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domingo, 11 de abril de 2021

en el jaén de hoy DANIEL OCÓN LUCENA

 




Desde que conocí a Daniel Ocón en Ermita Nueva me cautivó su personalidad y su saber estar, allá por los años setenta del siglo pasado con motivo de una visita a la aldea para organizar las bases de la vida municipal de la ciudad de la Mota en un momento crucial de la transición democrática.  Era una persona que tenía la virtud de la acogida a las personas, entregándole toda su hospitalidad junto con toda la familia de su esposa, Los Nieto del núcleo urbano de Cequia. Cada vez que lo fue conociendo me impresionó más su vida. Descubrí su saber y que tenía el alma de los antiguos zahorí gracias a su oficio de agrimensor.  Vivía y s se encontraba en el lugar y sitio idóneo, unas tierras que nunca se han mantenido intocables, sino que han sufrido la roturación desde tiempos prehistóricos. Nos ilustró de la intrahistoria de aquella aldea, desde el dolmen y la Virgen del Camello hasta el Centro Social Obrero, donde la paloma herida acudía con los versos del poeta Altolaguirre. La tenía recorrida de cabo a rabo logrando la paz entre sus paisanos campesinos con sus acertados deslindes, colocación de mojoneras y divisiones de peculios por doquier.  Era un libro abierto, con el que podíamos conocer la geografía de aquel partido del campo, desde los cortijos que dieron lugar a concentración de los tres núcleos rurales y al mantenimiento de estas viviendas hasta nuestros días junto con la aparición de nuevos asentamientos.  Me hizo comprender el origen de estas nuevas tierras que se habían subdividido desde los conquistadores y sus primeros compradores, los frailes de la Cartuja hasta las roturaciones de las desamortizaciones del siglo XIX. Y no solo era un libro hablante, sino que, en sus últimos años, trasladó sus planos a la escritura artística de altos vuelos, con trazos de altura por encima de la fuente normal para alcanzar un grosor superior al normal.  Los editaba en los programas fiestas e incluso varios libros de su vida, donde puso al descubierto su   humanismo y la entrega a la vida social. Tuve la suerte de recibir el regalo de algunos volúmenes, pero también que me concediera varios originales para ser editados en la revista del patrón. Sus escritos eran como las lápidas conmemorativas de los monumentos.  Realzaban los personajes y los hechos notables de la vida local y naciones, De3jaba para el pueblo alcalaíno la memoria de la inscripción volitiva.

Nunca podía soslayar la parada cuando me lo topaba con él, era el hombre bueno y culto, educado, cortés y sensible. Disfrutaba de su encuentro, de su saber y de su prudencia. Siempre rememoraba los primeros años de la democracia municipal cuando ejerció de concejal y, al mismo tiempo representaba a su aldea. Daniel Ocón nos dejó en Alcalá su letra y su saber, también esas virtudes que siempre caracterizaban a las personas que recorrían los parajes del sur del término alcalaíno. Hombre muy familiar supo transmitir esa pasión a su descendencia y siempre mantuvo sus lazos familiares. Su huella quedó grabada entre aquella tierra profusa de cortijos y los núcleos de Cequia, Pilillas, Ventorrillo y, en otros tiempos, la Ciudad y las casillas del Camello.

Si hubiera que imitarlo con una inscripción latina, le grabaríamos Homo bonus, peritus dicendi. Mas bien, peritus agrimensoris et iustus. 

PD. DONDE DICE SUS ESPOSAS, LOS NIETO QUIERE DECIR "su esposa", ha sido lapsus mentis, pido disculpas a su familia. Unm abrazo. 

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