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domingo, 3 de marzo de 2019

EN LA SEMANA DEL DIARIO JAÉN, ENTRE JAÉN Y GRANADA.


ENTRE GRANADA Y JAÉN


No siempre se han mantenido los términos entre dos provincias o dos municipios. Este es el caso entre el antiguo reino de Granada y el reino de Jaén, y más concretamente, por la parte oriental de la Abadía de Alcalá la Real. Siempre la cima de los montes, el cauce de los ríos y arroyos, los desfiladeros, los valles y los hitos del terreno sirvieron para colocar los mojones, donde colocaban unas cruces de piedras, o las incrustaban en los troncos de los significados encinares, quejigos o majuelos. Trujillos, actualmente Fuentes Viejas, ocupa este punto en  terreno granadino, que antaño perteneció a tierras jiennenses, pero dejó la huella y la vecindad de sus gentes, a las faldas de las sierras de Noalejo y de otras estribaciones de la Montillana y el partido de campo de Riberas y Mures.
La mejor forma de palpar este paisaje singular es emprender una ruta desde la plaza alcalaína de Juan Carlos I hacia la Fuente Tudela. Desde allí por el camino que baja al arroyo de Mures, se sube en dirección a Pateque, dejando atrás las cabezadas de Mures y se dirige a la carretera municipal de Puerto Blanco. Se pasa por el muladar de la casilla de Rabiando, donde los fantasmas de carne y hueso afloraban por las noches en los años del subdesarrollo.    Es un punto neurálgico, porque desde este lugar parte un camino que pasando por el cortijo de “Pateque”, hasta Puerto Blanco, en sentido diagonal al río Mures, divide las provincias de Granada y de Jaén, saliéndose del curso del río, que hasta este punto delimitaba las dos provincias. La casa   fue abandonada por sus propietarios, aludiendo a que se producían fenómenos paranormales y ocasionaban daños físicos a sus      habitantes.                                    
            Se llega a este punto en la divisoria entre las dos provincias, donde se comprende perfectamente el cuarto de legua de Trujillos entre el arroyo de Mures y unos cerros cercanos. Un terreno que se remonta a una historia pasada, de allá por el siglo XVII, en la que se vio inmerso en varios pleitos a causa de la recuperación de la villa del Castillo de Locubín por parte del ayuntamiento alcalaíno. Ocurrió en 1627 con la venta y adquisición de la villa castillera por el Marqués de los Trujillos, dentro la política real de venta de terrenos de realengo para hacer frente a las guerras de Flandes. La medida hay que reconsiderarla desde el punto de vista del nacimiento de nuevas villas independientes de España y con el fin de recoger fondos para la Corona. Sin embargo, el caso alcalaíno es diferente al de otras villas que se independizaron en el resto de España, porque aquí pudieron más las razones de privilegio otorgadas por reyes anteriores y los intereses de los ganaderos que se veían privados de unos extensos montes de pasto cuales eran los comprendidos por la sierra de Valdepeñas, Marroquín y toda la zona que limitaba con Alcaudete, Martos, y Valdepeñas. De ahí que nada más anunciarse la venta de la villa se produjo un gran alboroto que puso en pie a todos los caballeros con el fin de recuperar la villa. Los alcaldes ordinarios y todos los vecinos protestaron el acto de posesión el día 27 de noviembre de 1627, iniciándose el pleito para la recuperación. Es verdad que estuvo durante cierto tiempo en manos del Marqués donde puso un alcalde mayor que regía la ciudad. Fueron los momentos en los que intervino el regidor alcalaíno, Ruiz de Mendoza con una serie de maniobras en las que, dentro del marco legal, trató de crear el ambiente adverso en la villa contra la ciudad de Alcalá, al mismo tiempo que concertaba con el propio marqués las estipulaciones de la devolución de la villa. Parece que el rey Felipe IV no recompensó el deseo de vasallaje que los habitantes del Castillo le proponían en provecho de los privilegios concedidos a Alcalá. En el trato de 15 de marzo de 1629 Alcalá la Real tuvo que dar al Rey Felipe IV 14.975.323 maravedíes y al Marqués de Trujillos el denominado Coto de Bohórquez, un cuarto de legua.




Para mejor comprender este terreno de litigio, se marcha desde este punto marcado por una alambrada que marca el lindero entre provincias, se adentra por la carretera que dirige a Puerto Blanco, por entre el barranco y puerto de los Arrieros, hasta subir a una cota de unos 1060, de nombre Mataduz. Entre olivares, su cima permite extender la vista hacia las tierras del arroyo y de los molinos de Huéscar (Frailes), cerro del Batán, Cerrato, en la lontananza la ciudad fortificada de Mota, y por la parte oriental Cepero, Martina, Burrufete, y   Cartuja. Al bajar y retomar la carretera de Puerto Blanco en dirección a Fuentes Viejas se emprende un itinerario desviándose por el camino de los Altos de la Parrilla. Por una descendida, se topa con un paisaje de olivar y casas rurales, sustitutas de los antiguos chozones, de Puerto Blanco, de las que se cuentan historias y leyendas de tiempos de hambre hasta visionar dentro de un mirador situado en medio de un suelo de flora mediterránea la villa de Fuentes Viejas. Muy cercanos se encuentran los parajes de la Hoya, Puerta Alta y elevados cerros que recuerdan la partida de Hoya Fría, Muñoz, Piñeiro, Cencerro, Salsipuedes, los hermanos Queros, y su grupo por aquellos parajes, la muerte de Muñoz y Piñeiro. Siguiendo el camino hasta llegar a Fuentes Viejas se deja atrás las antiguas casas de la expenduría de Tabaco y su antiguo ayuntamiento, unas casas de teja que se han trasformado en viviendas remozadas por el mala gusto de los años de la tecnocracia. Es el paraje de Trujillos, que hasta el siglo XIX mantuvo el Duque de Gor, si bien anteriormente perteneció a don Antonio Álvarez de Bohórquez y Girón. Marqués de Trujillos, título Nobiliario creado por Felipe IV, en el año 1,629. Sus viviendas, pertenecieron a Frailes, Colomera y Montillana. Aunque tuvo Ayuntamiento independiente, entre 1,967 y 1,968, lo    absorbió el de la Montillana.

Rico en aguas, que bajan hacia la fuente que le da nombre al lugar, donde se contempla un lavadero comunal que introduce a un paraje natural muy singular por su flora de monte mediterráneos y afloramientos geológicos, donde la roca distingue las capas de milenios de años sumergidos bajo el mar de Tetis. Su dura piedra, se deja ver por la carretera de Arroyo de Mures, que invita a explicaciones de cortes geológico de fondos marinos, y, en ocasiones, algunas s cuevas y cortijos como el de las Angosturas rodeado de un bello paisaje de Tajos e ilustrados por el guía acompañante como refugio de chozas de la Guerra Civil. Es una ruta actual de peregrinaje hacia la ermita de la Joya.
 También es un circuito de unas dos horas y media    hasta llegar al punto salida, la fuente de los primeros repobladores, unos vecinos de Tudela, que le dieron nombre a las tierras y a la fuente, deformada por los lugareños con el nombre de Fuente Jituela. No es sino un nacimiento de agua que, antes de la construcción de la carretera, manaba gran cantidad de agua por distintos sitios, muy cercanos unos a otros. Se vio remozado este sitio, con la construcción de la carretera actual que data de 1955, cuyo firme afectó al paraje y a un puente, que fue ocultado casi cuarenta años después con la finalización de la actual carretera autonómica. Trujillos, como la Rabita, otro punto divisorio de Alcalá Real, en este caso  entre Granada y Jaén.
      




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