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domingo, 11 de agosto de 2019

HOY EN LA SEMANA DEL DIARIO JAÉN,


ANTES DE MARTÍNEZ MONTAÑÉS, UN BORDADOR DE FLANDES  EN  ALCALÁ LA REAL


Siempre nos hemos preguntado  sobre los  bordadores que confeccionaron los ornamentos religiosos de la iglesia Mayor Abacial y de otros templos de Alcalá la Real, que se erigían por aquel tiempo, como los conventos de trinitarios y franciscanos o el de San Juan, Veracruz, San Sebastián, Santa Ana o San Pedro de Castillo de Locubín.   Se desprende de la laguna ingente de documentación que se presenta  antes de la incierta la llegada del padre de Juan Martínez Montañés, siempre que suelen aparecer algunos datos sobre contratación de ternos, dalmáticas, casullas, frontales, gallardetes, estandarte, banderas, pendones y lienzos colgantes. Frente a ello, abundan el comercio entre mercaderes y tejedores  granadinos, jienenses y alcalaínos ejercitando un intercambio que pone de manifiesto la presencia de la venta y la elaboración de estas prendas y objetos de las artes no suntuarias. Hace un año, con motivo del 450 Aniversario del Nacimiento del famoso imaginero Juan Martínez Montañés traíamos a colación a su padre confeccionando para esta tierra el primer  pendón de la cofradía de la Virgen de la Cabeza de Alcalá la Real. Destacábamos su taller de bordado y lo relacionábamos con el mundo de artistas alcalaínos, sobre todos los Sardos a la hora de ofrecer los primeros pasos de su hijo el Lisipo Español en el mundo de la imaginería. Repasábamos, en breves líneas, alguna documentación sobre otro estandarte para la misma cofradía realizada el séptimo decenio del siglo XVI, atribuciones de ornamentos religiosos a sus magníficas manos, pendones de la ciudad, y su traslado a Granada juntamente con su hijo Juan en el taller de Pablo de Rojas. Tras su marcha, aquel vacío de su taller en tierras alcalaínas fue completado por otros bordadores, muchos de ellos granadinos como Andrés Díaz que se afincó en Alcalá la Real y le renovó los estandartes a la misma cofradía de la Virgen de la Cabeza de Alcalá la Real, al mismo tiempo que multiplicó su presencia en muchas cofradías y ternos de iglesias.
Pero, antes de este Montañés de linaje oscuro, el bordador ocupaba un lugar privilegiado en los recintos religiosos y de particulares. Es interesante que ante el escribano alcalaíno Antón García de los Ríos en 24 de  abril  1552, se nos muestre un broslador, otra manera de llamar los bordadores, y lo hacía para unas dalmáticas de una institución regular trinitaria.
Se lo había encargado el Monasterio de Frailes  y Convento de la Orden de la Santísima Trinidad. Por lo que se deduce que el convento  alcalaíno era mixto. Son los frailes los que administran, en un número de unos diez miembros, como hemos descubierto en otros documentos notariales de esta fecha, dirigidos por el padre Pedro Carrión,  y que regentaban también  el convento de monjas de Nuestra Señora de los Remedios. Una situación extraña, con grandes problemas de jurisdicción y convivencia, puesto que se llegó incluso a la entrada del convento por parte del corregidor Montano utilizando  la fuerza para pacificar la situación.
En este documento se  declaraba que el escribano Luís de Pareja era el depositario  de unas dalmáticas realizadas por el broslador Pedro  de Flandes, vecino de Granada" ejecutadas al precio de cincuenta y cinco ducados y medio, y se le dieron y pagaron veinte ducados, y se le debían y restaban treinta y cinco ducados y medio, cuales por hacer buena obra espera  que me constituya de ellas". No es de extrañar que el cabildo de frailes  de aquel monasterio  encargara estos ornamentos, pues debían acudir a muchas ceremonias religiosas de fiestas y exequias vestidos con estas dalmáticas, utilizadas principalmente  por los diáconos, Es fácil imaginarse  aquellas vestimentas enriquecidas en las bocamangas, hombreras, franjas por delante y espaldera a través de ornamentos y dibujos.  Con el color del  tiempo litúrgico Además,  en este sitio, fueron  utilizadas por  los frailes que acompañaban a los oficios de la misa al vicario. .Debían pagarse la deuda antes de  fin  agosto en la ciudad de Granada y para ello se convirtió en nuevo depositario de las dalmáticas el jurado Pedro de Frías con el compromiso ante el escribano y con el consentimiento de embargo de bienes en la dicha cantidad, si no lo cumplía, de los 35 ducados y medio.
También fue un dato muy interesante de este documento para la historia de este bordador flamenco su presencia en Alcalá la Real porque había realizado varias obras en Granada con la llegada de los artistas y comerciantes flamencos en Granada. Y, unos años, después, se afincó en Sevilla. Nos indica que en  el campo del bordado tenía una gran relevancia la importación, tan sólo por este tiempo hemos encontrado un Juan Martínez, sastre, que podríamos relacionar con la familia de Montañés en Alcalá.

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