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sábado, 10 de abril de 2021

EL RETABLO DE MIGUEL MUÑOZ EN EL CONVENTO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

 




Miguel Muñoz el Viejo vivó en el barrio de los Mesones, muy cercanos al monasterio de la Santísima Trinidad. Por eso, estaba muy ligado a este convento, en él quiso ser enterrado y fundó una memoria con las monjas en su templo.  Se encontraba de priora doña Violante Vivero en 1598 y concertó con Miguel Muñoz, vecino de la ciudad, un contrato muy frecuente por aquellos tiempos (legajo 4743 298 y ss). Este se comprometía a donar 106.000 maravedíes de un censo, y, en recompensa, recibía “
se le dé un arco en la iglesia con dos sepulturas junto a él, que se diga la misa mayor de todos los domingos del año por su intención.

Se pidió licencia al abad Alonso de Mendoza, que dio permiso tras recabar opinión del cura mayordomo del convento el cura Juan Jiménez, el presbítero Juan de Villalobos, y el vecino Luis de Novoa Gallego. Se situaba su ubicación en concreto en un arco que está en la dicha iglesia a la entrada de la Puerta que sale a la calle Real a Mano izquierda que es donde presente está un crucifijo y porque además de este arco ha de tener el derecho de sepulturas. En otros lugares se dice que es la calle que viene de los Mesones como se entra a mano izquierda cerca de la dicha puerta y arrimado donde está en el hecho un frontal rojo carmesí que tiene sin un Cristo que oy está el cual a de quedar por el dicho monasterio.

Por este tiempo el convento firmó otras memorias de misas, una con Juan Vázquez Mesía para la misa del amanecer de todos los días, y otra con el famoso cerrajero y herrero Andrés del Moral para el día de San Andrés. 

Para afrontar los gastos, en 26 de febrero de 1598 Miguel Muñoz otorgó dos censos que coincidía con total del enterramiento. Uno contra el jurado Alonso Ruiz Morón en la cantidad de 84.000 maravedíes, y el otro contra Juan Ramos 20.944 maravedís (legajo 4743 folio 43 y sus) para pagar cera, inciso y otras cosas, así como el capellán y ministros que le acompañaran, poner el altar limpio t y reparado por sucesores con sus ornamentos, entre ellos un frontal carmesí. Las monjas se obligaban, a su vez, a dedicar por su alma la misa conventual de todos los domingos del año con cuatro velas, otras solemnidades y esposo posterior a la misa sobre su tumba y el día de San Miguel con su Víspera con su misa cantada. 

 

Y se ubica el sitio de la sepultura en otro lugar del que se le concedió " junto a la puerta alta de la iglesia". Pues se justificaba de la siguiente manera el cambio "  precediendo licencia de V.S, y con parecer de las monjas  y discretas de este convento, y ahora por algunas causas justas quiere el dicho Miguel Muñoz e a pedido se le dé otro arco en la pared de la iglesia junto a él torno que está por labrar y que él labrará a su costa  y que él dejara el arco labrado que se le ha dado junto a la puerta para el convento como  lo era antes que se le diese y, en esto, el convento es aprovechado e resulta en su utilidad, suplica se le dé licencia para que las monjas y el convento puedan precediendo sus tratados e siendo cosa útil hacer la dicha permuta y otorgar título a el dicho Miguel Muñoz en forma bastante para  su firmeza e para escritura".  A 28 de julio de 1598, el abad don Alonso de Mendoza aprobaba la petición y recogía la petición en los mismos términos, que refrendaba en el cabildo de las monjas de doce de agosto de 1598 celebrado en el locutorio presididas por la mencionada priora y la presencia de Beatriz de san Francisco, Juana Bautista de Lara, Leonor de Gadea, doña Isabel de Carmona y doña María de Cabrera.  Y se especifica en la obligación " de que se diese un arco y enterramiento para poder hacer altar y enterrarse él y sus difuntos y se le dijese todos los domingos del año que es ya conventual, que él se dice y se le dijese otra fiesta de San Miguel, y por ser esto útil al dicho monasterio se la acepto” y se aprobó la permuta del arco junto a la puerta alta de la dicha iglesia con el güeco de él y dos sepulturas colaterales y se ficieron de él ". Y justificaba la permuta por querer hace más limosna  al monasterio  y concreta el enterramiento "  se ubique  en la pared del claustro y capítulo donde de presente  está el torno  para el servicio de la sacristía  y confesionario  tomándose desde el dicho torno bajo , que quede entre el arco y  el que tienen los herederos de Barrera donde se pueda , quedando compás para volver a hacer  el dicho confesionario , y que en esta pared  haga el arco a su costa  y perdición el gueco con la anchura en el mesmo enterramiento todo lo que tomare el güeco  con dos sepulturas más lo que vengan asidas  del alto abaxo en quadro, y porque en esto se sigue más notable beneficio  al dicho monasterio por estar l dicha pared destroçada por ser  bieja y de antiguo edificio y reparo , el dicho monasterio no puede acudir por tener  obras más precisas y queda con esto asigurada y se adorna la iglesia con otro nuebo altar del dicho Miguel Muñoz, ha de poner retablo  con la imaxen de Nuestra Señora Santa Ana  y adquiere el dicho monasterio probecho  a raçon de enterrar allí el dicho Miguel  Muñoz y sus herederos  su sepultura  en la dicha iglesia  y el dicho monasterio  quede obligado a decir las mesmas misas  y fiesta  y dar los recaudos necesarios asi para ellas  así como el adereço del dicho altar   . Tras el debate y el acuerdo de las mojas, Miguel Muñoz recibió el arco y las dos sepulturas y la capilla en las mismas condiciones y obligaciones que las anteriores que existían en el convento en el mismo día, mes y año. 

 

EL RETABLO

 

Ante el mismo escribano y legajo (folio 139 y rv), el día seis de junio de 1599, el pintor Cristóbal Álvarez se comprometía con Miguel Muñoz a realizar el retablo. No hay muchos datos sobre este pintor coetáneo a la familia de los Taxis, en concreto a Pedro de Taxis y estante en Alcaudete, asumía también las labores del dorado.  Por los términos del contrato se comprometía a " que se obligava y obligo a dorar un retablo que Miguel Muñoz vecino de esta ciudad tiene en el monasterio   de la Santísima Trinidad". Y no solo quedaba sumido su trabajo en esto sino que "el qual a de dar pintar y estofar, lo qual es el dorado y esto lo que fuere arquitectura e talla y lo que es pintura se entiende los tableros llanos, los quales  son ". Y describe muy bien la iconografía y programa del retablo

-"tres en el arco de arriba, en el del medio ha de estar la coronación de Nuestra Señora y los dos de los lados, el uno de San Francisco, y el otro de San Gerónimo en la Penitencia".

-Y otros dos más baxos en el dicho del enmedio que son los mayores que están a los lados de la caxa de Nuestra Señora Santa Ana a de ser  el uno  de San Miguel, el otro de San Joséph con su Niño  en. las manos  y algunas insignias de carpintero  entre las manos, todo de pintura ".

-"Y en el banco  otros dos tableros que están debajo  de los arriba dicha se a de pintar uno Santa Lucía y en el otro de San Idelfonso, y en el medio a decir  dorado y hechas unas letras de las palabras de la Concepción, todas enteramente 

-Y en los otros pedestales  pequeños an de yr dos San Juanes Evangelista y Bautista  y en los dos de afuera la del medio  la del fundador y el año".


Era condición fundamental que "  se a de facer a bista y aprobación de colores, fríos y perfección  y aprobación  de Pedro de Raxes y en él se remite y comete y en acabado". Se concretaba el precio en 70 ducados (  cuarenta coniforme fuera trabajado y los treinta restantes al final de acabado).  El quitarlo y traerlo corría a cargo de Miguel Muñoz y el cumplimiento de  las condiciones para su acabado a la aprobación de Pedro de Raxis, acompañaban la firma el carpintero Juan Sánchez Montañés, que luego realizó el retablo de la Virgen de las Mercedes, Melchor Raxis y Rodrigo Alonso de Colomo.  

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