En Castillo de Locubín, destacaban los terrenos dedicados al cultivo de la viña, Este cultivo signficaba una fuente de ingresos para la recaudación eclesiástiástica de los novenos de los diezmos. Se encontraba ubicado en los pagos del Redondal, Lagar del Llano, Lagar de Aranda, Puertollano, Callejón, y Cañada de Marinieves. En muchos de estos lugares se levantaron lagares, que hemos comentado anteriormente con obra de famosos maestros de albañilería como Francisco de Aranda. Y en los lagares, solían extraerse vinos del afamado torrentés de la Sierra Sur, baladíes, tinto, alabiño o albariño y todos los vidueños. Y de la viña no sólo se extraía vinos desde la Edad Media sino otros productos. El aguardiente, como bebida alcohólica destilada de un fermentado alcohólico, comenzó a desarrollarse en esta zona y solía ser un producto que necesitó del a licencia municipal. Ya sabemos que los aguardientes provienen de multitud de plantas ricas en sacarosa, que es el elemento esencial en la elaboración de la bebida (ya que a partir de esta surge el etanol), siendo en principio el aguardiente alcohol diluido en agua. Toma así el aguardiente su nombre de «Aqua» y «Ardiente» del latín «Ardens», lexema «Ardie», refiriéndose a su baja inflamabilidad, aunque también se dice que el nombre se debe a la sensación propia de la sustancia líquida alcohólica al ser ingerida. «Aguardiente» puede referirse prácticamente a cualquier bebida alcohólica obtenida por destilación, pero el nombre se aplica sobre todo a aquellas que poseen entre un 30 % y un 59 % de grado o volumen de alcohol (véase graduación alcohólica).
Como se observa que esta fábricación del aguardiente continuaba la elaboración de bebidas destiladas relacionadas con el uso de alambiques y se remontaban a los alquimistas árabes en la antigüedad, métodos de destilación que no se desarrollaron completamente hasta finales de la Edad Antigua y principios de la Edad Media. Este tipo de fabricación de bebidas destiladas se extendió por toda Europa y el resto del mundo, dando paso a una gran variedad de sabores, colores y aromas, que se dan en función del tipo de destilación, de la materia prima destilada y de los diferentes aditivos. Estas propiedades cambian de una cultura a otra de acuerdo a las costumbres, así como el uso mismo del término aguardiente. Según la parte de la fruta, se elaboran aguardientes «de vino» y aguardientes «de orujo», que provienen de frutas carnosas, como las uvas, las manzanas o las peras. Tras pisarlas, para obtener ese mosto que, una vez alcohólicamente fermentado, se convierte en vino, en sidra o en perada, esos residuos también pueden fermentar alcohólicamente. El destilado obtenido de esos residuos alcohólicamente fermentados es lo que se llama «aguardiente de orujo» o simplemente orujo, si se trata de la uva, o bien «aguardiente de hollejos de fruta», que es la palabra más genérica. En el líquido que se destila es necesaria la presencia de al menos algunos de esos hollejos, para que el destilado pueda recibir el nombre de aguardiente de orujo o el de aguardiente de hollejo de fruta. P
or último hay dos categorías de aguardientes simples y aguardientes compuestos. Los simples no tienen una adición significativa de sabores distintos de los propios del aguardiente, mientras los compuestos reciben una adición significativa de sabores provenientes de sustancias que no generan alcohol, como hierbas, semillas de anís, etc.El aguardiente procedente del vino de uve es uno de los más conocidos y utilizados. Se le llama brandy cuando está envejecido. Si el aguardiente procede de la destilación de lías de vino en presencia de los orujos de la uva o solo de la destilación de los orujos de uva, se le llama aguardiente de orujo o simplemente orujo.
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