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lunes, 11 de marzo de 2019

UNA PARTERA EN EL SIGLO XVI

ANTE EL ESCIRBANO CRISTÓBAL GALLEGO, EL 22 DE JULIO DE 1532, SE ENCUENTRA un documento sobre la partera Catalina Jiménez, lo que nos remonta la presencia de este oficio  a principios del principio del siglo XVI en la ciudad de la Mota. 
Se realizó en la cámaras donde vivía la matrona. 
El documento recoge una  venta de una casa que realizaba con su nieta María López, casada con Cristóbal González de Jaén. Estaba situada en el Arrabal Viejo de Santo Domingo de Silos, y lindera con la casa de Jun Alonso Barbadillo, y por la parte alta con cámaras de la partera y abuela.Fijaba el precio de 3.500 maravedíes en moneda usual y el pago de un tributo o memoria de una misa rezada el día de fiesta o su aniversario  de las 11.000 virgenes.

CONCLUSIONES DEL DOCUMENTO

-Podemos manifestar que esta partera se encontraba ya viuda y vivía sola en un tipo de vivienda peculiar, la cámara, una habitación sobre otra vivienda aprovechando los desniveles del terreno y las cuevas del Arrabal Viejo que se extendía a los pies de la ciudad fortificada de la Mota, roca de Al Ándalus. 
Las parteras ya aparecían en las Cantigas y las  Partidas. Y se explicar su labor,  como avezadas comadronas atendiendo las labores del parto y como «mujeres sabidoras», se dedicaban a la asistencia al parto y al tratamiento de las enfermedades propias de la mujer y de algunos padecimientos infantiles.  Es curioso que la literatura medieval nos ha transmitido abundantes testimonios de mujeres que ejercían el arte de partear junto con prácticas condenadas por la Iglesia (la hechicería y la magia), las cuales condujeron a no pocas de ellas a la hoguera. Una de las referencias literarias acerca de las parteras la encontramos en las obras más importantes del siglo XIV, el Libro del Buen Amor de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, quien en su obra Libro de Cantares o Libro de buen amor, extenso poema de 1.728 estrofas, alude a la partera: «Toma vieja que tenga oficio de herbolera, que va de casa en casa sirviendo de partera, con polvos, con afeites y con su alcoholera, mal de ojo hará a la moza, causará ceguera». (Arcipreste de Hita, p. 191). A comienzos del siglo XV, la función religiosa de bautizar a los recién nacidos en peligro de muerte es recogida en diversos textos. Es el denominado baptismo sub-conditione (bautismo condicionado) en aquellos casos de niños asfixiados o deprimidos, tras un parto difícil, o cuando se preveía la muerte del feto intraútero. Este bautismo condicionado debía ser confirmado posteriormente por el cura de la localidad en caso de que el niño sobreviviese.A partir del siglo XV existen en España referencias legales sobre la formación y práctica del oficio de matrona o partera. Las Cortes de Zamora en 1434 y las Ordenanzas de Madrigal de 1448 tratan de regularizar y oficializar el oficio de parteras dando  cartas de aprobación a parteras para que pudieran ejercer libremente el oficio a aquellas que demostraban tener conocimientos y experiencia probada, si bien ésta no era una práctica generalizada, estableciendo que las parteras debían de ser examinadas por los alcaldes de los pueblos de Castilla.  Estas matronas gozaban de gran prestigio social. En 1498, los Reyes Católicos promulgaron una Pragmática sobre la regulación de dicho oficio u arte de partear. En esta pragmática se obligaba a las parteras a pasar examen, norma que fue abolida en el siguiente siglo por el monarca Felipe II en 1576, y de nuevo impuesta dos siglos después, concretamente en 1750.
Fernando Conde Fernandez recoge  este momento de la partera alcaláina con estas palabras:  Las matronas, parteras o comadres de los siglos XVI y XVII eran en toda Europa mujeres expertas en partos y salud de mujeres y niños, jugaban un papel clave en actividades religiosas y legales, lo que las convertía en figuras centrales de la vida comunitaria y sujetos con un considerable poder social. Para un gran número de ellas, el arte de partear constituía su principal modo de vida, un oficio en el que las mujeres habían tenido exclusiva competencia durante siglos. Sin embargo, no conformaban un grupo organizado ni se puede decir que existiera una identidad colectiva, por más que algunas de ellas poseyeran una sólida conciencia profesional. La formación de las matronas es deficitaria, y sólo el empirismo acumulado, la experiencia y el intercambio de conocimientos con otras matronas intentarán suplir algunas de las carencias. . Aunque las parteras no están consideradas como profesionales de pleno reconocimiento, en cambio, sí son altamente aceptadas por su labor social.

-La festividad de las Once Mil Vírgenes se celebra por  el 21 de Octubre el día de Santa Úrsula. 
La historia se resume en estos datos. Por el siglo IV, el  rey de Britania  prometió a su hija Úrsula en matrimonio con  un alto personaje de la nobleza del país ( era pagano y Úrsula cristiana). Esta marchó a Roma como peregrina para abortar este matrimonio . Le acompañaron diez compañeras. Tras su regreso , llegó a  Colonia en Alemania,  y cayó en en manos de los hunos.  Estos se sintieron  afortunados  al encontrarse con  tantas vírgenes y trataron de quitarles  la virginidad. Tras la negativa de Úrsula y su compañeras a esas  pretensiones, los barbaros  las mataron. Úrsula y sus compañeras murieron mártires por defender su virginidad por lo que con el tiempo sería elevada a los altares como Santa Úrsula y la festividad se celebraba en el siglo XVI con el nombre de las Once Mil Vígenes. 
Todos comentan porque se cambió el de las once vírgenes por 11.000 de este modo:


En un documento datado en el año 922 y encontrado en un monasterio cerca de Colonia, se hacía referencia a la historia de Santa Úrsula y sus compañeras. En el citado documento entre otras cosas se decía:
"Dei et Sanctas Mariae ac ipsarum XI m virginum" 

donde "XI m virginum" 

debía leerse como "undécima mártires virginum" (once mártires vírgenes) 

y en su lugar leyeron "undécima millia virginum" (once mil vírgenes)


Durante siglos la confusión, llegó a convertirse en realidad, siendo aceptada como tal, y sin poner en duda ni un ápice su veracidad. A partir de este momento la leyenda de las once mil vírgenes, tomó cuerpo y la historia de Santa Úrsula se extendió como la pólvora. 

La leyenda de Santa Úrsula y sus compañeras llegó a España de la mano de Beatriz de Suabia, esposa de Fernando III el Santo, que introdujo la devoción a la santa y a las once mil vírgenes. 

En el lugar donde se produjo según la tradición el martirio de las vírgenes, fue construida una iglesia dedicada a Santa Úrsula. En unas excavaciones realizadas en la misma, fue encontrado un cementerio, y la creció la leyenda con el movimiento de las reliquias. 

Las once vírgenes asesinadas fueron: Úrsula, Marta, Saula, Brítula, Gregoria, Saturnina, Sencía, Pinnosa, Rabacia, Saturia y Paladia.

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