Al encontrarse la ciudad de la Mota, prácticamente con pocos edificios enhiestos, en concreto la Iglesia Mayor, la Torre del Farol y el Alcázar, el resto solo presenta la primera planta y y el sótano de las casas. De ahí que, tan sólo,salgan a la luz algunos aposentos o habitaciones de las viviendas completos, en su subsuelo o aprovechando el desnivel en la roca del cerro o sus pequeños terraplenes. Generalmente, ofrecen un rebaje de la roca donde se asentaban los pies de las tinajas.
Ya comenzamos con el estudio de los aljibes y las canalizaciones de aguas. Otros elementos fueron las bodegas. Y, junto a ellas, el lagar con sus diversas partes ( estanque y sitio de pisar, lugar de prensa, canalillo de desague del mosto, y bodega de almacenamiento), como se perciben varias en el barrio militar de la Alcazaba de la Mota, entre ellos el de la casa de Interpretación del Vino.
Fueron fruto de la actividad vitivinícola que le valió ganarse el Privilegio del Vino por las Reyes Católicos, sobre todo, y del abastecimiento de agua y otros líquidos y sólidos de alimentación. Las recipientes se diversificaban de barro, piel como los odres de vino, tela como sacos, madera como arcones y canastas, y metal como ánforas, candiles y cazuelas, sin embargo abundan los de barro, las tinajas.
Estos recipientes de barro provienen de las dolias romanas, tienen forma de vasija de perfil ovalado, boca y pie estrechos y por lo general sin asas. Predominan en Alcala´y la Mota, las tinajas grandes, también llamadas tinajones, más profundas y panzudas, algunas con marcas como dos AA (Antón de Alcalá) se utilizaron tradicionalmente para almacenar vino, y los ejemplares medianos para aceite y granos de cereal. También , las vasijas más pequeñas, vidriadas parcial o totalmente, de color verde o marrón, se usaban para todo tipo de líquidos y semillas, así como conserva de carnes, especialmente de la matanzas de cerdos. Entre estas bodegas proliferan en el subsuelo, ocupando el sótano o el rellano entre dos alturas; también las hay horadadas en las rocas, cuevas antiguas reutilizadas, que se remontan a tiempos del Bornce. No es de extrañar que se incardinaran en el recinto de la vivienda familiar, pero las hubo independientes que prestaban una renta muy codiciosa a sus vecinos para alquilarlas a los comerciantes y vendedores de vino. Este es el caso del comerciante Juan Garrido, casado con Catalina González, le vendió una bodega al clérigo de misa Alonso Ortiz, para almacenar el vino de sus cosechas. Por cierto, Juan Garrido era un comerciante muy emprendedor y hacendado que se había hecho de muchos bienes, entre ellos el tejar y horno de alfarería de la Tejuela, al mismo tiempo que intervenía en venta de vinos.
Por otra parte, se frecuentaba entre los clérigos el multitrabajo con el laboreo o arrendamiento de tierras.
Y por un texto de 25 de septiembre de 1534, ante el escribano Antón Blázquez, el lugar de la bodega se definía " que es una pieza sola de veitiséis tinajas mayores, y es la bodega en el corral de Moriana, que alinda con la casa y alhorí del vendedor y calle que sube al Albayzin". No era el precio bajo, alcanzaba la cifra de una bodega los 34.000 maravedíes. Con este contrato se sacan las siguientes conclusiones:
-La bodega se ubicaba en el Huerto de Moriana, donde hoy se encuentra excavado, y pasaba la calle que se dirigía al Albayzín.
-Allí existía, antes que se creara el Pósito de las Puertas del Arrabal, viviendas y tiendas comerciales. Y, entre estos lugares, el alhorí, que pertenecía a una persona particular, donde se guardaba el trigo para el alimento de las familias. Está claro que la bodega de Juan Garrido responde al tipo de bodega-cueva que todavía subsisten en el entorno, donde se guardaban los vinos torronteses, tinto y amarillo, albarillos y de todos vidueños, esperando la comercialización a otras tierras, sobre todo Granada durante tres meses.
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