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sábado, 11 de marzo de 2023

EPOPEYA PEREGRINA A TIERRA SANTA (2023)

 












EPOPEYA PEREGRINA A TIERRA SANTA (2023)








 Epopeya peregrina,

con fotos de Paco Prados,

y las de mi cosecha,

de un simple aficionado.

    

                      23 DE FEBRERO , EMBARQUE Y TIBERÍAS







¡Quien hubiera tal ventura,

sobre las aguas del mar,

volando sobre la tierra!,

¡Desde Madrid capital!

Una mixta comitiva,

se embarcó en Alcalá,

sumando en Jaén cincuenta,

de gente del olivar,

del mundo del Santo Reino,

que completó el autocar.





La noche se avecinaba,

hasta abandonar España,

corrió entre dulces sueños,

tejidos de mucha esperanza.

Como una media centuria,

de  pacifica cruzada,

nuestro capitán, el cura,


Francisco Rosales,  alma

de aquella fiel aventura,

propuesta a gente amada.

Tras pasar el laberinto,

 de la terminal cuarta,

con controles de viaje,

embalajes y las viandas,

el artefacto de Ícaro,

allá por la madrugada,

se levanta por los cielos,

atravesando toda España,

recorrimos con la vista,

páramos , valles y montañas,

y, al llegar al Mediterráneo,

entre numerosas aguas,

Cerdeña, por la parte norte,

todas las tierras del Sur,

de la gran bota de Italia.

Tras una noche de vigilia,

nos dieron judía vianda,

que completamos nosotros

con dulces de nuestra patria.

Epiro, Delfos, Corinto,

Antes de Atenas, Esparta,

por doquier, los archipiélagos

de islas de la Menor Asia,

Santorín, Delos, Miconos,

 también las Cícladas clásicas.

Soslayando  gran Turquía,

el sol  de oriente estalla

y nos ofrece a la vista,

en mediterráneas aguas,

Tel Aviv a la embajada.

 

  Un judío nos recibe

de nombre Isaac declara,

sorteando los controles,

do nuestro rostro se estampa.

Al pisar la tierra firme,

se presenta  a la hornada

 Sergio de adalid y guía,

para ser nuestra compaña.

Y, recibimos pañuelos,

distintivos  que nos marcan,

consejos y admoniciones,

de la futura campaña.

Libres de  todos factores,

 subimos en algarada

en dirección a Galilea

por autopista muy amplia.

Nuestro destino es Tiberias, 

una ciudad, junto al mar,

del lago que la nombraba.

Tiberio puso reales,

en aquella hondonada,

que supera los doscientos

metros bajo el mar situada.


Entre las luces de noche,

Maimónides recordaba,

con luciente y claro túmulo,

las  enseñanzas del alma.

Esto fue un veinticuatro,

saliendo de madrugada

en este día de febrero,

llegamos, ya noche entrada,

a descansar y cenar,

mucha especie y ensaladas.







 DÍA 25, POR EL MAR DE TIBERÍADES

Al  menos que madrugamos,

a las seis de la mañana,

pues nos faltaron horas,

con  una temperatura alta,

para recorrer los sitios,

de Jesús desde su infancia.

Las notas del bello canto

de  “Alegre la mañana”

“ Que nos habla de ti”, amor.

bis , “Alegre la mañana”

nos conduce entre el lago,

cerros, valles y montañas.

Notas de puntos cardinales,

entre tierras muy cercanas

de Líbano, Siria y Tiro,

Damasco y rutas lejanas.

Subiendo hacia el Golán,

se oyen Bienaventuranzas,

tras dejar aldeas y kibbuts,

pescadores de  Magdala.

corren por aquellas sierras

manantial  de muchas aguas,

hasta llegar a Cesarea

de Filipos fue fundada.

Un retiro de la sierra,

con el Golán de bufanda,

Jesús como a los apóstoles

primero nos preguntaba

su esencia e identidad,

y a su proyecto invitaba.

El  griego Pan  se cobija

en aquella cueva sagrada,

donde los romanos un templo

y una ciudad levantaban.

Remanso de paz y misterio,

fuente del Jordán manaba.

Al pie del Golán vigía,

nuevas aguas, puras y mansas.

desde el templo del dios Pan,

las piedras cantan  a Panías,

una polis helenística

que los pastores pastaban,

y los árabes convirtieron

en la bucólica Banias.


Volvemos por aquellos montes,

entre nuevas atalayas,

vigilantes de unas tierras

de  judíos  repobladas,

llegamos a Nazareth,

ciudad de fachadas blancas,

topamos con una cueva,

bajo una iglesia cristiana,

do alberga el fiat eterno,





de María en la mañana.

el Verbo se hizo carne,

y habitó en aquella casa,

sencilla y nazarena,

aposento y ventana,

de eterna luz que traía

un ángel (Gabriel se llama).

En aquella aureola,

de basílica consagrada,

nos congregamos todos

a celebrar la palabra,

y de allí nos despedimos

con la Salve bien cantada

por el hermano Rafael,

en latín,  solemne,  y  alta.

San José, en la placeta

nos bendice y nos proclama,

mientras nos muestra su oficio,

de carpintero de raza,

en  iglesia bizantina,

do quedan algunas trazas.

 














Era hora del yantar,

y de recuperar las ganas,

de  entre tantos sobresaltos,

 que inundaban nuestras almas. 

En las horas vespertinas,

nos dirigimos a Haifa,

un puerto muy comercial,

una ciudad avanzada,

do contemplamos absortos

de Bahaí su escalinata,

templo, y jardines persas

y su cúpula Dorada.

Al ir al   Monte Carmelo,

 de Elías  su cueva santa,

 revivimos el momento

 de carmelita las entrañas,

 y al contemplar a la Virgen

con su escapulario de ancla,

  sonríen Tomas y Teresa ,

en pechinas de la sala.

 






Tras salir del santuario

y extender nuestra mirada,

aquella ciudad a los pies

populosa se mostraba,

entre templos y un silo,

bahía, puerto, y ensenada,

derrota de los franceses,

emporio de judía raza.

No soy Flavio Josefo,

ni la Egeria peregrina,

Pero el día veinticinco

aquí acaba y termina,

alojados en  Listán,

( Me recuerda una torre

de frontera alcalaína)

do cenamos entre especies

ensaladas y golosinas.

 



 

 

 


 

 

 

DÍA 26 POR TIBERÍAS


Pasábamos por Tiberiades,

y el lago resplandecía,

entre las aguas su estela,

por doquier aparecía.

Aquel mar tan generoso,

nos abrió su travesía

en un barco navegador

de imitar  de Jesús vida.




















Y, en el día veintiséis,















de mañana febrerina,

con calor en esta fosa,

cantamos en concertina

“El pescador de los hombres”,

hechos coro y nota fina,

mientras  muchas  gaviotas

nos daban los buenos días.

Dejamos las redes en popa

y con alforjas vacías.

Recordamos los discípulos

que pescaban a porfía,

entre ellos a san Pedro,

y a toda su compañía:

Andrés, Juan y Santiago,

con  parábolas atraía,

entre hechos y milagros,

 y testimonios de vida.

En aquel medio de encanto,

siete fuentes ya surtían

unas aguas hechas canto.

De ellas Egería bebía.

Desde alta mar,  Magdala,

pueblo pesquero a la vista

donde nació  la mujer,

que a Jesús lo prefería,

mientras se reza  en silencio

y el alma piensa y medita.

 Desde el barco oteamos

a Magdalena y María.

El  corto muelle induce,

entre elevado arbolado,

 emprender nueva ruta,

a un cerro fértil y  elevado,

  (llaman  Bienaventuranzas),

lugar tranquilo y   sagrado.

Como pueblo escogido,















En círculo nos aunamos

Y recibimos el programa

de un Cristo en cruz derrotado.

Berluzzi ,  en bizantino,

recrea con sus alzados,

un nuevo templo divino,

do cuelgan  sacros mandatos.

Llegamos a Cafarnaún,

un pueblo muy destacado,

donde vivía san Pedro,

y nació el apostolado.

Trazas de su sinagoga,

su casa y un  poblado,

donde Jesús transmitió

entre sus primeros pasos,

las enseñanzas y doctrina

y algún que otro milagro.

Como el de la mañana hubo,

en torno al altar sagrado,

donde se nos manifestó a todos

 el Cristo Sacramentado .

Y, al bajar del monte, vimos

pan y pez multiplicados

en   recatado recinto;

y, en el templo del Primado,

Pedro ante Jesús, contrito,

le responde como amado

del eros, ágape y filitos


 promete con tres vocablos,

 asumiendo el compromiso.

Quisimos ser como Pedro,

 amar hasta el infinito,

bañarnos pies en la orilla,

y, traernos como testigo

un canasto de pan y peces

de aquel milagroso sitio,

aunque fuera una tesela

del mosaico bizantino.

No hay cuerpo que más resista

otras tantas emociones,

nuestro yantar fue saciado

con el pez  grande de Pedro,

a nuestro barbo imitando,

sin raspa y hecho a la brasa,

y  con un café poco largo.

se me ha olvidado decir,

que, en todos los itinerarios,

no faltaban por doquier,


ofertas de relicarios,

con los que se porfiaba

haciéndose  siempre los  rácanos.












Si la mañana fue  gloriosa,

la tarde fue celestial,

comenzando `por  la orilla

de las aguas del Jordán.

Recordaba multitudes

que bautizaba san Juan,

en aquel río en  remanso,

sede de la Trinidad.

Ni tardo ni retrachero

me podía imaginar,

que las aguas renovaban

mi bautizo original.

Menos aún me creía

de este día su final,


renovar mis esponsales

en las tierras de Caná.

Y, ya vencida la tarde,

como acto opcional,

de noche en Tiberiades,

hora santa en medio el mar.

un no tengas miedo, hermano,

palabras de un ideal,

para el cristiano de hoy

en en su tormenta del mar.

La luz oscura estrellada

se refleja, al contemplar

las aguas serenas y negras

de un entorno celestial,

que nos invita en la noche,

a un sueño universal.

 






 

 

 

 

 

DÍA 27, DEL TABOR A JERUSALÉM










Íbamos de conquista todos

para asediar esta Tierra,

y, sin embargo, a nosotros

nos robó nuestra conciencia.



Como preludio del día

ventisiete ( era la tercia),

de un itinerario cruzado

entre enquistadas fronteras.

Comenzamos por un monte,



Famoso en esta tierra,

(cinco son los nombrados

por haber dejado huella)

el monte de la Salvador,

El Tabor, preludio y seña,

do Jesús mostró a sus íntimos,

(que en misa se nos recuerda),

la pasión, muerte y pascua,         

tras las pasajeras tiendas.

























En un bello mirador,

con huella de fortaleza,

pudimos ya compartir,

 en aquella elevada sierra

los campos, y las ciudades

de la Baja Galilea.

Al bajar del santuario,

entre curvas de una vuelta,

tomamos por el Jordán,

una nueva carretera,

recorre un árido paisaje

entre desierto y huertas,

divisando va Jordania,

sita en la parte izquierda.

Recuerdos de Abrahán e hijo,

y su peregrinar a Caldea,

paso de Moisés y Josué,

símbolo de la gente hebrea.

De nómadas a sedentarios,
promesa de nueva tierra,

 milagro de Elías y  Eliseo,

y, para los cristianos, seña,

tras pasar por aquellas aguas,

de purificación y limpieza.



Cerca de  tierra jordana,

el río se hace frontera

y, entre empalizadas,

va corriendo a la ribera

del Mar Muerto  sin barcas.

Llegamos a Jericó cansados,

a ver otro monte emblema.

Era el de las Tentaciones,

tras pasar por rúas y callejas,

(ahora,  tierra palestina,

se nota por casas y tiendas).

Nos paramos solamente,

contemplando la higuera,



 y, recordando a Zaqueo

en su milagrosa espera.

A los pìes de aquel cerro,

do divisa fortaleza,

y, un  cenobio ermitaño,

rehacemos nuestras fuerzas,

 mirandose a los camellos,

 bebiendo  granada fresca.

Retumbaban las palabras

y los tres vanos intentos

que Satán hizo a Jesús,

de  poder, gloria y dinero.

Tras seguir el  mar salobre,

(certero apodo del Muerto),

entre sus colores azules,

que encubren sal y  misterio,

las rocas de las montañas

hablan soledad y silencio,

retumbado en el litoral,

 un inhóspito desierto.








Se llega, tras visionar

calas y lagunas en orilla,

A un sitio  atávico y  esenio,















de tiempos de  Juan Bautista.

Se cuenta en  los evangelios

y  abundan algunas citas

que Jesús se retiró

a este lugar que invita

a plantearse sobre Dios,

el compromiso de vida,

un modo comunitario

y una apuesta de conquista:

el amor de Jesucristo,

una entrega sin medida,

que no recogen los rollos

ni en manuscrito está escrita.









Tras pasear por yacimiento

del monasterio esenita,

aconteció el yantar

y la compra, tras  comida,

de pomadas y potingues,

y cremas de medicina.

El  regreso emprendemos,

 Jerusalén,  nuestra cita,

por desértica Judea,

entre gente beduina.

Pastando están las pastoras,

los hombres, en su rutina,

las cabras rumian los prados,

entre rocas ocres de espinas.

Llegamos a  nuestro hotel,

de nombre, el  inglés Park Prima;

de  Jerusalén encuentro,

y lugar de   las salidas.

Tras cenar en sala amplia,

y en mesa alcaláina,

nos fuimos hacia el Castillo,

de la etapa  bizantina,

para contemplar la historia

de Jerusalén judía.








Estando cerca del foso,

Y. pisando puente encima,

El guía  nos anunció

la reserva de otro día.

Una oferta muy apetitosa

cubrió la cita perdida,

Emprender en autobús

 panorámica visita.

Y, ninguno faltó a ella,

en tribuna preferida.

Rodeamos la ciudad,

desde  la Puerta de Jaifa

a la puerta de  Sión,

 Basura,  puerta escondida,

Muy cercana a la anterior,







y a vieja carnicería.

Se comprende su nombre

por la carne mortecina.

Contemplamos con la vista,

La Nueva y La de Damasco,

y Herodes más escondida.

Entre murallas elevadas,

San Estebán, preferida,

-nombrada de Los Leones-.

Algunas nos revivían,

como la Puerta Dorada,

Jesús, entre el asno y vivas

 cerrada a cal y canto ,

fin de una rampa supina.

Desde el Monte de Olivos.

Se nos ilustra de  valles

Cedrón y Ginón, por simas,

junto con el Tiropeón,

entre elevadas colinas:

Sión y el monte Calvario,

momentos de la Agonía.

Torres, iglesias, y muros,

cúpulas de  dos mezquitas,

y el monte de los Olivos,

pasaron por nuestra vista,

sin olvidar los  misterios,

que encierra cada basílica,

y algún lugar tenebroso

de cementerio y Juíllas.

Cerca de la puerta Jaifa, 

bajamos  modernas vías,

entre anuncios navideños,

 boutiques  y galerías.



Un ángulo muy moderno,

entre militares y vigías.

La fortaleza y sus muros,

de David torre vigía,

nos despide aquella noche,

y,  desde lejos, nos guiña.

en vísperas de un veintiocho,

Soñando el nuevo día.  

 





 

 

 

DÍA 28, DE MASADA A BELÉN

Salimos de Jerusalén,

por do habíamos llegado,

en dirección a Masala,

un lugar muy renombrado.

En el Dia de Andalucia,

entonamos  nuestros cantos,

El” Alegre la mañana”,

Y, “Andaluces , levantaos"·.

Madrugan los  beduinos,

se encuentran con los ganados,

nos recuerdan a Jesús,

El gran Pastor y  sus amados.

De nuevo, paso por  Quunram,

el Mar Muerto, más cercano,

se palpan por  ventanillas,

un terreno de sal blanco,

raros parajes de cura,

y unos pocos sanos baños.







El ocre de las montañas

bordea el azul del  piélago.

Como Tito , de conquista

de  judíos sublevados,

llegamos a  hostil  Masada

para escalar  sus palacios,

do Herodes hizo refugio,

sin llegar a utilizarlo.

Tierras de los zelotas,

dominio de los romanos,

monasterio bizantino,

todo quedó excavado.

Aquella silla eléctrica

me dejó en el castro bajo,

y visitamos el museo,

y la rampa de asalto,

contemplamos los turistas

por un camino escalando,

La senda de la Serpiente,

el antiguo itinerario.

 






Al bajar los compañeros

con iconos ilustrados

de cisternas y estancias

de baluarte y palacios.

¡Qué pena que me perdí,

desde aquel mirador alto

el paisaje profundo

del mar y el desierto árido!

 Volvimos de nuevo a la ruta,

por el camino ya andado,

y, antes de Jerusalém,

a Belén nos desviamos,

entre las mezquitas árabes,

quedan algunos cristianos.

nos preparan la comida,

y nos sirve de intermediario

un guía de esta ciudad,

Jesús por todos llamado.

Tras probar vino de tierra,

y el estomago saciado,

la Adoración de Pastores

en su cueva celebramos,

con un Adeste , fideles,

para el Niño que besamos.























Y en su iglesia bizantina,

como en Navidad cantamos,

 El camino que va a Belén 

Vamos, pastores, vamos.

Fue en la primera colina,

luego a la segunda llegamos,

 Basílica  Natividad

nos acoge como hermanos,

y, debajo el presbiterio,

a la Gruta aproximarnos,

por una escaleras estrecha,

do el pesebre observamos,

y el lugar del Nacimiento

de Jesús al otro lado.

Tras pasar entre ortodoxos

y adentrarnos en sus claustros,

Santa Catalina, basílica,

dominio de los cristianos,

celebra todos los años,

allí la Misa del Gallo.

No es el único testigo.

San Gerónimo, ermitaño,

en una gruta escribió

La Vulgata con sus manos.

Tras la cena, cada uno

a gusto de su dietario,

ya avanzada la noche,

acudimos de apóstoles

y a Jesús querer imitarlo,

al monte  Getsemani,

entre olivos centenarios,

y, recogidos en Basílica,

junto dos grupos cristianos,

revivimos en nuestros días,

hora santa meditando

los momentos de la Agonía,

con tres mensajes y legados,

uno al hombre de hoy,

otro como Jesús orando,

y otro, entre preguntas,

el seguimiento buscando.

 

Fue una jornada larga,

y se ansiaba el descanso,

para seguir peregrinos

en los primeros de Marzo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 







 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

UNO DE MARZO DE 2023, EN JERUSALÉN


Este día de las Kalendas,

de este mes de dios romano,

aunque,  un poco más tardíos,

acudimos madrugando

para tomar Jerusalen

en sus rincones y barrios,

Fuimos por la  madrugada,

a Sion y coronarlo,

esta vez, pasado Cedrón,

subimos hasta lo alto

del monte de los Olivos,

restos de un santuario,

monasterio y recinto

de la Ascensión llamado,

un edículo octogonal,

con visos de transformado,

bizantino y con una cúpula

árabe, de afeado impacto.

Bajando Getsemaní,

lo primero que topamos,

La Gruta del Padre Nuestro,

con pórtico muy ilustrado

el padrenuestro de Cristo,

en plurilingües mosaicos.

Alli, la oración se sublima,

en este lugar consagrado,

remanso de paz y entrega

recuerdo de Jesús orando.

Nos acercamos a un mirador,

un sitio privilegiado,

desde donde se contempla

Jerusalén anhelado.





Enfrente el monte del Templo,

valle de Cedrón abajo,

y en las laderas se expanden

Cementerios  y santuarios.

Encerrados en las murallas,

barrios judío y cristiano,

mezquita de la Roca

y la de Al Aqsa, a su lado,

Iglesia del Redentor,

de dominio luterano;

Torre del Salvador,

parece que nos está mirando,

y excelso el Santo Sepulcro

 con dos cupulas coronado.

Si miramos a la izquierda,

vespertino itinerario,

la colina de Ofel

con la iglesia Galicanto,

basílica de Dormición

y el lugar del Cenáculo.

Ya al sur, esta la Gehenna,

lugar de cultos idolátricos,

a los pies del mirador,

 monte de los Escándalos.

Bajamos por descendida,

Getsameni oteando.













Se entra a Dominus Flevit,

sito de Jesús llorando,

Berluzi labró  capilla

con un ventanal retablo,

y un frontal con la gallina

a los pollos cobijando.

Nos reunimos en su altar,

 y en aquel lugar sagrado

se oficia la santa misa

a Jesús rememorando.








Por la pendiente avanzando,

se entra en Huerto de Olivos,

unos troncos milenarios,

y recogemos ramitas

de los olivos talando.

En basílica franciscana,

de nuevo, una acogida

de aquel bello santuario,

donde sufrió la Agonía,

prendimiento y traslado.











El mismo que emprendimos,

La Dormición obviando ,

gran rato nos detuvimos,

en la iglesia Calicanto,

Casa  Caifas, y mazmorras

todo muy pormenorizado.

También fuimos al Cenáculo,

do pudimos  contemplarlo.
















Por la Puerta de los Leones,

el muro de todos ansiado;

vestidos con kipat judíos,

los dos sexos separados,

 entre rezos y postraciones,

un papel allí guardamos.

Nos fuimos para la comida,

En un día muy agitado,

y, al regreso, nos paramos

en un inmenso patio,

para otear la maqueta

de Jerusalen romano,














Y visitar museo judío,

original y extraordinario.

Vemos pancartas y banderas,

a la gente convocando ,

ante el sumo parlamento

Y el primer mandatario.

 






Como promesa de vísperas,

 y luego que hemos cenado,

atravesando  barrio judío,

vestido de negro y blanco,

(La prisa no los detiene,

todo tienen controlado).

de nuevo vamos al Castillo,

y a los adarves alcanzamos,

Nos sirven de tribuna alta,

para contemplar e ilustrarnos

la historia de Jerusalén,

de nómadas a sedentarios,

Persas, sirios y las tribus,

también griegos y romanos.

Siempre tierra judía.

Aquí estuvo Bizancio,

dominio de pueblo árabe,

tierra de los cruzados,

sede de otomanos,

Y siempre, Lugares Santos.
















 DÍA DOS DE MARZO, DE JERUSALEN CELESTIAL A TEL AVIV













Era viernes  de la vuelta,

y pasamos a Viernes Santo,

mañana pasión y gloria,

y, por la tarde, descanso,

para tomar el avión,

a las tres y algo un tanto.

subimos a Jerusalén,

entramos, por la puerta,

de los Leones, llamada,

do fue mártir San Esteban,

para visitar Santa Ana,

un templo do recogimos

 tradición ya legendaria,

la casa de san Joaquín

y la de la Abuela Santa.










Cerca de esta iglesia,

Junto a ella se hallan,

las ruinas bizantinas

y la piscina Probática.











Alegres y entusiasmados,

a iniciar el Vía Crucis,

por la  Vía Dolorosa.














Sobre la primera estación,

citan a la Torre Antonia,

Unos arcos a lo romano,

formando  una aureola,

condenaron a Jesús.

el Litóstrotos entre sombras.

Dos iglesias han levantado,

do el Ecce Homo posa,

entre la Condenación,

y la Flagelación onerosa.

En la Casa de Pilatos,

de espinas la corona

colocada fue a Jesús,

 entrada de la mazmorra.

El Juego de los romanos,

del Rey aquellos lo nombran,

en el suelo del vestíbulo,

recuerda tanta zozobra.

Basílica de Ecce Homo,

un  Ecce Homo en derrota,

continuamos la vía,

entre un zoco que nos ronda,

de tiendas de mil artículos,

desde especias a gorras.
















En la tercera,  la primera caída,

capilla armenia católica.

La cuarta, fija el encuentro,

siguiendo por esta zona,

entre Jesús y su madre.

Por una calle angosta

de la Jerusalén antigua,

una cartela denota

al de Cirene, de ayuda.

A  la segunda llegamos,

la Cruz, le cae como losa,

por una calle hacia el zoco:

la sexta, la de la Verónica,

que desemboca en un cruce.

La séptima marca y denota

otra  caída de Jesús,

en capilla católica.

Se apartan ya del camino,

con vericuetos y rincones,

la novena y la octava,

 en medio de dos ladrones. 

La cruz al suelo posa,

do moran coptos y etíopes,

y las mujeres judías lloran.

Al entrar  Santo Sepulcro,

una multitud desborda,

de gente de mil paises,

resalta la planta en rotonda;

subiendo por la escalera,

al Calvario, do moran

cuatro estaciones décimas

desde el despojo de ropas

hasta el descendimiento.

Entre la capilla católica

y, el altar, con la estrella, 

donde  la reliquia se honra, 

es  un lugar de silencio,

desgarros en siete palabras,

 las últinas de Cristo muerto,   

Y en medio del recogimiento,

recordar aquella hora

de la Salvación del Pueblo.

En larga fila se rodea,

 la capilla, donde se guarda,

los restos de aquella roca,

Anástasis liberadora,

la última estación de gloria.

 









Volvemos a nuestro hotel,

Ya nos queda un Viernes Santo.

 




 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
















 

 

Fue antes de la comida,

nos anuncia nuestra vuelta,

alargando  despedida

tres horas más de la cuenta.

 DÍAS TRES, CUATRO Y CINCO DE MARZO. TEL AVIV Y EL REGRESO

A las dos de la mañana,

marchamos, todos, con fuerzas,

pero el Viernes no  acabó,

la estancia en  esta tierra,

 sino que  se prolongó

por cosas de la intendencia,

y como botin de conquista

por ganar sacrca contienda,

Tres días en Tel Aviv,

disfrutando de su arena.

Y, con escapada en Jafa,

do visitamos su iglesia,

dedicada a San Pedro,





 y donde cristianas  puertas

a los gentiles  se abrieron,

en la casa de Simón,

hoy ciudad musulmana.
















En Tel Aviv, sin apuros,

disfrutamos de la playa,

hasta de sus chiringuitos,

contemplando aquella urbe,

de aspecto americana.










Ya, en turnos partidos,

y, con  rutas programadas,

Regresamos a España,

cruzando de nuevo,

Islas griegas y Esparta,

todo el Mediterráneo,

Brindisi y por la Catania,

de noche, ciudades de luz,

de Córcega, y, ya en España.

llegamos a Barcelona,

cenados y, recorriendo

casi toda la tierra patria,

 bajamos al Santo Reino

a la diez de la mañana.

No pasamos los momentos

de aquella  mujer Egeria,

(son otros pueblos y  tiempos),

compartimos vivencias,

peregrinos de recuerdos,

Y, por encima de todo,

conquistó el  sentimiento,

la sombra de Jesús vivo

después de varios milenios.

Pues en esta conquista hubo,

asaltos de  corazones,

vigilias  y encuentros santos,

en medio de oraciones,

y, otras veces, intimamos

entre rezos y canciones,

y, nunca, olvidaremos,

por encima de emociones, 

al capellán de esta tropa,

conquistando corazones.

 a  babor, firme en popa. 






 


















 




 

 





































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