Archivo del blog

domingo, 4 de febrero de 2024

EL OLIVAR DE LA SIERRA SUR (III)

 

 

LOS PRIMEROS OLIVOS DE MUCHOS PUEBLOS DE LA SIERRA SUR

 

 

                        Finales del siglo XVIII

 




A finales del siglo XVIII, Bernardo Espinalt describía las distintas ciudades en su Atlante Español. Y ya resumía la riqueza de Alcalá con las siguientes palabras:

su término es fértil en trigo, cebada, maíz, aceite, vino y legumbre, y sus huertas en frutas y hortalizas; está plantado de olivos, viñas, árboles frutales y sus montes de encinas, pinos, alcornoques y chaparros, y hay en ellos caza mayor y menor, y buenos pastos para la manutención de ganados”.           

 

            Otros interesantes documentos   de finales del  siglo XVIII nos ilustran de esta fase algo expansiva del olivar. Se refieren  a las licencias para roturar tierras entre 1776 y 1799 expedidos por la Corona. Curiosamente, una gran parte de las peticiones afectaban a dos pueblos de la comarca de la Sierra Sur. En Valdepeñas consistía su destino en plantar olivos y vides, porque estos terrenos, al ser montes y dehesas, eran más válidos para este cultivo que para los cereales y, por otro lado, el concejo municipal tenía necesidad  de su cultivo para abastecer  a la población que  carecía de este producto en el abastecimiento de la población , al mismo tiempo que proporcionaba trabajo a los jornaleros. El trabajo de desmonte y plantación   supuso una fuerte inversión en los colonos a través de censos enfitéuticos y en lotes de una fanega para repartirla en igual número de personas. Debían plantarla en un plazo de dos años y en terrenos baldíos y dehesas que, a partir de su rotura, impedían el paso del ganado.

En Alcalá es muy ilustrativo el informe del  alcalde mayor ante la solicitud hecha en 1794 a la Corona, pues refería en la Junta de Propios  que muchos terrenos cambiaban el cultivo de los cereales por el del olivo y la vid en los terrenos de la Dehesilla y Llano , ya que en atención de lo pedregoso de aquellos terrenos, y que si todos los plantasen de vides y olivos, es preciso expender mucho gasto en ello,  y sería de gran utilidad, respecto que para siembra sólo pueden 3 o 4 años, y que la mayor utilidad de dichos terrenos es para olivos  y vides”  . 

 

El siglo XIX

 

 



Los datos generales de la provincia de Jaén demuestran que el subsector del olivar resulta fundamental para comprender la evolución de su agricultura, dentro del marco regional de Andalucía oriental donde se situaba. Aunque se han hecho algunos estudios aproximativos, entre ellos los del profesor Jiménez Blanco, las conclusiones , muy matizadas para la comarca de la Sierra Sur y, sobre todo, para cada una de las localidades, se pueden dividir, a lo largo del siglo XIX,  en cuatro fases de acuerdo con  dos parámetros fundamentales, la superficie plantada de olivar de 1835 y la del año 1879, en la que ya estaba plantado el 61 % de la extensión de olivar.

 

En una primera fase de iniciación en la transición del Antiguo Régimen se vio favorecida por la primera desamortización de 1798 y por la estabilidad de los terrenos de colonos, sobre todo, en los pueblos de la subcomarca de Alcalá la Real, afectados por los anteriores rendimientos que iniciaban a dar rendimientos: Castillo de Locubín, Frailes y aldeas como Charilla. Clara referencia del poco avance del terreno olivar en los primeros años del siglo XIX  nos lo presentan los datos de la producción del aceite de oliva en la zona de Alcalá la Real el libro de Apeo del 1820 y en un informe requerido por el Gobernador Civil de Jaén en el año 1834.

Se recogen los arrendadores de 15 molinos sin distinguir los de pan de los de aceite,  de los  que nos inclinamos que tan sólo uno era de aceite.  Por lo que respecta a las zona de olivar coinciden con las antiguas de viñedo en el ruedo de la ciudad de Alcalá, patios de casas ( San Sebastián, Cañuelo, Mesa, San Blas, Puerto, san Francisco) Acamuña, Noveruelas, Pocico del Obispo, Torcales, Cuesta de Frailes,  o la Fuente el Gato, con explotaciones que no alcanzaban ni la fanega salvo casos aislados  y algunas que otras dispersas en las aldeas de las Caserías, Fuente el Soto, Mures, Santa Ana y el pueblo de Frailes. También, se reflejan estos datos comparativos con respecto a otros tipos de productos relacionándolo con otros pueblos de alrededor: En el término alcalaíno se cría en abundancia trigo y otros cereales, vino y aceite. Se importa vino de la costa de Málaga y aceite del Castillo, Martos  y Alcaudete.  Las legumbres, frutas y hortalizas vienen casi todas del Castillo.     De datos de estos tiempos, se invirtió en el consumo de la población del término, salvo 13.450 fanegas de trigo, 3960 de cebada y 1.400 de garbanzos que sobraron. Hubo que comprar 9.260  arrobas de aceite. Y el precio de los productos  respondía  a los reflejados en la tabla.

 

En una segunda fase, comprendida entre 1837 y 1855, se llevó a cabo un  mayor crecimiento de la  extensión del olivar, favorecido por las desamortizaciones de estos años, aunque en la subcomarca mencionada, el cereal era muy significativo y el viñedo sufrió una fuerte caída debido a la filoxera. Sin embargo, comenzaron a ponerse los cimientos con la plantación de estaca que tuvo su mayor rendimiento a finales del siglo.

 

En la tercera fase, se produce un estancamiento en la extensión del olivar, sobre todo, de los pueblos de la subcomarca norteña de la Sierra Sur , debido a la crisis agrícola y ganadera, aunque en la subcomarca de Alcalá la Real  comienzan a surgir nuevas plantaciones y una extraordinaria industria molinera acercándose a los núcleos rurales. Así, según Luis Garrido, el olivar de secano, asociado  y de regadío había alcanzado en Alcalá la extensión de 4.566 Has., en el Castillo (311), y en Alcaudete, 5.227 Has, los Villares 3.403 Has, Fuensanta 2039 Has y Frailes1.773 Has. Y ninguna en Noalejo .

 

En la cuarta fase, a principios de siglo XIX, se asiste a una nueva etapa de crecimiento de menor intensidad que la segunda fase, y muestra clara de ella fue el nacimiento de importantes industrias aceiteras ( almazaras y de extracción de orujo) que, en el caso de la Fábrica de Nuestra Señora de las Mercedes de Alcalá la Real ocupaban uno  de los primeros puestos de la provincia.

 

En el Castillo de Locubín conviene hacer una aclaración, pues los cambios de la estructura  de  la propiedad en el siglo XIX fueron acompañados a las nuevas condiciones del mercado provincial y nacional. Pues, coincidimos con las palabras de Masur

 

“La agricultura castillera ha estado orientada al mercado desde hace tiempo. Los habitantes han cultivado huertas y olivos para el beneficio de otros o han ofrecido su labor a cambio de jornales. Hasta hace poco tiempo mucha tierra ha sido de propietarios forasteros. Al menos durante 100 años han buscado los cultivos más lucrativos, dadas las condiciones locales, por ejemplo, en el siglo XVIII moreras  para los gusanos de seda; en el siglo XIX, más olivos y, en el XX, cerezos” .

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario