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viernes, 29 de diciembre de 2017

ENTRE BELENES Y ARBOLES DE NAVIDAD. EN alcalá información.




                En estos primeros momentos del invierno, su correspondiente solsticio atrae a los seres humanos para agrupar una serie de días festivos en ese vaivén del decurso temporal. Algunos se remontan a Mitra para fundamentar las celebraciones de estas fechas. Los que más, dentro del mundo europeo con tradición grecorromana, se contentan con las explicaciones y razonamientos de Julio Caro Baroja, fundamentándose en la alternancia del péndulo estacional entre dos los ejes de contraste, la alegría/ la tristeza, la vida/ la muerte, el bien y / el mal.  En Roma, celebraban las Saturnales y salía la gente a la calle travistiéndose en los papeles y roles, los esclavos en patricios, los pobres en ricos y los humanos en dioses. Constantino cristianizó esta fiesta con la celebración navideña. Y, a partir de este emperador, salvo los momentos iconoclastas, los pueblos de tradición cristiana convirtieron esta fecha en una de las más celebradas. El portal ocupó el lugar por excelencia de los templos. Los misterios, los autos de Nacimiento, las representaciones ante el portal y el villancico no faltaron en muchos pueblos. Recientemente, san Nicolás, santa Claus, y papa Noel comenzaron a invadir los hogares europeos y suplantaron la tradición belenística en los pueblos del Sur. Como una reliquia, los templos, algunas instituciones y familias mantienen esta tradición. Pues, ya es raro encontrar familias que realicen esos belenes familiares, procedentes de la tradición napolitana, Lo más frecuente y extendido es el árbol de Navidad, ese pino talado de las sierras del entorno, para colgar las lucecitas de colores y, de vez en cuando, un crisma de sus amigos o empresa. Incluso ni eso. El belén ha sido desplazado por los SMS y el WhatsApp ininterrumpido que te envía los más insospechados mensajes. Rebuscan en el arte y lo vulgarizan, deforman en el copiar y pegar la naturaleza y la convivencia caricaturizando hasta el personaje o ser vivo más pintado. Se hacen tan reiterativos de que no es raro que te acosen con la misma salutación por diversas emisiones de grupos
            Entre belenes y pinos navideños, se experimentan las más diversas sensaciones. Por un lado, el belén invita a la reflexión, a recorrer todos los meses del año. Por otro lado, el pino te eleva, te invita a planificar el futuro. Parece como si el belén fuera más acogedor, y el pino más frío, más cortante, pero más optimista.
Ante el belén, lo primero que te viene a la mente, es la recién estrenada estación de invierno en medio de una lluvia muy esperada, el impacto de la emigración en la ciudad de la Mota, el frío de los cajeros que se convierten en dormitorios humanos.  Si uno  se detiene en los diversos paisajes, el belén te acerca a la desertización y la prolongada sequía que nos ha invadido casi todo el año; o te hace compartir el caminar diario del pueblo, los artesanos te transportan a  las nuevas empresas y los nuevos  yacimientos de trabajo en el polígono del Llano de Mazuelos, las chabolas y cuevas te sumergen en las viviendas de patrimonio perdido, alguno deseado como la Casa del Pecado, y otras en trance de  estar condenadas a la picota de una letal ruina; si  uno se sumerge uno en el bullicio del zoco palestino, le deslumbran las luces de una  Navidad luminosa, las  gentes que acuden al recinto fortificado, las convocatorias de festivales, fiestas, ferias, encuentros y congresos; si uno se fija en la mirada del rey Herodes, se encuentra con la lucha por la violencia de género o por la exclusión; si se monta en la barca del río Jordán, contempla los olivos y los vides ahítos de sed.  

En el pino, por su parte, la mirada se prolonga hacia el nuevo año. Tras el paso del este otoño tan veraniego, con el pino llegó el invierno y transformó los ciclos estacionales de modo que convirtió el otoño en verano y el invierno en otoñal. Se adelantó la recogida de aceituna, los frutales se encogieron, las fuentes se secaron y los pantanos ajustaron al milímetro el desembalse para mantener el abastecimiento humano. En su verticalidad, nuevos proyectos pretendían paliar la acogida y alojamiento de los trabajadores foráneos. La robustez del tronco apuntaba para mejorar la muralla del Aire arruinada, reclamaba un nuevo Urban o Edusi o sepa Dios como se llamase para paliar la posible degradación del patrimonio.  Este conífero afilaba su punta para abortar los malos sentimientos y crear nuevos espacios de convivencia y de compartir en una feliz patria común. Veía enlazados y repletos de empresas los polígonos industriales, y anunciaba nuevas perspectivas para las cosechas de aceite, cereales, espárragos y frutos. Envuelto con sus finas hojas se llenaba de buenos deseos de felicidad para todos los alcalaínos, los que quiero compartir con mi belén y vuestro pino para el 2018. 

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