EL DÍA DE LA DIÁSPORA ALCALAÍNA
Hace ochenta y un año, se produjo la gran diáspora de cinco mil
personas de Alcalá la Real en dirección
a las tierras de interior de la provincia de Jaén. Se inició el día 30 de
septiembre de 1936 en el casco urbano alcalaíno y prosiguió los días siguientes
desde las aldeas meridionales hacia las norteñas. . Alcalá dejaba de pertenecer
al gobierno de la Segunda República Española, y era tomada por las tropas
dirigidas por el coronel Basilio León para
pasar a la jurisdicción granadina, que
dependían del gobierno sublevado. Surgió un municipio bifronte con las dos caras de Jano: desde la
capitalidad alcalaína hasta Ermita Nueva quedó gobernada por los militares que seguían a Queipo de Llano y
Franco y dejaron el ayuntamiento en
manos de los seguidores del Movimiento Nacional; y desde la ciudad de la Mota
hasta la cordillera de la Sierra de San Pedro, fue administrada por una
comisión municipal integrada por los miembros de los diversos partidos y
sindicatos de Alcalá la Real y aldeas.
Durante casi dos años y medio de guerra
civil, las dos Alcalá compartieron
frontera, tierra de nadie, escaramuzas bélicas, y penalidades. Se vivió intensamente el desgarramiento entre familias, la ausencia
de seres queridos, a corta distancia y
sin esperanza de llegar a buen término.
Durante muchos años se celebraba
dicha fecha por los conquistadores a bombo y platillo y con un programa surtido
de actos festivos y religiosos. Sin embargo, un profundo silencio invadía en todas aquellas familias
que huyeron, sin más hato que el puesto, y sin otra comida que la poca fruta
silvestre que podían recoger en los linderos de las veredas y coladas que se
dirigían hacia Castillo de Locubín, Frailes
y, sobre todo, Valdepeñas. La tragedia invadió en muchos rincones de la comarca.
Esta
encrucijada de huida, con nombre de "desbandá", “espantá” o “despantá”, suele ser recordada
y homenajeada en otros lugares de Málaga por el mayor número de personas que se
vieron obligadas a dejar sus hogares en dirección a otros municipios costeros
en poder de los republicanos. No se queda corta la diáspora alcalaína teniendo
en cuenta que la población de Alcalá la Real
alcanzaba las 25.000 almas, a las que había que añadir los nuevos
vecinos que se alojaron hasta aquel día triste
en estas ciudades procedentes de otros municipios granadinos del sector
noroccidental, sobre todo de Montefrío y Pinos Puente.
Faltaría
papel para recoger los relatos de todas las historias y vivencias que
acontecieron a todos estos fugitivos por miedo a perder la libertad. Los hubo
niños que estuvieron a punto de ser reenviados a las tierras rusas, jóvenes que
se enrolaron en el nuevo ejército militarizado de tiempos de Largo Caballero;
familias enteras que se alojaron primero en las villas de Valdepeñas, y, en
posteriores etapas, en casas particulares, iglesias, orfanatos, conventos y
otros edificios oficiales de la capital
jiennense y en cortijos de la campiña y
de otros pueblos de la Sierra Sur.
Algunos ya no volvieron a sus tierras y se vieron enrolados en otras
guerras defendiendo la democracia frente
al fascismo; otros fueron emigrantes en
tierras catalanas, europeas o mexicanas durante toda la dictadura y no
volvieron a su tierra hasta los nuevos tiempos de la democracia; para otros el regreso a su tierra fue
fatídico , porque le esperaban la cárcel o la muerte; y, para la mayoría, los
años del hambre, la humillación y la persecución en los campos de concentración
y en los batallones de trabajo.
Se acerca
casi a un siglo de este acontecimiento y todavía algunas generaciones retienen
en su retina aquella escena que entre el bombardeo ascendía por la colada de
Valdepeñas para buscar una tierra prometida. A algunos les vendría bien repasar
estas tristes páginas para no repetir las fronteras por otros lugares hispanos.
Estas dos Alcalá reflejan perfectamente
a lo que pueden conducir la desunión, la guerra y la ruptura del orden
constitucional, Y más, en estos tiempos, en los que se echan en cara la palabra
golpe. Historia, magistra vitae, qué duros somos de mollera para caer en la
misma piedra.
Fueron tiempos durísimos y está muy bien el recordarlos. Han pasado ochenta y un año, y de esto casi nadie se acuerda o simplemente se ignora, pues apenas quedan protagonistas de aquella triste diáspora. Conozco muchos casos en Fuente Álamo, aunque la mayoría fueron del Bando Nacional. La fractura que la Guerra Civil produjo especialmente en Alcalá la Real, tardó mucho en cerrarse, pero se consiguió y se aprendió, después de una cruel dictadura que seguía machacando a los vencidos, que se podía vivir en paz, bajo unas normas que nos habíamos dado todos los españoles. Pero mirad por donde, la memoria parece fallarle a alguna gente, y de nuevo pretenden dividir a una sociedad por unos cauces rupturistas y antidemocráticos y sin gozar de la mayoría, quieren imponer sus ideas separatistas, buscando en definitiva, que se produzca una nueva diáspora de todos aquellos que no piensan como ellos. Por eso te felicito Paco, por recordarnos aquel triste episodio local, poniendo tu grano de arena para ver si alguien se da cuenta que la paz social sólo se consiguió con el diálogo y el respeto.
ResponderEliminarLa teoría de la equidistancia y la visión fraticida de la guerra civil es en sí una ofensa a los que sufrieron el golpe de estado del 18 de Julio y la posterior dictarura fascista. El derecho de autoderterminación de un pueblo esta reconocido en la normativa europea y los que votaron (la inmensa mayoria) votaron masivamente por el sí. Y lo hicieron pacíficamente, sin violencia. No como las fuerzas represivas responsables de más de 400 heridos, para que Usted venga a darnos de leccciones de rupturismo y de democracia.
EliminarRectifico y doblo la cifra. Mas de 800 heridos en la jornada del unon de octubre.
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