Hace uno
días nos encontramos un ciego, que tocaba diversos instrumentos de cuerda en la
ciudad de Alcalá la Real por los años cuarenta del siglo XVI, montamos un
relato.
Cuentan
que los violeros españoles desarrollaron un lenguaje propio que
sentó las bases de posteriores trayectorias iniciadas en otros países europeos,
especialmente en Italia. Su papel fue decisivo porque fundieron múltiples
sustratos previos goticistas y andalusíes y lo transmitieron con vigor a toda
Europa. Este oficio gozó de un gran prestigio social y cultural en los siglos
XV y XVI, como demuestra, por ejemplo, el hecho de que Mahoma Mofferriz, un
afamado violero y organero zaragozano fuera el alcalde de la aljama de los
moros de la ciudad a finales del siglo XV; o que llegaran a ejercer el oficio
algunos hidalgos, como Pedro y Mateo Arratia. Encontramos también violeros en
Toledo compartiendo su actividad con las enseñanzas musicales, el magisterio de
niños, o las clases de danza. Zaragoza fue la ciudad española con un mayor
número de violeros activos en la segunda mitad del siglo XV y principios del
XVI . En los años treinta de la centuria siguiente fue suplantada por Toledo y
ya a finales del XVI por Madrid-
La
importancia del violero radicó que en algunas ciudades se empleó el término de violería para
dar a entender el lugar donde trabajan violeros, o el arte ejercido por
ellos. La primera de estas dos acepciones queda clara en un solo ejemplo que
conozcamos, el de la “calle de la violería de Sevilla”, citada a finales del
siglo XVI y principios del XVII; o el uso de la jerga del
arte de la viola dentro de su gremio.
Este
consistía en dar origen a muchos instrumentos comentados, en concreto los antiguos
fueron: las vihuelas de mano, guitarras medievales, renacentistas y barrocas;
vihuelas de arco, clavicordios, clavicémbalos, laúdes y arpas.
La
seriedad de este oficio se comprueba por el documento que vamos a comentar de
Gutierre de Burgos entre un violero, afincado en Alcalá la Real, y un aprendiz
con fecha de 25 de abril de 1552. Estaba muy reglamentado, y en algunas
ciudades, contaba con gremio propio y con sus correspondientes ordenanzas.
Este violero alcalaíno debió haber alcanzado el grado de maestro en una de
ellas, aprendiendo sus normas de calidad, los procedimientos para la
adquisición de los materiales y se sentaban las bases para la formación de los
nuevos violeros. En concreto, en este documento acude Pedro Hernández de
Arjona, y lo representa el padre de menores Juan López é Relimpio el Viejo
con el poder de su padre para que el violero Bartolomé Gutiérrez lo acoja como
aprendiz de su oficio durante seis años y le vece el oficio hasta convertirse
en oficial. En concreto afirma el documento hacer una guitarra, un discante
(GUITARRA PEQUEÑA, A VECES MUYA AGUDA) y un tenor y tender cuerdas “, en la
segunda función " aveys de mostrar tañer veinte piezas las que el dicho
Pedro Hernández de Arjona quisiere aprender más convenientes para el oficio.
formarse en el oficio, antes de convertirse en oficiales. También se obligaba
el maestro violero a vestirlo de abajo y de fiesta, los de fiesta de paño a
ducado la vara, dos camisas, calzas, jubón gorra y zapatos, y, como
instrumental, le debía dar sierra y azuela. Le debía pagar nada menos en los
seis años 25.000 maravedíes por acompañarlo en el oficio, ya que era mozalbete
menor de 25 años y mayor de 18.
No llegó
este contrato al siguiente grado de e maestro, que debía superar un examen en
el que demostraban sus destrezas prácticas y conocimientos teóricos
frente a un tribunal compuesto generalmente por dos maestros violeros
consagrados y un veedor del gremio.
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