Ya supimos, en un artículo anterior, que la iglesia de San Antón estaba relacionada con la cofradía del mismo nombre, nacida a mediados del siglo XVI. Hoy podemos constatar y exponer algunas notas más sobre ella. Ante el escribano Francisco Jiménez, en 5 de julio 1563, se sacan conclusiones (Legajo 4676, folio 67-8):
-Figuraba encabezando el documento el presbítero comisario de la Orden de San Antón de los Reinos de Castilla y León y administrador de la Casa y Hospital de San Antón de Baeza para representarla en el distrito del Obispado de Jaén, Abadía de Alcalá la Real y la Orden de Calatrava a la hora de dar licencia a la cofradía alcalaína por delegación del comendador de la Orden, fray Lucas Hernández de Almenara de las Casas de Sevilla, Córdoba y Baeza con fecha en Sevilla en 27 de diciembre de 1556 .
-Juan de la Minga era el mayordomo, que regenteaba la cofradía alcalaína desde que se fundó.
-El motivo de la presencia de este encuentro fue el hecho de que los cofrades alcalaínos habían fundado la cofradía sin licencia alguna en contra de las bulas pontificales, pragmáticas reales y otro tipo de ordenanzas. Para regulariar la situación, se reunió con los cofrades que llevaba poco tiempo, por otra no disfrutaban de bienes, pero si el beneplácito del prelado. Habían adquirido cruces, pendón y otros ornamentos, y recogido limosnas, pero debían ser reconocidos por los adminstradores y comendadores de la orden. Se le habían entregado cuatro ducados a la Casa de Baeza en limosnas.
-Llegaron al aceurdo que a partir de primero de junio los cofrades pueden contiuar como cofradía en la ciudad de Alcalá la Real, garcias a los privilegios y bulas y por los indultos otorgados en todo el término de la Abadía salvo Castillo de Locubín. Puedan hacer demandas en la calle, practicar el culto y la devoción, tener imágenes, bacines, cetros, estandartes, cruces y otros ornamentos. Y ponen todo en beneficio de los pobres.
-Para el aumento de cofrades y acrecentamiento de la devoción, se reservaban tres cuartas partes de las demandas recogidas en un libro de cuentas y el resto debía enviarse al abad de la Casa de San Antón de Baeza, junto con las limosnas entregadas por los devotos hasta el momento de la firma.
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