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domingo, 17 de enero de 2021

HOY, DE NUEVO, VUELVO A LA SEMANA DEL JAÉN, CON LA FIESTA DE SAN ANTÓN.

 


LA FIESTA DE SAN ANTÓN EN JAÉN

Este domingo se celebra la fiesta de San Antón. Parece ligada en tierras jiennenses a las célebres hogueras y, en tiempos recientes, se le relaciona con la Carrera deportiva que recorre todo el ambiente festivo de estas luminarias. La única reminiscencia de la festividad que, en la mayoría de las ciudades, se encendían para anunciar las fiestas el día de la Víspera. Pero, la otra vertiente de este acontecimiento festivo, estaba relacionado con el patronazgo de este santo sobre los animales, a los que se suele bendecir por estas fechas.

En sus orígenes se creó una orden hospitalaria con el nombre de este santo, cuyos hermanos recibían, en algunos lugares, el de la Orden de San Antonio o Antonianos. Era una congregación católica romana fundada hacia 1095, que se encargaba de cuidar a aquellos que sufrían la enfermedad medieval, por entonces muy común, del Fuego de San Antón. Se basaba en el relato de que en este año Gastón de Valloire, un noble del Delfinado del Reino de Arlés perteneciente al Sacro Imperio Romano Germánico, y su hijo Girondo, la fundaron en agradecimiento por la cura milagrosa de este último, pues padecía de Fuego de San Antón y fue sanado gracias a las reliquias del santo. Hizo votos de patronazgo al Santo ofreciendo sus bienes, y se emplearon en socorrer a los afectados por el fuego sagrado. Gastón, ante la duda de que no alcanzaran sus bienes para la cura de todos los enfermos y pobres que acudieran a su provincia, se cuenta que san Antonio le ofreció su báculo en forma de la letra griega «tau» y le mandó que lo hincase en la tierra como un presagio que, en forma de árbol crecería, para cubrir a todos los que vinieran a la cura. 

La congregación religiosa formada por laicos fue confirmada por el papa Urbano II en el año 1095. Las reliquias se custodiaban en la Iglesia de San Antonio de la villa de La Mota, donde erigieron un hospital cerca, donde cuidaban de los peregrinos que visitaban el santuario de la Iglesia de San Antonio y de los enfermos, particularmente de aquellos afligidos por el Fuego de San Antón, enfermedad muy común en la Edad Media, particularmente entre los pobres, por el consumo de cereales contaminados con cornezuelo y la falta de higiene corporal. Primero fueron laicos y, más de ciento veinte años después de su fundación, recibieron la sanción en 1218 como orden monástica por bula del papa Honorio III.  La historia de los antonianos en España está directamente relacionada con el Camino de Santiago, pues FUE Castrogeriz EL lugar elegido para establecer el primer convento español. La orden de los antonianos se organizó de acuerdo con los principales reinos de España ente comendadores y administradores de hospitales que se dedicaron, desde el principio, en la atención y cuidado de enfermos con dolencias contagiosas: peste, lepra, sarna, venéreas y sobre todo el ergotismo, llamado también fuego de San Antón o fuego sacro o culebrilla.

Entre los hospitales que se crearon en Castilla, en nuestra provincia se encontraba el de San Antón, de Baeza, al que se le unieron una serie de cofradías con el mismo nombre. Entre las cofradías, destacaba la de Alcalá la Real fundada a mediados del siglo XVI, cuya relación mantuvieron hasta el siglo XVIII, cuando fundaron una iglesia con el mismo nombre y en la que aparecen el signo de la tau por algunos lugares constructivos. Es muy ilustrativa la relación entre el Hospital baezano y los hermanos alcalaínos de San Antón Por un  documento de acuerdo entre ambos ante el escribano Francisco Jiménez, 1563, figuraba encabezando el documento el presbítero comisario de la Orden de San Antón de los Reinos de Castilla y León y administrador  de la Casa y Hospital de San Antón de Baeza para representarla en el distrito del Obispado de Jaén, Abadía de Alcalá la Real y la Orden de Calatrava a la hora de dar licencia  a la cofradía alcalaína por delegación del comendador general  de la Orden, fray Lucas Hernández de Almenara de las Casas de Sevilla, Córdoba y Baeza con fecha en Sevilla en 27 de diciembre de 1556 . Juan de la Minga era el mayordomo, que regenteaba la cofradía alcalaína desde que se fundó. El motivo de la presencia de este encuentro fue el hecho de que los cofrades alcalaínos habían fundado la cofradía sin licencia alguna en contra de las bulas pontificales, pragmáticas reales y otro tipo de ordenanzas. Para regularizar la situación, se reunió con los cofrades que llevaba poco tiempo, por otro lado, no disfrutaban de bienes, pero si el beneplácito del prelado. Habían adquirido cruces, pendón y otros ornamentos, y recogido limosnas, pero debían ser reconocidos por los adminstradores y comendadores de la orden. Se le habían entregado cuatro ducados a la Casa de Baeza en limosnas.  Llegaron al acuerdo que a partir de primero de junio los cofrades podían n continuar como cofradía en la ciudad de Alcalá la Real, gracias a los privilegios y bulas y por los indultos otorgados en todo el término de la Abadía salvo Castillo de Locubín. También podían hacer demandas en la calle, practicar el culto y la devoción, tener imágenes, bacines, cetros, estandartes, cruces y otros ornamentos. Y poner todo en beneficio de los pobres. Para el aumento de cofrades y acrecentamiento de la devoción, se reservaban tres cuartas partes de las demandas recogidas en un libro de cuentas y el resto debía enviarse al abad de la Casa de San Antón de Baeza, junto con las limosnas entregadas por los devotos hasta el momento de la firma. Dos siglos después, levantaron los cofrades alcalaínos la iglesia de San Antón, con el acuerdo del hospital baezano.

         En España, la Orden fue extinguida a petición del rey Carlos III por un breve pontificio del papa Pío VI, publicado en 1791, repartiéndose sus bienes y rentas entre hospitales, iglesias locales y ayuntamientos, que estaban encargados de seguir con el servicio prestado por la Orden de atención a los enfermos.

La tradición alcalaína de la feria de San Antón se mantuvo muy avanzado el siglo XX. No tiene que ver nada con otra fiesta junto al Pilar de las Tórtolas la feria, denominada de los Cochinos por el día de San Andrés, en la que cientos y miles de cerdos  se ponían a la venta de diferentes razas y tamaños con intención de hacer las matanzas familiares. Simplemente se decía misa y función de iglesia. En recientes años, se ha recuperado el patronazgo con los animales y se han bendecido junto mascotas al pie de la iglesia San Antón.  En otros lares, quedó la hoguera, y se añadieron los eventos deportivos para calentar el cuerpo. Pues, San Antón fresco y tristón, mete los viejos en un rincón. Y ahora más.

FRANCISCO MARTÍN ROSALES






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