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lunes, 25 de noviembre de 2024

EL CAUCHIL

 

El cauchil es un sitio emblemático de Alcalá la Real, que se remonta a varios milenios, cuyos testimonios y vestigios han dejado su huella en fuentes documentales y arqueológicas. En su entorno surgió el primer poblamiento argarico que se extendía por la planicie del cerro de san Marcos, en las cuevas que horadaron sus tajos y en las faldas de este cerro junto a los manantiales de agua que desaguaban las entrañas de los Llanos. Una de ellas dio lugar al nacimiento de Marcos que abastecía la fuente de la Mora (a partir del siglo XVII Vieja en contraposición a la Nueva de Consolación). Eran elementos de este valle de la Mora Vieja el Cauchil, su alquería o casa de campo, el huerto y varias hazas que se regaban con el caudal de agua y en las que se alzaba varios morales, productores de la industria sedera tan prolífica en la Alcalá de los siglos XVI y xVII.  

 

 

Llama la atención que aquel valle de la Mora Vieja se sustituyera por el nombre el Cauchil, una vez que fue cercado en 1629 por tiempos de un comerciante de origen francés avecindado en la Mota llamado Juan Serrete. Sirva de ilustración que aquel año arrendaba su finca conseguida de las ganancias mercantiles de la plaza Baja de la Mota al labrador Pedro Martínez Cabrera. Era una finca compuesta por la casa, el huerto y el cauchil junto con varias hazas, que ocupaban todo el valle de la Fuente de la Mora, cuya riqueza fundamental eran trece morales en el haza grande y otro muy grande en el haza que daba por la parte alta; por la parte baja estaba abierto y el propietario se obligaba a cercarlo hasta la calle de Antón de Alcalá; en el contrato no sólo se regulaba la leña para el patrón, y se reservaba la mitad de las uvas de la viña y las frutas de los árboles.


El cauchil dejó en reminiscencia la palabra Mora tan solo en el sentido físico de una fuente que recogía las aguas del nacimiento. Sin embargo, la pérdida del topónimo Cauchil rompió un hilo conductor que se remontaba a tiempos pasados de los romanos, cuyas aguas regaban la parte más baja de las Azacayas, y, sobre todo, a aquel lugar de alquería musulmana. Pues esta palabra cauchil procede del mozárabe y árabe clásico, en concreto de   *qawčíl,  y el diminuto. del mozárabe. *káwč,; y este, a su vez,  del lat. calix, -ĭcis 'conducto de agua'. Actualmente arqueta es el sinónimo de cauchil, según la  DRAE. Es cierto que aquella alquería se renovó, el viñedo se perdió recientemente con los aires de la renovación agraria de influencia europea, y se encañonaron por los años noventa las aguas que bajaban desde el portillo de los Aspadores evitando riadas hasta las Azacañas y los nuevos barrios del entorno de la Tejuela.



Esta palabra como arca de agua se frecuenta en las tierras granadinas, Mármol en el Rebel de moriscos recoge esta frase «Entrando esta azequia por baxo de la puerta del Albaicín, tiene sus tomadores y cauchiles, por donde se reparte a las casas de los vecinos y a los aljibes públicos.». Como uso exclusivo de esta provincia, en tratados de arquitectura antigua se definía el cauchil “Especie de cambija o poza en que se reúnen las aguas de varios encañados, y de donde pueden tomarlas los vecinos de la calle en que se halla situada. Es nombre exclusivo de la provincia de Granada, como aparece en esta cita de Lucas de Moya en la Crónica e la Orden de San Francisco: “Luego como van cayendo las aguas, se van recogiendo a un grande cauchil o arqueta.». Y dice la Academia en 1726; «Cauchil. Hoyo pequeño hecho en la tierra donde se juntan algunos encañados de agua, y desde él toma cada vecino la que necesita para el servicio de su casa. Regularmente están en las calles cubiertos con una losa, la qual tiene en medio un. Agujero redondo para meter la mano y tapar u destapar los encañados, según la parte adonde se quiere encaminar el agua. Es voz usada en Granada.»

 





Pronto el valle de la Fuente de la Mora no definirá una zona que todavía recuerda un paraje y un paisaje el ruedo de la ciudad, los majestuosos tajos con sus cuevas del ayer de la cultura del Cobre y Bronce y la metamorfosis de aquellos parajes del extrarradio de una ciudad donde se asentó el primer santuario prehistórico, las primeras murallas defensivas y el paso del mundo de la ganadería a la agricultura. Su agua, que es la vida de las personas y de la ciudad, se repartirá desde el cauchil por los lares abandonados del casco antiguo y se levantará un nuevo recinto urbano bajo sus tierras que se regaron con el cauchil.

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