aEN UNA COLUMNA
Senderistas de Alcalá,
peones de las veredas,
entrado habían en acuerdo,
en su consejada tierra,
a los campos de Alcalá
donde hubo molino y presas.
Allá la van a hacer,
a esas frescas Riberas.
Traspasaban los molinos,
dejando atrás a la Mesa,
descansaba en el baño
que curaban las escemas.
Ahí les habló un osado
versado en las leyendas:
-Anímo, senderistas,
fresca cabalgada es esta;
subamos aBochiqueros
que nos da una vista nueva,
el Cerrato, y blancas casas
de la más Baja Ribera;
detengamos y contemos
el molino que nos queda.
Por llevarlo Madrigal
mantiene con gran solera
,la tradición paternal,
un buen surtido y paneras.
y salta más que una cierva,
para ofrecer el buen pan
Con marca de las Riberas.
Por las huertas de la Vega,
se refrescan en la Fuente,
que bautizaron de Huéscar,
por eso de la asonada,
que asestaron en la cresta,
al Señor de Alcaudete,
los de Moclín y Colomera.
Como si corriéramos de moros,
nos acercamos a carretera,
pasamos Vegas de Paz,
cortijos, sendas y huertas,
y nos lamentamos al ver
la Fábrica harinera.
Tras dejar las Casillas
del Velillos en la Ribera,
nos mojamos nuestros pies
con las aguas salobreñas.
Llegamos al Medianil,
y reparamos las fuerzas.
Allá por la Media Luna,
Cortijuelos y la senda
que contempla a Malabrigo.
Por la senda la izquierda.
Atrás quedó Santa María,
las Juntas en su ribera.
Por el camino real,
nos acercamos a la Huelga,
y con la vista de Tózar,
Porqueriza y Corcuera,
cruzamos entre frutales,
encinares, y esparragueras,
subimos a Malalmuerzo,
donde allí nos espera,
el romance en escena.
Boabdil en Moclín llama
en solidaria empresa,
entre saraos musicales,
aperitivos y paella.
A las cinco es el regreso.
los azores nos acechan,
Oídolo han senderistas
la llamada a montadera,
para volver a la Mota,
en carrocerías nuevas.
Al pasar por Peña el Yeso,
se divisa fortaleza,
e invitamos a otros
con esta medieval senda.
En otra columna.
Y CABALLEROS DE MOCLÍN
Caballeros de Moclín,
peones de Colomera,
entrado habían en acuerdo,
en su consejada negra,
a los campos de Alcalá
donde irían a hacer presa.
Allá la van a hacer,
a esos molinos de Guéscar.
Derrocaban los molinos,
derramaban la cibera,
prendían lo molineros,
cuantos hay en la ribera.
Ahí les hablara un viejo
que era discreto en la guerra:
-Para tanto caballero
chica cabalgada es esta;
soltemos un prisionero
que a Alcalá lleve la nueva;
démosle tales heridas,
que en llegando luego muera;
cortémosle el brazo derecho,
porque no nos haga guerra.
Por soltar un molinero
un mancebo les saliera
que era nacido y criado
en Jerez de la Frontera,
que corre más que un gamo
y salta más que una cierva.
Por los campos de Alcalá
va gritando: -¡fuera, fuera!
caballeros de Alcalá
no os alabaréis de aquesta,
que por una que hicisteis
y tan caro como cuesta,
que los moros de Moclín
corrido os han la ribera,
robado os han vuestro campo,
y llevado os han gran presa.
Oídolo ha don Pedro,
por su desventura negra.
cabalgara en su caballo,
que le dicen Boca-negra.
Al salir de la ciudad
Encontró con Sayavedra:
-No vayades allá, hijo,
si mi maldición os venga,
que si hoy fuere la suya,
mañana será la vuestra.
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