas,
borradas sus pinturas y paramentos
con pasajes del Corán y de Alá,
por ser hoy mezquita, ayer un bello templo.
Nos paramos ante los restos de mosaicos
con teselas de oro y de otros tiempos.
Imáginamos entre columnas corintias,
su majestuoso nartex, el altar macizo y aúreo,
-hoy el mirhab de Mahmet segundo-
su crucifijo y el iconostasio argentíneo.
Bajamos tras la Mezquita Azul,
entre hindués y , guiris comemos,
algún que un susto por un tropezon
imprevisto e inocuo de nuestro galeno.
Recorremos la ribera del Mármara
hasta llegar a una plaza, junto al puerto,
una mezquita y el Bazar egipcio,
mercado de especias repleto.
Probamos dulces y delicias turcas,
pero salimos con el bolsillo lleno,
para disfrutar de un martítimo paso.
tras subir en el portátil embarcadero.
Desde la planta bajo cubierta, vemos
las riberas de este diminuto mar,
que va de Bósforo a Dardanelos.
Rodeamos las riberas y un círculo
marca el barco en su agradable trayecto.
Se reflejan en las azules aguas
los palacios del Bósforo, recuerdo
de Io que se libró de cruel Hera,
por aquel vado de vaca corriendo.
Recorren aquellas negras aguas,
cargueros, navíos y cruceros,
transportando cereales ucranianos,
gas, metales, minerales y petróleo.
Desde la orilla, los turcos en sus casas
nos despiden a la flota con sus pañuelos.
La vista alcanza hasta los verdes bosques,
los barrios en las laderas, rascacielos
que se mezclan con los yalis de madera.
24 abril Estambul

Tras contemplar desde autobus,
y pasar el puente, el Instituto Cervantes
nos ofrece su bienvenida y saluda
para adentrarnos entre estandartes.
Si las banderas turcas abundaban,
se proliferan aún más en estos lugares ,
eran señales de fiesta y emblemas
de pais, on protestas y atabales.
Dejamos atrás, el Cuerno de Oro
a la Plaza Taksim, llegamos caminantes,
posamos ante monumentos bélicos,
Desde el centro de la plaza, sobresale
sobre la parte antigua de la ciudad,
la Mezquita de Süleymaniye,
obra maestra de la arquitectura otomana
mezquita de Estámbuk más grande
para parangón de la seo cristiana.
Su belleza y majestuosidad impresionantes.
Buscamos una botica y de paseo
por la avenida de İstiklal vibrante,
corazón moderno de Estambul,
famoso por sus tiendas y restaurantes.
Entre embajadas, liceos, y madrazas,
modernistas e historicista su arte,
lo mismo topamos con un neogótico,
que una carátide y un atlante.
Nos traslada al lugar perfecto,
de la vida de un siglo antes.
Seguimos por el Barrio Pera ,
nos sentimos europeos caminantes,
Y, sin apenas habernos dado cuenta,
y hallado en la botica los calmantes,
de nuevo volvimos al barrio turco,
bajando una calle rampante
que nos dirigió a la Torre
Galata, como si la llamara Cervantes.
No nos quedan apenas fuerzas
a pesar de esta marcha relajantes,
almorzamos una sabrosa lubina,
con una salsa y aderezos picantes.
Subimos a la mezquita de Solimán,
el Magnífico , apodo para ensalzarle.
Tras pasar por el acueducto señero
de Valente, entre callejas y placetas,
en la mezquita de Sinan el arquitecto,
levantada por Solimán Magnífico,
donde posamos el grupo entero,
con biblioteca, hannan y escuela,
como su fuera un pequeño pueblo.
En nuestro final bizantino
al Gran Bazar nos acercamos,
alfombras, especias, joyas, y telas
en calles, callejuelas y tramos,
ofrecen las miles y millón de tiendas,
en un laberinto turco domado,
te ofrecen dulces y regalos,
por doquier se regatea,
te tutean ofertando
una alfombras de diez mil liras,
que la consigues a un cuarto.
Hay de todo en tenderetes
no he visto ningún mercado,
donde más se regatee
Salimos por la calle siete,
en este día ajetreado,
hemos comprado colonias,
un pañuelo y hemos dejado,
en la balda de un tendero
que me llamaba tocayo,
una falda de seda fina,
Del aeropuerto Sabina, salimos
destino la Capadocia, exótica tierra,
donde la mezquita de sello bizantino,
con la tradición cristiana se mezcla,
fue una conquista del suelo,
del Volcán Erciyes palpable huella,
valles de formas y fantasmas,
montes de mantos de arenas,
y cuevas que horadan montañas.
Zona de naturales chimeneas,
camellos, conos, torres y atalayas,
y, entre la agreste naturaleza,
un castillo en la roca se levanta.
Se presenttó nuestra primera visita ,
bajando a una casa subterránea,
las hay de hasta siete pisos,
en tres se distribuyen sus estancias,
troglodita, mistérica, y cristiana,
se remonta a época argárica.
Salvó a los primeros cristianos,
de las primeras embestidas,
y a los soldados de guerra,
contienda suicida.
Rondamos entre Kayseri
-la Cesarea antigua y latina-
Hucsan, Goreme, Avanos y Urgup
-la kurgos, castillo de villa-
Para casstillo de piedra,
la ciudadela de Uchisar,
entre más de veinte pisos,
monasterios, celdas y capillas.
Sus pies de casas helenas,
soportan esta colmena pulida.
En este entorno volcánico,
el color cambia de prisa,
del vainilla de mañana,
fresa al mediodía,
26 abril Capadocia:
Para contemplar Capadocia
y todas sus maravillas,
los globos son el artilugio
para verlos en perspectiva.
Vano fue nuestro intento,
lo impidió el mal clima,
y, a la hora de intentarlo,
el agua se nos echó encima.
La niebla nos impidió
por la entrada y la salida,
El valle de las Palomas,
en medio de la neblina
y el paraje de Goreme,
que lo teníamos a la vista.
Salvaron las horas de lluvia
una curiosa visita
a una tienda de alfombras,
con su telares y revista
de tejedora de encanto
entre hilos y cintas.
Ya en Goreme llegamos,
-Jesús, qué gran maravilla-
Paseamos por senderos,
rocas, puentes y ermitas.
un museo al aire libre,
de la iglesias bizantinas.
Entre modelos de cruces,
y dimensiones reducida,
unas escaleras portátiles
nos acercan a nuestra cita:
Kilise de san Basilio,
de la Manzana exquisita,
Santa Bárbara erosionada,
la Sepiente, otra cita;
tras bodega y refectorio
y una antigua cocina
Kilise de la Sandalia,
huella de Jesús divina,
junto a la Iglesia Oscura,
una hermosa básilica,
talladas en la misma roca,
varias cúpulas y una pechina,
frescos de Jesucristo,
apóstoles y su familia.
Pinturas del Pantocrator,
a manera bizantina.
Una celestial iglesia,
entre rocas esculpidas
para salvar a los cristianos
del ataque selyucida.
Camino de refectorio,
quedaba una visita,
de piedras y diamantes
y de plata pura y fina.
De regreso al hotel,
una parada prevista,
a Uchisar troglodita,
entre globos y camellos,
chimeneas y a la vista,
el valle de del Derbent,
con sus formas ficticias.
Lucen piedras preciosas,
anillos y gargantillas,
algunas que han comprado
en la tienda antesdicha.
27 abril Capadocia – Pamukkale
Nos marchamos hacia Anatolia,
Hierapolis era el destino,
-Pamukkale en otomano-,
y, en medio del recorrido,
un catavasar nos acoge,
de Sultanhan su dominio,
en la ruta de la seda,
un excelente sitio,
convertido en museo,
de mercaderes y peregrinos.
Tras la comida a las doce,
y gran trayecto en el camino,
rondamos una zona lacustre,
entre el azul blanquecino.
Nos anuncia final del día,
Hierapolis, el destino.
Una montaña blancas,
entre un bosque de pinos,
anuncia una ciudad
del mundo grecolatino.
Forma todo aquel espacio,
urbano hasta bizantinos
el Castillo de Algodón,
otro romano recinto
con su cardo y su teatro,
y el mausoleo felipino,
apóstol que, junto san Juan,
predicó el cristianismo,
en los primeros tiempos,
de recorrido paulino.
Nos bañamos nuestros pies
en sus aguas termales,
y en su hotel disfrutamos
de aquel singular paraje.
“Castillo de Algodón”,
gloria para Pamukale,
único eres en el mundo
con piscinas naturales ,
cascadas de travertinos,
y calizas de aguas termales.
28 abril Pamukkale- Efeso- Esmirna:
se pudo volar por el cielo,
unos treinta atrevidos
otearon el terreno.
Pronto todos nos unimos,
para salir hacia Éfeso.
Como es normal en ruta,
prepararon algún evento,
a una tienda de pieles,
acudimos al completo.
Hubo desfile de modas,
probaturas hasta el extremo,
ventas , reventas y renuncias,
y miles de regateos.
Subimos el monte cercano
de la polis del Egeo,
a vistar una santuario,
de reciente apogeo,
la Casa de la Madre de Dios,
no un grandioso templo,
un oratorio sencillo,
huella, memoria y recuerdo
de los primeros pasos
de extender el evangelio.
Vino San Juan con María,
san Pablo fue el primero,
en esta ciudad se celebró
el concilio de ëfeso,
Tras una comida campestre,
entramos en la urbs de Éfeso,
comenzamos por via Arcadia
recordando el Aremiseion,
entre el templo de Adriano,
y el mármol de su pavimento
termas y lupinaria
odeón y priitaneo,
y la maravilla del mundo,
la Biblioteca de Celso;
tras pasar por el ágora,
el Gimnasio e hipogeos,
en la vía de los curetes,
fuentes y casas de efesios;
se asoma el gran teatro,
excelente monumento,
puerta de Magenesiaç
y un excelente museo.
Dormimos en Kusadasi,
isla de los pájaros llaman,
no hay un espacio en ella,
sin turistas, es su fama.
Pisamos las aguas egeas,
enfrente las luminarias
nos mandan las islas griegas
mensajes de adivinazas.
Tras un largo recorrrido
Esmirna es rodeada,
nos sorprende esta urbe
por sus dimensiones amplias.
Atrás dejamos ciudades
apocalípticas, legendarias,
siete fueron la sede
de las iglesias cristianas.
Y, subimos hacia Troya,
teniendo ante mirada,
Samos, Quios y Lemnos,
Y Lesbos, la más cercana..
En un fertil terreno,
de tierras mediterraneas,
El monte Ida es el punto,
que la dirección nos marca,
la antigua Troya o Ilión,
la que cantó la Iliada.
Nos recibe el caballo,
de madera forjada,
y parecemos aqueos
preparando emboscadas.
Entre la historia y leyenda,
de la mitología pasada,
nos adentramos en Troya,
dilucidando la etapa,
entre la época hitita
o la Ilión romana.
Dardanelos, al fondo,
atrae nuestras miradas,
comntemplando a Laoconte,
junto a la adivina Casandra.
Encerrados entre muros,
fosos y zonas excavadas,
distinguimos el palacio
de Priamo y otras moradas,
hasta un pritaneo romano,
y del tesoro su guarda.
Arma virumque cano Troiae,
recuerdo cada palabra.
Y se me caen de los ojos,
unas pequeñas lágrimas,
recordando mi docencia
de la Eneida y la Iliada.
Tras pasar por Canacale,
yelpuerto de Dardanelos,
nos adentramos en Europa,
entre el mar y los terrenos,
llenos de fértiles trigos,
y una ciudad en progreso.
El día treinta de vuelta,
otra vez en aeropuerto,
despedimos a Estambul,
cruzamos el mar Egeo,
Tesalónica y Brindisi,
Napoles y el Tirreno.
Al llegar a Baleares,
se nos hizo ligeros
desde Alicante a Málaga,
todo el descenso del vuelo.
CRÓNICA POÉTICA
DE
LA
CONQUISTA
CAPUCHINA
DE
CONSTANTINOPLA
(SEGUNDA
PARTE)
Francisco Martín
Rosales
Fotos: Antonio López (El pájaro
burlón)
José Antonio Calmaestra
AGENCIA EL MUNDO DE LOS VIAJES. ASOCIACIÓN DE LA HUERTA DE CAPUCHINOS. 22-30 abril
2025
25 abril Estambul – Capadocia:
,
CRÓNICA POÉTICA
DE
LA
CONQUISTA
CAPUCHINA
DE
CONSTANTINOPLA
(SEGUNDA
PARTE)
Francisco Martín
Rosales
Fotos: Antonio López (El pájaro
burlón)
José Antonio Calmaestra
AGENCIA EL MUNDO DE LOS VIAJES. ASOCIACIÓN DE LA HUERTA DE CAPUCHINOS. 22-30 abril
2025
25 abril Estambul – Capadocia:
Del aeropuerto
Sabina, salimos,
destino a Capadocia, exótica tierra,
la mezquita de sello bizantino,
con la tradición cristiana se
mezcla.
Conquista fue del manto de suelo,
del Volcán Erciyes palpable huella,
valles de formas y fantasmas,
montes de mantos de arenas,
y cuevas que abren montañas.
Zona de naturales chimeneas,
camellos, conos, torres y atalayas,
y, entre la agreste naturaleza,
un castillo en la roca se levanta.
Se presentó nuestra primera visita,
bajando a una casa subterránea,
las hay de hasta siete pisos,
en tres se distribuye su estancia,
troglodita, mistérica, y cristiana,
se remonta a época argárica.
Salvó a los primeros cristianos,
de las primeras embestidas,
y a los soldados de guerra,
en su contienda suicida.
Rondamos entre Kayseri
-la Cesárea antigua y latina-
Hucsan,
Avanos y Urgup
-la kurgos, castillo de villa-
Para castillo de piedra,
la ciudadela de Uchisar,
entre más de veinte pisos,
monasterios, celdas y capillas.
Sus pies de casas helenas,
Base de rocas heridas.
En este entorno volcánico,
el color cambia de prisa,
de la vainilla de mañana,
fresa para el mediodía.
26 abril Capadocia:
Para contemplar Capadocia
y todas sus maravillas,
los globos son el artilugio
para verlos en perspectiva.
Vano fue nuestro intento,
lo impidió el mal clima,
y, a la hora de intentarlo,
el agua se nos echó encima.
La niebla nos impidió
por la entrada y la salida,
El valle de las Palomas,
en medio de la neblina
y el paraje de Goreme,
que lo teníamos a la vista.
Salvaron las horas de lluvia
una curiosa visita
a una tienda de alfombras,
con su telares y revista
de tejedora de encanto
entre hilos y cintas.
Ya en Goreme llegamos,
-Jesús, qué gran maravilla-
Paseamos por senderos,
rocas, puentes y ermitas.
un museo al aire libre,
de las iglesias bizantinas.
Entre modelos de cruces,
y dimensiones reducidas,
unas escaleras portátiles
nos acercan a nuestra cita:
Kilise de san Basilio,
de la Manzana exquisita,
Santa Bárbara erosionada,
la Serpiente, otra cita;
tras bodega y refectorio
y una antigua cocina
Kilise de la Sandalia,
huella de Jesús divina,
junto a la Iglesia Oscura,
una hermosa basílica,
talladas en la misma roca,
varias cúpulas y una pechina,
frescos de Jesucristo,
apóstoles y su familia.
Pinturas del Pantocrátor,
a manera bizantina.
Una celestial iglesia,
entre rocas esculpidas
para salvar a los cristianos
del ataque selyucida.
Camino de refectorio,
quedaba una visita,
de piedras y diamantes
y de plata pura y fina.
De
regreso al hotel,
una parada prevista,
a Uchisar troglodita,
entre globos y camellos,
chimeneas y a la vista,
el valle de del Derbent,
con sus formas ficticias.
Lucen piedras preciosas,
anillos y gargantillas,
algunas que han comprado
en la tienda antedicha.
Lo hacen en la fiesta turca,
bailando al son
27 abril Capadocia – Pamukkale
Nos marchamos hacia Anatolia,
Hierapolis era el destino,
-Pamukkale en otomano-,
y, en medio del recorrido,
un caravasar nos acoge,
de Sultanhan su dominio,
en la ruta de la seda,
un excelente sitio,
convertido en museo,
de marchantes en camino.
Tras la comida a las doce,
y gran trayecto en el camino,
rondamos una zona lacustre,
entre el azul blanquecino.
Nos anuncia final del día,
Hierapolis, el destino.
Una
montaña blanca,
entre un bosque de pinos,
anuncia una ciudad
del mundo grecolatino.
Forma todo aquel espacio,
urbano y hasta bizantino,
el Castillo de Algodón,
otro romano recinto
con su cardo y su teatro,
y el mausoleo felipino,
apóstol que, junto san Juan,
predicó el cristianismo,
en los primeros tiempos,
de recorrido paulino.
Nos bañamos nuestros pies
en sus aguas termales,
y en su hotel disfrutamos
de aquel singular paraje.
“Castillo de Algodón”,
gloria para Pamukale,
único eres en el mundo
con piscinas naturales,
cascadas de travertinos,
y calizas de aguas termales.
28 abril Pamukkale- Efeso- Esmirna:
En una acción sorprendente,
se pudo volar por el cielo,
unos treinta atrevidos
otearon el terreno.
Pronto todos nos unimos,
para salir hacia Éfeso.
Como es normal en ruta,
prepararon algún evento,
a una tienda de pieles,
acudimos al completo.
Hubo desfile de modas,
probaturas hasta el extremo,
ventas , reventas y renuncias,
y miles de regateos.
Subimos el monte cercano
de la polis del Egeo,
a vistar una santuario,
de reciente apogeo,
la Casa de la Madre de Dios,
no un grandioso templo,
un oratorio sencillo,
huella, memoria y recuerdo
de los primeros pasos
de extender el evangelio.
Vino San Juan con María,
san Pablo fue el primero,
en esta ciudad se celebró
el concilio de Éfeso.
Tras una comida campestre,
entramos en la urbs de Éfeso,
comenzamos por via Arcadia
recordando el Artemiseion,
entre el templo de Adriano,
y el mármol de su pavimento
termas y lupinaria
odeón y pritaneo,
y la maravilla del mundo,
la
Biblioteca de Celso;
tras pasar por el ágora,
el Gimnasio e hipogeos,
en la vía de los curetes,
fuentes y casas de efesios;
se asoma el gran teatro,
excelente monumento,
puerta de Magnesia
y un excelente museo.
29. hacia Troya
Dormimos en Kusadasi,
Isla de los pájaros llaman,
no hay un espacio en ella,
sin turistas, es su fama.
Pisamos
las aguas egeas,
enfrente las luminarias
nos mandan las islas griegas
mensajes de adivinanzas.
Tras un largo recorrido
Esmirna es rodeada,
nos sorprende esta urbe
por sus dimensiones amplias.
Atrás dejamos ciudades
apocalípticas, legendarias,
siete fueron la sede
de las iglesias cristianas.
Y, subimos hacia Troya,
teniendo ante mirada,
Samos, Quios y Lemnos,
Y Lesbos, la más cercana..
En un fértil terreno,
de tierras mediterráneas,
El monte Ida es el punto,
que la dirección nos marca,
la antigua Troya o Ilión,
la que cantó la Iliada.
Nos recibe el caballo,
de madera forjada,
y parecemos aqueos
preparando emboscadas.
Entre la historia y leyenda,
de la mitología pasada,
nos adentramos en Troya,
dilucidando la etapa,
entre la época hitita
o la Ilión romana.
Dardanelos, al fondo,
atrae nuestras miradas,
contemplando a Laoconte,
junto a la adivina Casandra.
Encerrados
entre muros,
fosos y zonas excavadas,
distinguimos el palacio
de Príamo y otras moradas,
hasta un pritaneo romano,
y del tesoro su guarda.
Arma virumque cano Troiae,
recuerdo cada palabra.
Y se me caen de los ojos,
unas pequeñas lágrimas,
recordando mi docencia
de la Eneida y la Ilíada.
Tras pasar por Canacale,
Y el puente de Dardanelos,
nos adentramos en Europa,
entre el mar y los terrenos,
llenos de fértiles trigos,
y una ciudad en progreso.
El día treinta de vuelta,
otra vez en aeropuerto,
despedimos a Estambul,
cruzamos el mar Egeo,
Tesalónica y Brindisi,
Nápoles y el Tirreno.
Al llegar a Baleares,
se nos hizo ligeros
desde Alicante a Málaga,
todo el descenso del vuelo.
Del aeropuerto
Sabina, salimos,
destino a Capadocia, exótica tierra,
la mezquita de sello bizantino,
con la tradición cristiana se
mezcla.
Conquista fue del manto de suelo,
del Volcán Erciyes palpable huella,
valles de formas y fantasmas,
montes de mantos de arenas,
y cuevas que abren montañas.
Zona de naturales chimeneas,
camellos, conos, torres y atalayas,
y, entre la agreste naturaleza,
un castillo en la roca se levanta.
Se presentó nuestra primera visita,
bajando a una casa subterránea,
las hay de hasta siete pisos,
en tres se distribuye su estancia,
troglodita, mistérica, y cristiana,
se remonta a época argárica.
Salvó a los primeros cristianos,
de las primeras embestidas,
y a los soldados de guerra,
en su contienda suicida.
Rondamos entre Kayseri
-la Cesárea antigua y latina-
Hucsan,
Avanos y Urgup
-la kurgos, castillo de villa-
Para castillo de piedra,
la ciudadela de Uchisar,
entre más de veinte pisos,
monasterios, celdas y capillas.
Sus pies de casas helenas,
Base de rocas heridas.
En este entorno volcánico,
el color cambia de prisa,
de la vainilla de mañana,
fresa para el mediodía.
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26 abril Capadocia:
Para contemplar Capadocia
y todas sus maravillas,
los globos son el artilugio
para verlos en perspectiva.
Vano fue nuestro intento,
lo impidió el mal clima,
y, a la hora de intentarlo,
el agua se nos echó encima.
La niebla nos impidió
por la entrada y la salida,
El valle de las Palomas,
en medio de la neblina
y el paraje de Goreme,
que lo teníamos a la vista.
Salvaron las horas de lluvia
una curiosa visita
a una tienda de alfombras,
con su telares y revista
de tejedora de encanto
entre hilos y cintas.
Ya en Goreme llegamos,
-Jesús, qué gran maravilla-
Paseamos por senderos,
rocas, puentes y ermitas.
un museo al aire libre,
de las iglesias bizantinas.
Entre modelos de cruces,
y dimensiones reducidas,
unas escaleras portátiles
nos acercan a nuestra cita:
Kilise de san Basilio,
de la Manzana exquisita,
Santa Bárbara erosionada,
la Serpiente, otra cita;
tras bodega y refectorio
y una antigua cocina
Kilise de la Sandalia,
huella de Jesús divina,
junto a la Iglesia Oscura,
una hermosa basílica,
talladas en la misma roca,
varias cúpulas y una pechina,
frescos de Jesucristo,
apóstoles y su familia.
Pinturas del Pantocrátor,
a manera bizantina.
Una celestial iglesia,
entre rocas esculpidas
para salvar a los cristianos
del ataque selyucida.
Camino de refectorio,
quedaba una visita,
de piedras y diamantes
y de plata pura y fina.
De
regreso al hotel,
una parada prevista,
a Uchisar troglodita,
entre globos y camellos,
chimeneas y a la vista,
el valle de del Derbent,
con sus formas ficticias.
Lucen piedras preciosas,
anillos y gargantillas,
algunas que han comprado
en la tienda antedicha.
Lo hacen en la fiesta turca,
bailando al son
27 abril Capadocia – Pamukkale
Nos marchamos hacia Anatolia,
Hierapolis era el destino,
-Pamukkale en otomano-,
y, en medio del recorrido,
un caravasar nos acoge,
de Sultanhan su dominio,
en la ruta de la seda,
un excelente sitio,
convertido en museo,
de marchantes en camino.
Tras la comida a las doce,
y gran trayecto en el camino,
rondamos una zona lacustre,
entre el azul blanquecino.
Nos anuncia final del día,
Hierapolis, el destino.
Una
montaña blanca,
entre un bosque de pinos,
anuncia una ciudad
del mundo grecolatino.
Forma todo aquel espacio,
urbano y hasta bizantino,
el Castillo de Algodón,
otro romano recinto
con su cardo y su teatro,
y el mausoleo felipino,
apóstol que, junto san Juan,
predicó el cristianismo,
en los primeros tiempos,
de recorrido paulino.
Nos bañamos nuestros pies
en sus aguas termales,
y en su hotel disfrutamos
de aquel singular paraje.
“Castillo de Algodón”,
gloria para Pamukale,
único eres en el mundo
con piscinas naturales,
cascadas de travertinos,
y calizas de aguas termales.
28 abril Pamukkale- Efeso- Esmirna:
En una acción sorprendente,
se pudo volar por el cielo,
unos treinta atrevidos
otearon el terreno.
Pronto todos nos unimos,
para salir hacia Éfeso.
Como es normal en ruta,
prepararon algún evento,
a una tienda de pieles,
acudimos al completo.
Hubo desfile de modas,
probaturas hasta el extremo,
ventas , reventas y renuncias,
y miles de regateos.
Subimos el monte cercano
de la polis del Egeo,
a vistar una santuario,
de reciente apogeo,
la Casa de la Madre de Dios,
no un grandioso templo,
un oratorio sencillo,
huella, memoria y recuerdo
de los primeros pasos
de extender el evangelio.
Vino San Juan con María,
san Pablo fue el primero,
en esta ciudad se celebró
el concilio de Éfeso.
Tras una comida campestre,
entramos en la urbs de Éfeso,
comenzamos por via Arcadia
recordando el Artemiseion,
entre el templo de Adriano,
y el mármol de su pavimento
termas y lupinaria
odeón y pritaneo,
y la maravilla del mundo,
la
Biblioteca de Celso;
tras pasar por el ágora,
el Gimnasio e hipogeos,
en la vía de los curetes,
fuentes y casas de efesios;
se asoma el gran teatro,
excelente monumento,
puerta de Magnesia
y un excelente museo.
29. hacia Troya
Dormimos en Kusadasi,
Isla de los pájaros llaman,
no hay un espacio en ella,
sin turistas, es su fama.
Pisamos
las aguas egeas,
enfrente las luminarias
nos mandan las islas griegas
mensajes de adivinanzas.
Tras un largo recorrido
Esmirna es rodeada,
nos sorprende esta urbe
por sus dimensiones amplias.
Atrás dejamos ciudades
apocalípticas, legendarias,
siete fueron la sede
de las iglesias cristianas.
Y, subimos hacia Troya,
teniendo ante mirada,
Samos, Quios y Lemnos,
Y Lesbos, la más cercana..
En un fértil terreno,
de tierras mediterráneas,
El monte Ida es el punto,
que la dirección nos marca,
la antigua Troya o Ilión,
la que cantó la Iliada.
Nos recibe el caballo,
de madera forjada,
y parecemos aqueos
preparando emboscadas.
Entre la historia y leyenda,
de la mitología pasada,
nos adentramos en Troya,
dilucidando la etapa,
entre la época hitita
o la Ilión romana.
Dardanelos, al fondo,
atrae nuestras miradas,
contemplando a Laoconte,
junto a la adivina Casandra.
Encerrados
entre muros,
fosos y zonas excavadas,
distinguimos el palacio
de Príamo y otras moradas,
hasta un pritaneo romano,
y del tesoro su guarda.
Arma virumque cano Troiae,
recuerdo cada palabra.
Y se me caen de los ojos,
unas pequeñas lágrimas,
recordando mi docencia
de la Eneida y la Ilíada.
Tras pasar por Canacale,
Y el puente de Dardanelos,
nos adentramos en Europa,
entre el mar y los terrenos,
llenos de fértiles trigos,
y una ciudad en progreso.
El día treinta de vuelta,
otra vez en aeropuerto,
despedimos a Estambul,
cruzamos el mar Egeo,
Tesalónica y Brindisi,
Nápoles y el Tirreno.
Al llegar a Baleares,
se nos hizo ligeros
desde Alicante a Málaga,
todo el descenso del vuelo.
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