EL CERRO DE LA TORRE, LA HISTORIA
Sí, digo, junto a un castillo, porque vuestra
torre-atalaya es un auténtico castillo que se yergue en la cima del cerro de
Flora. De la mano del anterior historiador, recojo vuestros cimientos
históricos
“El cerro de
la torre que domina la población debió ser algún antiguo pueblo fortificado,
por los restos y vestigios que todavía se encuentran, ladrillos, pedazos de
ánforas, cimientos de edificios, sepulcros con vasos lacrimatorios y monedas”. He subido allí, y lo he contemplado, he sentido como
muchos de vosotros que aquella torre parece como si quisiera manifestar que fue
vigía de tantos esfuerzos vuestros y
callados en convertir el monte
bajo mediterráneo en una tierra
rica en olivo, vid y cerezos. Y, eso sin
contar tantas iniciativas que, de seguro, vosotros hombres del campo habéis experimentado
a lo largo de la historia y lo seguís haciendo hoy.
Porque, aquí,
se ha cultivado con sabiduría la
apicultura ,y la miel de la colmenas ha abastecido muchos hogares
de la comarca; aquí el queso de cabra ha porfiado con el famoso manchego en
mercados andaluces; aquí vid ha producido los vinos más ricos e
impregnados de nutrientes minerales y de los soles de los Arrañales de la Fuente del Gato, de la Vega o de las faldas del
Camino de Charilla; aquí, la cereza ha dado los mejores calibres y los mejores
sabores, siempre conseguidos por el sabio equilibrio que se produce en vuestra
agricultura al unir la destreza humana y la generosidad del humus de vuestras
tierras.
Esta tierra nos recuerda aquellos versos, donde otro
poeta de la zona cantaba:
Ea, trae
el vino. Su llegada es la alegría y
no
Y no hay más
tristeza que en su continuo alejamiento.
Cuando se va,
las gotas del porrón son lágrimas, y
, cuando
viene, la boca del vaso ríe como burbujas.

WASHINGTON IRVING EN ALCALÁ LA REAL

Este hijo de un rico comerciante británico se
estableció en América, pero pronto volvió a las tierras de sus antepasados.
Debió ser un gran amante de la cultura española, lo que le condujo a realizar
varias visitas a nuestra patria. También, coadyuvó a esta pasión
hispanista el haber conseguido el cargo
de agregado en la embajada de USA entre 1826 y 1829 y, posteriormente, el de
embajador en 1842. Su obra popularmente conocida por Los Cuentos de la Alhambra despertó una
gran popularidad y difusión en todo el mundo.
Primero, se introdujo en el apasionado periodo de la
conquista de Granada a través de la lectura de las crónicas reales. Después,
recorrió muchos pueblos de España y quedó cautivado por su paisaje y por las
leyendas y cuentos de tradición andaluza, que le contaban la gente popular:
arrieros, posaderos, gitanos, bandoleros… En 1828, llevó a cabo un viaje desde
Madrid hasta Gibraltar, desde donde regresó por barco a su país. Este primer viaje
a Andalucía se inició el 3 de marzo y acabó el 7 de abril del mismo año. Fue
acompañado por el cónsul general y el secretario de la embajada de Rusia,
señores Gessler y Stoffengen. Nunca
llegó a publicarse, a pesar de las anotaciones que hizo en su itinerario, pues
debió estar condicionado con el prólogo posterior de su obra Alhambra. No
obstante, Stanley T. Williams, biógrafo de nuestro personaje, publicó en 1937
el diario de su viaje donde había anotado todas las circunstancias acaecidas en
el periplo.
Se adentró a Andalucía por Santa Elena y desayunó en La Carolina; luego llegó a
Andujar; más tarde llegó a el Carpio, Alcolea y Córdoba, donde se recrea describiendo
la fuente de la Salud,
el Alcázar y la Mezquita
Allí permaneció hasta el día cinco de marzo; de allí se
trasladó a Granada contratando dos guías, una escolta de cuatro personas para
protegerse de los bandidos y unos caballos para montar. El día siete llegaron a
Castro del Río; el mismo día pernoctaron por la noche en Priego, donde tuvieron
un incidente con un escolta que había robado la pistola y la capa a un regidor
y un criado; y, a las seis de la mañana, se pusieron en marcha y llegaron a
Baena al mediodía: cerca de allí admiraron su bello castillo, rodeado de
olivos. Por la tarde, siguiendo el
camino de Baena a Alcalá la Real, pasaron por la aldea de La Rábita. Se le hizo tarde, por
que el sol se ponía por la
Sierra de la Torre de la Solana y las cumbres de la Subbética cordobesa.
El camino pasaba por el barranco Moriana, dehesa de Fuente Álamo, cortijos de la Caserías, Pasada Baena,
Jurá, Villar, y por tierras de monte
bajo que a veces hacía perder la ruta, lo que, en medio de la oscuridad, le
obligó a recorrer parte de trayecto en medio de terrenos arados,
provocando el retraso hasta llegar a
Alcalá la Real. Irving
comentó y anotó que les costó más de lo que preveían. No obstante, la noche
debía de ser de luna llena, porque les guió la “mole fantasmal del castillo, dejándose
ver en todo momento “les guiaba como única referencia”. Llegaron a las siete y
media de la tarde. No salieron del lugar del hospedaje, en el camino de la Corte, el Llanillo de la
ciudad había varias posadas.
En una de las posadas de la Tejuela o de los Álamos,
cenaron huevos de la ciudad y jamón de sus alforjas. Se alojaron en dos
alcobas: dos miembros en una y tres en la otra. Irving quedó prendado del
aspecto comedido de la patrona de la posada
y de la belleza de sus dos hijas. Por la mañana, abrió las ventanas y
“con la luz radiante de un sol que deslumbra, resalta Alcalá encaramada, como
su fortaleza, en la cumbre de la montaña y sus calles pinas que conducen a la
iglesia o a la fuente. En otra colina, se aúpa su ermita”. Pero, esta descripción
debió responder a una mirada hacia atrás cuando se encaminaba a Puerto López y
describe su estancia en la venta para comer
y el recorrido torres albarranas habían de la disputa de estas tierras, o, también del temor a perderlas. No se ha retirado el
invierno que cubre de nieve algunas alturas cercanas. Unas águilas volando
majestuosamente rompen la desnudez de los espacios abiertos”. Desde el día 10 a l 19 de marzo
permanecieron en Granada y luego se dirigieron a Gibraltar.
A finales de este año y principios de 1829 realizó una
gran estancia en Sevilla para profundizar sus investigaciones en Archivo de las
Indias. Pero, a partir del uno de mayo de 1829 llevó a cabo un segundo viaje que
le encaminó de Sevilla a Granada. Viaje que relató en The Journey De este viaje
no hay referencias de su paso de Alcalá la
Real. Pero el primero le dejó una profunda
huella para relatarlo en los pasajes históricos de sus libros sobre la
conquista de Granada. Y, como huésped de la Alhambra, de seguro que la estancia alcalina y
paso por las tierras de la Abadía le sirvieron para ilustrar la visión de
muchos de sus relatos históricos.
En una de las posadas de la Tejuela o de los Álamos,
cenaron huevos de la ciudad y jamón de sus alforjas. Se alojaron en dos
alcobas: dos miembros en una y tres en la otra. Irving quedó prendado del
aspecto comedido de la patrona de la posada
y de la belleza de sus dos hijas. Por la mañana, abrió las ventanas y
“con la luz radiante de un sol que deslumbra, resalta Alcalá encaramada, como
su fortaleza, en la cumbre de la montaña y sus calles pinas que conducen a la
iglesia o a la fuente. En otra colina, se aúpa su ermita”. Pero, esta descripción
debió responder a una mirada hacia atrás cuando se encaminaba a Puerto López y
describe su estancia en la venta para comer
y el recorrido torres albarranas habían de la disputa de estas tierras, o, también del temor a perderlas. No se ha retirado el
invierno que cubre de nieve algunas alturas cercanas. Unas águilas volando
majestuosamente rompen la desnudez de los espacios abiertos”. Desde el día 10 a l 19 de marzo
permanecieron en Granada y luego se dirigieron a Gibraltar.
A finales de este año y principios de 1829 realizó una
gran estancia en Sevilla para profundizar sus investigaciones en Archivo de las
Indias. Pero, a partir del uno de mayo de 1829 llevó a cabo un segundo viaje que
le encaminó de Sevilla a Granada. Viaje que relató en The Journey De este viaje
no hay referencias de su paso de Alcalá la
Real. Pero el primero le dejó una profunda
huella para relatarlo en los pasajes históricos de sus libros sobre la
conquista de Granada. Y, como huésped de la Alhambra, de seguro que la estancia alcalina y
paso por las tierras de la Abadía le sirvieron para ilustrar la visión de
muchos de sus relatos históricos
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario