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viernes, 21 de junio de 2024

EN EL ENTORNO DE MARTÍNEZ MONTAÑÉS. MI APORTACIÓN A LA COMUNICACIÓN DEL CONGRESO DE PROFESOR GALERA.

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En el entorno de Martínez 

Montañés                                       lo largo de la comunicación, se pretende apor-

A tar nuevos documentos sobre los primeros años

de la estancia en la abadía de Alcalá la Real de la familia Martínez Montañés, sobre todo del padre en su ejercicio de bordado. También, artistas en el  campo de la escultura y pintura que precedieron o

FRANCISCO MARTÍN ROSALES compartieron vida con padre e hijo, entre ellos, desde el círculo de Juan Ramírez hasta los primeros Sardos pasando por Martín Pérez, Jusepe de Burgos y la familia Figueroa, entre otros, que trabajaron para las imágenes, retablos y otros elementos artísticos que coadyuvaron al desarrollo de la escultura religiosa y civil de Alcalá la Real y su entorno.

I / SOBRE LA PRESENCIA DEL BORDADOR

JUAN MARTÍNEZ MONTAÑÉS EN ALCALÁ LA REAL, PRIMEROS DATOS

Han aparecido documentalmente muchos datos sobre la infancia de Martínez Montañés y el entorno laboral y artístico del padre del mismo nombre. Juegan un gran papel la relación que mantiene su padre con los artistas alcalaínos por su calidad del arte del bordado y por su relación con los pintores, escultores, ensambladores y otros artistas. Su función como alguacil de la abadía y mayordomo del hospital del Dulce Nombre de Jesús muestra su influencia en el tejido social para ostentar dicho cargo abacial. En primer lugar, vamos a citar varios documentos sobre la familia, vecindad y artistas que debieron influir en poner las bases de aquel niño que acabó de aprendiz con Pablo de Rojas en 1580.

La vecindad

La nueva ciudad del llano y la reconstrucción de los edificios municipales y del corregimiento contribuyeron a la llegada de famosos artistas a la ciudad


de La Mota como los arquitectos Ambrosio de Vico, Jacobo Florentino, Juan de Orea, Machuca, Lázaro de Velasco o Ginés Martínez de Aranda; el propio Vandelvira fue veedor de las fuentes de los Álamos. Como muy bien manifiesta Lázaro Gila Medina:

Esta fecunda y variada actividad, fruto de la paz, de la pujanza que alcanzaron en este territorio y en estas centurias las principales actividades económicas —básicamente cerealistas, vitivinícolas y ganaderas— no solo afectaron al campo de la arquitectura, sino que también, una vez hecha realidad esta variada gama de edificaciones, había que equiparlas de todos los muebles necesarios […] así pues, piezas tales como retablos, rejas, lámparas, órganos, imágenes sueltas de pinturas o de talla, tronos procesionales, etc. Son a partir del segundo tercio del siglo muy solicitados (GILA y LÓPEZ, 1999: 33).

También, la iglesia abacial representó un fuerte impulso para el desarrollo de la ciudad. Su mecenazgo benefició a la formación espiritual y cultural de muchas personas. Por otro lado, todos los campos del arte se vieron beneficiados de todos los movimientos que surgieron a lo largo del siglo XVI en el ámbito religioso. Sus iglesias, sus retablos, sus ornamentos, las obras de pintura y escultura y otras artes, se acrecentaron tras la Contrarreforma y las nuevas directrices emanadas desde el Concilio de Trento. En esta línea hay que entender la presencia de muchos artistas que acudieron a la ciudad de Alcalá la Real para el diseño y construcción de sus edificios, desde las iglesias a sus palacios y centros educativos hasta la ornamentación y aderezo de objetos e instrumentos.

Además, su infancia alcalaína contribuyó a que ingresara de aprendiz en torno a los ocho años y bajo la maestría del miembro de la familia sarda el famoso escultor Pablo de Rojas, exponente máximo de la Escuela Granadina. Y, a través de sus primeros pasos de aprendiz, en su taller pudo recibir la formación basada en los grabados y estampas que conocía de la casa de Pedro Sardo, dibujos y láminas que traían de Italia cuando sus padres y hermanos se desplazaban a tierras sardas y volvían cargados con una muestra de referencias mitológicas y religiosas a la manera de los grandes artistas que identificaban como artistas a lo romano. Ir de la mano de Pablo de Rojas no debió costarle mucho a su padre a la hora de acudir a los talleres de la calle Elvira para que el niño Montañés se ejercitara en la madera y diera sus primeros pasos entre gubias, bocetos y modelinos.

Y, ya instalado en Sevilla, no olvidó tampoco su pasado alcalaíno. A su taller acudieron varios alcalaínos o relacionados con el entorno de la ciudad de La Mota (MARTÍN y ROSALES, 2000). Desde Gaspar de Rages, sobrino de Pablo de Rojas, hijo de Melchor de Raxis, que le policromó muchas imágenes, hasta el escultor Francisco de Villegas, casado con la alcalaína Mayor de Raxis, hija del escultor Melchor Sardo, hermano de Pablo de Rojas. No es de extrañar que Martínez Montañés sintiera la muerte de su maestro, Pablo de Rojas, al comunicarle los sobrinos en 1611 y solicitarle permiso para acudir a su pueblo natal para recoger la herencia de su tío. Años más tarde, se ofreció como embajador alcalaíno para avalar los tesoros y mensajes de los indianos en tierras americanas, como lo hizo con la familia Sánchez de Hinojosa (MARTÍN y MURCIA, 1998).

Siempre mantuvo el cordón umbilical con su ciudad, y por eso en los momentos precisos, recordó a la familia de los Frías a la hora de solicitar su expediente de limpieza de sangre  [1]. Por eso se acuerda perfectamente hasta el segundo decenio del siglo XVII de sus orígenes alcalaínos remontándose a sus abuelos maternos y enorgulleciéndose de una familia privilegiada que no se veía relacionada en ser judío o cristiano nuevo. De ahí que su pasión por el Dulce Nombre de Jesús, una advocación que le impulsó su padre, cuando en Alcalá la Real regentó el hospital de este nombre en los años sesenta, le animara a ser miembro de esta cofradía sevillana  [2].

El año que vino el padre a Alcalá la Real

Gracias a la carta dotal de su primera esposa, podemos confirmar que era vecino de Alcalá la Real

y no tuvo hijos  [3]. En concreto, es curioso que haga él mismo la declaración como broslador, pues afirma «que se desposó con Isabel González puede aver dos meses poco más o menos, en que se veló dos meses más o menos». Y el día 26 de octubre ya había fallecido su joven mujer y quiso poner de manifiesto todos los bienes que se contenía en la carta dotal. Estos importaban 32.766 maravedíes. Por otro documento, de 31 de diciembre de 1558, concierta con López de Andújar, también bordador vecino de Alcalá la Real, obligándose a pagar 34 ducados a su cuñado Juan Martínez a cuenta de los 34 ducados que le debía de los bienes y muebles de su hermana, que le otorgó en manos de Juan García

los quales debo y son de compra de bienes y muebles contenidos en escritura que el dicho Juan Martínez otorgó, fuera de los dineros y entra en quenta seis mil maravedíes que le mandé de Juan García, mi yerno, que es de Beatriz, su mujer y de Juana Martínez mi hermana ya difunta e todos las otras cosas, dineros y bienes que yo le obiere demandado.

Con esto se muestra que el padre de Montañés manifiesta su relación vecinal antes de 1548, y su entorno profesional con otro bordador que es familiar y proveniente de Andújar, como ya vimos en otro documento que procedían algunos de sus familiares de esa zona, Porcuna, Andújar y Arjona.

Cargos del padre

En el Archivo Municipal de Alcalá la Real, varios documentos de memorias y constituciones de cofradía y hospital, entre ellos los libros de cuentas, entre los años comprendidos entre el 20 de abril de 1570 y el mes de julio de 1572, manifiestan que ejercía de mayordomo de la cofradía y hospital su padre, el bordador Juan Martínez Montañés, de modo que aportaba un nuevo dato a la presencia de la familia del imaginero Juan Martínez Montañés en Alcalá la Real  [4]. Pues refrenda que su padre fue mayordomo por estas fechas y administró sus bienes y, como es natural, se vio inmerso en el espíritu caritativo de este hospital dedicado a los enfermos, pobres de solemnidad, transeúntes y personas de mayor edad. Y amplía la información de la biografía de padre e hijo, pues, tan solo se databan hasta ahora su presencia con un préstamo de seis fanegas y media de trigo que le hizo el cabildo alcalaíno en 1559. En el mismo año, el 6 de abril  [5], sabemos que ya estaba presente el padre de Juan Martínez Montañés en Alcalá la Real. En concreto, hace referencia a lo siguiente:

[…] el señor Alonso Rodríguez, alguacil mayor, a tenor de la Justicia de la ciudad dio en fiado a Antonio de Dueñas, sedero, que está preso por no aber favorecido a la Justicia de la ciudad según paresce en el proceso ante Hernán Sánchez en poder de Juan Martínez, bordador, vecino de esta ciudad,y le dio por entregado del y se obligó a volverlo a la cárcel pública de ella cada y cuando fuere requerido sin poner escusa ni dilación alguna entregado al alcaide o carcelero de la dicha cárcel sopena de que pagare lo que contra el fuere juzgado, sobre esta causa los costes de 10.000 maravedíes, para la Cámara Real, y para ello obligó su `persona y sus bienes avidos y por aver y dio poder a las Justicias para ejecución de ello.

Por tanto, se ratifica que en 1559 el bordador Juan Martínez Montañés era vecino y se relacionaba con el ramo de la seda, al avalar a Pedro de Dueñas, persona que aparece en muchos tratos comerciales con este género o producto de la confección textil.

Otros datos posteriores a 1560

El primer hermano mayor de la cofradía de la Virgen de la Cabeza, Aparicio Martínez de Colomo, junto con otros hermanos que comenzaron a organizarla, le encargaron el estandarte al vecino y bordador/broslador, Juan Martínez Montañés —por cierto, en este mes aparece como vecino de Granada— y a través de este testimonio  [6] se levantó el acta del contrato del pendón el 5 de junio de 1560, lo que manifiesta que ya existían devotos y cofrades en la ciudad de Alcalá la Real por esta fecha. Desde principio, como establecían los estatutos de la cofradía de Andújar, debían equiparse de unos estandartes que tenían que llevar impresos el escudo y armas de la ciudad de Alcalá la Real para ser identificada esta nueva cofradía filial entre todas las del Cerro; y en el diseño del pendón, bordado por Juan Martínez Montañés, se recogía que iban dos imágenes de la Virgen de la Cabeza en un lado y otro, con las llaves y leones de Alcalá la Real y el letrero de la ciudad alcalaína  [7]. Existía una relación muy grande entre los artistas y artesanos alcalaínos, porque años después con el propio Juan Martínez Montañés, se volvieron a establecer relaciones comerciales y contractuales. Así, en 1566 vemos al bordador con los hermanos Diego y Hernán Sánchez firmando un trato de 20 arrobas de vino torrontés con un precio de 5.100 maravedíes.

En este contexto, hay que añadir el nacimiento de su hermana mayor, Ana, en 1565; nuevos préstamos de trigo en los años posteriores a la anterior fecha por el Pósito de la ciudad ante la carestía del pan; y el arrendamiento de la vivienda paterna en la calle Llana, tres años antes que naciera el “Dios de la Madera”.

Según documentos del Archivo Provincial de Jaén, el hijo del bordador nació en la calle Llana, que actualmente recibe el nombre de Martínez Montañés (por eso probablemente de darle un nombre ilustre con motivo del descubrimiento de que Juan Martínez Montañés había nacido en Alcalá la Real y no en Sevilla, como se venía atribuyendo erróneamente hasta principios de siglo)  [8][9]. Por un contrato de arrendamiento de unas casas en la calle Llana, de 1564, cuatro años antes que naciera el artista, firmado por el propio padre, Juan Martínez, se declara como arrendatario, bordador y vecino de Alcalá la Real. El propietario de la casa era Bernardino de Escaladas que no sabía firmar. Y la ubicación de la casa era «unas casas que vos tenéis en la calle Llana, que lindan con casas de Marcos Ruiz del Moral e con casas de Leonés el viejo e la calle real» con un alquiler de 3 ducados. En esta casa nacieron Juan Martínez Montañés (1568), Tomasina (1573), otra Ana (1575) y Catalina (1579).

Por otra parte, con el legajo de cuentas del hospital, ya nacido el imaginero, entre 1568 y 1572, no se cierra en el ejercicio de su mayordomía, ni Alcalá estuvo ajeno a esta persona. Pues, con motivo del testamento de Pedro Méndez, vecino de la villa de la Fuente de Pedro Jaharro, del convento de Uclés, encontramos al padre Montañés citado varias veces, donde se recogían varias mandas en la forma de Juan Martínez Montañés, bordador, y con su firma, que por el testador fue reconocido como hombre leal y de confianza  [10], lo que ratifica un pago de dinero en el cabildo en 22 de diciembre de 1570, por el que se recogían varias libranzas o partidas de gastos que procedían de las órdenes del alcalde mayor en el hospital. Por cierto, son muy interesantes porque aluden al trasiego entre los soldados que acudían o regresaba desde la Guerra de las Alpujarras y manifestaba el lamentable estado de la ciudad  [11]. Curiosamente, Montañés padre, fue mayordomo y a la vez prioste de la cofradía de la Santa Caridad, en la que se mantuvo durante tres años en el barrio aledaño a la fortaleza de La Mota. Fue un momento en el que el hospital todavía no se había trasladado al Llanillo, sino que se ubicaba en la Almondiguilla, frente al torno del convento de la Trinidad. De este edificio junto a la Alhóndiga por la calle Cava, bajó al Llanillo por los años ochenta para acabar definitivamente, en 1601, la zona entre esta calle y la que se ubicó la iglesia de la Caridad del hospital del Dulce Nombre, de modo que dio el nombre a la actual calle Ramón y Cajal o Caridad donde se mantuvo hasta mediados del siglo

XIX. Se escribía

[…] descárguensele demás mil e doscientos y noventa y dos que pagó a Juan Martínez Montañés, mayordomo del hospital del Nombre de Jesús, de esta ciudad para que con ellos se enviase, como se envió, ciertos soldados enfermos que se llegaban a dicho hospital.

En estos reembolsos, según los registros, aparecía como bordador, mayordomo del hospital y hermano mayor de la cofradía de la Santa Caridad. Su labor debió afrontar varias dificultades, porque hubo un gran movimiento de tropas por Alcalá de modo que hubo que pagar varias deudas anteriores y realizar algunas reformas en el hospital, entre ellas una chimenea.

Tras su ejercicio de mayordomo del hospital del Dulce Nombre de Jesús y Santa Caridad, parece que, a las alturas de 1573, no le fueron muy bien las

cuentas y se vio implicado en ajustar todos los débitos. En concreto, uno de sus deudores fue el hermano mayor de la cofradía de la Santa Veracruz, Francisco Hernández, de oficio tintorero, aportándole 12.000 maravedíes para afrontar las deudas contraídas por el padre del insigne escultor e imaginero “Dios de la madera”. Lo hizo para saldar las deudas a la mencionada cofradía, que estaba representada por el mayordomo Antonio Leonés. Y respondía porque Montañés había confeccionado un paño de terciopelo negro para el servicio de la cofradía de la Santa Veracruz, y estaba en deuda, y con ella saldaba el alcance del bordador con el hospital. Firmaron como testigos Pedro de Aguayo, clérigo, y Juan de Sevilla. Un nuevo documento que nos manifiesta que la presencia de la familia de Montañés se asentó en los decenios sesenta y setenta en la ciudad de Alcalá la Real  [12].

El taller de bordado del padre

La presencia de su taller de bordado muestra que se hayan rectificado varios datos sobre la vida del bordador Juan Montañés e, incluso, retardemos s su marcha de Alcalá por los años ochenta del siglo XVI. Un nuevo documento de contrato o carta de aprendiz en 1578 lo comprometía con Juan de Cueto para educar en el arte del bordado a su hijo Pedro de Torreblanca, de edad de trece años  [13][14]. El objetivo consistía en «aprender el oficio sin encumbrar nada». Le debía dar de comer, vestir, calzar y beber y pagar 12 ducados tras el periodo de aprendizaje durante cinco años —al presente del documento cuatro ducados para Navidad, otros en San Juan y el resto al finalizar—. Se obligaba el maestro a enseñarlo o

bezarle todo en este arte del bordado, sin ninguna reserva para que lo dominara en su oficio; también en no emplearlo en algo ajeno al oficio y mantenerlo bajo su cuidado esos años y en que no se rompiera los vínculos salvo que se fuera de la casa.

Es curioso el apellido del aprendiz, que no lo encontramos más que en el clérigo Diego de Torreblanca, beneficiado y mayordomo de la abadía.

1582, la familia se marcha a Granada

El padre mantuvo la estancia en Alcalá la Real hasta 1582, como se deduce de las cláusulas de este contrato, porque en 1580 se constata su presencia familiar por la libranza del segundo estandarte de la

Virgen de la Cabeza, y una referencia de contrato de un terno negro para la iglesia abacial. Curiosamente, como señala el profesor Lázaro Gila Medina, «dedujimos que sus posibilidades económicas serían bastante limitadas, hasta el punto que esta pobreza de medios sería la razón fundamental que le empujaría a la emigración». Así pues, diremos que Juan Martínez Montañés, el 24 de marzo de 1579 —su hijo rondaría los 11 años—, tras reconocer que estaba obligado a bordar el terno negro completo, pedía al mayordomo de su fábrica le adelantase 6.000 maravedíes, ya que de no ser así no podría continuar el trabajo. La iglesia accedía a ello y en contrapartida él se obligaba a dar acabadas la casulla y la capa pluvial en el plazo de mes y medio, una fecha que concuerda con el proceso del posible contrato de aprendizaje de Martínez Montañés de las manos de Pablo de Rojas. Para paliar los gastos, debió vender un asno y una bandeja de plata, que le contrastó el platero granadino Miguel de Montalbán. Además, se multiplicó el reparto de limosnas de pan a los pobres, que no podían salir a demandar por las calles  [15]. En Granada confeccionó para la cofradía del Santísimo Sacramento su insignia correspondiente  [16]. Por el documento de obligación y contrato, el broslador Juan Martínez Montañés se comprometía a realizarlo a la cofradía. Se aportan nuevos datos sobre su vida y la estancia de la familia en Granada, pues era vecino de esta ciudad en la colación de Santa Escolástica, y vino a Alcalá, donde, como estante, llevó a cabo la operación y contrato.

Por estos años noventa debió morir el bordador/broslador Juan Martínez Montañés, y le dejó la antorcha de los contratos de la sede abacial a otro bordador granadino, Andrés Díaz, parroquiano de la iglesia de La Magdalena. Ya escribimos algo de su arte con motivo del libro Historia de la Real Cofradía de la Virgen de la Cabeza, pues hizo en los años finales del siglo XVI el nuevo gallardete que presidió la cofradía durante los siglos XVII y posteriores. Abundamos en sus aportaciones a la historia del bordado en Alcalá la Real  15. Sirva de ejemplo este documento, en el que el clérigo y presbítero Rodrigo Ordóñez, familiar suyo, contrató con este bordador granadino estante en la ciudad abacial.

II   / EL ENTORNO ARTÍSTICO

Martínez Montañés no olvidó nunca la relación alcalaína con su tierra a pesar de que el pueblo sevillano lo consideraba como su artista universal y no es de extrañar que el retrato de Francisco Valera lo pintara en su madurez como un escultor sevillano. En su obra, la huella del entorno cultural siempre estuvo presente a la hora de los primeros pasos de su carrera artística.

Predecesores

Aquel entorno de la calle Real de la ciudad alcalaína y de su parroquia de Santo Domingo de Silos no pasaron de baldío en su formación artística. Sin lugar a dudas, junto con su padre debió frecuentar el retablo plateresco del altar mayor y sus colaterales que reflejaban un arte que partía del Renacimiento y se adentraba en el manierismo, como se demuestra en las referencias documentales que recogiera el comisario Romero de Torres, allá por los años treinta

15            AHPJ. Escribano Alonso Ordóñez. Legajo 4616, f.

103, 13 de junio de 1595.

del siglo XX, y cuyos restos perviven en la capilla del Sagrario de Nuestra Señora de las Angustias.

Con muy buen acierto, Carmen Juan comentaba la presencia de pintores y miniaturistas en la Alcalá de los primeros decenios del siglo XVI en un artículo de La pintura del siglo XVI en Alcalá la Real. Se refería a los datos encontrados en los Libros Primeros de Bautismo de la parroquia de Santo Domingo citando a la posibilidad de la presencia de Alejo Fernández (1511) y el bautizo de algunos hijos como Benito y Nicolás (1516).

Sin lugar a dudas, la presencia de Juan Ramírez está constatada en la manufactura del retablo de la parroquia de Santo Domingo de Silos pues, junto a ellos, la presencia algo posterior de Francisco Hernández, ante el escribano Andrés de Medina, aparece su testamento donde declara como pintor en 1560. Y, como vecino de Castillo de Locubín, testaba porque se encontraba enfermo en la ciudad de Alcalá la Real. Fue enterrado en la tumba de su primera mujer, María de Carrión, hermana de Catalina González, esposa del pintor Pedro Sardo, en el convento de la Santísima Trinidad. Se declara cofrade de Santa Ana y de la Concepción, excepto de la Veracruz, junto con la de San Antón, Caridad y la Antigua. Tuvo ocho hijos, cuatro con su primera mujer, María de Carrión (Pedro y Juan de Herrera, solteros; y Salvador y Cristóbal Hernández, casados) y otros cuatro con la segunda, Francisca de Montalvo, hija de Francisco de Montalvo (Beatriz; Ana Hernández, casada con Bartolomé de Morales y, en segundas nupcias, con el cantero Miguel Sánchez Vizcaíno; Diego de Herrera; y Aldonza de Herrera, casada con el pintor Rodrigo de Figueroa). Y por el testamento se comprende la interrelación entre los artistas. 24 de julio de 1562.

También, como antecesor, el pintor Luis Fernández se encontraba en la ciudad y manifestaba su oficio en su propia firma. Lo hizo en el testamento de Gonzalo Roldán, 30 diciembre de 1512. Entre los testigos aparecen Pedro Cuartas, Antón García y Cristóbal Fernández y el propio Luis Fernández, que es el único que sabía firmar. Este pintor debió estar ligado con Alejo Fernández y destacan sus conocimientos y que se le diera el poder por su relación cordobesa.

Los Raxis

A través de su padre, del mismo nombre y oficio de bordador, contactó con la familia italiana de los Raxis-Sardos, como se constata en el documento notarial, en el que, Pedro de Raxis el Viejo, le prestaba unos fondos para elaborar las letras del estandarte de Nuestra Señora de la Cabeza, cuando se ponía en marcha la cofradía alcalaína (MARTÍN ROSALES, 2000). Continuó en su vecindad granadina, con Pablo de Rojas, y en Sevilla lo hizo su hijo el imaginero con los descendientes de Pedro Sardo.

El entallador Martín Pérez

Junto a los Raxis, el escultor y entallador Martín Pérez, cuya obra se contemplaba en la torre de la Imagen y en las Salas de Cabildo de la ciudad fortificada.

Rodrigo de Figueroa

Rodrigo de Figueroa se nombra en los inventarios de la mayoría de los enseres objetos de escultura de la iglesia y cofradía de la Santa Vera Cruz (el Cristo de las Penas, la Cruz Verde, la Madre de Dios) Relacionábamos al pintor Rodrigo de Figueroa con Rodrigo Moreno que fue maestro de Pablo de Rojas, y lo apoyamos en que sufrió una mala interpretación de transcripción de Figueroa por Moreno. Y nos preguntamos, ¿se fue con él a Granada?

Decíamos que aparece en varios documentos y libros de la mitad del siglo XVI el pintor Rodrigo de Figueroa. Carmen Juan lo recoge entre los Sardos y Francisco Hernández tratando de la presencia del pintor Juan Ramírez. Se casó con Leonor de Herrera y tuvo una hija (Beatriz, 1550) y un hijo (Juan, 1552), que lo relacionaba con el pintor afincado en Sevilla Juan de Figueroa. Lázaro Gila lo relaciona con el pintor Pedro de Raxis el Viejo y destaca que debió adquirir gran fama y reconocimiento social entre la población por su producción artística. Un documento nuevo se refiere a su casa, su taller cercano al nuevo alhorí, que se levantaba en el Arrabal Nuevo  [17]. Aparece Rodrigo de Figueroa, como pintor, que alquilaba la casa de Hernán García de Hinojosa, en el Arrabal Nuevo, lindero con las casas de Tallahierro, calderero, y por la parte alta con el alhorí por encima de unas cámaras, que estaban encima de las dichas casas. Lo hacía por siete ducados al año en tres pagas. Fueron testigos Juan López de Martos y Juan Sánchez de la Hinojosa. No este es el único documento. El 11 de marzo de 1553 se muestran los pintores Pedro Sardo, Rodrigo Figueroa y Melchor Sardo un encargo del cuarto del ayuntamiento en un conflicto sobre una ventana de la ciudad, dando testimonio.

Por otro documento  17, arrienda su casa al regidor Pedro Serrano y nombre de Juana Hernández, mujer de Juan de la Herradura, por seis ducados y medio, y obligándose a pa-

gar los deterioros que se sucediesen, por cierto, ubica perfectamente la casa estaba situándola en la Puerta del Arrabal, lindera con casas de Juan de Linares y la calle. Fueron testigos Alonso de Jerez y Antón Cano. Y un año después, 18 de abril de 1555, arrendaba a Juan Castillo una nueva casa, que la tenía a renta de Luis Serrano por cuatro ducados, y la consideraba que estaba muy bien situada en inmejorables condiciones.

La interrelación de artistas en la cofradía de la Veracruz

La cofradía de la Veracruz, ligada con la iglesia de San Juan de Letrán, recibió del papa Julio III en 1553 una bula por la que se permitía su fundación y erección de ermita, capilla y hospital, concediéndole las mismas indulgencias en las fiestas que lo recibían en la basílica romana. Son muy importantes sus primeros cabildos que nos ilustran de la vida, bienes y objetos cofrades: dos arcas para la cofradía y para el hospital, una cruz de madera, obra del pintor Rodrigo de Figueroa que la doró y pintó, los ocho cetros del mismo pintor y las crucetas de las puertas, atriles, la cruz de enterramiento —en una cara la insignia de Cristo y en la otra la Señora de la Concepción—, el pendón de la cofradía, un arca

17          AHPJ. Escribano Alonso de Castro. Legajo 4580, f.

791, 12 de noviembre de 1554.

pequeña con el Libro de la Regla, escrituras, entre ellas la Bula traída de Toledo para ganar indulgencias, ocho ciriales pintados de verde, tacillas de madera con la cruz de insignia de la Hermandad y hostiario, objetos litúrgicos, frontales de altar, el pendón de lienzo teñido y juegos de vestidos sagrados. Y, además, se aprecia la introducción penitencial de la cofradía con el contrato de un trompeta de Granada, la confección de una treintena de túnicas negras, las insignias que pintó Pedro Sardo, los tronos, las andas, los ciriales (que costaron 2.850 maravedís que pagó a Rodrigo de Figueroa, amén de la labor de carpintería de Martín Pérez, entallador, que alcanzó la suma de 3.782 maravedís para las andas del Crucifijo e imágenes), las imágenes (un crucifijo grande de estatura de un hombre con una corona de espinas con las púas doradas, «e está puesta en una cruz de madera teñida de verde e está nuevo y sano», y una imagen de la Señora, con sus ropas, tocados y cofias). En 1578 aparecen nuevas imágenes pasionales como

un retablo portátil con una imagen del Cristo de la Resurrección, un crucifijo o cruz, dorado a la redonda y el campo verde y en el pie cuatro escudos con cuatro penitentes, Nuestra Señora de La Quinta Angustia, el nuevo pendón de la cofradía con una Cruz y las insignias de Pasión, también se enriquece la iglesia con la Virgen de las Angustias en dos tallas, cuadros y capillas como la de la Cruz o Jesús Nazareno, Nuestra Señora y San Idelfonso y la De Santa Quiteria.

De los primeros años de la vida de la hermandad nacen dos aspectos muy importantes de su participación de Semana Santa: el monumento del Jueves Santo y la procesión del Jueves Santo por la tarde. Del primero hay que destacar que le dedicaban todo tipo de gastos en carpinteros, pintores y luminarias. Su festividad inicial era la celebración del día de la Invención de la Cruz. En el siglo XVII fue importante la unión que mantuvo con la cofradía de la Santa Caridad, formando el hospital de la Veracruz y Santa Caridad, manteniendo su cementerio y, lo más interesante, creando el Corral de Comedias, que sirvió de fuente de ingresos para la cofradía. La hermandad se dedicaba durante este siglo a la fiesta de la invención de la Cruz, la Candelaria, al monumento del Jueves Santo, a la procesión del mismo día, sin muchos gastos en ella, salvo la trompeta contratada y los músicos y ministriles que acompañaban a la procesión.


Un caso parecido se muestra en el testamento del licenciado y presbítero Francisco Martínez y Cano. Ligado con la familia de Hernán Cano, poseía el patronazgo de la segunda capilla del ala de la Epístola, cuando se entraba a mano derecha  [18]. Señalaba que estaban enterrados su madre y sus hermanos Alonso y Francisco Cano, y había fundada una memoria que se sufragaba con el tercio de los bienes. Este testamento de la familia de los Cano nos fija la fecha de las imágenes del Crucificado (el recién restaurado de la Misericordia) posterior a 1566 en un momento en el que la ciudad y la iglesia contrataba las imágenes a Jusepe de Burgos, Rodrigo de Figueroa y otros escultores granadinos como Diego de Aranda. Por lo que se disipa la atribución a Diego de Siloe, aunque participe de algunas de sus características, ya que murió en 1563. También aporta nuevos datos sobre la construcción de la iglesia y sus capillas con la intervención de canteros como Miguel Sánchez Vizcaíno, un maestro que comparte obra con los Bolívar, y amplía la historia de la capilla de los Canos, tan ligados, patrones y devotos de la Santísima Trinidad.

Jusepe de Burgos

A Jusepe de Burgos se le atribuye la imagen de la patrona de Alcalá la Real, la anterior imagen de Nuestra Señora de la Antigua. A través del entallador alcalaíno reconocemos la presencia de este vecino granadino de la parroquia de San Andrés. Jusepe de Burgos trabajó en tierras alcalaínas por unas deudas que mantenía con Martín Pérez tras su muerte. Un nuevo documento le obligaba ante el carpintero Francisco Gutiérrez, hijo de Pedro Gutiérrez, a comprobar

de mayo de 1570.

la elaboración de una puerta y una ventana con verjas por unos veedores, que ratificaran la tasación y ejecución y se quitara una tocadura de la puerta. Para ello, requirieron a dos maestros relacionados con el oficio de la madera, al carpintero Pedro Barbado, vecino de Priego, y a Jusepe de Burgos, vecino de Granada, que figura curiosamente como carpintero y entallador el cinco de enero del año siguiente, siendo testigos el clérigo Rodrigo Ordóñez y Gómez Muñoz  [19]. Tras comprobar los datos, declararon su coste y trabajo en mano de obra y materiales en 12 ducados y medio, apareciendo las firmas de ambos. Intervino el alcalde mayor notificando que nombrara un maestro por el carpintero alcalaíno y quitara el bastidor antes de todo. Vinieron el día 8 los dos veedores. En primer lugar se cita a Jusepe de Burgos y luego a Barbado; revisaron la puerta y ventana en presencia del escribano Ordóñez, y dijeron que «tasada la madera y manos de obra y bisagras y todas las demás obras que, de presente, estaban fecho que ellos lo tasaban y moderaban en trece ducados y medio». Por el dato de José Gestoso y Pérez en 1909, sabemos que Jusepe era entallador y vecino de la colación de la Magdalena de Sevilla, en 2 de junio de 1550 dio poder a Bernardo de Burgos, procurador de Sevilla, ausente, para que ajustase cuentas con el cerrajero granadino Francisco de Trujillo.  Jusepe de Burgos debió avecindarse primero en Granada como entallador, y desde allí se relacionó con los artistas alcalaínos, luego se mantuvo en Sevilla en la década de los cincuenta para aparecer de nuevo en Granada y estar relacionado con Alcalá la Real, donde abrió taller.

Martín Pérez

Por Lázaro Gila Medina, en el libro Arte y artistas del Renacimiento en torno a la Real Abadía de Alcalá la Real, se ceñía a una breve biografía sobre su persona y su contribución artística. Lo sitúa en el segundo tercio del siglo XVI, y lo relaciona con muchas actividades agroganaderas. Por su desahogada situación económica avaló a varios canteros en la construcción de la iglesia de Moclín, fiando al herrero Diego Cornejo y el cantero Íñigo de Vidaña a poner la piedra a las puertas del templo; también salía fiador del cantero Miguel Sánchez Vizcaíno, que, a su vez, lo hacía con el escultor feligrés de San Cecilio de Granada, Jusepe de Burgos. En los registros municipales del AMAR, tuvimos la suerte de contar varias intervenciones. Un nuevo documento nos amplía su ambiente familiar y su taller. Nos referimos al inventario de división de bienes  [20]. Compareció el padre de menores Martín Relimpio ante el corregidor y el alcalde mayor para llevarla a cabo. A través del documento que se abre con el acta de presencia, se conoce su biografía y entorno. Estaba casado en primeras nupcias con Catalina de Trianos (un monasterio de León muy importante) y en segundas con Francisca de Moya. Tuvo por hijos del primer matrimonio a Pedro Matías y Ana de Trianos que, en aquella fecha, no alcanzaban los veinte años. Y del segundo a Pedro, Diego, Cristóbal y Martín Martínez, también menores de edad. Había dejado su caudal alcanzando la cantidad de 188.252 maravedíes. Se le ve una persona activa que se veía obligado a firmar censos con diversas personas y entidades, entre ellas el hospital de la Caridad (25.000), los hidalgos Pedro de Pineda, Cristóbal Sánchez del Postigo. También lo hacía con el clérigo Gaspar de Oviedo (2.725), que algunos confundieron con el escultor afincado en Sevilla, el mercader Rodrigo de Castro (1.428) y la madre de su esposa Catalina (María Ana de Torres (15.000 por la dote).

También sabemos que vivía en una casa del Arrabal de los Mesones, cerca de las Entrepuertas, una casa por la que pagaba un censo al hospital de la Caridad de 25.000 maravedíes, lindera con la casa del licenciado médico Ocaliz, la calle y casa de los herederos de Juan de Morales (valorada en 35.000 maravedíes y se le dieron a su hijo Pedro Matías y Francisca de Moya). Poseía una viña en el Cerrillo de los Palacios (lindera con viñas de Juan de Narváez y de la Caridad), como era muy frecuente entre los artistas que compartían otras labores de complemento. Su labor artística puede dividirse en el complemento que mantuvo con otros escultores, el mismo como escultor, ensamblador y carpintero de otros artistas.

En cuanto a los primeros, ya hemos destacado su relación con su participación artística con el dorador y pintor Rodrigo de Figueroa y el pintor Pedro Sardo. El mismo, como escultor, trabajó la madera con la obra de la imagen de la hornacina de la Puerta

de la Imagen de la ciudad fortificada de La Mota. Y como entallador se refleja en todas las obras en las que participó junto con los enseres de la cofradía de la Veracruz, que abundan en su inventario para las andas, cetros, insignias, crucifijos. Por el inventario se le ve también participando con Jusepe de Burgos que le debía, según las declaraciones, 25.000 maravedíes; por cierto, se encontraba este escultor en Granada. El ayuntamiento alcalaíno le debía 6.000 maravedíes por el chapitel de la Mora y otras obras. Y lo que abundan la labor de ebanistería, y elementos formantes de la arquitectura retablística y mobiliario familiar de lujo para la élite de la ciudad. A Andrés de Aranda le hizo obras con una deuda de 2.000 maravedíes; a Gonzalo de Cabrera 3.000 y, sobre todo, su participación que se define de carpintería, en la cantidad que restaba de seis ducados en el monasterio de Monjas de la Santísima Trinidad. Está claro que la diferencia entre el entallador y el maderero era significativa, porque se cita a su abastecedor el maderero Pedro Ríos (una deuda de 406 reales). Lo mismo que se complementaba con la albañilería en las labores de piedra, citando otros 3 ducados que le debía el albañil Ruiz Cobo. Entre el mobiliario particular, los encargos se le multiplicaron: Juan de Aranda Carvajal, Alonso de Jamilena (3.000)

Pedro Delgado Salmerón, Juan de Aranda Figueroa, el regidor Martín de Frías. Y su ámbito se ampliaba a otros gremios, como el cordonero Luis del Río (306) y otros como el cantero prieguense Ortiz.

No solo entallaba obras de arte o mobiliario de los edificios civiles, sino que realizaba esculturas como Nuestra Señora de la Puerta de la Imagen de La Mota. Viene a colación un nuevo documento del escribano Bernardo Pérez de Herrera en 5 de enero 1555, cuando aparecen dos tipos de obras que se corresponde con esta doble faceta de artista y artesano  [21]. Se compromete a que

«dará fecho e acabados con toda perfección al convento y monasterio de Consolación tres caxones y todo lo demás que para ello conviene y entiende para el vestuario y sacristía con sus cajas y cerraduras y aldabillas y todas las guarniciones de hierro y a de ser de la misma altura y largura e obra que tienen los caxones de la sacristía del monasterio de San Francisco de esta ciudad salvo el respaldo que tienen encima que no lo an de tener estos caxones, y que los avía detener fechos para el día primero de Pascua Florida de este presente año, y an de ser de buena madera de pino».

Al final, en el folio vuelto, hay la referencia artista relacionado con el notario Diego López donde se comprometió «a hacer el retablo y la capilla de su madre Elvira González». Se manifiesta que «y está fecho». No sabía firmar y lo hacían Martín de Alcalá, Lucas Montijano, el escribano y Martín Jiménez. Por tanto, no se queda su labor en ser un simple entallador, con muchas entradas ajenas a su oficio, sino que interviene en retablos, capillas, mobiliario eclesiástico. Con esto podemos reconocer que la cajonería de Consolación era obra de de Martín Pérez, entallador.

Y, en la arquitectura, la familia de los Bolívar que procedían de Granada bajo la égida de Diego de Siloe, se afincó en esta ciudad y difundieron el manierismo arquitectónico en todos los templos abaciales y de su entorno.

BIBLIOGRAFÍA

GILA MEDINA, Lázaro y LÓPEZ GUADALUPE, Juan Jesús (1999): “Historia del Arte en Alcalá la Real” en RODRÍGUEZ MOLINA, José (coord.): Alcalá la Real. Historia de una ciudad fronteriza y abacial, v. 4, Alcalá la Real, Ayuntamiento de Alcalá la Real, pp. 7-132.

MARTÍN ROSALES, Francisco (2018): “Martínez Montañés y el Dulce Nombre de Jesús”, Revista de la Real Cofradía del Dulce Nombre de Jesús y Santa Caridad.

— (2000): Historia de la Real Cofradía de la Virgen de la Cabeza, Alcalá la Real

MARTÍN ROSALES, Francisco y MURCIA ROSALES,

Domingo (1998): Alcalá la Real, cancionero, relatos y leyendas.

MARTIN ROSALES, Francisco y ROSALES FERNÁN-

DEZ, Francisco (2000): Pablo de Rojas, maestro de Juan Martín Montañés, Alcalá la Real.



[1] El 18 de enero de 1621, le trasladó el poder Juan Frías al procurador Francisco Gutiérrez ante el escribano Juan de Rotaesta, siendo testigos el presbítero del castillo Pedro Duran, el escribano y procurador de número Antón de Santillán y Juan de Moya. En certificado aparte aparece el traslado de Juan de Fonofaya ante el escribano sevillano Francisco de Castro.

[2] http://pacomartinrosales.blogspot.com/2018/12/enla-revista-del-dulce-nombe-de-jesus.html

[3] AHPJ. Escribano Luis de Cáceres, Legajo 4599, f. 421, 31 de octubre de 1558, siendo testigos el barbero Pedro de Ochoa, Diego de Medina, sastre, y Bartolomé Jiménez, declaraba la carta dotal con su primera esposa Beatriz González.

[4] AMAR. Libro de cuentas del Hospital del Dulce Nombre de Jesús.

[5] AHPJ. Escribano Luis de Cáceres. 6 de abril de 1559. Fueron testigos el escribano Alonso Ordóñez, Juan de Cueto, Francisco González, hijo, Juan Ruiz de Albolote. Aparecen firmas de los dos escribanos y del padre de Juan Martínez Montañés.

[6] AHPJ. Escribano Andrés de Medina.

[7] AJPJ. Escribano Andrés de Medina, ff. 92v-93v. Año 1560.

[8]                                                                       AHPJ. Escribano Gómez Muñoz, 5 de diciembre

[9] , f. 13.

[10] AHPJ. Escribano Alonso de Ordoñez, Legajo 4602, año 1570.

[11] http://pacomartinrosales.blogspot.com/2018/12/enla-revista-del-dulce-nombe-de-jesus.html

[12] AHPJ. Escribano Alonso de Castro, Legajo 4588, ff. 42v-43, 17 de febrero de 1573.

[13] AHPJ. Escribano Hernán Sánchez, Legajo 4676, ff.

[14] v, 23 de julio de 1578.

[15] AHPJ. Escribano Alonso Ramírez de Molina, Legajo 4732, f. 46, 24 de enero de 1579. Se presentaron ante el mayordomo de la iglesia de Santa María, Juan Martínez Montañés, como vecino de Alcalá, acompañado de su suegro el odrero Francisco Moreno, y Lucas de Santillán, ambos vecinos de Alcalá la Real.

[16] ABPJ. Escribano Alonso Ordoñez, Legajo 4610, f. 130, 14 de febrero de 1586. Siendo testigos Juan de Baeza, Luis Hernández de Cardera y Alonso Gutiérrez de Villalobos.

[17] AHPJ. Escribano Antón García de los Ríos, 10 de mayo de 1552

[18] AHPJ. Escribano Alonso de Castro, Legajo 4588, 15

[19] AHPJ. Escribano Francisco Ordóñez recoge una escritura de 30 de diciembre de 1561.

[20]                                                                    AHPJ Escribano Francisco Ordóñez, enero de 1560.

[21] AHPJ Legajo 4590, f. 56.

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