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lunes, 18 de septiembre de 2023

LA LANA Y EL COMERCIO DE LOS FLAMENCOS SEVILLANOS EN ALCALÁ LA REAL

 




En el siglo XVII, la ciudad de la Mota mantenía la actividad ganadera y su consecuente relación comercial de la venta de la lana. Como acontecía anteriormente, las élites ganaderas y agrícolas y los miembros de la hidalguía entablaban relaciones con los mercaderes genoveses afincados de Granada, sobre todo los emparentados con la familia Veneroso( Bartolomé, Juan y Marcelo y Pedro), que fueron sustituidos por Alejandro y Alberto Catana. No sólo vendedores los vecinos de Alcalá la Real, sino que el radio de acción se prolonga a Castillo de Locubín y Frailes, Pero, a partir de 1607, se va desplazar el centro de compra con la llegada los mercaderes flamencos Fernando de Peralta y Adolfo Breydel, que estaban representados por el cordobés Marcos de Torres. Generalmente, se mantuvieron las mismas condiciones de venta de productos a pesar de la distancia con respecto a Sevilla.  No nos extraña de que cambiara el eje, porque anteriormente se mantenían vínculos comerciales y familiares con la ciudad de la Mezquita, porque el precio de la arroba a 14 reales en 1605 no difiere mucho de lo estipulado con los genoveses en otros tratos(ejemplo el vecino frailero Bartolomé Martín en 1605 vende 50 arrobas a ese precio; Mateo de Pareja, idem, Pedro de Frías regidor 70, Gaspar de Trillo 100, Vazquez Mesia 50, ). En el siguiente decenio, los flamencos afincados en Sevilla Pedro Jiles y Antonio Bebete coparán el mercado. 


anexo




LA CONSOLIDACIÓN DE LA NACIÓN FLAMENCA EN SEVILLA EN 1604. Desde los años 70 la población flamenca de Sevilla no dejó de crecer. El perfil habitual del comerciante flamenco era el del joven que llegaba para trabajar con algún mercader ya establecido en la ciudad, con cuya hija, con suerte, acabaría por casarse24. Aunque no pretendemos examinar la proporción de flamencos que se quedaron frente a los que regresaron, creemos que el significativo incremento de los mercaderes de madera, que llegaron a formar una comunidad de varias familias entrelazadas –los comerciantes con sus mujeres, hijos, criados, etc.– residiendo en las Atarazanas y su entorno, partiendo de un grupo que a comienzos de los 60 apenas contaba con cinco individuos, habla por sí solo. El crecimiento de efectivos lo fue también de actividad y de influencia civil. Por ejemplo, tras una serie de confiscaciones en el marco del embargo de 1595, la ciudad intercedió en favor de sus flamencos25. Un influjo creciente que se traduciría en la promoción de la construcción de un nuevo lugar representativo para la nación con el nivel de prestigio adecuado a su nueva condición: la capilla y hospital de San Andrés. En julio de 1604, los frailes dominicos del Colegio 20 AHPSe, leg. 7772, f. 394r. 21 AHPSe, leg. 9236, f. 599r. 22 Algunos ejemplos: Testamento de Cornieles Valdovinos, AHPSe, 1579, leg. 16712, ff. 1288v-1292r; Testamento de Jaques Enríquez, 1590, leg. 9265, ff. 526r-530v; Testamento de Simón Enríquez, 1600, leg. 9312, ff. 517r-520v. 23 AHPSe, Audiencia Real de Sevilla [ARS], leg. 28275, exp. 1, f. 624. 24 Eddy Stols “La colonia flamenca de Sevilla y el comercio de los Países Bajos españoles en la primera mitad del siglo XVII”, Anuario de Historia económica y social, II:2, 1969, pp. 364-366. 25 Carlos Gómez-Centurión Jiménez, Felipe II, la empresa de Inglaterra y el comercio septentrional, 1566- 1609, Madrid, Naval, 1988, pp. 280-288. GERMÁN JIMÉNEZ MONTES Y JUAN MANUEL CASTILLO RUBIO 333 de Santo Tomás de Sevilla concertaron con los representantes de la nación flamenca la cesión de un espacio “en el dicho colegio para capilla, entierro y sacristía, por precio de 500 ducados de renta anual perpetua”. Negociación en la que destacó fray Enrique Conde, flamenco y colegial de Santo Tomás, puente entre la congregación y sus compatriotas. El mismo que acudió a la corte para conseguir de Felipe III el privilegio que permitiría construir la capilla y sufragarla por medio de una serie de derechos fiscales reconocidos a la nación26. Por parte de ésta intervino una comisión, elegida en junta seis meses antes, formada enteramente por mercaderes27, cuyo control de los órganos representativos de la nación demuestra el uso de esta institución como instrumento para coordinar sus actividades comerciales y su influencia política en la urbe. Este carácter comercial, así como la capacidad de fiscalizar a los inmigrantes noreuropeos llegados a la ciudad del Betis, queda aún más clara en vista de las funciones atribuidas a la corporación: derecho “de uno al millar” sobre todas las mercancías entrantes o salientes de Sevilla de los naturales de Flandes y una tasa de 8 maravedís por tonelada a los navíos flamencos llegados a la ciudad28.. La negociación con los dominicos culminó con la adjudicación a la nación flamenca y alemana de Sevilla de un edificio de varias plantas, capaz de albergar una capilla con cimborrio, bóvedas, entierros y sacristía29. Todo un monumento flamenco en el corazón financiero de la ciudad, estratégicamente situado entre los ejes donde se había fraguado su progreso: las Atarazanas, el Alcázar y la calle Francos. Aunque la documentación apunta a que, después de 1604, la nación germano-flamenca empezaría a perder el control de las Atarazanas30, esto no implicaría necesariamente su retroceso frente a otros grupos de poder que ansiarían despojar a los flamencos de su lugar, sino, más bien, un cambio de estrategia de una comunidad flamenca sevillana que iría perdiendo interés en el comercio de madera, cada vez más concentrado en la costa gaditana. Al fin y al cabo, el espacio deja de ser útil cuando deja de ser estratégico. 4. CONCLUSIONES Hemos visto a un grupo de mercaderes liderar a una comunidad en un doble proceso de autorreconocimiento y posicionamiento económico y político en una ciudad. Y hemos constatado, siguiendo su trayectoria urbana, cómo dicho proceso se produce en paralelo a su posicionamiento espacial. Una de las principales aportaciones de nuestro estudio es la demostración de que sus estrategias comerciales y políticas eran eminentemente urbanas, puesto que se desarrollaban en espacios concretos, y de cómo el estudio de su relación con la génesis o usufructo de estos espacios –como la capilla de San Andrés– o de su vínculo con determinadas actividades –como el comercio de madera en las Atarazanas– nos ayudan a conocer la evolución del grupo en la ciudad, tanto como la evolución espacial de la propia urbe. Así, hemos visto cómo la comunidad flamenca inició una estrategia religioso-asistencial en estrecha relación con su fortalecimiento socioeconómico por la vía del comercio de madera, paralela a su reconocimiento político como nación mediante la fundación de una corporación que asimismo serviría a sus fines comerciales. Pasos simultáneos al traslado físico de los intereses y medios materiales flamencos desde su base primigenia hasta el corazón político-económico de la 26 AHPSe, ARS, leg. 28275, exp. 1, f. 48. Pleito estudiado en Jaime García Bernal y Mercedes Gamero Rojas, “Las corporaciones de nación...”, op. cit., pp. 247-288. 27 Roberto Arnao (mayordomo), Fernando de Peralta y Adolfo Breydel (tesoreros), Francisco Helman, Francisco de Conique, Elias Sirman, Arnaldo Crave, Miguel Bequer, Jaques Nicolás, Pedro Fransois y Justo Canes (diputados); AHPSe, 11-15 de julio de 1604, leg. 12631, ff. 410v. 28 AHPSe, 11-15 de julio de 1604, leg. 12631, ff. 407r. 29 AHPSe, 11-15 de julio de 1604, leg. 12631, f. 400r. 30 Esto se desprende de acercamiento aún no exhaustivo a los documentos del ARAS, cajas 138-142. LA CONSTRUCCIÓN DE UN ENTREPÔT: ORGANIZACIÓN URBANA DE LOS MERCADERES EXTRANJEROS EN SEVILLA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVI 334 urbe, donde definitivamente se erigirán los espacios arquitectónicos que representarán a la comunidad ante el resto de la sociedad. Pero ubicarse en el núcleo político y económico de Sevilla no era para esta gente una mera cuestión de representación y prestigio. El posicionamiento y la capacidad de influir en el entorno en el que residían y trabajaban eran herramientas para adecuar el medio urbano –civil y espacial– a las necesidades de sus casas. Así, los flamencos operan en las Atarazanas hasta convertirlas en la base de su oligopolio maderero, y se apropian de su entorno al fundar su sede político-religiosa en el Colegio de Santo Tomás, en adelante uno más de los centros de poder hispalense. La ciudad, entre 1561 y 1604, se vuelve más flamenca precisamente porque este grupo, que seguía siendo minoritario en comparación con italianos o portugueses, asumió su papel de agentes de la transformación urbana, condicionando con ello la manera en la que los futuros ciudadanos de Sevilla se relacionarían con su ciudad.

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