EPOPEYA PEREGRINA A TIERRA SANTA (2023)
23 DE FEBRERO , EMBARQUE Y TIBERÍAS
¡Quien
hubiera tal ventura,
sobre las
aguas del mar,
volando
sobre la tierra!,
¡Desde
Madrid capital!
Una mixta
comitiva,
se embarcó
en Alcalá,
sumando en
Jaén cincuenta,
de gente del
olivar,
del mundo
del Santo Reino,
que completó el autocar.
La noche se avecinaba,
hasta abandonar España,
corrió entre
dulces sueños,
tejidos de mucha esperanza.
Como una
media centuria,
de pacifica cruzada,
nuestro
capitán, el cura,
Francisco Rosales, alma
de aquella fiel aventura,
propuesta a gente
amada.
Tras pasar
el laberinto,
de la terminal cuarta,
con
controles de viaje,
embalajes y las viandas,
el artefacto
de Ícaro,
allá por la
madrugada,
se levanta
por los cielos,
atravesando toda
España,
recorrimos
con la vista,
páramos ,
valles y montañas,
y, al llegar
al Mediterráneo,
entre
numerosas aguas,
Cerdeña, por
la parte norte,
todas las
tierras del Sur,
de la gran bota
de Italia.
Tras una
noche de vigilia,
nos dieron
judía vianda,
que
completamos nosotros
con dulces
de nuestra patria.
Epiro,
Delfos, Corinto,
Antes de
Atenas, Esparta,
por doquier,
los archipiélagos
de islas de la
Menor Asia,
Santorín,
Delos, Miconos,
también las Cícladas clásicas.
Soslayando gran Turquía,
el sol de oriente estalla
y nos ofrece
a la vista,
en mediterráneas aguas,
Tel Aviv a la embajada.
Un judío nos recibe
de nombre
Isaac declara,
sorteando
los controles,
do nuestro
rostro se estampa.
Al pisar la tierra
firme,
se
presenta a la hornada
Sergio de adalid y guía,
para ser
nuestra compaña.
Y, recibimos
pañuelos,
distintivos que nos marcan,
consejos y
admoniciones,
de la futura
campaña.
Libres
de todos factores,
subimos en algarada
en dirección
a Galilea
por autopista
muy amplia.
Nuestro destino es Tiberias,
una ciudad,
junto al mar,
del lago que
la nombraba.
Tiberio puso
reales,
en aquella
hondonada,
que supera
los doscientos
metros bajo el mar situada.
Maimónides recordaba,
con luciente
y claro túmulo,
las enseñanzas del alma.
Esto fue un
veinticuatro,
saliendo de
madrugada
en este día
de febrero,
llegamos, ya
noche entrada,
a descansar
y cenar,
mucha especie y ensaladas.
Al menos que madrugamos,
a las seis de la mañana,
pues nos faltaron horas,
con una temperatura alta,
para recorrer los sitios,
de Jesús desde su infancia.
Las notas del bello canto
de “Alegre la mañana”
“ Que nos habla de ti”, amor.
bis , “Alegre la mañana”
nos conduce entre el lago,
cerros, valles y montañas.
Notas de puntos cardinales,
entre tierras muy cercanas
de Líbano, Siria y Tiro,
Damasco y rutas lejanas.
Subiendo hacia el Golán,
se oyen Bienaventuranzas,
tras dejar aldeas y kibbuts,
pescadores de Magdala.
corren por aquellas sierras
manantial de muchas aguas,
hasta llegar a Cesarea
de Filipos fue fundada.
Un retiro de la sierra,
con el Golán de bufanda,
Jesús como a los apóstoles
primero nos preguntaba
su esencia e identidad,
y a su proyecto invitaba.
El griego Pan se cobija
en aquella cueva sagrada,
donde los romanos un templo
y una ciudad levantaban.
Remanso de paz y misterio,
fuente del Jordán manaba.
Al pie del Golán vigía,
nuevas aguas, puras y mansas.
desde el templo del dios Pan,
las piedras cantan a Panías,
una polis helenística
que los pastores pastaban,
y los árabes convirtieron
en la bucólica Banias.
Volvemos por aquellos montes,
entre nuevas atalayas,
vigilantes de unas tierras
de judíos repobladas,
llegamos a Nazareth,
ciudad de fachadas blancas,
topamos con una cueva,
bajo una iglesia cristiana,
el Verbo se hizo carne,
y habitó en aquella casa,
sencilla y nazarena,
aposento y ventana,
En aquella aureola,
de basílica consagrada,
nos congregamos todos
a celebrar la palabra,
y de allí nos despedimos
con la Salve bien cantada
por el hermano Rafael,
en latín, solemne, y alta.
San José, en la placeta
nos bendice y nos proclama,
mientras nos muestra su oficio,
de carpintero de raza,
en iglesia bizantina,
do quedan algunas trazas.
y de recuperar las ganas,
de entre tantos sobresaltos,
que inundaban nuestras almas.
En las horas vespertinas,
nos dirigimos a Haifa,
un puerto muy comercial,
una ciudad avanzada,
do contemplamos absortos
de Bahaí su escalinata,
templo, y jardines persas
y su cúpula Dorada.
Al ir al Monte Carmelo,
de Elías su cueva santa,
revivimos el momento
de carmelita las entrañas,
y al contemplar a la Virgen
sonríen Tomas y Teresa ,
en pechinas de la sala.
y extender nuestra mirada,
aquella ciudad a los pies
populosa se mostraba,
entre templos y un silo,
bahía, puerto, y ensenada,
derrota de los franceses,
emporio de judía raza.
No soy Flavio Josefo,
ni la Egeria peregrina,
Pero el día veinticinco
aquí acaba y termina,
alojados en Listán,
( Me recuerda una torre
de frontera alcalaína)
do cenamos entre especies
ensaladas y golosinas.
DÍA 26 POR TIBERÍAS
Pasábamos por Tiberiades,
y el lago resplandecía,
entre las aguas su estela,
por doquier aparecía.
Aquel mar tan generoso,
nos abrió su travesía
en un barco navegador
de imitar de Jesús vida.
Y, en el día veintiséis,
de mañana febrerina,
con calor en esta fosa,
cantamos en concertina
“El pescador de los hombres”,
hechos coro y nota fina,
mientras muchas gaviotas
nos daban los buenos días.
Dejamos las redes en popa
y con alforjas vacías.
Recordamos los discípulos
que pescaban a porfía,
entre ellos a san Pedro,
y a toda su compañía:
Andrés, Juan y Santiago,
con parábolas atraía,
entre hechos y milagros,
y testimonios de vida.
En aquel medio de encanto,
siete fuentes ya surtían
unas aguas hechas canto.
De ellas Egería bebía.
Desde alta mar, Magdala,
pueblo pesquero a la vista
donde nació la mujer,
que a Jesús lo prefería,
mientras se reza en silencio
y el alma piensa y medita.
Desde el barco oteamos
a Magdalena y María.
El corto muelle induce,
entre elevado arbolado,
emprender nueva ruta,
a un cerro fértil y elevado,
(llaman Bienaventuranzas),
lugar tranquilo y sagrado.
Como pueblo escogido,
En círculo nos aunamos
Y recibimos el programa
de un Cristo en cruz derrotado.
Berluzzi , en bizantino,
recrea con sus alzados,
un nuevo templo divino,
do cuelgan sacros mandatos.
Llegamos a Cafarnaún,
un pueblo muy destacado,
donde vivía san Pedro,
y nació el apostolado.
Trazas de su sinagoga,
su casa y un poblado,
donde Jesús transmitió
entre sus primeros pasos,
las enseñanzas y doctrina
y algún que otro milagro.
Como el de la mañana hubo,
en torno al altar sagrado,
donde se nos manifestó a todos
el Cristo Sacramentado .
Y, al bajar del monte, vimos
pan y pez multiplicados
en recatado recinto;
y, en el templo del Primado,
Pedro ante Jesús, contrito,
le responde como amado
del eros, ágape y filitos
promete con tres vocablos,
asumiendo el compromiso.
Quisimos ser como Pedro,
amar hasta el infinito,
bañarnos pies en la orilla,
y, traernos como testigo
un canasto de pan y peces
de aquel milagroso sitio,
aunque fuera una tesela
del mosaico bizantino.
No hay cuerpo que más resista
otras tantas emociones,
nuestro yantar fue saciado
con el pez grande de Pedro,
a nuestro barbo imitando,
sin raspa y hecho a la brasa,
y con un café poco largo.
se me ha olvidado decir,
que, en todos los itinerarios,
no faltaban por doquier,
con los que se porfiaba
haciéndose siempre los rácanos.
Si la mañana fue gloriosa,
la tarde fue celestial,
comenzando `por la orilla
de las aguas del Jordán.
Recordaba multitudes
que bautizaba san Juan,
en aquel río en remanso,
sede de la Trinidad.
Ni tardo ni retrachero
me podía imaginar,
que las aguas renovaban
mi bautizo original.
Menos aún me creía
de este día su final,
renovar mis esponsales
en las tierras de Caná.
Y, ya vencida la tarde,
como acto opcional,
de noche en Tiberiades,
hora santa en medio el mar.
un no tengas miedo, hermano,
palabras de un ideal,
para el cristiano de hoy
La luz oscura estrellada
se refleja, al contemplar
las aguas serenas y negras
de un entorno celestial,
que nos invita en la noche,
a un sueño universal.
DÍA 27, DEL TABOR A JERUSALÉM
Íbamos de conquista todos
para asediar esta Tierra,
y, sin embargo, a nosotros
nos robó nuestra conciencia.
ventisiete ( era la tercia),
de un itinerario cruzado
entre enquistadas fronteras.
Comenzamos por un monte,
Famoso en esta tierra,
(cinco son los nombrados
por haber dejado huella)
el monte de la Salvador,
El Tabor, preludio y seña,
do Jesús mostró a sus íntimos,
(que en misa se nos recuerda),
la pasión, muerte y pascua,
tras las pasajeras tiendas.
En un bello mirador,
con huella de fortaleza,
pudimos ya compartir,
en aquella elevada sierra
los campos, y las ciudades
de la Baja Galilea.
Al bajar del santuario,
entre curvas de una vuelta,
tomamos por el Jordán,
una nueva carretera,
recorre un árido paisaje
entre desierto y huertas,
divisando va Jordania,
sita en la parte izquierda.
Recuerdos de Abrahán e hijo,
y su peregrinar a Caldea,
paso de Moisés y Josué,
símbolo de la gente hebrea.
De nómadas a sedentarios,
promesa de nueva tierra,
milagro de Elías y Eliseo,
y, para los cristianos, seña,
tras pasar por aquellas aguas,
de purificación y limpieza.
Cerca de tierra jordana,
el río se hace frontera
y, entre empalizadas,
va corriendo a la ribera
del Mar Muerto sin barcas.
Llegamos a Jericó cansados,
a ver otro monte emblema.
Era el de las Tentaciones,
tras pasar por rúas y callejas,
(ahora, tierra palestina,
se nota por casas y tiendas).
Nos paramos solamente,
contemplando la higuera,
y, recordando a Zaqueo
en su milagrosa espera.
A los pìes de aquel cerro,
do divisa fortaleza,
y, un cenobio ermitaño,
rehacemos nuestras fuerzas,
mirandose a los camellos,
bebiendo granada fresca.
Retumbaban las palabras
y los tres vanos intentos
que Satán hizo a Jesús,
de poder, gloria y dinero.
Tras seguir el mar salobre,
(certero apodo del Muerto),
entre sus colores azules,
que encubren sal y misterio,
las rocas de las montañas
hablan soledad y silencio,
retumbado en el litoral,
un inhóspito desierto.
Se llega, tras visionar
calas y lagunas en orilla,
A un sitio atávico y esenio,
de tiempos de Juan Bautista.
Se cuenta en los evangelios
y abundan algunas citas
que Jesús se retiró
a este lugar que invita
a plantearse sobre Dios,
el compromiso de vida,
un modo comunitario
y una apuesta de conquista:
el amor de Jesucristo,
una entrega sin medida,
que no recogen los rollos
ni en manuscrito está escrita.
Tras pasear por yacimiento
del monasterio esenita,
aconteció el yantar
y la compra, tras comida,
de pomadas y potingues,
y cremas de medicina.
El regreso emprendemos,
Jerusalén, nuestra cita,
por desértica Judea,
entre gente beduina.
Pastando están las pastoras,
los hombres, en su rutina,
las cabras rumian los prados,
entre rocas ocres de espinas.
Llegamos a nuestro hotel,
de nombre, el inglés Park Prima;
de Jerusalén encuentro,
y lugar de las salidas.
Tras cenar en sala amplia,
y en mesa alcaláina,
nos fuimos hacia el Castillo,
de la etapa bizantina,
para contemplar la historia
de Jerusalén judía.
Estando cerca del foso,
Y. pisando puente encima,
El guía nos anunció
la reserva de otro día.
Una oferta muy apetitosa
cubrió la cita perdida,
Emprender en autobús
panorámica visita.
Y, ninguno faltó a ella,
en tribuna preferida.
Rodeamos la ciudad,
desde la Puerta de Jaifa
a la puerta de Sión,
Basura, puerta escondida,
Muy cercana a la anterior,
y a vieja carnicería.
Se comprende su nombre
por la carne mortecina.
Contemplamos con la vista,
La Nueva y La de Damasco,
y Herodes más escondida.
Entre murallas elevadas,
San Estebán, preferida,
-nombrada de Los Leones-.
Algunas nos revivían,
como la Puerta Dorada,
Jesús, entre el asno y vivas
cerrada a cal y canto ,
fin de una rampa supina.
Desde el Monte de Olivos.
Se nos ilustra de valles
Cedrón y Ginón, por simas,
junto con el Tiropeón,
entre elevadas colinas:
Sión y el monte Calvario,
momentos de la Agonía.
Torres, iglesias, y muros,
cúpulas de dos mezquitas,
y el monte de los Olivos,
pasaron por nuestra vista,
sin olvidar los misterios,
que encierra cada basílica,
y algún lugar tenebroso
de cementerio y Juíllas.
Cerca de la puerta Jaifa,
bajamos modernas vías,
entre anuncios navideños,
boutiques y galerías.
Un ángulo muy moderno,
entre militares y vigías.
La fortaleza y sus muros,
de David torre vigía,
nos despide aquella noche,
y, desde lejos, nos guiña.
en vísperas de un veintiocho,
Soñando el nuevo día.
DÍA 28, DE MASADA A BELÉN
Salimos de Jerusalén,
por do habíamos llegado,
en dirección a Masala,
un lugar muy renombrado.
En el Dia de Andalucia,
entonamos
nuestros cantos,
El” Alegre la mañana”,
Y, “Andaluces , levantaos"·.
Madrugan los beduinos,
se encuentran con los ganados,
nos recuerdan a Jesús,
El gran Pastor y sus amados.
De nuevo, paso por
Quunram,
el Mar Muerto, más cercano,
se palpan por ventanillas,
un terreno de sal blanco,
raros parajes de cura,
y unos pocos sanos baños.
El ocre de las montañas
bordea el azul del piélago.
Como Tito , de conquista
de judíos sublevados,
llegamos a hostil
Masada
para escalar sus
palacios,
do Herodes hizo refugio,
sin llegar a utilizarlo.
Tierras de los zelotas,
dominio de los romanos,
monasterio bizantino,
todo quedó excavado.
Aquella silla eléctrica
me dejó en el castro bajo,
y visitamos el museo,
y la rampa de asalto,
contemplamos los turistas
por un camino escalando,
La senda de la Serpiente,
el antiguo itinerario.
Al bajar los compañeros
con iconos ilustrados
de cisternas y estancias
de baluarte y palacios.
¡Qué pena que me perdí,
desde aquel mirador alto
el paisaje profundo
del mar y el desierto árido!
Volvimos de nuevo a la ruta,
por el camino ya andado,
y, antes de Jerusalém,
a Belén nos desviamos,
entre las mezquitas árabes,
quedan algunos cristianos.
nos preparan la comida,
y nos sirve de intermediario
un guía de esta ciudad,
Jesús por todos llamado.
Tras probar vino de tierra,
y el estomago saciado,
la Adoración de Pastores
en su cueva celebramos,
con un Adeste , fideles,
para el Niño que besamos.
Y en su iglesia bizantina,
como en Navidad cantamos,
El camino que va a Belén
y Vamos, pastores, vamos.
Fue en la primera colina,
luego a la segunda llegamos,
Basílica Natividad
nos acoge como hermanos,
y, debajo el presbiterio,
a la Gruta aproximarnos,
por una escaleras estrecha,
do el pesebre observamos,
y el lugar del Nacimiento
de Jesús al otro lado.
Tras pasar entre ortodoxos
y adentrarnos en sus claustros,
Santa Catalina, basílica,
dominio de los cristianos,
celebra todos los años,
allí la Misa del Gallo.
No es el único testigo.
San Gerónimo, ermitaño,
en una gruta escribió
La Vulgata con sus manos.
a gusto de su dietario,
ya avanzada la noche,
acudimos de apóstoles
y a Jesús querer
imitarlo,
al monte Getsemani,
entre olivos
centenarios,
y, recogidos en
Basílica,
junto dos grupos
cristianos,
revivimos en nuestros días,
hora santa meditando
los momentos de la
Agonía,
con tres mensajes y
legados,
uno al hombre de hoy,
otro como Jesús orando,
y otro, entre preguntas,
el seguimiento buscando.
Fue una jornada larga,
y se ansiaba el
descanso,
para seguir peregrinos
en los primeros de
Marzo.
UNO DE
MARZO DE 2023, EN JERUSALÉN
Este día de
las Kalendas,
de este mes
de dios romano,
aunque, un poco más tardíos,
acudimos
madrugando
para tomar Jerusalen
en sus rincones y barrios,
Fuimos por
la madrugada,
a Sion y
coronarlo,
esta vez,
pasado Cedrón,
subimos
hasta lo alto
del monte de
los Olivos,
restos de un
santuario,
monasterio y
recinto
de la
Ascensión llamado,
un edículo
octogonal,
con visos de
transformado,
bizantino y
con una cúpula
árabe, de
afeado impacto.
Bajando
Getsemaní,
lo primero
que topamos,
La Gruta del
Padre Nuestro,
con pórtico
muy ilustrado
el
padrenuestro de Cristo,
en
plurilingües mosaicos.
Alli, la
oración se sublima,
en este
lugar consagrado,
remanso de
paz y entrega
recuerdo de
Jesús orando.
Nos
acercamos a un mirador,
un sitio
privilegiado,
desde donde
se contempla
Jerusalén anhelado.
Enfrente el
monte del Templo,
valle de
Cedrón abajo,
y en las
laderas se expanden
Cementerios y santuarios.
Encerrados
en las murallas,
barrios
judío y cristiano,
mezquita de
la Roca
y la de Al
Aqsa, a su lado,
Iglesia del
Redentor,
de dominio
luterano;
Torre del
Salvador,
parece que
nos está mirando,
y excelso el
Santo Sepulcro
con dos cupulas coronado.
Si miramos a
la izquierda,
vespertino
itinerario,
la colina de
Ofel
con la
iglesia Galicanto,
basílica de
Dormición
y el lugar
del Cenáculo.
Ya al sur,
esta la Gehenna,
lugar de
cultos idolátricos,
a los pies
del mirador,
monte de los Escándalos.
Bajamos por
descendida,
Getsameni oteando.
Se entra a
Dominus Flevit,
sito de
Jesús llorando,
Berluzi labró capilla
con un
ventanal retablo,
y un frontal
con la gallina
a los pollos
cobijando.
Nos reunimos
en su altar,
y en aquel lugar sagrado
se oficia la
santa misa
a Jesús
rememorando.
Por la pendiente avanzando,
se entra
en Huerto de Olivos,
unos troncos
milenarios,
y recogemos
ramitas
de los
olivos talando.
En basílica franciscana,
de nuevo,
una acogida
de aquel
bello santuario,
donde sufrió
la Agonía,
prendimiento
y traslado.
El mismo que emprendimos,
La Dormición
obviando ,
gran rato
nos detuvimos,
en la
iglesia Calicanto,
Casa Caifas, y mazmorras
todo muy
pormenorizado.
También fuimos al Cenáculo,
do pudimos contemplarlo.
Por la Puerta de los Leones,
el muro de
todos ansiado;
vestidos con
kipat judíos,
los dos
sexos separados,
entre rezos y postraciones,
un papel
allí guardamos.
Nos fuimos
para la comida,
En un día
muy agitado,
y, al
regreso, nos paramos
en un inmenso
patio,
para otear la maqueta
de Jerusalen romano,
Y visitar museo judío,
original y extraordinario.
Vemos
pancartas y banderas,
a la gente
convocando ,
ante el sumo
parlamento
Y el primer
mandatario.
Como promesa de vísperas,
y luego que hemos cenado,
atravesando barrio judío,
vestido de negro y blanco,
(La prisa no los detiene,
todo tienen controlado).
de nuevo vamos al Castillo,
y a los adarves alcanzamos,
Nos sirven de tribuna alta,
para contemplar e ilustrarnos
la historia de Jerusalén,
de nómadas a sedentarios,
Persas, sirios y las tribus,
también griegos y romanos.
Siempre tierra judía.
Aquí estuvo Bizancio,
dominio de pueblo árabe,
tierra de los cruzados,
sede de otomanos,
Y siempre, Lugares Santos.
DÍA DOS DE MARZO, DE JERUSALEN CELESTIAL A TEL AVIV
Era viernes de la vuelta,
y pasamos a Viernes Santo,
mañana pasión y gloria,
y, por la tarde, descanso,
para tomar el avión,
a las tres y algo un tanto.
subimos a Jerusalén,
de los Leones, llamada,
do fue mártir San Esteban,
para visitar Santa Ana,
un templo do recogimos
tradición ya legendaria,
la casa de san Joaquín
y la de la Abuela Santa.
Cerca de esta iglesia,
Junto a ella se hallan,
las ruinas bizantinas
y la piscina Probática.
Alegres y entusiasmados,
a iniciar el Vía Crucis,
por la Vía Dolorosa.
Sobre la primera estación,
citan a la Torre Antonia,
Unos arcos a lo romano,
formando una aureola,
condenaron a Jesús.
el Litóstrotos entre sombras.
Dos iglesias han levantado,
do el Ecce Homo posa,
entre la Condenación,
y la Flagelación onerosa.
En la Casa de Pilatos,
de espinas la corona
colocada fue a Jesús,
entrada de la mazmorra.
El Juego de los romanos,
del Rey aquellos lo nombran,
en el suelo del vestíbulo,
recuerda tanta zozobra.
Basílica de Ecce Homo,
un Ecce Homo en derrota,
continuamos la vía,
entre un zoco que nos ronda,
de tiendas de mil artículos,
desde especias a gorras.
En la tercera, la primera caída,
capilla armenia católica.
La cuarta, fija el encuentro,
siguiendo por esta zona,
entre Jesús y su madre.
Por una calle angosta
de la Jerusalén antigua,
una cartela denota
al de Cirene, de ayuda.
A la segunda llegamos,
la Cruz, le cae como losa,
por una calle hacia el zoco:
la sexta, la de la Verónica,
que desemboca en un cruce.
La séptima marca y denota
otra caída de Jesús,
en capilla católica.
Se apartan ya del camino,
con vericuetos y rincones,
la novena y la octava,
en medio de dos ladrones.
La cruz al suelo posa,
do moran coptos y etíopes,
y las mujeres judías lloran.
Al entrar Santo Sepulcro,
una multitud desborda,
de gente de mil paises,
resalta la planta en rotonda;
subiendo por la escalera,
al Calvario, do moran
cuatro estaciones décimas
desde el despojo de ropas
hasta el descendimiento.
Entre la capilla católica
y, el altar, con la estrella,
donde la reliquia se honra,
es un lugar de silencio,
desgarros en siete palabras,
las últinas de Cristo muerto,
Y en medio del recogimiento,
de la Salvación del Pueblo.
En larga fila se rodea,
la capilla, donde se guarda,
los restos de aquella roca,
Anástasis liberadora,
la última estación de gloria.
Volvemos a nuestro hotel,
Ya nos queda un Viernes Santo.
Fue antes de la comida,
nos anuncia nuestra vuelta,
alargando despedida
tres horas más de la cuenta.
DÍAS TRES, CUATRO Y CINCO DE MARZO. TEL AVIV Y EL REGRESO
A las dos de la mañana,
marchamos, todos, con fuerzas,
pero el Viernes no acabó,
la estancia en esta tierra,
sino que se prolongó
por cosas de la intendencia,
y como botin de conquista
por ganar sacrca contienda,
Tres días en Tel Aviv,
disfrutando de su arena.
Y, con escapada en Jafa,
do visitamos su iglesia,
dedicada a San Pedro,
y donde cristianas
a los gentiles se abrieron,
en la casa de Simón,
hoy ciudad musulmana.
En Tel Aviv, sin apuros,
disfrutamos de la playa,
hasta de sus chiringuitos,
contemplando aquella urbe,
de aspecto americana.
Ya, en turnos partidos,
y, con rutas programadas,
Regresamos a España,
cruzando de nuevo,
Islas griegas y Esparta,
todo el Mediterráneo,
Brindisi y por la Catania,
de noche, ciudades de luz,
de Córcega, y, ya en España.
llegamos a Barcelona,
cenados y, recorriendo
casi toda la tierra patria,
bajamos al Santo Reino
a la diez de la mañana.
No pasamos los momentos
de aquella mujer Egeria,
(son otros pueblos y tiempos),
compartimos vivencias,
peregrinos de recuerdos,
Y, por encima de todo,
conquistó el sentimiento,
la sombra de Jesús vivo
después de varios milenios.
Pues en esta conquista hubo,
asaltos de corazones,
vigilias y encuentros santos,
en medio de oraciones,
y, otras veces, intimamos
entre rezos y canciones,
y, nunca, olvidaremos,
por encima de emociones,
al capellán de esta tropa,
conquistando corazones.
a babor, firme en popa.
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