CANDIDATOS
Hace unos años, escribí un artículo que
casi me invita a repetirlo. Trataba de la trascendencia de las lecciones
municipales. Ahora se acercan estos comicios locales en todo el territorio
español. Es una realidad que estas elecciones despiertan mayor atracción y expectación, movidos por estar
los vecinos más cerca de la polis, la ciudad imperfecta que construyen y
sienten como su casa y su familia a lo largo de cada día de su vida. Los
vecinos, además, se sienten ciudadanos, porque van a elegir a los que los
representarán durante cuatro años. Son los únicos mandatos, que, salvo
circunstancias de emergencia, nunca se han adelantado o atrasado. Todo
elector palpa de forma más directa al concejal o alcalde, con el que le va
transmitir una propuesta de mejora, una sugerencia, queja o un agradecimiento-
desgraciadamente lo que pocas veces acontece-. Los aciertos y las obras se olvidan pronto, en menos que canta el
gallo.
Ya han pasado las elecciones andaluzas, y tras el breve paréntesis de la Semana
Santa y la llegada de la Resurrección, los atabales y chirimías anuncian este
momento crucial para la historia local. De nuevo, los candidatos se cubren
con la túnica blanca de candidato y presentan sus proyectos y
programas de futuro. Y viene a cuento por el hecho de que los candidatos se
salen de sus cuarteles de invierno ( sus sedes, organizaciones y sus
grupos) y se echan a la calle para reclamar el apoyo público
asumiendo papeles desconocidos por la mayoría del pueblo. Curiosamente,
asumen una nueva faceta con su proyección sociopolítica, apasionante y
comprometedora, a partir de la cual se vinculan con sus electores,
al menos leal, responsable y fiablemente. Se convierten en personajes de un
nuevo rol, con el quieren ganar los apoyos de sus convecinos para ocupar los
resortes del poder. Es decir, se convierten en "personas", máscaras, a
la manera de los actores griegos, o, los rostrillos como la tropa de los
autos semanasanteros y ejecutan una nueva puesta en escena. Es decir ejercen,
como dice Ortega y Gasset, el nuevo personaje de actores del teatro de la vida
social. Y es curioso que, cuanto más se acerca el votante al perfil de los candidatos, con mayor clarividencia le va
a apoyar para nombrarlo como su regidor local.
Sin embargo, partiendo de la sinceridad de los planteamientos de todos los candidatos de cada partido o coalición, y del papel que cada uno , desarrolla en el
escenario público, las nuevas tecnologías han globalizado el proceso electoral
de modo que se ha llegado a las más sofisticadas artes de persuasión para
captar el voto de los ciudadanos. Los hay que se llevan en sus alforjas el
trabajo hecho, por eso de que obras son amores y no buenas razones ( en
los equipos de gobierno o de la oposición, a lo largo de este periodo
democrático que se remonta a 1979); otros se incorporan con las prisas de
acudir a una convocatoria al socaire de beneficiarse de la cresta de la ola de
una crisis nefasta para todo el mundo; incluso, los hay quienes emplean las
malas artes escénicas. Pasan de la comedia- el teatro de la mejora vida de la
ciudad- a representar la tragedía de lo excepcional, fomentando las más viles
pasiones sin tener en cuenta que la catarsis era colectiva y salvaba a
todos. Pero, con esto de que, en las redes sociales, se ha puesto de moda el
esperpento y la astracanada, han olvidado la sabiduría de la inteligente
ironía y el sano espíritu burlón; a estos foros anónimos ya no acuden
auténticos actores que aspiran al servir al pueblo, sino que proliferan
fingidos y auténticos profesionales de personajes de las series más fantasiosas
que persona sensata haya podido ver. Entre ellos, los hay que se han provisto
del trabuquete de la insidia y malicia y lanzan pedradas, más bien
bombardas, repletas de infamia, odio y venganza para confundir a la
gente en medio de un caótico espectáculo de una batalla maleintencionada.
No extraña que aparezcan los apuestos adalides que se introducen en los
pasadizos y refugios para tramar emboscadas y golpes de manos, de puro
efecto sin más intencionalidad que herir al adversario. No les importa la
verdad, la honra ni la buena fama, sus armas son el dolo, la manipulación
y la tergiversación de los datos y de los hechos. Su campo de batalla es un
escenario donde se pierde el espíritu crítico y democrático para convertirlo en
una frase soez o un mensaje hiriente de un twet o de un muro de un
Facebook . Algunos se revisten con la `pìel de cordero, y son lobos de carne y
hueso. Se mueven como pez en el agua en
estos mares de lodos, ya que dominan todas las malas artes ( desdoblamiento de
personajes, cuentas anónimas o fingidas, propaganda subliminal, encantamiento
de personas con imágenes provocativas, suplantación de personas, o, en su
jerga, los trols...) . No les importa fomentar el tuidio de cualquier inocente
ni " el boca a boca " on line que contagia más, se benefician de la
rapidez del mensaje y la impronta de la comunicación y machacan como una gota
continua sobre la roca.
Por eso, más valdría cambiar el
"Manual del linchamiento on-line" por el manual del candidato
ciceroniano, incluso por las buenas artes de una buen tratado de estilo,
ético y estético. o, lo que llaman Javier Leiva por "La gestión de la
reputación on line"
De seguro que el buen candidato se
asemejaría a aquel alumno de oratoria latina que culminaba su etapa
escolar con la participación política, donde las cualidades, la experiencia,
los conocimientos y el buen hacer se valoraban por encima de la humillación
pública, el escarnio mordaz y las cruzadas de falta de vergüenza. En el fondo,
la participación de la vida pública para unos es contribuir a mejorar o
transformar la sociedad; para otros, ejercer un servicio público; y, para
todos, conseguir la felicidad colectiva.
Curiosamente,
todavía ni se ha proclamado la convocatoria, y, se repite el mismo escenario
que comentábamos hace ocho años. Tan sólo, ha cambiado la máscara de algunos
personajes que se desdoblan o se la intercambian adaptándose a estos momentos
traspandémicos.
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